Cosas de Reyna

Mi árbol de navidad


El viernes pasado que salimos de trabajar e ingresamos a este período de asueto, suspiré profundamente: ¡Por fin las anheladas vacaciones de diciembre! Esta época del año es especial para mí desde siempre. El ritual de ir a escoger el árbol de navidad, buscar los adornos, esferitas y luces del año pasado en cajas que sabrá Dios donde acomodé en enero, se convierte en algo que disfruto. Al desempacar, encuentro ornamentos navideños rotos, luces que no encienden y detalles que se han lastimado. Por fortuna, los más son los que se encuentran en perfecto estado.

En el balance, cuelgan del pino adornos del año pasado y los recién adquiridos: luce distinto, lleno de vida hogareña. Quizá sea por eso que en diciembre por las noches me gusta saborear una copa de vino junto al árbol: Contemplo sus destellos, su mezcla de colores y de adornos. Algunos se aprecian a simple vista y otros se esconden entre las agujas verdes del pino. Encuentro esferas sobrevivientes que en enero pasado creí que no soportarían once meses en las cajas. Pero lo hicieron. A diferencia, encontré hechas pedazos aquellas a las que hubiera apostado que durarían muchos años.

Al ir hilvanando estos pensamientos, asumo que tal vez así sea la historia de vida de las personas: En los saldos anuales que se estila hacer en esta época, encontramos situaciones que nos dañaron pero otras que nos hicieron crecer. A veces nos cansamos y ante algún desazón nos rebelamos. Algunos hechos más habrá que simplemente por intrascendentes olvidamos pero que de cualquier manera sucedieron y en ello estriba su valor. Situaciones nuevas tendremos y eventos distintos viviremos. El acontecer cotidiano termina siendo al final del año representado en las esferas, luces y adornos que agregamos a nuestro árbol. Colores y matices que se entretejen.

Por eso me gusta contemplar el árbol de navidad de mi hogar: Cada detalle lo asimilo a los momentos en que he tenido el privilegio de vivir al lado de personas que estimo y con quienes he compartido gratísimos momentos. Mi memoria no guarda recuerdos negativos. Tengo por fortuna el privilegio de saber reír hasta de mi misma y lo disfruto. No ha habido nada que no solucione una buena carcajada con alguna amiga/amigo. La buena compañía es un medicamento para el alma, sin desconocer que en ocasiones la soledad es la mejor consejera.

Mi árbol está cargado de pasajes de vida y de aconteceres mejores. Está lleno de luces y alguna que otra sombra.

En una de estas noches de diciembre, cuando saboreaba mi copa de vino tinto, caí en cuenta que las escasas sombras de mi árbol hacen más brillantes los destellos que hay al lado. Hay muchísimas risas bordadas de lentejuelas. En la parte más alta del pino, destaca la estrella de belén. Ahí está representada la familia, la que da rumbo, orienta y une en torno a ella.

Deseo que del árbol de cada uno de los lectores que han tenido la amabilidad de leer este blog, cuelguen las esferas más brillantes, las luces más refulgentes, posea la estrella más iluminada y sobre todo, que tenga ornamentos nuevos que brinden a sus existencias aconteceres mejores.

Con afecto,
Reyna.

¡Yo protesto!


No habré de participar en ninguna marcha ni enarbolaré ninguna causa. Tampoco gritaré voz en cuello consignas de ninguna índole ni dejaré de trabajar como “muestra” de mi inconformidad. No. En vez de ello continuaré participando en eventos que tengan como fin apoyar causas nobles y elevaré mi voz a través de este blog y en todo aquel espacio que permita expresar mis ideas. Trabajaré más y mejor porque es la única forma decente de servir mejor a México. Basta ya de simulaciones y mentiras. Estoy cansada de discursos tontos y de palabras fútiles. Todo el año he escuchado y leído cada cantidad de barbaridades dichas por gobernantes y políticos que francamente me tienen cansada. Así que ahora yo:

¡Protesto! Protesto porque las muertas de Juárez son luto permanente para nosotros y solo materia de discurso para los políticos. Para el gobierno es una piedra en el zapato.

¡Protesto! Sí, porque aun sigo escuchando el eco de 49 voces de infantes que encontraron una trágica muerte en la Guardería ABC y 76 resultaron heridos.

¡Protesto! Por la violencia que nos oprime y mata a seres inocentes. ¿Cuántas familias lloran la pérdida de seres queridos? ¿Quién les ha hecho justicia? ¿Quién o quienes siguen?

¡Protesto! Porque el narcotráfico sigue engullendo vidas sea por las drogas o por las balas y no hay quien detenga esa carrera del infierno.

¡Protesto! Porque el secuestro más parece una industria floreciente que un delito.

¡Protesto! porque el bicentenario fue una vil comparsa cuya cereza del pastel fue la boba estatua llamada el coloso que nada representa ni representará jamás. No les bastó doscientos años de historia como materia prima para idear algo digno de los mexicanos.

¡Protesto! Porque los gobernantes viven en un mundo ideal plenamente alejados de la realidad: la pobreza va en escalada, el desempleo aumenta, la incertidumbre de egresados de universidades es latente.

¡Protesto! Por todos los servidores públicos que mal hacen o no desarrollan a cabalidad sus funciones, por su falta de probidad y con ello su deslealtad a México.

¡Protesto! Por los que gritan consignas en contra del gobierno pero que nada hacen en su entorno para cambiar.

¡Protesto! Por los que no tienen voz, ni empleo, ni futuro. Por los que emigran del país en búsqueda de lo que aquí no encontraron.

¡Protesto! Por los niños que trabajan y por los que ni siquiera conocen un aula. Por la falta de enseñanza y por la deficiencia de ella.

¡Protesto! Porque en el 2011 al pueblo lo atiborrarán de noticias en torno a la sucesión presidencial y los problemas sociales quedarán de lado. El manto de la ignominia se teje día a día, implacable.









Reflexiones



La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante.

Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla.

Las tareas cotidianas jamás impidieron a alguien seguir sus sueños.

Pocos aceptan el peso de la propia victoria. La mayoría desiste de los sueños cuando éstos se tornan posibles.

Toda persona tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando: Lo único que no puede hacer es olvidarla.

En efecto, las anteriores son frases de Paulo Coelho, el escritor nacido en Río de Janeiro quien es hoy por hoy uno de los escritores más leídos del mundo. Ventas de más de 50 millones de libros lo refrendan. Curiosamente y dado el contenido espiritual de muchos de sus mensajes, en algún momento de su formación inicial no soportaba ni rezar ni ir a misa. Su padre deseaba que fuera ingeniero pero Paulo encuentra su vocación en la literatura. Ante este choque de ambos por el futuro del segundo, inicia actos de rebeldía que se asumen como síntomas de enfermedad mental y es internado por dos ocasiones en un hospital psiquiátrico sometiéndolo a sesiones de electroshock. Los problemas familiares y personales continuaron por bastante tiempo. La historia de Paulo Coelho es fascinante por la serie de vicisitudes que en cada etapa de su vida que construyeron sin saberlo, una personalidad mundial como la que es.

Como sucede con frecuencia, inicios difíciles o tormentosos derivan en vidas plenas y llenas de realizaciones. No estoy significando que esto es exclusivo de las grandes personalidades, como tampoco se trata de fama, poder o dinero en abundancia.

Al final de la historia, cada uno de nosotros lucha por sus ideales y por sus creencias. Algunos claudican y otros no. Razones hay muchas tanto para unos como para otros. El caso es que en la medida que persigamos nuestros sueños sin perder de vista el horizonte; mientras vivamos de la mejor manera posible el aquí y el ahora; en suma, en tanto seamos congruentes en el decir con el hacer, habremos alcanzado entonces un nivel de vida digno como personas.

Llama mi atención por ejemplo cómo en las redes sociales como Twitter o Facebook abundan mensajes positivos y que son enviados a veces en forma por demás abrumadora. Ojalá que esto sirva para que realmente se haga un análisis de comportamiento individual y mejorar lo que consideremos que debemos hacer o bien desprendernos de lo que nos perjudica. No es tarea sencilla sobre todo porque el asunto empieza por aceptar que algo no está bien y, como seres humanos, se nos dificulta esta parte.

De las cualidades que como personas tenemos, destaca la honestidad, que consiste en comportarse y expresarse con sinceridad y coherencia. Es vivir de acuerdo a como se piensa y se siente, con pleno respeto por los demás. Se vale equivocarnos. Lo que no se permite es no levantarse y seguir.

Foro Estatal Ciudadano



Hace poco tiempo recibí atenta invitación para participar en el Primer Foro Estatal Ciudadano denominado “Retos Actuales de la Seguridad Pública en Sonora” que se llevará a cabo los días 25 y 26 de noviembre en la explanada del edificio del Departamento de Derecho de la Universidad de Sonora en Hermosillo.

Me han concedido el honor de participar en la presentación del libro “La juventud mexicana: Radiografía de su incertidumbre” de Pedro José Peñaloza, Doctor en Ciencias Penales y Política Criminal, quien es ampliamente reconocido en los círculos académicos y del sector público. Los comentaristas invitados son el Secretario Ejecutivo de Seguridad Pública del Estado, la Directora de la División de Ciencias Sociales de la Unison Centro y quien esto escribe. El reto es grande pero interesante. Me gusta.

Como siempre, la Universidad de Sonora se suma al interés de la sociedad y organiza en forma conjunta con otros organismos públicos eventos como el que refiero cuya finalidad es por una parte, analizar el fenómeno criminal y de las adicciones en Sonora y por otro lado, propiciar debate sobre estrategias para su combate considerando tanto el punto de vista dela prevención como de la acción punitiva del Estado.

El libro en cuestión ha sido ampliamente difundido en nuestro país por la cantidad de datos relevantes que contiene y que emplea el autor. Entre ellos, refiere que los jóvenes conforman uno de los grupos más vulnerables en materia de violencia, empleo y educación. Pero no solo lo afirma, sino que proporciona datos contundentes: Tres de cada cuatro personas en edad de cursar estudios universitarios, no lo harán. Del cien por ciento de niños que estudian la primaria, solo entre el dos y el cinco por ciento llegarán a la universidad.

No son cifras halagüeñas. Lo peor es que no sabemos de bien a bien qué está haciendo el gobierno para revertir estas cifras.

A la de por sí grave situación, hay que sumar -como bien refiere el autor- que se deben atender distintos grupos de jóvenes y no solo una juventud mexicana: Los hay indígenas, urbanos, rurales, etcétera. Entonces, la composición es un muro policromático, lo que no facilita las cosas.

No es pues un tema sencillo.

Una de las cuestiones que personalmente considero que más incide en lo anterior es la inexistencia de políticas públicas a largo plazo que sean incluyentes de las generaciones que habrán de incorporarse al mercado laboral y de seguridad social, por mencionar algunos. Por lo contrario, actualmente se generan solo políticas administrativas de relumbrón o bien solo por sacar la tarea sexenal.

Debemos dejar de soslayar esta problemática y formular planes de largo, mediano y corto alcance tanto en el nivel federal como estatal y municipal, de una manera coordinada y conjunta.
En otra columna comentaremos los resultados de este interesante Foro Estatal Ciudadano.
La labor policial.

Definitivamente no habré de descubrir el hilo negro en la siguiente frase: La labor policial en México es objeto de innumerables críticas por el desempeño que ésta tiene. Los ejemplos abundan en cada ciudad, en cada estado, en cada lugar.

Sin embargo, en esta ocasión prefiero hacer énfasis en otro aspecto, el de las organizaciones policiacas a nivel municipal. Estoy convencida que los grandes logros empiezan por pequeñas acciones paulatinas, constantes, firmes, con rumbo y con objetivos al corto, mediano y largo plazo.

