Cosas de Reyna


Ir en contra.


Corría el mes de diciembre y cursaba preparatoria. Fuera del aula un frío atenazante, nieve por todos lados y un enfado tremendo. Había que hacer algo en tanto llegaba la hora de volver a los libros. Treinta preparatorianos juntos en un espacio cerrado es cosa seria. Acordamos que cada uno de nosotros hiciera algo frente a los demás. Mientras los otros se presentan pienso en qué voy a hacer. Es mi turno y subo al estrado de los profesores. Inicio la representación-imitación de una maestra. Casualmente recién había recibido clases en ese sentido en el taller de teatro al que yo pertenecía. Me pongo el abrigo como ella, me colocan un gorro, guantes, bufanda y orejeras como los que usa todos los días en esta época del año; alguien me presta una bolsa enorme con libros y empiezo a caminar, claro, como ella. Imito sus gestos y su voz. Cinco minutos de una magistral representación –según yo- pero ningún aplauso. Nadie habla ni dice nada. Silencio sepulcral.

Volteo hacia atrás, y ¡oh sorpresa! Ahí está la misma maestra objeto de mi representación. El alma se me cae al suelo. El mundo se me acaba a los 17 años. Estoy perdida. Con toda seriedad y corrección me dice que desde un principio presenció mi acto y que solo espera que en mi vida profesional sea tan buena como lo demostré al imitarla. Terminé arrastrando bolsa, abrigo y demás implementos de tan fallida caracterización hasta mi pupitre, segura de que ya no tenia nada que hacer en esta vida.

Jamás olvidé su reacción ni su actitud. No manifestó su molestia. Solo se concretó a aprovechar el momento para darme y darnos a todos una lección de educación, de altura moral y de compromiso hacia el trabajo, de hacer bien las cosas desde un principio. La maestra Ubalidina ha sido a través del tiempo parte fundamental en la formación profesional de aquel grupo de estudiantes. No por imitarla significa que no la quisiéramos. Al contrario, pero a esa edad nada parece irrespetuoso. Reflexionando sobre eso y recordando la columna del domingo anterior creo que en nuestro país hacen falta muchas personas como mi maestra Uba, como cariñosamente le llamábamos.

Siempre llegaba jovial y dinámica a la clase. Era común verla charlar con los estudiantes y pese a que era una persona adulta, sabía entenderse con nosotros. Motivaba a las personas a dar lo mejor de sí y era inflexible en el cumplimiento de la palabra. No había excusas para cubrir irresponsabilidades. Medias tintas con ella, jamás. Tenia un concepto de justicia tal que sabíamos de antemano que sus decisiones eran las correctas. Nuestra confianza era plena y nunca nos decepcionó. Cuando había que corregir rumbos lo hacia no sin antes plantear el caso en clase y escuchar todos los pro o los contras de la situación. Su ética e integridad moral le permitieron desplazarse en los pasillos de aquella inolvidable preparatoria con paso firme y seguro. Nunca una frase negativa ni en contra de las autoridades ni en contra de sus compañeros maestros. Lo que tenia que decir lo decía de frente, como la gente de honra y de valor. Pero también sabia escuchar y cuando lo hacia parecía que era uno la única persona en el mundo que estaba hablando. El respeto era su marca de distinción.

Me pregunto que sucedería si en nuestro entorno tuviéramos personas como ella, es decir, muchas mas personas que las que seguro existen con estas características. O mejor aún, que fuéramos como la maestra Ubaldina. Uno de los tantos problemas que tenemos en este México nuestro es el de la actitud. Entre escoger levantarse temprano para llegar puntuales a nuestras actividades, preferimos hacerlo tarde y andar apurados, pasar semáforos en rojo e ir a alta velocidad. Escogemos gruñir un saludo que decir buenos días en forma amable; Optamos por criticar y descalificar a las personas que valorar lo que positivamente realizan. No somos capaces de reconocer el trabajo de nadie porque nos gana el egoísmo y las frustraciones personales. Criticamos pero no aportamos.

