Cosas de Reyna

Y Caborca se cubrió de gloria... ¿Hasta cuándo?


Se imagina Usted Caborca a la vuelta de –digamos-, quince años?



Echemos a volar un poco la imaginación: Los niños de ahora serán los adolescentes de aquel momento y los de hoy serán ciudadanos incorporados –tal vez- al mercado laboral. De seguro habrá más población adulta y de la tercera edad. Tendremos las mismas calles pavimentadas, recarpeteadas una y otra vez con materiales baratos. Eventos del 6 de abril con luces y parafernalia. Desfiles cívicos donde se eche la casa por la ventana para quedar cíclicamente condicionados a lo mismo. Plazas y parques subutilizados porque no contamos con proyectos culturales de fondo que permitan a la población cultivarse más allá de lo que se ha hecho hasta ahora en forma aislada, con mucho esfuerzo pero con poca planeación sostenida.



Cinco trienios y dos sexenios y cachito. ¿Resistiremos cinco campañas políticas locales más donde los ataques entre unos y otros sean los mismos y donde solo cambien los nombres de los actores? ¿Hasta qué punto seremos pasivos y contemplativos del hacer y quehacer municipal? Cada vez escuchando las mismas promesas y demandando lo mismo. Pensando en el eterno “ahora sí”.


Caborca tiene el compromiso histórico de trascender y la obligación de hacerlo de la mejor manera posible. Pero eso no sucederá en tanto continuemos en este cansino andar donde la tónica es descalificar al que hace y, los que no hacen, simular que sí. Quince o treinta años seguirán siendo uno solo repetido quince o treinta veces en tanto no tengamos un proyecto de vida municipal y me atrevo a asegurar, regional.


¿Dónde quedó la otrora orgullosa Perla del Desierto? En buenas intenciones, malas, peores y mediocres decisiones. Asfixiada por los intereses individuales y de grupo pero nunca por los de la Comunidad misma. Interpretando los conceptos de cambio y desarrollo según quien ostente el poder… cada tres años. O sea que aunque fueran bien aplicados, poco nos duraría el gusto y los resultados, ralos.


El asunto es que nos hemos convertido –como en la mayoría de las poblaciones de México- en rehenes de partidos políticos que han perdido o carecen de la capacidad de ser gobierno. Lo peor es que existen localidades que subyugan a sus captores (síndrome de Estocolmo) y, neciamente o por comodidad, ni siquiera se alcanza a percibir el grave riesgo que esto representa: Sociedades cada vez más atrasadas y vulnerables en todos los aspectos.


¿Qué hacer ante tan terrible panorama?


¿Qué le parece a Usted que tuviéramos como municipio , un plan de desarrollo a –digamos- quince años? ¿Qué tal sería que todos, indistintamente de partidos políticos pudiéramos contribuir a elaborar este documento donde se planteara el desarrollo en cada uno de los rubros que nos atañen como comunidad: seguridad púbica, educación, industria, desarrollo sustentable, comercio, turismo, etcétera, con evaluaciones periódicas? ¿Que tal si todos tuvieramos la posibilidad de constatar y no solamente ser informados de los supuestos avances?


¿Qué le parecería que todos los sectores a nivel municipal (social, productivo, de servicios, industrial, agrícola, comercial, ganadero, educativo, etc.) nombraran representantes de entre sus integrantes –los hay brillantes y no necesariamente a partir de un grado académico- para que bajo el manto del interés púbico y el rescate necesarísimo del presente se formulara un plan, verdadero plan de desarrollo con visión de futuro?


¿Porqué no aprovechar el potencial, experiencia y capacidad con que cuentan para que coadyuven en un plan de esta naturaleza?


Algunos opinarán que sí se genera esa participación. Pero no me refiero a la participación burocrática de cada tres años.. Demostrado está que los ciudadanos y habitantes en general desconocemos el plan estratégico muncipal y de desarrollo en sus ejes temáticos fundamentales y sus variantes. Por una parte porque no se nos consideró –real y objetivamente- en su elaboración y por la otra porque escasísimamente se difunden los planes de desarrollo locales. Es más, ni siquiera quienes tienen la tarea de gobernar cuentan con indicadores –bien construidos- que demuestren el grado de avance.


El primer paso será actuar con madurez y responsabilidad ciudadana. No a través de partidos políticos, no mediante candidaturas de cualquier índole. Desprendidos genuinamente de ese interés político que en su lado más obscuro tanto daño nos ha ocasionado como comunidad.
O nos unimos como sociedad para lograr objetivos claros y firmes que nos permitan saber donde estamos y hacia donde vamos, o seguimos siendo rehenes de pseudo ideologías que cada trienio aparecen como ventas de banqueta.


La próxima semana le presentaré, si me permite, algunas ideas en torno al presente tema.