Me explico: Mientras se organizan foros de seguridad pública, en tanto las declaraciones de los políticos y gobernantes pasan de una tribuna a otra, el ciudadano común tiene que vivir y convivir con este sector policial día tras día. Entonces, ¿no es acaso importante volver la vista hacia las Direcciones de Seguridad Pública Municipales?

Sería interesante que estas corporaciones expusieran a la comunidad cómo están organizados, cuál es la estructura interna, qué programas desarrollan y sobre todo que informaran en forma periódica los resultados de su actividad cotidiana. Es cierto que existe la Ley de Transparencia y que con base en ella cualquiera de nosotros tiene posibilidad de solicitar información, pero sin duda es mayor el compromiso de la autoridad cuando no solo expone ante la sociedad el plan de trabajo sino los resultados de éste.

Por desgracia, en muchos municipios se designa a Directores de Seguridad Pública con escasa o nula experiencia en la materia. No entienden de mandos ni comprenden las funciones reales a realizar. En este sentido los Cabildos deben ser más estrictos a la hora de votar por quienes habrán de ocupar tan importante cargo.

En tanto existan reglas claras podremos entender mejor el marco jurídico que por una parte protege a los agentes y por la otra que señala los límites de su actuación. No es pedir demasiado.

Para cerrar el círculo, debemos también considerar el sentir de los agentes policiacos. Me refiero a los que prestan sus servicios en el ámbito municipal. No es solo indagar si son o no bien remunerados, lo cual es relevante pero no absoluto. ¿Se les toma en cuenta en materia de ascensos? ¿Cuentan con equipo suficiente para realizar sus labores? ¿Realizan sus funciones conforme un plan estratégico o solo “cumplen” con lo que el superior decidió que era lo mejor para ese día?

El tema de seguridad pública es inagotable, pero creo que lo mejor que podemos hacer es dejar de lado tanto discurso y actuar de inmediato bajo esquemas de trabajo que se implementen en la comunidad para que ésta sienta, perciba y sobre todo recupere respeto por esa labor.


La mujer más valiente de México




Aunque anticipé que este mes de octubre lo dedicaría a mitos y leyendas mexicanas, lo cierto es que no puedo dejar pasar desapercibido un hecho que ha tenido relevancia a nivel nacional e internacional: El nombramiento de Marisol Valles García como jefe de la Policía Municipal de Praxedis G. Guerrero en Chihuahua Chih., muy cerca de Cd. Juárez, la plaza más violenta de México.

La joven de tan solo 20 años ha asumido el cargo en un estado –como muchos otros del país- donde el peligro acecha a cada paso. La he observado concediendo entrevistas y el temple que tiene es de admirarse: Invita a unos y a otros a sumarse al proyecto de trabajo que encabeza, les plantea sus ideas y con contundencia afirma que las cosas si pueden cambiar mediante distintas acciones sociales y comunitarias en tanto haya fomento a los valores.

Ver lo que esta joven hace y dice convencida, es un vivo ejemplo de que no todo está perdido. Marisol ha sido llamada la mujer más valiente de México y afirma que ese miedo social que existe se debe cambiar por seguridad. Pero no solamente declara, sino que también actúa a la medida de sus posibilidades y con el apoyo que está recibiendo. El deseo de servir a su comunidad es claro.

La fama la ha arropado: Aparece en todos los medios de comunicación e incluso en Wikipedia donde se anota que es estudiante de Criminología destacando que fue la única que aceptó el puesto en una de las zonas más peligrosas del país. Admiro el valor y arrojo de la joven pero me inquietan algunas cuestiones relacionadas con las Autoridades y el famoso Estado de Derecho que tanto se pregona: ¿Donde están quedando los "cuadros" de egresados de Academias e Institutos de Policia? ¿Donde la profesionalización de la carrera? ¿Donde pues el personal capacitado para ocupar estos cargos? Se evidencia una vez mas la falta de planeacion y estrategia conjunta de la federación-estados-municipios en este rubro tan lastimado como es la seguridad pública.

Tengo muchas dudas de que ese cargo sea donde deba estar Marisol. No sé hasta qué grado haya sido un acto de irresponsabilidad del Presidente Municipal y del Ayuntamiento. Desconozco hasta que punto esté ella consciente del peligro que implica y ni pensar quiero en lo que sus padres –sobre todo su mamá- estarán pasando.

Lo cierto es que este ejemplo ha sido una buena sacudida a la conciencia colectiva, la que a veces pareciera que duerme o que dormita con los discursos llenos de retórica de los políticos y/o gobernantes, en tanto la delincuencia sigue abriéndose paso.

Mitos y leyendas I


Si en algo destacamos los mexicanos respecto a la cultura, es en los mitos y leyendas. De todos tipos y cortes. En política –por ejemplo- existen una enormidad de hechos y circunstancias dignos de mencionarse. Mucho habría que decir de la Maliche, a la cual –por cierto- poca justicia se le ha hecho. Etiquetada y señalada como la favorita de Hernán Cortés, se le ha privado de su verdadero rol en el devenir histórico. Pero esa será otra historia.

Las leyendas son una muestra del enorme bagaje cultural que poseemos los mexicanos y que, pese a las nuevas tecnologías de la información, globalización y modernidad, debemos conservar, difundir y contribuir a no perder lo que nos une como mexicanos. No es el asunto considerar –como algunos señalan- que los mitos fueron hechos para contribuir a la ignorancia de la gente. De ninguna manera. Menos cuando se trata en todo caso de preservar la identidad, basada en muchas tradiciones populares que nos permiten crear un arraigo cultural.

En columna anterior –a la que titulé Octubre- hice referencia a una hermosa leyenda sobre el Sol y la Luna. Esta historia tiene un sentido muy especial, tanto como otras a las cuales deseo hacer referencia ahora:

Leyenda de los Volcanes
Es la historia de un apuesto guerrero y una hermosa doncella que murió de amor. Sucede que el joven fue puesto a prueba por el padre de la mujer llamada Iztaccihualt enviándolo a combatir en guerra para obtener así el visto bueno para contraer nupcias. Pasaron varios meses sin noticias del guerrero hasta que un día recibe ella un mensaje en el que le anuncian la muerte del amado.

La joven languideció de tristeza y se entregó al llanto: La vida se le escapó por las lágrimas y muere. Pero el guerrero regresa: La doncella había sido engañada para hacerla desistir del propósito de desposarse con el guerrero. Él, al enterarse del trágico destino de su amada, toma su cuerpo inerte y escala a lo alto de un cerro donde le da sepultura, permaneciendo junto a ella arrodillado, muriendo poco a poco dando gritos de coraje y desesperación, tanto así que hicieron eco por todo el Anáhuac.

Los Dioses advirtieron la tragedia y, llenos de compasión, los cubrieron con un manto de ramas y nieve pasando ambos a ser montañas: Una de ellas con silueta de mujer dormida y la otra como un hombre arrodillado.

Así nacieron el Popocatépetl y el Iztaccihualt: El Volcán y L a Mujer Dormida. O “Don Goyo” y “La mujer blanca”

Leyenda del maíz
Quetzalcóatl representa en sí mismo un bagaje cultural inagotable.
Los aztecas –antes de la llegada de Quetzalcóatl- tenían por dieta raíces y animales producto de la caza. Desconocían lo que era el maíz, pues éste permanecía lejos de su vista y de sus posibilidades. Las montañas eran tan grandes e inaccesibles que obtener el ansiado alimento era solo un sueño. Así que acudieron con Quetzalcóatl, quien, queriendo ayudar a su pueblo, les prometió conseguirlo.

El poderoso Dios se transformó en una enorme hormiga. Cruzó el camino lleno de dificultades superando obstáculos inenarrables. Su único pensamiento era satisfacer las necesidades del pueblo que había acudido ante él a solicitarle apoyo.

Llegó a los maizales y, como era una hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y regresó con el valioso tesoro, entregándoselo al pueblo.

Quetzalcóatl, La Serpiente Emplumada, el Dios amigo de los hombres.

No puedo dejar de anotar la falta que hacen hoy en dia gente como Quetzalcóatl, no por su condición de Deidad, sino por su fortaleza y solidaridad con las necesidades de su pueblo.

Este mes de octubre lo seguiré dedicando a mitos y leyendas mexicanas.

Reflexiones



Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Deepak Chopra


Deepak Chopra es un médico y escritor hindú (1946) que particularmente destaca por sus libros espirituales y de autoayuda. Es autor de más de treinta y cinco libros entre ellos: Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo, Las siete leyes espirituales del éxito, Curación cuántica, Almas Gemelas, Buda, Jesús, etcétera. Es un éxito en librerías, pese a que muchos opinan que se trata solo de un charlatán más. Un “charlatán” –suponiendo que lo fuera- inteligente y exitoso pues sus obras se han vendido en más de 35 idiomas e imparte conferencias en todo el mundo.


Fundó y dirige actualmente el Centro Chopra para el Bienestar y el Instituto Médico Mente-cuerpo que se localizan en La Jolla CA, Estados Unidos.


En un mundo tan convulsionado, donde parece que el tiempo se nos escapa entre los dedos, donde privilegiamos el trabajo a la familia e incluso a uno mismo y donde damos por sentado que viviremos eternamente, leer algo de Chopra no cae nada mal. No es –aclaro- el tipo de autor barato que sus detractores pretenden hacer ver. Sí es -en cambio- una persona que sabe transmitir su pensamiento de tal forma que algo podemos hacer para aliviar o menguar dolores o pesares.


Chopra afirma que la raíz del poder curativo se encuentra en la mente. Que el éxito solo se logra a través del esfuerzo, la estrategia y la ambición. No la ambición mal conceptualizada que tenemos en México, sino la auténtica, la verdadera, la que implica ser una persona con objetivos y metas.


Refiere que hay una lucha sin cuartel entre el Poder de Tener y el Poder de Ser. El primero implica cuestiones materiales que por lo mismo se evaporan o se van. En el Poder de Ser se trasciende porque se refiere a la persona misma.


Todo esto viene a colación ya que este año salió a la luz su libro Reinventa tu Cuerpo, Resucita tu alma (Ed. Aguilar). El Líder Espiritual expone una interesante tesis en la que asegura que no nos sentimos plenos porque hemos excluido nuestros cuerpos defectuosos de la vía espiritual, caminando separados, ajenos entre sí, viviendo dos vidas distintas. Advierte que la plenitud se genera a partir de la combinación de cuerpo, mente y camino espiritual. La obra es interesante, prometedora, pero sobre todo aporta benéficos elementos para quien lo lee.


Indica que el tiempo es algo muy subjetivo y que en todo caso es una actitud donde debemos dejarnos fluir con la vida en el presente. Lo cual desde luego no es nada fácil. Tenemos por costumbre no vivir plenamente el presente buscando espacios mejores en el futuro como si tuvieramos póliza de garantía respecto a él.


Seguramente existen otras personas con las características de Chopra. No es el punto determinar aquí y ahora si es líder espiritual o un charlatán con buena formación que se aprovecha de la ingenuidad de sus seguidores. Lo importante es que cada uno de nosotros rescatemos lo que consideremos valioso para enriquecer nuestra propia vida, rectifiquemos rumbos y en consecuencia hacer más amable el convivir con los demás… y consigo mismo.



Octubre



Tal vez sea porque esta semana inicia el mes de octubre, el mes que más me gusta del año y junto con él las lunas que tanto disfruto también.