Analizando el acontecer nacional, donde el gobierno ha tomado y seguirá tomando decisiones que dejan mucho que desear; donde tenemos funcionarios que son tachados de negligentes y hasta delincuentes; en un país como éste, donde la inseguridad es cotidiana y se pasea del brazo de la infamia en el camino del nunca jamás se resuelve nada, resulta imprescindible que la ciudadanía actuemos en contra de este caos gubernamental.

Sí, en contra de este gobierno que solo tumbos está dando. En efecto, en contra de este gobierno asesino de iniciativas para emprender cualquier proyecto. Los impuestos son la soga legal como instrumento. Gobierno represor de ilusiones de tantos y tantos egresados de las universidades que lo único seguro que tienen es la incertidumbre laboral. Gobierno secuestrador de estudiantes que han tenido que dejar el aula y convertirse en obreros porque no alcanzan los ingresos familiares y se convierte en un lujo el instruirse.

Gobierno que no escucha a la sociedad no es gobierno. Por eso propongo ir en contra de él. Propongo que nuestras armas sean las de alzar la voz cuantas veces sea necesario. Propongo que vayamos más allá de las quejas y que seamos exigentes en el cumplimiento de las actividades del gobierno, que transparente su actuar y proceder. Hagamos una fuerza común donde nos distinga la unión de personas y no la división que nos provoca el contar con tantos partidos políticos. Con esta pluralidad partidista los grandes perdedores hemos sido la sociedad. Perdimos y perdemos por todos lados: Presupuestos millonarios se les canalizan y al final, entre ellos mismos empieza la danza del toma y daca. Lo último que se respeta es el voto ciudadano. Termina siendo solo tema de campaña, de justificación de presuntas necesidades y de aval para actuaciones de gobierno y/o de partido poco claras.

Vayamos en contra de gobierno y por cada actuación nefasta que tenga, hagamos al menos otra pero en contrario.

México se está borrando del mapa del progreso y del desarrollo. ¿Qué no hay líderes en el país? Es cierto. Seamos entonces líderes cada uno de nosotros empezando por nuestros hogares y lideremos la justicia e igualdad en la familia. Tengamos como bandera de uso diario y continuo la honestidad y el compromiso. ¿Qué no hay buenos gobernantes? Seamos entonces ciudadanos responsables y co-responsables en la construcción del país, del estado y del municipio. ¿Qué el gobierno no atiende el reclamo social? Seamos escucha permanente de quienes laboran con nosotros para ser entonces capaces de corregir rumbos en base a la equidad, a los objetivos, pero sobre todo, evitando caprichos e irracionalidades. Evitando procederes nacidos de la amargura, del desatino, de la revancha y de la imposición. Se trata pues de ir en contra del gobierno, no de actuar como él.

¿Qué el gobierno no resuelve la demanda social de seguridad pública? Hagamos de la exigencia un baluarte y de la indignación un reclamo permanente. Que no se nos olvide ningún atropello, ningún delito cometido, ninguna negligencia. Que ningún caso sea rebasado y prontamente olvidado por otro. Pero promovamos a la vez la paz. Retomemos desde el hogar los valores que se están esfumando. Los delincuentes son delincuentes aunque tengan la casa mas grande o paseen en los carros mas modernos o sean los mas grandes benefactores de las iglesias. Son delincuentes y punto.

El filósofo Chino Confucio decía que debería de arreglarse al Estado como se conduce a la familia: con autoridad, competencia y buen ejemplo. No hace falta escribir mas palabras.


La mente en blanco.

El domingo es el único día de dormir tarde según mis costumbres. A pesar de esto me levanté temprano y me dirigí a preparar café. En tanto, enciendo mi computadora, escojo el espacio donde me acomodaré para leer la prensa y acaso escribir un poco. Espero hacerlo.

Escribir es un acto de desahogo y a la vez de descanso. Normalmente centro las ideas en el transcurso del día o de los días. Hay tantos asuntos por abordar que a veces resulta difícil escoger. Quisiera tratar temas por demás superfluos y quedarme en la comodidad de la no reflexión porque este acto por si mismo implica pensar y por esta vez no tengo ganas de pensar.