El caso es que recordé una de las leyendas del Sol y la Luna. De cuando se encontraron por primera vez y a partir de ese momento vivieron un gran amor. Pero resulta que como el mundo aun no era creado, cuando así sucedió Dios decidió que el Sol iluminara el día y la Luna la noche. Grande fue la tristeza de ambos porque ello significaba vivir separados. La Luna se tornó sombría, triste y solitaria y a pesar de que el Sol obtuvo título de “Astro Rey” ciertamente su tristeza era mayúscula. Le faltaba la otra mitad.

Dios quiso explicarles sus razones. Pero el amor de la Luna y el Sol era tan grande e infinito que no comprendieron tal decisión. El argumento fue que la Luna iluminaría las noches frías y calientes, sería mudo testigo de los enamorados y mensajera de aquellos que permanecieran a la distancia, como un receptor de los sentimientos de ambos o como guía o como confidente. A ella recurrirían con alegría, con lágrimas o con soledades acumuladas. Sería mudo testigo de venturas y desventuras. El Sol a su vez, tendría la encomienda de iluminar la faz de la tierra durante el día, cuyos primeros rayos de sol infundieran alegría y esperanza, tanto como al ocaso, con la esperanza de su regreso. Por eso se dice que amaneciendo las cosas se ven más claras, en referencia a los problemas que las personas tenemos.

La Luna –por su parte- lloró amargamente. Su tristeza no tenía medida por el terrible destino que le deparaba teniendo como cárcel la melancolía. El Sol –que era todo un caballero- no pudo resistir tanto dolor en su amada y, con voz pausada, pidió a Dios un solo deseo: Ayudar a la Luna pues temía que no soportara la soledad. Así, en su infinita bondad, Dios creó a las estrellas para hacerle compañía.

Por eso las estrellas titilan: Buscan la sonrisa de la Luna.

Ahora Sol y Luna viven separados eternamente. El Sol arde de pasión por la Luna. La Luna se cubrió con el manto blanco de la tristeza y soledad.

El hombre ha intentado conquistar a la Luna pero ella no se deja. La pasión quedó sepultada en el dolor de la separación.

Solo de vez en cuando sonríe. Y es cuando ambos, Sol y Luna comparten su intimidad a través del eclipse, que es el momento creado por Dios para que se unan de nuevo. Por eso se nos recomienda no ver. Tanto amor nos puede cegar.

Adelitas


Primer tiempo

Convivir con la tropa no era precisamente la esencia de las Adelitas, -figura emblemática de la Revolución Mexicana (1910)- pero el sentir popular está arraigado en ese aspecto. Tal vez han influido películas de antaño donde las caracterizaron como soldaderas pasadas de copas y desaliñadas. Vulgares pues. La verdad es otra.

Dicen que Adela Velarde Pérez (enfermera de Cd. Juárez Chih) fue quien inspiró el famoso corrido Adelita. Otros dicen que fue Altagracia Martínez, a la cual mi general Villa bautizó con aquel nombre. Algunos más la conocen como Marieta Martínez quien fue asesinada en el periodo de Pascual Orozco.

El caso es que con este nombre se identificó a las soldaderas que participaron en los contingentes militares de los grupos revolucionarios. Sus labores consistían en ser cocineras, enfermeras o ayudantes. Mujeres que igual preparaban los fusiles o remendaban ropa, hacían las veces de correo, enlace, telegrafista y combatiente. Mordiendo siempre el polvo. Eso sí, comprometida con la causa hasta la muerte. Me pregunto cuántas de estas mujeres ocultas en el anonimato que arropa la historia, habrán perdido la vida en medio de las refriegas y las balas. No existe estadística al respecto.

Cada año, miles si no millones de niñas en todo el país se visten como las célebres Adelitas que tanto aportaron a la revolución y a la causa. Faldas y blusas ligeras con cananas, pistolas y fusiles. Ahí es donde, tal vez sin ellas saberlo, rinden justo homenaje a aquellas mujeres de temple y de acero.

Popular entre la tropa era Adelita, la mujer que el sargento idolatraba, que además de ser valiente era bonita, que hasta el mismo coronel la respetaba. (Corrido Adelita)

Pues sí, a través del famoso corrido pasaron a la posteridad estas bravías mujeres que participaban en los regimientos de Pancho Villa, Emiliano Zapata o Madero. Mujeres de raza indígena o mestiza que vivieron a sangre y fuego; que fieles a sus hombres o a su Juan como se les nombraba a sus compañeros de ventura y desventura, los seguían a donde marcara el rumbo la revolución… y el corazón.

Segundo tiempo

Mientras escribo la primer parte de este post, mi mente se traslada a aquella época. No me imagino vestida de Adelita. Dudo mucho que sepa como portar cananas y menos un fusil. De seguro hubiera caído a la primer batalla y no por alguna bala que me atravesara de lado a lado, sino por los traspiés que diera con la falda larga mientras buscaba algún refugio y jalaba a uno, dos o sabrá Dios cuántos hijos. Tampoco me visualizo haciendo corretajes de entrega de correos secretos y menos aún remendando la ropa de algún soldado de la revolución. O cargando un chilpayate a mis espaldas, envuelto previamente en algún roído rebozo. De verdad que era ardua la vida de estas mujeres. Admirable para la época e incomparable para la historia. En definitiva, tuvo que existir mucha pasión en los ideales y mucho corazón de soldadera seguidora de su hombre. Eso sí, la pasión subsiste y el corazón también. ;)

Tercer tiempo

En realidad, las Adelitas solo variaron de ropaje y de escenario. Continúan con las múltiples funciones de antaño, cambiando los fusiles y las cananas por lavadoras y hogares que atender. Los corretajes son a la escuela, actividades de los hijos o a su propio trabajo. Ahora son mujeres que encuentran distintas realizaciones personales: madres, esposas, mujeres y su incorporación al mercado laboral. Las luchas en todos sus roles son sin cuartel. Como tambien lo son las satisfacciones que se tienen.

Sin embargo no debemos olvidar a las menos favorecidas, las que todavía visten con falda larga y rebozo cargando en sus espaldas un hijo desnutrido, las que no conocen ni siquiera lo que es tener un techo donde dormir, las Adelitas a quienes cien años ha sido el mismo año repetido cien veces. Las hermanas indígenas que sufren y que precariamente sobreviven sumidas en el abandono y la miseria. Son parte del mosaico policromático de este México nuestro.

Cada día encuentro a mi paso otras Adelitas, mujeres que destacan también por su gran valía y arrojo, como aquellas Adelitas de la revolución. Mujeres que laboran como empleadas o funcionarias, jornaleras, obreras o empresarias, el caso es igual: asumen sus distintos roles con entrega y pasión digna de reconocer en todo momento.

Son mujeres comprometidas con lo que hacen. Adelitas modernas que combaten sus propias luchas: la búsqueda de empleo y de un salario que devengar. Adelitas sedientas de justicia como las madres de las muertas de Cd. Juárez, de los niños de la Guardería ABC o las mamás de tantos y tantos inocentes caídos. Mujeres que –entíendase- jamás se cansarán de pedir justicia.

Adelitas que estudian y trabajan. Guerreras y esposas. Soldaderas de sus hogares y de su prole. Revolucionarias que se crecen ante los problemas. Buscadoras constantes de su desarrollo. Perseverantes y leales a su causa.

Adelitas de todos los tiempos. Seres comprometidos en lo que hacen y dicen; leales y patriotas. Perseverantes y hacedoras de sueños. Creadoras de mejores espacios de vida. Soldaderas que han comprendido que la mejor batalla es la que no se hace: la que evita absurdas comparaciones con los hombres y, en todo caso, se asume como compañera.

Revolucionarias que libran mil luchas diariamente por sus preocupaciones legítimas y responsabilidades claras. Mujeres de colores y de sombras, pero siempre vigentes.

Adelitas que se reproducen y siguen con mayor fuerza. Silenciosas o que alzan su voz. Valientes y frágiles, que caen y se levantan. Que siguen a su Juan o que lo dejan… o se les va.

El caso es que Adelita siempre será Adelita, la guerrera, la incansable, la eterna luchadora y revolucionaria. Aunque pasen otros cien años.

Y después del Bicentenario, qué?



Bueno, bueno, yo ya perdí la cuenta de la cantidad de spots que en todas sus modalidades he escuchado o visto. Ya atendí en innumerables ocasiones el discurso encendido, patrio, nacional, demagógico, retórico, (aunque debo reconocer que a veces con cierto sentido de realidad) de nuestro Presidente de la República.

Se han inaugurado plazas, monumentos, paseos; Se han exhibido películas, publicado libros, expuesto obras pictóricas y hasta una melodía compuesta por Alek Syntek, la que por cierto ha sido muy criticada, (algunos no asimilan todavía que la mexicanidad no se mide a partir del mariachi) a grado tal que el genial compositor se dio de baja de twiteer durante un tiempo.

Ni que decir del “puente” o inactividad laboral que nos espera desde el 15 de septiembre, aunque en algunas instituciones lo sea a partir del 16. Como quiera que lo veamos, el malentendido espíritu patrio nos exige que sea desde ya y ¡viva México!

Solo por curiosidad he preguntado a varios niños sobre el significado histórico de la Independencia y Revolución Mexicana. Tienen una vaga idea de lo que significa pero cuando les pregunto qué piensan que sucederá después de los festejos, apenas atinan a decir que nada.

Y esa es la gran pregunta: ¿Y después del Bicentenario qué?

No he de ser yo la aguafiestas nacional. Ni que aspirara a tanto. Pero caramba, nos hemos sumergido (por aquello de lo subterráneo) en eventos que poco o nada repercuten en el desarrollo del país y de la comunidad a que aspiramos. Millones y millones de pesos destinados a los eventos conmemorativos. ¿De qué puede servir este festejo nacional si no aporta nada al presente y al futuro? Me refiero a aportaciones concretas y con trascendencia firme en renglones tales como economía, seguridad pública, pobreza, educación y otros tantos aspectos que no pueden soslayarse del análisis que deberíamos estar haciendo en mesas de trabajo y de debate tanto en instancias académicas, sectores productivo, económico, industrial y desde luego las políticas, donde participaran partidos políticos, gobernadores, diputados y senadores.

No me atrevo a asegurar que sea falta de interés o ausencia de liderazgo. O ganas de que no se haga nada en este aspecto. ¡Caray! A doscientos años del movimiento de independencia, no ha surgido ningún Hidalgo o Morelos. Ni a cien años de la revolución tampoco tenemos líderes como Emiliano Zapata o Pancho Villa que abanderen causas justas ya no a través de movimientos armados por supuesto, pero sí a través de la revolución de ideas. Si acaso ha habido émulos que terminan siendo funcionarios de escritorio y líderes del tanto por ciento.

México no despertará después del festejo patrio en cama de seda. Los problemas seguirán siendo, la inseguridad también y miles de niños amanecerán de nuevo sin tener alimento. Trabajadores desesperados por falta de empleo y amas de casa buscando estirar el ingreso familiar después del gasto que implicó adquirir el atuendo para que sus hijos desfilaran caracterizados de Pancho Villa, Hidalgo, Porfirio Díaz, Adelitas, Morelos, y Josefa Ortiz de Domínguez.

Querer ver a un México glorioso, pleno, fuerte, vigente y actual, solo para adornar y enmarcar los festejos, es una manera irresponsable de proyectar la imagen del país. Lo peor es que los artífices (gobierno) de esa imagen, repiten tanto la mentira que la asumen como realidad.

En fin, creo que este bicentenario y centenario deben contribuir desde su historia al mejoramiento del presente y del futuro. La única forma de hacerlo es que los dirigentes políticos y de gobierno se sienten a la mesa y debatan sobre el México que queremos, ideando proyectos tangibles y de alcance al corto, mediano y largo plazo. Que por una bendita vez dejaran de lado los protagonismos, grupos de poder y pleitos de partidos políticos. De hecho, nada sería mejor que elaborar un plan de trabajo a realizar en forma conjunta, considerando los reclamos sociales que prevalecen: seguridad pública, educación, pobreza, empleo, etcétera. Ahora si que los herederos de aquella Independencia y Revolución les estaríamos reconociendo su espíritu nacional mexicano.