Hoy deseo que mis dedos simplemente recorran el teclado como vehículo simple de mi mente en receso y que la conducción quede a cargo de ambos. Tal vez al final de este escrito termine hilando alguna frase coherente.

Leo la prensa y me detengo en las notas donde el Presidente Calderón afirma que no alcanza el presupuesto para la adquisición de vacunas en contra de la influenza. ¡Que descaro! –digo en voz alta- Seguramente no alcanza porque hay que cubrir sueldazos de los ministros de la Corte o de los diputados, senadores y demás pléyade de funcionarios cuya actividad es por demás oscura en cuanto a efectividad y eficiencia que requiere el País. Cuando veo a los ministros de la Corte y analizo sus comportamientos y actitudes, me parece que son artistas desarrollando un papel y que al final del día se despojan de él para gozar de la opulencia que rodea sus vidas gracias a la enorme cantidad de privilegios que gozan. Seguro que han de creer que lo merecen por sus enormes sacrificios a la nación -pienso en tanto contesto una llamada telefónica que interrumpe mi pensamiento-. Cuelgo y retomo las ideas de inmediato, no sea que la poca lucidez dominical me abandone.

Ha estado circulando profusamente en internet un escrito sobre el despilfarro de recursos económicos del Congreso de la Unión. ¡Como si fuera novedad! Añales han sido donde nuestros representantes han gozado de privilegios ya de por sí escandalosos que van desde restaurantes, salones de belleza, servicios médicos de primerísimo nivel, boletos de avión, gasolina, celulares, apoyos especiales (más $), viajes al extanjero a “observar” y “analizar” estructuras legislativas de otros países. Risible por completo. ¿Acaso no hemos observado cómo van cambiando de imagen nuestras brillantes diputadas y senadoras? Inician su periodo legislativo con una imagen “x” y salen con otra más pulidita o a veces peor, lamentablemente. Llegan con cada peinado a las sesiones que dan pena ajena. Y unas uñas larguísimas tipo Niurka. ¿Será algún simbolismo de su desempeño político? No critico su acicalamiento conste. Lo que critico es que lo hagan a expensas de nosotros. Para autorizarse privilegios no hay empacho ni traba alguna: todos los partidos políticos presentes en ambas cámaras están en acuerdo. Por eso hay tantos “logros“ acumulados.
Y la lista sigue y sigue. Ocupar un cargo público en México es sinónimo de sacarse la lotería. Pocos son los ejemplos dignos de serlo.
¿Y qué decir de las pensiones vitalicias de los ex presidentes de la República? Ay que lamentable se escuchó el comentario de Fox cuando dijo que necesitaba su pensión. Seguro, -dije- como si los jornaleros, empleados, trabajadores de a deveras no necesitaran su sueldo. Zedillo calla, Salinas calla, De la Madrid medio calla. Todos quieren seguir en el presupuesto, faltaba más.

Cientos de mensajes en contra de gobierno existen en la red. ¿Por qué seremos así en México? ¿Porque tenemos que vivir señalando y señalando sin que suceda ningún cambio? Las autoridades no escuchan. El pueblo se limita a señalar como si hasta ahí fuese nuestra obligación. ¿Cuál será el siguiente paso que tendremos que dar los mexicanos?

Desde luego no estoy incitando a la violencia ni a la revolución. Aunque siempre he dicho que de haber revolución más me gustaría ser adelita que generala. Claro que sí. –comento en voz baja para mí misma mientras me figuro en aquellas épocas- Seguro que me hubiera gustado Pancho Villa. Busco su foto en internet. No estaba mal el hombre. Se ve tan tan fuerte, tan recio, tan todo. Divagaciones domingueras y mujeriles como diría un apreciado amigo.

Vuelvo al tema después de imaginarme al lado del General y me centro en la computadora. En México no sucede nada. Somos el país donde nada pasa y todo acontece. Existe una brecha muy amplia entre lo que hace el gobierno y lo que la comunidad anhelamos. Para muestra van varios botones tipo pregunta: ¿se han resuelto los feminicidios en Cd. Juárez? ¿Se resolvió ya los asesinatos de los descuartizados en la carretera Caborca-Sonoyta? ¿En que han quedado los asesinatos de tantos periodistas mexicanos? ¿Quedó perfectamente claro el “accidente” de avión donde falleció Mouriño? ¿Acaso ya hubo punto final a tanto secuestro? Vamos, de perdida que me digan si han disminuido, ¡caramba! Mención aparte merecen los indígenas involucrados en tantos delitos. Involucramiento nacido de la ignorancia, del ser indígenas y ser pobres. Hay que presentar culpables aunque sean fabricados. Lo peor es que hasta las autoridades que inventan mentiras terminan creyéndolas. Repiten tanto la mentira que creen que se convierte en verdad. Al modo.

Si una sola de aquellas preguntas es contestada con un sí, se resolvió, quedaré en ese punto satisfecha. Calderón asevera que avanzamos. Fox dijo que avanzábamos. Zedillo dijo que avanzábamos. Todos han dicho que avanzamos. Yo digo que sí, tal vez “avanzamos”. Pero vamos cargando un lastre tan pesado que cada día es más difícil decir que recorremos algún camino hacia adelante. Nos acompañan los gritos de mas de cuatrocientas mujeres de Cd. Juárez y de tantos otros lugares del país que han muerto y familias que claman justicia. Vamos caminando al paso que nos marca la delincuencia y el narcotráfico. Crímenes homofóbicos van en la fila. A nuestro lado van los niños de la guardería ABC, las Silvia Vargas que murieron a manos de los secuestradores. A paso lento y doloroso van millones de familia que apenas logran subsistir. El país “avanza” con millones también de desempleados, con jóvenes recién egresados de las universidades desesperados porque el empleo es escaso. Crear empresas es complicado. Los impuestos asfixian y desalientan.

Encontramos en ese transitar que se dice "avance", a agricultores y ganaderos que con impotencia ven como sus campos y sus ranchos van muriendo por falta de apoyos efectivos, que lleguen a quienes necesitan realmente y de la forma que en verdad se ocupa, no como se decida en los escritorios de funcionarios inexpertos en la materia. En el camino van y en fila de primera los políticos tramposos, los gobernantes que piden mas y mas a través de impuestos porque ya no hallan de donde jalar más dinero para cubrir sus ineficiencias, ineptitudes e incompetencia. Como van encabezando la marcha y marcando su rumbo, no quieren voltear hacia atrás, no sea que se conviertan en sal o en piedra.

Sí, es verdad, avanzamos. Avanzamos rodeados de discursos de oropel y de ignominia. Caminamos en la ruta del pasado porque no hemos podido conciliarnos con él. Porque hay deudas pendientes de justicia en tantos rubros. Pareciera que el camino está hecho de simulación y desvergüenza. La afrenta sin embargo, es para todos.

La memoria tiende a ser flaca. Olvidamos un episodio con otro más reciente y que siga la fiesta.

Que nos sigan dando el circo que tal vez merecemos: un loco individuo dizque secuestrando un avión, otro más con una balacera en el metro Balderas. Ya casi oigo la canción que se compondrá al respecto y que será un hit porque para eso somos re buenos. Por supuesto que en los géneros pop, cumbia, rock. Que sigan los goles de la selección, el grito de independencia, los festejos del bicentenario de la revolución y los sosos discursos de Calderón que nada piden a los que pronuncia Lopez Obrador: los dos en el mundito que cada quien se ha creado. Total, nada pasa.

Sigo en la próxima columna con el mismo tema. Como escribí al inicio, este domingo mi mente se declaró en receso.





Personajes distintos. La misma historia.


Como a mis alumnos de la universidad les encargué tarea sobre la toma de protesta del nuevo gobernador en Sonora, hube también de presenciar por televisión el evento. Como académica analicé cada parte, cada palabra y cada momento. Como política, mis ojos, mi mente y mi corazón puestos en el ¿y si hubiera sido el vaquero…?