Ya en el pasado el Abrazo de Acatempan (Guerrero-Iturbide) fue el preámbulo para la firma del Plan de Iguala (1821) mediante el cual se declaraba la independencia de México.

¿Les costará demasiado a los políticos de hoy hacer el sacrificio por la Nación y pronunciar en estas precisas fechas un Plan que aborde la problemática del país y con ello aportar soluciones reales?







Universidades de calidad


Mira, Reyna, lo que sucede es que quienes tenemos empresas no tenemos tiempo para estudiar y realizar investigación sobre temas que nos interesan. Estamos dedicados al cien por ciento a sacar adelante nuestros proyectos… Más bien lo que queremos es que Ustedes, que están en las universidades, proporcionen los conocimientos necesarios para apoyarnos.

Así comentó recientemente un amigo con quien conversaba sobre el rol de las universidades y su quehacer dentro de la sociedad. Creo que él resumió con bastante claridad lo que se espera de las instituciones de educación superior. Cada quien en lo suyo debe aportar lo mejor de sí mismo para crear sinergia y con ello obtener un mayor desarrollo comunitario. No pareciera difícil pero, ¿hasta qué punto estamos haciendo nuestra tarea?

Las universidades hoy en día se someten a distintos procesos de evaluación y acreditación. En esencia esta medida no debería de existir como candado para acceder a la mejora continua, calidad, recursos financieros, etcétera, ya que por sí mismas las Instituciones de Educación Superior (IES) deberían (obligación) estar constantemente inmersas en esa actividad. No resulta de esa manera en muchos casos.

Por eso México se sumó al igual que otros países al proceso de acreditación de las carreras universitarias; se refiere a una evaluación de programas de estudio que abarca los renglones de atención a estudiantes, habilitación de profesores, infraestructura y otra serie de datos que inciden directa o indirectamente a la formación de los estudiantes universitarios. Así que cuando un programa de estudio se acredita, significa que se avala la calidad del mismo en todos sus aspectos, de lo que resulta un enorme compromiso para quienes laboramos en las universidades. Conlleva un plus académico para los egresados. No es una moda ni una política educativa temporal. En la Universidad de Sonora, donde prestamos nuestros servicios, es una política interna prioritaria. Y no cambiará, pues es ya una cultura dentro de nuestra institución.

El tema de acreditación fue también la razón por la cual recientemente hice viaje a Cancún, Quintana Roo, como ocurrió con el pasado viaje a Colombia, donde trabajamos sobre el proceso de acreditación internacional, en aquel entonces respecto a la carrera de Derecho la que ya obtuvo acreditación nacional. Hoy, en Cancún, por segunda ocasión nos reunimos directores y jefes de departamento de distintas Universidades de América Latina en relación a los programas de Contabilidad y Administración. Este foro académico nos permite conocer, analizar, evaluar, participar y asumir criterios de interés para el mejor desarrollo de nuestras instituciones, considerando las experiencias de Chile, Venezuela, Perú, Ecuador, Argentina y otros países participantes.

Por más alejado que esté un campus universitario de la capital del estado o del país, nunca debe haber distancia académica ni con su entorno inmediato ni con el mundo. La mundialización exige acercamientos y redes académicas que generen beneficios a las partes. Debemos romper viejos paradigmas de más o menos calidad de la enseñanza en función de la ubicación geográfica que se tenga.

No es tarea fácil y esto lo comprendemos quienes estamos en regiones alejadas del centro y que por lo mismo implica redoblar esfuerzos para alcanzar objetivos y metas de alta calidad, las que naturalmente inciden en un mayor prestigio académico.

Tampoco es tarea acabada esto de la acreditación. Sabemos que aún nos falta trecho por recorrer. El asunto es que estamos en el camino y por lo tanto en la ruta adecuada. Maestros, alumnos y trabajadores saben que en mucho, es cuestión de actitud hacia el trabajo. Y se tiene.

La vida universitaria es apasionante e intensa porque en ella convergen muchos pensamientos, criterios, opiniones y críticas. No está esto mal. Sucede que en la medida en que las ideas se expongan y se planteen propuestas viables, el trabajo en su conjunto avanzará significativamente hacia los objetivos establecidos. La diatriba y la retórica no son cartas de presentación de profesionistas de calidad y de compromiso social. Actuar de esa manera es simplemente negarse al progreso y estancarse en el pasado arropado en la dudosa comodidad del no comprometerse al cambio que exige la sociedad.


Vacaciones de verano


Desayunos a las doce del día, comidas a las cinco de la tarde y cenas… a las once p.m. La visita interminable al refrigerador es obligada. Excursiones alrededor de la colonia y fuera de ella; idas al cine y a los parques, recibir durante todo el verano a los primos que viven en otras ciudades. Llegada la noche dormir en cualquiera de las casas de los parientes, ahí donde se antoje o mejor convenga según el plan elaborado cuidadosamente para el día siguiente. Planes donde hasta el más pequeño interviene y opina. Democracia entre la tropa infantil y adolescente. Autoritarismo materno en receso. Padres consentidores pero vigilantes.

Mamás al borde de la histeria. Ropa y más ropa que lavar, interminable altero de platos y sartenes sucios, mientras las películas danzan una tras otra en el televisor. Súplicas de los pequeños (y también de los no tan pequeños) por ir a la playa y la aventura de vivir el placer de sumergirse en el agua para huir del mundanal ruido de perdida hasta la hora de comer sándwiches preparados para el caso. Apetito insaciable es característico de la época. Garrafones de limonada, Jamaica y tamarindo. Apenas así se alcanza a mitigar la sed producida por el sofocante calor y para el ejército también interminable de parientes, sobrinos y amistades.

Parientes y amigos que se encuentran o se reencuentran para compartir la vacación de verano. El tiempo es oro y se aprovecha. La complicidad de los primos (as) no tiene límite tanto como tampoco la tiene la convivencia entre ellos. Grandes veladas hasta el amanecer solo conversando ya sea en el porche o en la recámara, compartiendo todo, hasta los silencios. Adultos que plácidamente ingieren bebidas refrescantes cada atardecer, contemplando el ir y venir de los hijos o los sobrinos, o los nietos.

Mamás que cada noche gritan como letanía “apaguen ya la luz” o “ya entren a dormir”. Voces que se repiten generación tras generación hasta convertirse en eco del recuerdo imborrable. Niños que corren, gritan y saltan sin descanso. ¿Dónde tienen el botón de “parar”?

Sanitarios eternamente ocupados; alfombras sucias, camas sin hacer. Parece que la ropa brota o se reproduce exponencialmente. Jardines y patios que medio se limpian porque la tarea se dejó inconclusa: ¡Era más importante ir a dormir la siesta! Siestas que por cierto, nunca acaban.

Familias enteras disfrutan esos reencuentros. El desorden en los hogares es temporal y transitorio. Al final, cada quien regresa a sus obligaciones. Niños y adultos de vuelta a la rutina diaria. Madres que lanzan suspiros de tranquilidad, pues al fin son dueñas de sus hogares. Retoman el mando. Despedidas al final de cada verano. Los lazos fraternos se consolidan hasta sentir el dolor de la ausencia anunciada y el “nos vemos en navidad”.

Benditas vacaciones de verano. Juegos, risas y camaradería donde la imaginación es el pasaporte al sano esparcimiento. Boleto garantizado para el que no existe reserva de admisión. Tiempo que paradójicamente no tiene costo alguno pero que se guarda como invaluable tesoro en la memoria para solaz de los adultos cuando en verano se sientan a compartir con sus iguales bebidas refrescantes cada atardecer. A revivir los veranos infantiles y soltar la carcajada por las aventuras compartidas con primos y amigos.

Mi conversación con el Cura Hidalgo


De repente lo vi. Por fin había logrado mi objetivo, o al menos eso creí. Crucé el pórtico de la iglesia para encontrarme con Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Galeana Mondarte Villaseñor. Ahí estaba: con una personalidad arrolladora, carismático, gentil, no muy alto. Pelo entrecano pero no escaso. No se parece en nada a la conocida imagen oficial que tenemos de él. Voltea a verme, sonríe brevemente y hace señas de que lo espere. Está ocupado murmurando no se qué asuntos con José Joaquín –su hermano- y otros que según aprecié, eran Ignacio Allende y un guapísimo José María Morelos, el que, al percatarse de mi presencia, me guiñó un ojo. También se le conoce como el sacerdote de la libertad, aunque él se autodenominaba siervo de la nación. De repente recordé que a pesar de su sacerdocio, gustaba bastante de las mujeres. Bueno, al menos eso se dice desde entonces. Las malas lenguas aseguran que estuvo muy enamorado de una tal Francisca Ortiz pero se comenta que a la mera hora ella se decidió por otro. Su desilusión fue tal que ingresó al seminario.

Algunos niños corren presurosos por los pasillos detrás de un perro callejero, mientras espero pacientemente en una banca frente al jardín principal de la iglesia. Sus madres, con sendos rebozos, voltean a verme con extrañeza y disgusto. Mi vestimenta es tan distinta a la de ellas -enagua larga y huaraches-, que con pena le doy un tirón a mi falda corta de mezclilla. ¿Cómo es que llegué a este lugar vestida así? Trato de quitarme el maquillaje y disimulo la bolsa de mano que porto. Eso sí, escribo y escribo en mi libreta, tratando de anotar lo más posible los detalles que me rodean.

De repente oigo unos pasos y levanto la vista. ¡Es él, Don Miguel Hidalgo y Costilla! Con voz ronca y firme, me da la bienvenida no sin antes lanzar una mirada de desaprobación –supongo- a mi vestir. Dirigimos nuestros pasos a la sacristía en tanto le voy diciendo con pena que me disculpe pero que en mi época es normal esta indumentaria. Simplemente lanza un gruñido seguido de un “normal debería de ser que México estuviera en los primeros lugares de desarrollo; la cortedad de su falda solo refiere la cortedad del progreso del país por el que tanto luchamos. Su falda es lo de menos”. Se me olvida que el Zorro, como le llamaban sus amigos más cercanos, posee inusual astucia en juegos intelectuales. De ahí su apodo. Ya a los diecisiete años era maestro de teología y filosofía. Decido que tendré que irme con cuidado en la conversación. Apenada le respondo que precisamente con motivo del bicentenario del movimiento de independencia, el gobierno federal organiza una serie de eventos alusivos; que recién ha habido majestuoso desfile en la Ciudad de México de catorce héroes nacionales los que fueron recibidos por el mismísimo Presidente de la República en Palacio Nacional. Que estos próceres permanecerán once meses en un lugar especial para que los mexicanos podamos acudir a verlos.

De repente detiene su marcha en seco. Voltea para Interrumpir mi vehemente perorata, mirándome fijamente a los ojos:

Reyna, Reynita, ¿acaso crees que porque no vivo en tu época no alcanzo a comprender la dimensión de los problemas de México? ¿Sabes cuantas acciones y discursos se han justificado y apoyado en el movimiento independiente? Dime, ¿de qué ha servido la sangre derramada si al final siguen nuestros hermanos esclavizados? No te imaginas los corajes y sinsabores que he pasado ante tanta tarugada que cometen. ¿Honores? ¿Acaso crees que es un honor que me saquen de mi sepultura y me paseen públicamente ante un México destrozado en lo político, económico y social? ¡A mí que me dejen donde estoy! Lo único agradable de ese paseíto es haber visto los rostros de tantos hermanos mexicanos y te aseguro que a la par, ¡mi vergüenza no ha tenido medida!!

Sígueme –ordena-.

Ingresamos a la sacristía y con un ademán me ofrece asiento. Observo rápidamente que a pesar de la rusticidad del lugar, luce confortable, como invitando a la reflexión y la lectura. Fugazmente pasan por mi mente escenas de reuniones habidas en este espacio. ¡Cuantos de nuestros héroes de independencia habrán expresado aquí sus ideas y gestado ese movimiento histórico!

El Cura queda pensativo, parado en medio del lugar. Luego arrastra una silla y se sienta. Aprovecho para decirle: Señor, pero si sí hemos progresado muchísimo: Gozamos de educación, salud, trabajo… Bueno es cierto que no se ha logrado abatir los índices de desempleo y que la generación de mano de obra no es tarea fácil pero ahí la llevamos… no es tan sencillo combatir la pobreza pero se hacen esfuerzos significativos... A doscientos años del movimiento de independencia los saldos son buenos… Además… Apenas iba iniciando mi monólogo cuando de repente el Zorro da un manotazo sobre la mesa rústica que se tambalea. Se levanta, avanza hacia un fogón donde permanece una cafetera humeante. Remueve con una vara las cenizas. La deja al lado a la par que toma una taza del estante superior y se sirve café. Toscamente me ofrece una, la que acepto de inmediato. Yo, que he observado con atención todos sus movimientos, advierto hasta entonces que mi garganta está seca.

¡Así que crees que vamos bien! –dice- Así que te parece bien y correcto que la pobreza no se acabe a pesar de la danza de millones que destinan a cada programa! ¡Con que está bien que la gente no tenga empleo y que los municipios hayan olvidado la razón de su existencia y se conviertan en coto de poder para unos cuantos! ¿Y qué me dices de la seguridad pública? Con sorna dice: ¡Muy contenta has de estar, al igual que millones de mexicanos! ¡No les han alcanzado doscientos años para componer el país! Se deja caer en una vetusta silla. Agacha la cabeza, tal vez cansado, tal vez decepcionado. Una inmensa pena me invade.

Murmuro unas cuantas palabras y le digo que sí hay autoridades que están aplicando esfuerzos importantes para que se genere el cambio en aquellos renglones que la sociedad demanda. Que en distintos espacios educativos se gestan nuevas mentalidades, personas proactivas y comprometidas con la comunidad. Nuevamente soy objeto de su iracunda mirada, la cual estoy decidida a sostener pues estoy cierta en lo que argumento. Luchamos y termina dulcificando su rostro. Mis manos tiemblan aunque trato de disimularlo.

El caudillo se levanta, camina de un lado a otro. Su larga y roída sotana negra –casi gris por el desgaste- parece gritar las mil luchas sostenidas. Porta su indumentaria con orgullo. Se detiene y con voz pausada dice: Sí Reyna. Sin duda existen muchas personas que en su propio ámbito se desarrollan y realizan funciones de la mejor manera posible… En el púlpito, aquí, -y señala hacia el templo- les digo a los feligreses que la mejor manera de concluir una guerra es solidarizándonos unos a otros. A veces me siento solo en esta lucha… En ocasiones me lastima ver como los indígenas prefieren que se les dé el pan y el alimento en vez de emprender acciones por sí mismos. Les hemos ofrecido ayuda para lograrlo. Pero temen alzar el vuelo. Medita un instante para preguntar: ¿Es lo que hoy en día le dicen paternalismo de Estado? Solo atino a decir sí con un gesto, pues es obvio que desea continuar hablando: No sabes el daño que esto provoca. Hemos tenido que luchar en dos líneas: Por una parte contra el yugo español y por la otra con los mexicanos mismos que prefieren seguir las inercias marcadas por unos cuantos antes que ser activos en su propio desarrollo. ¡La peor lucha la tenemos con nosotros mismos! ¡Como quisiera que esto se entendiera! Es necesario que cada mexicano asuma su propia realidad, que asuma su propio compromiso primero con la familia –ahí está la esencia de todo-, luego con su trabajo y en conjunto todos con la comunidad! No hay ningún secreto mi estimada Reyna.

En ese momento tocan a la puerta. Es Doña Josefa Ortiz de Domínguez. Aunque no nos presentan, la reconozco de inmediato. ¡El peinado es inconfundible! Se acercan al fogón e intercambian algunas palabras, lo que aprovecho para observarla. Vestía recatadamente, con falda larga y blusa de cuello alto. Traía unas arracadas de oro y en realidad no es fea. Más bien es una mujer atractiva, alta, no muy delgada. Agitaba las manos –muy cuidadas por cierto- de tal manera que delata su temperamento recio. Ella le entrega algunos papeles al cura y se despide. Solo me dirige una breve mirada a manera de despedida.

El cura Hidalgo revisa rápidamente los documentos. Los guarda bajo su sotana, lo cual llama poderosamente mi atención y finjo que no he visto ese movimiento. Camina de un lado al otro, se mesa el cabello, se asoma por la única ventana que tiene el lugar. Aspira profundo, parece que se le ha olvidado que ahí continúo sentada y exclama: ¡Como duele este México tan querido! ¡Hemos suprimido la esclavitud y repartido tierras, pero no hemos sabido aún como romper las cadenas de la pasividad, del desinterés, del buscar culpables pero no soluciones! Declaramos la igualdad de todos ante la ley, pero la misma ley se ha encargado de establecer desigualdades que lastiman. Luchamos por un país sin opresión y resulta que la peor opresión que se tiene hoy en día es el abstencionismo electoral. ¿Cómo entender esto?

Queríamos una patria libre y justa. ¡Desde hace doscientos años! Me pregunto cuánto tiempo falta para que cada uno de los mexicanos y mexicanas, para que quienes ostenten el poder, alcancen a darse cuenta que la única solución es transitar el mismo camino, tener el mismo rumbo, con responsabilidades compartidas, no divididas…

Poco a poco fui perdiendo el hilo de la voz del Cura Hidalgo hasta convertirse en un murmullo inaudible … de repente escuché a una voz lejana que narraba el paso de los restos de los catorce próceres de la Independencia. Era el comentarista de televisión. Desperté. ¡Solo había estado soñado!

Las Abuelas

Agosto, mes de las y los abuelos. En su homenaje.

Veo a mi hija conversar con mi madre. No se que hablan ni que cuchichean. Más tarde van juntas de compras. Se hablan por teléfono. Se entienden perfecto. Me gusta verlas así, con sus propios códigos de comunicación elaborados cuidadosamente al través del tiempo. Respeto sus espacios y sus tiempos. Como sucede entre nietas y abuelas, existen lazos que se han fortalecido desde sus raíces. Desde siempre.

Cuando me dicen que el 28 de agosto es el dia de los abuelos, sonrio y digo que el día de los abuelos empieza el preciso momento en que nacen los nietos y nunca jamás deja de ser “día del abuelo” (a). Recuerdo perfecto a mis abuelas. Su andar y su hablar permanecen indelebles en mi memoria. Mujeres de temple y de noble corazón que bien nos regañaban fuerte o nos apretujaban en su pecho. Al morir mi Nana Ema por ejemplo, los bisnietos que conformaban en ese momento la tropa infantil de la familia, hicieron valer su voz y exigieron acompañar al féretro caminando hasta el cementerio, rebelándose al acuerdo de los adultos de trasladarlos en un vehículo aparte, para evitarles escenas en ese momento tan lamentables. Ver a mis sobrinos más pequeños caminar pausado, silencioso y con sumo respeto al lado justo de su legendaria Nana Emma sentí que fue el mejor homenaje que se le pudo haber brindado porque caminaban como si en ello les fuera la vida misma.

Para fortuna de mis hermanos y primos, tuvimos varias nanas. En Sonora, debo decir, les decimos nanas a las abuelas o a las tías mayores más cercanas. Y mi Nana Rosa era fenomenal. Vivia en la Ciudad de México a donde fuimos algunos veranos para estar con los abuelos maternos. Ir al mercado sobre ruedas con mi nana Rosa era toda una experiencia. “Doña Rosita, Doña Rosita, pruebe esto… y pruebe lo otro… y esto que recién ha llegado” le decían los vendedores. La nana Rosa a nada decía que no y para todos tenía la palabra justa, el halago perfecto, el detalle preciso. De vuelta a casa, el azúcar se le disparaba y regaños tremendos de sus hijos por haberle “dado vuelo a la hilacha comiendo dulce”. Ella no pronunciaba palabra pero al final del dia me cerrraba el ojo y decía: Reynita el próximo jueves volvemos a ir, pero ya sabes, tu no digas que comí dulce. Doña Rosita, la del catorce (departamento) era la líder del edificio, la que atendía igual al pobre que al rico. La que armaba rebeliones y arengaba ante las injusticias; abanderaba causas que sabrá Dios como le hacía, pero terminaba arreglando pleitos y disgustos. Era una nana atípica sin duda: bromista, cantante, poeta, líder, política, dicharachera.

Ir a la casa de mi Nana Angelita era estar en una casa de madera, ante una cocina con el fogón siempre encendido donde se aspiraba una mezcla de olor a leña, sopa y café recién tostado. De vez en cuando mi olfato identifica algún olor semejante y los recuerdos se agolpan en mi mente. Respiro profundo y voy desdoblando uno a uno de ellos. Acostumbraba ofrecernos comida la que presurosos aceptábamos pues ir a su hogar era caminar una enorme cuesta que subíamos y bajábamos infinidad de veces en nuestras vacaciones de verano. Veranos en los que el tiempo no existía. Me tiraba en la huerta de mi Nana Emma, bajo un árbol de manzanas, durazno, membrillo o albericoque a leer y leer hasta el cansancio y comer frutas según el árbol escogido. Mas tarde era cuando mis hermanos y yo, subíamos la cuesta para ir con la otra nana, con Angelita.

Tres Nanas, una historia: Las abuelas son y han sido el motor de la familia. Sin ellas ninguna de nosotras hubiera logrado lo que hemos hecho: Ni las hijas de mis abuelas y tías y ahora ni mis hermanas ni yo respecto a la nuestra . ¿ En que hogar no ha sido así? Las abuelas son eje fundamental para el desarrollo de sus hijas quienes con la plena y absoluta confianza les depositamos el cuidado de los hijos. Sabemos que la experiencia, el amor, el cariño, hacen que esos cuidados se transformen en una educación firme, con valores y conductas de futuros ciudadanos honrados y respetuosos. Las abuelas son madres en versión corregida y mejorada. Han vivido una vida que les permite contar con suficiente experiencia para saber consentir a los nietos hasta el límite que ellas en su sabiduría empírica saben delimitar. Detrás de cada mujer que trabaja, es casi seguro que existe una abuela que participa en el cuidado de los nietos. A veces se abusa, es cierto. Pero el hecho es que es un soporte fundamental sin parangón alguno.

Por eso opino que deberíamos no solo festejar a las abuelas en su dia, sino reposicionar su función dentro de la sociedad mexicana donde ha pasado de ser una persona con perfil pasivo a otro activo en la economía de las familias. Ninguna abuela o nana que se precie de serlo, aceptaría que su rol es el de la “abuelita” de los cuentos y las fantasías. Son mujeres activas, trabajadoras, pensantes, participativas, conscientes de su rol dentro de la familia. Ahora son abuelas cibernautas.

Las abuelas o nanas crean sus propios lazos y redes con los nietos. Son el clan perfecto, fiel, leal y comprometido. ¡Los nietos son los mejores soldados y escuderos de las abuelas! Cuando veo a mi hija en esa relación estrecha con su Nana, solo pienso en que los ciclos se repiten. Y estoy segura que habré de disfrutarlo plenamente. Aunque falta mucho para ello.