Tomo asiento frente al televisor. Odio Telemax. Es un permanente insulto a la inteligencia de las personas. Ni hablar, solo a través de su señal podemos presenciar el evento. Procuro el libro que estos días estoy leyendo mientras espero que inicie el espectáculo. Paciencia Reyna me digo.

A las doce y cacho para amanecer 13 de septiembre. Caras sonrientes por una parte y por la otra no tanto. El Gobernador Bours con sonrisa forzada, austera, ya no tan amplia ni tan echada para delante como antes del fatídico 5 de junio. Cabello relamido, peinado con fuerza, como queriendo controlar aunque sea su cabello. A su arribo gritos que reclaman los hechos sangrientos de aquella fecha. Gargantas enardecidas por el coraje y en muchos de los casos azuzados por mentes maquiavélicas. La historia que abraza el tiempo será la que determine donde y quienes fueron culpables. Por desgracia para los padres de tantos infantes de la guardería ABC la justicia aun no llega y a ojos vista tardará en llegar.

Mientras las imágenes pasan frente a mis ojos mi pensamiento vuela hacia seis años antes, cuando Bours iniciaba su período sexenal: Muchas expectativas, mucho ánimo. Cada día fue alimentándolo con poses de soberbia e incapacidad para reconocer errores. Se le olvidó que es un simple mortal con defectos y virtudes como el que más. No por ello fue mal gobernador pues hizo lo suyo en obras pero ¡ahhh como cuenta la actitud!

Por otra parte está Guillermo Padrés. Llega acompañado de su familia. Su esposa con un vestido rojo (rojo priísta). Me pregunto si será algún mensaje cifrado ese color o bien fue producto del azar. Ay señora, en política no existe el azar, debe saberlo. Definitivamente la Lourdes tiene mejor estilo. El vestidito de la hoy primera dama muy “x” con un corte que nada le favorece. Mangas tan amplias que pareciera que le queda grande la indumentaria. Con que no le quede grande el cargo, pienso mientras sorbo mi café y me acomodo mejor en el sillón. Muchas expectativas, mucho ánimo. ¡Vaya! –reflexiono- Igual que cuando inició Bours… y cuando inició López Nogales… y cuando inició Beltrones. .. y cuando… Bueno, me digo, todos inician con los mismos ánimos pero ya en el ejercicio de sus funciones es cuando viene la realidad. Enfrentarse al Congreso del Estado, a las inercias administrativas, a los golpes políticos bajo y sobre la mesa, a aprender a vivir y convivir con el “fuego amigo”. Y tener que demostrar trabajo, capacidad y resultados a pesar de todo y de muchos. Al final todos se dicen incomprendidos.

Bostezo. Quisiera ya apagar el televisor y dormir pero no puedo. Cambio de canal y regreso al que desconocemos si habrá o no de sobrevivir, y que al menos tiene esta noche de gloria: Telemax. Los conductores todos de negro. Como vestidos de luto. Me inspiran flojera y poco ánimo de continuar oyendo su cantaleta y sonrisas fingidas. Frases repetidas, acartonadas, aletargadas. Se refleja en sus rostros la desorientación y la incertidumbre de saber si mañana tendrán trabajo o no. Cautelosos en los comentarios y por lo mismo faltos de chispa.

Finalmente el gran momento: Guillermo Padrés toma la protesta. Cumple con su rol de nuevo gobernador. Afuera el frenesí de “muera el rey, viva el rey”. El que se auto nombró número uno (todavía no logro descifrar en qué es el numero uno por cierto) saluda, abraza, reparte sonrisas. Que viva este momento, ¡caramba! Que aprehenda para sí estos instantes de gloria y los saboree repetidas veces.