Publicado en agosto de 2009 en http://www.cosasdereyna.blogspot.com/

Actitud y aptitud



¿De modo que buscas trabajo? ¿Así que ansías alcanzar el éxito? ¿Con que buscas tener un mejor nivel de vida?

En efecto, son preguntas que en alguna ocasión nos han formulado o bien hemos hecho. Nadie que haya ingresado al mundo laboral nos hemos escapado de ellas. Y no está mal. Ante las reformas estructurales que se están discutiendo para elevar la productividad y competitividad de las empresas, - por cierto estancadas las discusiones en el plano político-, algo tenemos que hacer en nuestro propio ámbito para avanzar en la ruta del desarrollo y estabilidad que anhelamos. Paradójicamente quienes a veces menos piensan en ello son quienes tienen la fortuna de contar con un empleo. Tal vez sea porque consideran equívocamente que un trabajo es ya una garantía de por vida. O al menos mientras dure. Este nefasto pensamiento debe ser erradicado.

De ahí la importancia de los conceptos actitud y aptitud. Dos mágicas palabras a las que Winston Churchill se refirió, afirmando que las actitudes son más importantes que las aptitudes. Aptitud es poseer la capacidad para realizar una tarea, función o actividad: Preparación y estudio; habilidades y destrezas. A diferencia de ello, la actitud es un estado de ánimo con una conducta enfocada al logro de los objetivos propuestos. Así, por ejemplo, existen personas sumamente aptas para realizar tareas y no destacan o no son promovidos debido a su actitud. ¿De qué ayuda ser un muy preparado gerente o empleado si atiende a las personas en forma malhumorada, despótica y sin ninguna consideración? ¿Acaso se es mejor funcionario/empleado según la cantidad de títulos académicos que posea? No. El director de una empresa cuya actitud sea hostil, grosera o maleducada, será identificado con mil epítetos nada favorables; en cambio, un conserje cuya aptitud y actitud al trabajo sea positiva, seguramente será visto como el Sr. Conserje, tratado con respeto y consideración.

Aptitud y actitud marcan la diferencia. No es tema menor, sobre todo considerando que los solicitantes de empleo abundan pero los trabajos escasean. Cada día egresan más profesionistas de las universidades y se suman a los que ya están en el mercado laboral. Por otra parte, las organizaciones valoran con mucho a personas con amplia disponibilidad para el trabajo y buena actitud pues es altamente probable que su personalidad sea factor que contribuya a la empresa. Como sea, un trabajador con actitud positiva, proactivo, aprende más fácilmente. Las personalidades negativas no se modifican y acarrean problemas. Así que la combinación aptitud y actitud puede constituir un gran aporte en la carrera profesional. Ser coherente en el decir con el hacer reditúa con creces al mediano y largo plazo. Es inversión pura.

Pero ¡ojo! Simular tener actitud es algo que se percibe claramente. Es característica infalible en personas cuya holgazanería se detecta por su desinterés en el quehacer diario o porque hacen lo que no deben, trabajan a regañadientes o peor aún, no tienen funciones específicas y navegan por las oficinas criticando todo y haciendo nada. ¡Esto les resulta muy cómodo y tratan de sostener esta situación lo más posible! Claro, quien no tiene una lista de tareas por realizar, nada tiene que reportar al final del día. Y por ende asume que nada hay que exigirle.

La cultura del trabajo individual y colectivo debe por necesidad modificar la ruta del solo hacer lo que me toca para cambiar a la de hacer trabajo en equipo y medirlo por productividad y resultados.

Me resisto a la triste idea de que los mexicanos no sabemos trabajar en equipo y que de productividad no queremos saber nada. De ser así, no tendríamos empresas exitosas, instituciones ejemplares u organizaciones reconocidas mundialmente por sus resultados. Sería tanto como descalificarnos a nosotros mismos. Finalmente, empresas, instituciones u organizaciones funcionan bien o mal según la actitud y la aptitud del factor humano que las compone.

El Dalai Lama dice que “Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por lo demás”
Tiene razón.

La otra cara de la muerte


Ni siquiera habré de referirme a México, sino a Sonora en concreto. ¿Cuántos homicidios ha habido este año? Muchos… y los que siguen. La causa principal ha sido relacionada con el narcotráfico, lo cual no causa asombro alguno. Y he ahí el problema.

Que haya narcotráfico no es novedad, lo que de ninguna manera provoca conformidad y menos aun tranquilidad; lo que causa inquietud es que perdamos la capacidad de asombro ante tanto sacrificio humano. La vida es el valor supremo del individuo y por lo tanto el Estado debe garantizar su protección jurídica y material. ¿Cómo lograr que las personas tengan posibilidades reales y les brinde confianza para emprender, hacer, promover y buscar su desarrollo personal y comunitario?

A pesar de los esfuerzos –se reconocen- del gobierno, lo cierto es que no existe una estrategia definida y con rumbo al respecto. Se combate al delito pero muy poco se hace respecto a su prevención. ¿Acaso el orden público no es la condición necesaria para evitar sociedades desordenadas, anárquicas y gobernadas por el caos? ¿Cuántos municipios “viven” ya en esta situación? También muchos. Comunidades enteras que no entienden –porque no hay cómo- que el Estado (Federación-Estado-Municipio) olímpicamente los ha dejado al garete, ignorando el mandato constitucional de ser garante de la seguridad pública, el bienestar social y la integridad de las personas.

Me pregunto entonces cómo esperamos tener sociedades en desarrollo/desarrolladas. Atacar la delincuencia reprimiendo y sancionando a los delincuentes resulta parca actividad por sí misma. El delito es el resultado de un problema social mayor que debe atenderse en amplia dimensión. Claro que no es tarea fácil pero sí estratégica en el verdadero combate al narcotráfico y demás delitos que tanto nos agobian y laceran día a día la paz y tranquilidad social.

Prevención y vigilancia son dos funciones que por principio atañen a las corporaciones policiales. Dicho sea de paso, el patrullaje cotidiano va mas allá de recorrer calles y acumular kilómetros por turno. Implica una labor estudiada, firme, responsable y cuidadosa. Debe abarcar incluso el análisis detallado de cada sector vigilado, áreas en conflicto y demás cuestiones inherentes a ello. Portar un uniforme es asumir un compromiso, no un poder.

Mal haríamos en atribuirle toda la carga al gobierno. Queda a nosotros los ciudadanos integrarnos en esta acción que a todos nos incumbe. Nuestra colaboración se puede dar en muchos sentidos, desde la denuncia (no muy popular por cierto) hasta la participación activa formulando propuestas y sugerencias a los ayuntamientos particularmente, que es el ámbito más cercano a la población.

En este aspecto creo que ya es hora para que las direcciones de seguridad pública locales rindan informes por separado y periódicamente. Nos hemos acostumbrado (la ley así lo previene) a que sea el Ayuntamiento por conducto del presidente municipal quien aborde el tema en su informe anual. ¡Que bien sería que cada cierto tiempo las corporaciones policiacas hicieran lo propio! Dar la cara a la sociedad no es lo mismo que enviar hojas y hojas de informes que escasamente conocemos.

En estos tiempos que vivimos, toda acción gubernamental debe por ley y por conciencia ser transparente y certera. Veraz y correcta. Eficiente y eficaz en sus resultados. Si el rubro de seguridad pública es de vital trascendencia, ¿Qué impide la rendición de cuentas? Nada. ¿Qué se gana? Mucho. Para empezar, generaría confianza en aquellas autoridades que cumplan cabalmente su función o bien se corrigen rumbos y acciones. Se ganaría respeto, que tanta falta les hace por cierto.

Por otra parte queda la triste posibilidad de resignamos a que engrosen las filas de la muerte civil y de lo social para convertirnos en pueblos fantasmas, retraídos en el subdesarrollo y por ende plagada de delincuencia, malviviendo como simples testigos de otras que sí se atrevieron a dar el paso para convertirse en comunidades fuertes ampliamente desarrolladas en lo político, social, económico y productivo.

La opción la tenemos.

La Autonomía Universitaria. Pagando cuotas sociales.


Recientemente tuve oportunidad de asistir a un congreso internacional de la Asociación de Facultades, Escuelas e Instituciones de Derecho en América Latina (AFEIDAL) en Cartagena de Indias, Colombia.

Reencontrarme con compañeros universitarios de Perú, Chile, Ecuador, Panamá, Argentina, Colombia y México, ha sido como siempre una experiencia por demás agradable. Compartir y departir con ellos durante cuatro días resulta enriquecedor tanto en el ámbito netamente académico como el de dirección. Las charlas –a veces formales y otras no tanto- se generan en cualquier lugar: desde la tribuna, las mesas de trabajo o en el desayuno. Tal vez sea en el comedor o bien el lobby del hotel. Campea el intercambio de programas, proyectos y experiencias con los profesores, los estudiantes y la interacción social comunitaria que se presenta en cada rincón de los países participantes. Como en otras ocasiones que nos hemos reunido, se plantea un tema a tratar y en esta ocasión fue la autonomía universitaria.

Cuando leí la convocatoria, el tema me pareció de entrada trillado. Pero al modo de quien esto escribe, quedo pensando (y leyendo) varios días sobre el particular y concluyo que no, que la autonomía universitaria sigue siendo tema relevante, que la dinámica social no permite conceptos absolutos ni acabados. Con ese ánimo dispuse a elaborar ponencia a presentar en aquel lugar.

No pretendo en este blog insertar todo un tratado sobre autonomía universitaria. No es ese el afán. Me quedo con que autonomía universitaria es en suma, una condición de aquello que constituye la manera de ser y sus características bajo una normatividad dada a sí misma. Claro, no existe la autonomía al 100% dado que su presupuesto es en mayor medida, proveniente de la federación, los estados y municipios. Es una autonomía política y administrativa.

Con esa acotación, ninguna universidad que se precie de serlo puede declarar o pretender ser autónomo de la sociedad. Este es un reglón que en la historia de México no se puede soslayar o desdeñar. En la Conferencia Regional de la UNESCO en 1996 se estableció que “la educación debe ser un instrumento esencial, de valor estratégico para enfrentar exitosamente los desafíos del mundo moderno y para formar ciudadanos capaces de construir una sociedad más justa y abierta, basada en la solidaridad, el respeto de los derechos humanos, el uso compartido del conocimiento y la información”

La autonomía universitaria no es encerrar a las instituciones de educación superior (IES) en una cajita de cristal donde solo se pueda apreciar lo bueno, quedando al centro, oculto, lo que no es “conveniente”. No. Tampoco es hacer lo que más plazca o gritar a los cuatro vientos el “deber ser”… sin ser ni aportar nada a la causa. ¿Qué futuro podemos augurar a las universidades si no establecemos en forma conjunta –Gobierno, Universidades y Sociedad- un plan de desarrollo sustentable? ¿Cómo validar nuestro quehacer académico más allá de la cantidad de egresados que año con año alcanzan a incorporarse al mercado laboral?

La tarea es grande pero no exclusiva de quienes laboramos en las Instituciones de Educación Superior. Construir una sociedad más justa y abierta nos involucra –lo sabemos- a todos: gobierno, sociedad civil, sector empresarial, comercial, etcétera. Pero, ¿por dónde empezamos?

Empezamos… ¡Caramba! Como si recién se hubieran creado el Estado, gobierno, instituciones públicas y privadas. Y no es que invalide lo hecho hasta ahora. Más bien es reconocer que nos falta bastante por transitar en la misma senda. No en proyectos ni programas distintos. Crear sinergia para alcanzar objetivos y metas. Las IES tenemos un peso social que rebasa con mucho el mero cumplimiento de la labor académica, su actividad sustantiva. ¿Acaso las universidades no son críticas permanentes de la actuación gubernamental? Y están condenadas a serlo, en tanto que ahí se genera conocimiento y el análisis. Pero no hay gracia ni reconocimiento en ello si la crítica se constriñe a esa sola actividad que a la larga cae en el pozo del descrédito o peor aún, en el irrespeto social.

El compromiso del gobierno debe ir más allá de la aportación de recursos financieros a las IES y sus exigencias numéricas tanto como también corresponde a las Universidades ir más allá del quehacer cotidiano. No en concepciones de cada cual. Es aportar en forma conjunta, real, alcanzable, el plus que hace falta en reglones de tecnología, ciencia, cultura, arte, salud, seguridad pública y tantos otros rubros que afectan a las comunidades.

Autonomía universitaria ¿para qué? Para hacer más y mejor. Para formar profesionistas capaces e íntegros. En términos prácticos significa que cada egresado debe corresponder en su ámbito de especialización con una cuota social que contribuya a la resolución de esos grandes conflictos que hoy por hoy se presentan en México. Dar es corresponder.

Empecemos por las comunidades. Paguemos nuestra cuota social e incluyo, claro, a los que ostentan el poder y tienen la posibilidad inmediata de generar cambios y marcar rumbos.

Lo destaco por aquello de los desentendidos.

En el recuento


Hasta que finalizó preparatoria mi hija, comentó que su deseo era estudiar Diseño Gráfico. Me quedé de una pieza. ¿Qué carambas era exactamente eso? Acudí presurosa a internet a documentarme e ilusamente creí entenderlo. ¡Que lejos estaba de la realidad!

Como mamá de una Diseñadora Gráfica que hoy culmina sus estudios, he pasado por lo que muchas: Aprendí que al igual que sus colegas, no es capaz de cambiar un mueble sin antes hacer un boceto y que hacer un mapa va mas allá de dos o tres líneas. Entendí que en efecto, no saben en qué día viven, ni en qué mes y a duras penas distinguen el año en que estamos. Que por sus venas corre café en todas sus versiones, que ingieren cualquier rara bebida escogida solo por el diseño que porta el envase y que los colores no son rosa bajito ni rosa subido: Que tengo que consultar la guía Pantone y sospecho que su guardarropa haya sido y sea escogido previa consulta. Que además tengo prohibido tratar de colgar un cuadro en su habitación y menos aun colocar un adorno. Suponiendo que así sea, pasaré antes un minucioso examen sobre su origen, valor cultural, impacto gráfico, definición de colores, etcétera, todo para que al final ella diga que luego lo coloca. O sea nunca.

Primero temí y después comprobé que el Photoshop es una extensión corporal de los Diseñadores Gráficos. Entendí que jamás de los jamases debía enviarle correos con la letra Comic Sans y sí en cambio en la Helvética. En todo el tiempo que duró su carrera nunca la vi con las manos limpias literalmente. Siempre estaban pintadas de algo, al igual que su ropa. Cuando en una de las primeras ocasiones fui a visitarla a su departamento, topé con una vieja mochila cargada de aerosoles de todos colores. ¡Santo Dios, mi hija graffitera!! No era así: solo fueron parte de sus herramientas escolares. Ya no recuerdo las veces que me corté las manos con un cutter puesto en el baño, en la recámara, en la cocina o en cualquier cajón. En la cajuela de su carro encontraba de todo: el cubo de la muerte, aerosoles, gasolina blanca, aceites, pinturas, etcétera. En suma, una bomba ambulante. Me la he llevado de asombro en asombro. Y la cuenta sigue.

Tuve que transitar entre tener una hija normal y una Diseñadora Gráfica, todo en un proceso muy rápido para evitar mayores confusiones y problemas. Padecí cuando me percaté de sus cambios de horario: Dormir de día y trabajar de noche. Hablarle por teléfono celular a las nueve o diez de la mañana, nunca. Hube de ir asimilando sus cambios paulatinos de gustos musicales y de cine. Hoy solo ve películas raras, indie y música sacada de no sé dónde y que solo ella y sus compañeros aplauden y disfrutan. Cada vez que vamos al cine, he de esperar pacientemente hasta que lea las última letritas de todos los créditos. Yo, que antaño acostumbraba leer solo los principales, ya no más.

He recorrido grandes distancias en los malls solo para localizar la camiseta con el diseño preciso y sin pixeles. También he conocido a gente que jamás en mi vida pensé que existiera: Andi Warhol, Ale Ros, Sarah Gardner, Marian Bantjes, Paul Rand y Laura Varsky, entre otros. No puedo decir que no hay libros raros en casa. Abundan. Al igual que revistas, películas y documentales. Se siguen sumando.

Será eso y más, pero no saben cuánto cuesta un kilo de tortillas ni se les pega el nombre de las calles. Sus referencias son: enseguida del anuncio con letras de tal o cual estilo o cerca de la casa que tiene barandal rojo coca cola. Olvidan sus citas al dentista pero son capaces de sostener una larga conversación sobre detalles nimios de la película que vieron hace sabe cuántos meses. ¡Y quieren que uno recuerde al igual que ellos!

Me he acostumbrado a que llegue paquetería a casa proveniente de cualquier rincón del mundo conteniendo diseños de diversa índole. No me extraña que a altas horas de la madrugada chatee con sus amigos. Ya no vivo preocupada porque no duerme. Sé que lo hará durante horas y horas cuando el sueño le apriete. Tampoco me extraña que por mucho tiempo no pronuncie palabra. En cualquier momento aparece y conversamos largamente.

¿A qué horas dejé de ser su heroína y tomó mi lugar Steve Jobs el dueño de Apple y de las computadoras Mac? Lo desconozco.

Con todo, hoy que gradúa Eli, sé que escogió la carrera justa para ella. Ahora mismo pienso que su vocación nació cuando de niña veía mil veces los capítulos de Art Attack de Disney y cuando pedía crayolas de todos, pero todos los colores a Santa. O tal vez fue cuando recortaba mis revistas Cosmopolitan incluso las que aun no leía. No era raro toparme con una página,- por lo regular la mas interesante- con algún tijeretazo.

En suma, ha sido y es lo mejor que pudo haber estudiado. Y empieza apenas lo bueno.

María.

Había que cruzar el callejón de un lado al otro para llegar a la casa blanca con porche lleno de plantas y con olor a humedad. Detrás de la pequeña vivienda había un riachuelo que nos deleitábamos en cruzar una y otra vez. De ahí al patio trasero para volver por el frente, donde María tenía siempre una jarra de barro con agua fresca.

María. La eterna, imborrable y misteriosa María, hermana de mi abuelo materno.

Quien sabe porqué pero nunca pude descifrarla. De niños suplicábamos que nos permitieran ir a su casa y, cuando obteníamos el ansiado sí, mis hermanos salían corriendo hacia allá. Yo prefería irme despacito, admirando los grandes árboles del corral de los Dagnino, Cipiranos, Cuevas o de los González. O simplemente me iba contando los pasos (largos, cortos o saltando en un pié según escogiera) de una esquina a la otra. Porque en el exacto lado contrario del callejón tenía su casa mi nana Ema. Así que en una esquina vivía mi Nana Ema con quien nos quedábamos en las largas temporadas de verano y en la otra mi Nana María, a la que nos acostumbramos a llamarle María a secas.

María significó y significa muchas cosas para la familia. No hay reunión familiar donde por cualquier circunstancia no salga a colación. Aún la veo cruzando el callejón: pequeñita, enjuta, vestida casi siempre de negro, con su peluca debajo de la mascada inseparable. Como sucede en todas las familias, hay historias que rodean a ciertos personajes y la de María es especial tal vez por diferente, tal vez por triste o tal vez porque está llena de soledad.

Aunque tenía un hermano tipo Otelo, casó con Ramón. Se dice que en su época de novios recurrió a sus sobrinos para que llevaran y trajeran sus cartas de amor. Pero enviudó joven. Tuvo dos hijos y uno de ellos falleció por muerte de cuna. Quien sabe como estaría eso, lo cierto es que ella cargó ese peso toda la vida.

Siempre nos preguntábamos porqué usaba peluca. Uno de mis hermanos logró una noche atisbar por la hendidura de la puerta: Quedó admirado cuando al quitarse el postizo, dejó al descubierto una espléndida cabellera larga y bella. Ya cuando estaba muy mayor y enferma, me tocó verla así. El cabello era larguísimo aunque ralo y blanco, blanco. Fue impresionante. María tampoco podía llorar. Dicen que siempre se quedaba atacada. Sus ojos estaban secos y su mirada profunda decia tantas cosas que (creo) prefería callar. A veces pienso que tenía dolores muy fuertes en el alma, que la peluca era un auto castigo y que las lágrimas se le agotaron en esas penas. Hoy estoy segura que así fue.

Evitaba salir de día. Encerrada en su casa, cosía y cosía en una vetusta máquina Singer. O hacia tortillas gorditas riquísimas o un espantoso arroz con leche en la estufa de leña de su pequeña cocina. Nadie le ganaba a ordeñar las vacas. Diligente y dispuesta a ayudar en labores domésticas. Odiaba a los perros. Tenía una puntería endiablada y peor aún, fuerte. Aventaba peñascazos mortales. Fumadora y cafecera, justificaba sus ansias de tomar café sin cesar, argumentando que el anteriormente tomado estaba frioso, azucaroso, calentoso o asentoso. Asi que este circulo nunca acababa. Hoy en la familia es común referirnos al café de esa manera, sólo para repetir la segunda taza.

Dicen que cuando sus sobrinos la llevaron por primera ocasión Cursivaa pasear a la Ciudad de México, no terminaba de maravillarse. Jamás había salido de su pueblo ni del callejón de su casa. En uno de esos viajes fueron a ver la película “El Castillo de la Pureza”. Salió furiosa del cine y lo menos que dijo de Claudio Brook fue que era un viejo vaquetón y sinverguenza. O cuando, al bajar de un taxi, cayó al suelo y el taxista asustado la levantó. Nunca lo hubiera hecho. Le lllovieron bolsazos y palabrotas. Ahí si habló y bastante.

Hay muchas historias en torno a María, unas alegres y otras que simplemente rasgan el alma. Los que la conocimos guardamos en nuestros recuerdo una parte de María. Por eso estoy segura que ella no se fue, sino que se repartió en pedacitos para todos. Por mi parte, prefiero recordarla como la ví algunas veces: alegre y platicadora. Porque así era cuando ya siendo abuela María, mi Nini iba por ella y se la llevaba a casa por varios días, donde disfrutabamos enormemente su presencia y era atendida como lo merecía. Porque en las pocas ocasiones que la vi sonreír, se iluminaba su rostro de tal manera que resplandecía su alrededor.

La María de mis recuerdos es libre y es feliz. Es alegre y vital. Como me hubiera gustado verla siempre. Como debió haber sido.
Pita Amor.

Este mes de mayo, Pita Amor cumple 10 años de haber fallecido. Pocas personas recuerdan a esta excepcional mujer que nació en 1918 y muere en el año 2000. Acaso sea porque la consideraban loca al final de su vida.

El recuerdo es difuso. No ubico con exactitud en el tiempo cuando fue que me topé con ella y su obra. En algún momento de los tantos en que no hacía más que leer y leer. Porque en algún momento de mi vida solo hacia eso. No como ahora. Sí en cambio, tengo ubicada la estación del año en que fue: invierno. Esto me sucede con frecuencia: Ubico ciertos sucesos por estaciones y no por fechas. Quien sabe porqué. También sé que fue en Cananea.

Una de esas noches largas en que la nieve nos impedía salir a cualquier lugar, tomé un libro de los estantes en la casa de la hermana de mi madre, donde yo vivía. Adoraba el aroma a libros viejos. Todavía. Me gusta ese olor tan peculiar que tienen. No sabría explicarlo. Es una combinación de olores y sensaciones. Esa vez, por enfado y tratando de hacer algo distinto, decidí que fuera mi olfato el que me ayudara a escoger un libro, el que tuviera mayor fragancia. Claro, fue el de Pita Amor. Así fue mi encuentro con ella.

La conocí a través de su poesía y me subyugó por su esencia.

Pita Amor es considerada la Onceava Musa. Fue también modelo de Diego Rivera y Soriano que fueron dos de los pintores más destacados de la época. En mi opinión, vivió una época que para su espíritu era atrasado. ¡Provocaba cada escándalo! Se acostumbró a ser el centro de atención desde pequeña. Se llamaba a sí misma “Reina de la Noche” porque tenía por costumbre recorrer el Paseo de la Reforma de la Cd. De México. La leyenda urbana dice que las prostitutas y gays de la Zona Rosa le otorgaron el título -de dudosa honra- de La Abuelita de Batman: Se vestía con capas y mantas. Nada de ropa interior.

Su vida fue intensa, llena de placeres, de amores y de amarguras. Leer su poesía es conocerla. O pensar que se le conoce. Sus temas versan sobre el miedo, la soledad y la angustia. Desde la noche que la encontré, la he leído muchas veces. Pero conocerla fue distinto. La vi por televisión en alguna entrevista. Ya muy mayor, se maquillaba con singular acento: boca roja o rosa encendido. Con algún exagerado adorno en su cabello. Mejillas encendidas y anillos de dos en dos en cada dedo. Con una lucidez increíble y personalidad avasalladora.

Se dice que quien la trataba jamás podía ya olvidarla. ¡Ay Pita! Nos hubieras dejado de perdida tus secretillos a manera de consejas. Mira que ahora solo nos atiborran con supuestos best seller donde nos recetan una serie de máximas sobre como seducir, tratar, tolerar, comprender, convivir, soportar, entender, comunicar, compartir, cautivar, atraer y encantar a los hombres. Francamente pura literatura barata que si trata uno de llevar a la práctica, los resultados pueden ser desastrosos. Lo más cercano a la realidad que hasta ahora he leído es Los hombres son de Marte y las Mujeres son de Venus. Y aún le tengo ciertas reservas.

Volviendo al tema, Pita Amor no se dejaba dominar por nadie, lo que ya de por sí resulta conflictivo. Jamás pasó inadvertida. Bella, inteligente, libre. Única e irrepetible. Muchos episodios rodean su vida. Otros dicen que su historia se construye a partir de escándalos. Yo prefiero pensar que su vida se formó de eventos que la ayudaron a construir –a veces con sangre- su obra literaria. Tuvo aventuras, romances y relaciones trágicas. Perdió un hijo al cual había dado a su hermana para que lo criara. Tal vez su mayor tragedia es que se quería a ella más que a nada en la vida. Tanto que no pudo hallar el amor fuera de sí misma.

En alguna ocasión declaró: “He sido joven, soy joven porque tengo la edad que quiero tener; soy bonita cuando quiero y fea cuando debo” “La angustia hace mucho que la abolí. La abolí por haberla consumido”. Pita, Queridísima Pita, ¡Eres grande!

Elena Poniatowska, su sobrina, afirma que en una ocasión la poetisa acudió a una iglesia en el Paseo de la Reforma, a misa de la una de la tarde, la más concurrida y la mas popoff, solo para gritar: ¿saben hipócritas? Tuve un aborto.

Era piedra indudable y permanente de escándalo. Se dice que en 1985, cuando el terremoto en la Cd. de México, le pidieron su opinión sobre el particular y dijo ¡Que bueno! ¡Es una poda de nacos! Más singular, imposible.

Como sucede con los grandes, su vida está plena de matices pero al final, la obra es lo que cuenta y trasciende. He aquí uno de sus poemas:

Viejas raíces empolvadas
Son mis viejas raíces empolvadas
la extraña clave de mi cautiverio;
atada estoy al polvo y su misterio,
llevo ajenas esencias ignoradas.

En mis poros están ya señaladas
las cicatrices de un eterno imperio;
el polvo en mí ha marcado su cauterio,
soy víctima de culpas olvidadas.

En polvorienta forma me presiento
y a las nuevas raíces sobresalto
he de legar, con mi angustioso aliento.

Mas conquistando el aire por asalto,
nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto.
10 de mayo

Llevo más de una semana tratando de encontrar la mejor manera de iniciar este post. No he querido navegar en internet y menos aun googlear buscando las frases del momento respecto a las mamás y su rol dentro de la sociedad y la familia. ¡Abunda la publicidad y mercadotecnia!!

En cambio, me he dispuesto desde entonces a hacer remembranza del papel que han jugado las mujeres que conozco dentro de la familia, amigas, profesionistas, trabajadoras y de tantas más de las que tengo referencia. Tal vez ha sido el cúmulo de muchos ejemplos de nobleza materna aunado a otras tantas ideas que tengo sobre el tema, lo que me impulsó a saltar del agradable lugar donde descansaba para tomar mi laptop y presurosa tratar de ensamblar esos ejemplos y aquellas ideas.

Mamás que trabajan, que luchan y que saben reir. Mamás que superan obstáculos y van por otros. Mamás que van acorde a la época. Mamás evolucionadas y revolucionadas. Pienso en las mujeres de mi familia, en mis amigas y las mamás de mis amigas (os). En esa enorme red que se va creando a través del tiempo y de los afectos.

Conozco también mujeres que sin ser madres son grandes mamás. Son personas que han alcanzado la plenitud verdadera, la que se gesta en la mente y en el corazón y no a partir de absurdos conceptos sociales.

En todos los casos, solo encuentro palabras de admiración, respeto y reconocimiento.

Las mamás son el faro permanente que ilumina a la familia. Los hijos entran o salen. Se van y regresan. Pero la mamá siempre está ahí, esperando y recibiendo con igual amor al que se fue hace años o al que acaba de ver por la mañana o el día anterior.

Las mamás no juzgan. Tal vez opinen o aconsejen. Pero no juzgan. Saben que sus hijos están siempre a la búsqueda de mejores opciones y de mejores niveles de vida. O saben que simplemente no encuentran el camino adecuado. Y entonces aconsejan y opinan.

Las mamás son valientes. Eso lo sabemos todos. No hay mamá que no defienda su territorio a capa y espada. Y si hay que luchar por alcanzar lo deseado, simplemente lo hace. No le teme a nada.

Las mamás perdonan. Olvidan el agravio que les hicimos o la palabra brusca, cansada o enfadada. Las mamás saben perdonar porque es parte de su esencia.

Las mamás saben decir las palabras precisas. ¿Quién no se ha molestado por lo que en algún momento calificamos de impertinencia materna y quien aunque quisiera en este momento escucharla sabe que ya no es posible?

Las mamás son invencibles. Superan a Batman y Superman juntos. Para ellas el Guasón es un muñequito y la criptonita es solo un pedazo de piedra.

Las mamás son imperecederas. Solo el olvido las marchita y desaparece. Es el recuerdo constante la justa medida de su trascendencia en la familia más allá de lo corpóreo.

Con afecto para todas las mamás.



El 4 de mayo y el Sindicalismo en México.

Cada año se conmemora el primero de mayo como día del trabajo, invariablemente. Se recuerda a los Mártires de Chicago y los discursos van más o menos en relación a logros laborales, demandas de los trabajadores y aprovechando el momento, reclamos varios según sean los temas políticos de moda. Trabajadores participan en un desfile a veces más nutrido y otras no tanto. Pareciera que todo es en función de la época y tiempos. Depende. Si es época electoral, hasta (pre) candidatos marchan felices tomados de la mano o abrazados. Que se sepa, se publicite y se fotografíe –sobre todo- que es amigo de los trabajadores. Faltaba más.

El primero de mayo sin duda tiene su relevancia: Aquel año de 1886 más de 200,000 trabajadores iniciaron huelga en demanda de ocho horas de trabajo. Pero pocos recuerdan el 4 de mayo de ese 1886. Curiosamente tampoco en EEUU conmemoran ni el primero ni el cuatro de mayo. En su lugar se celebra el Labor Day el primero de septiembre. En realidad fue por temor a que, de recordar cada año el 1 ó 4 de mayo, las fuerzas vivas se volvieran a manifestar o peor aún, que no olvidaran los bochornosos hechos que derivaron en crímenes “oficializados”.

El cuatro de mayo de 1886, las fuerzas del orden se hicieron presentes: reprimieron con saña a los manifestantes del día primero. Les dispararon a sangre fría. Incontables fueron los muertos. Quienes ostentaban el poder lo hicieron sentir lapidariamente: clausuraron periódicos, los mítines fueron prohibidos, los medios de comunicación fueron comprados. Todo aquel movimiento que tuviera matiz revolucionario era aplacado con la fuerza del poder. Los mártires de Chicago fueron acusados y sentenciados a muerte bajo un juicio sumario. Su delito fue pretender jornadas laborales de 8 horas, o como decían en sus protestas “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”.

George Engel, Adolf Fischer y Albert Parson fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887. A cadena perpetua se fueron Samuel Fielden y Michel Swabb. No existe un número determinado de vidas que costó este movimiento. Lo cierto es que fueron miles los heridos de bala, detenidos, desaparecidos, procesados, perseguidos o torturados. Nota adicional es que la gran mayoría era inmigrante: polacos, rusos, españoles, alemanes, italianos, etcétera.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Tiempo y sucesos. Si bien el sindicalismo procura la protección de los desamparados, la estabilidad en las fuentes de trabajo, salarios dignos, seguridad social, etcétera lo cierto es que éste no debe asumir una posición rígida. La prueba está en la aparición del denominado “sindicalismo independiente” que no forma parte del Congreso del Trabajo. Creo que más bien es consecuencia de la de búsqueda de alternativas que mejor acomoden a los trabajadores, aunque tiene sus bemoles.
A través de la historia, el sindicalismo en México es más bien de tipo corporativo y sustento del Partido Revolucionario Institucional. Esto no está mal pues igual pudiera ser cualquier otro partido político el que asumiera la causa. El asunto en todo caso estriba en que los dirigentes cuenten con la comprensión necesaria para enarbolar las demandas de los trabajadores y no solo ser partícipes de su propia riqueza y comodidad. (Léase Napoleón Gómez Urrutia, Elba Esther Gordillo, el otrora líder del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia y tantos más).

Aunque a muchos agrada eso del sindicalismo independiente, pienso que conlleva dos grandes riesgos: A mayor división menor fuerza y por la otra, el que grupos de choque o pseudo sindicalistas desestabilicen movimientos colectivos auténticos. Sin embargo, debe por necesidad ser un sindicalismo democrático, sin demagogias, moderno, garante de demandas reales de los trabajadores, más colaborador en la consecución y logro de productividad en el trabajo.

De hecho una de las reformas estructurales pendientes en nuestro país es precisamente la laboral, que por lo importante del tema sería en todo caso objeto de otra columna. Solo agrego que esta iniciativa de reforma no es –como muchos de mente anquilosada pretenden hacer ver- una agresión a los trabajadores.

En este momento donde el empleo interno escasea y por la otra la inserción a la mundialización es una realidad, surge como una bocanada de aire fresco el camino a la competitividad laboral de los mexicanos.


En este rubro tendremos s que estar unidos trabajadores y patrones. La ruta a recorrer es la misma. Fuera simulaciones en el trabajo. Tanto de los unos como de los otros. Vamos por la competitividad y productividad laboral.