Mañana, cuando se encuentre solo detrás de su flamante escritorio de gobernador, tendrá que revisar una a una las promesas de campaña porque son los compromisos que en breve tendrá que cumplir y cumplir bien. Hasta las más descabelladas promesas que hizo con tal de obtener votos. Sin pretextos. Sin echarse para atrás.
Los Sonorenses que lo eligieron esperan esto. Los que no votamos por él, queremos también que cumpla. Sin pretextos. Sin echarse para atrás.

p.d. ¿Dónde quedaron las mujeres panistas sonorenses de altos vuelos, de reconocidísima trayectoria partidista, de trabajo y de lucha? Para variar, en el gabinete presentado el domingo 13 de septiembre, ninguna, ninguna mujer aparece en cargo de primer nivel... Otra vez impera el machismo retrógrada, absurdo, petulante. ¿Dónde ha quedado el reconocer la capacidad de las personas por encima de su género? En simples promesas de campaña. El mundo sigue igual.

Solo falta que Padrés Elías nos esté reservando la sorpresa de designar a una Procuradora de Justicia del Estado. Y aún así, nos quedaría debiendo.


Pacto de Mexicanos.


La orden era tajante: Todos tenían que hacer honores a la bandera. El recorrido era escrupulosamente señalado: Se iniciaba a la entrada de la huerta, se recorría hasta el fondo y de vuelta se concluía en el mismo lugar donde había iniciado. Se entonaba el himno nacional mexicano. Los rituales de la marcha, himno y bandera Nacional se seguían con estricto rigor militar.

Fernando tío materno, era el encargado de tales eventos patrios. Los demás eran sus hermanos que seguían el protocolo al pie de la letra. No era necesario que fuera el mes de septiembre ni tampoco era un lunes cívico. Era simplemente el fervor patrio el que regía esta conducta infantil y a la que nadie se rebelaba. Ahora ellos evocan esos recuerdos con alegría y aun comparten ese fervor y entusiasmo.

¿Cuántos de nosotros hemos hoy en día visto algo así? Me atrevo a decir que ninguno o tal vez poquísimos. El acento patrio se ha perdido: pareciera que ser mexicano es gritar gooool e irle a la selección mexicana; es quejarse porque tal o cual partido ganó las elecciones; es descalificar las buenas acciones que algún funcionario realiza solo porque sí y porque no somos capaces de reconocer que hay personas que sí ejecutan bien sus actividades.

Al mes de septiembre se le denomina mes patrio. Abundan las banderitas en los carros y en los espacios públicos. Izamos la bandera y damos el grito el 15 por la noche. Entonamos el himno nacional y México en sí se viste de gala. ¿Y que logramos con esto? ¿Acaso amanecemos el 16 y el 17, 18, etcétera con mayor ahínco en realizar lo que a cada quien compete? No. Seguimos siendo los mismos pero desvelados, gastados y esperando el nuevo puente o ya de plano a que sea viernes.

Aunado a la cada vez más lejana distancia e identidad con los símbolos patrios, en nuestro país tampoco tenemos líderes que nos motiven a seguir sus conductas y su pensamiento. Ambos, símbolos y líderes son indispensables en un país en desarrollo. Los niños y los jóvenes no poseen una auténtica identidad por los primeros y respecto a los segundos ni que decir: los políticos mexicanos no se caracterizan precisamente por profundidad de pensamiento, principios, ética ni valores. Escasísimos ejemplos tenemos. Tan escasos que ni aparecen ni se distinguen.

En suma, tenemos dos grandes vacíos que estamos obligados a rescatar si queremos seguir alguna ruta de desarrollo de a deveras, no de discurso. Ese rescate debe ser desde nuestro particular entorno. No se requieren las grandes acciones ni los destacados actos heroicos. Qué tal si empezamos por respetar al vecino, por respetar a nuestras comunidades y trabajar cada quien de la mejor manera posible, valorando en su justa medida el quehacer de los demás, evitando conductas tan poco constructivas como son la descalificación basada en la envidia y las frustraciones personales y profesionales.

Qué tal si mañana amanecemos con una actitud responsable, proactiva, valerosa y constructiva y vamos a trabajar donde estemos: en el campo, en la escuela, en la fábrica, en la empresa, donde sea, con un genuino espíritu patriota. Trabajar sabiendo que somos equipo en pro de nuestras comunidades y que el grito del 15 de septiembre se convierta en un eco permanente en ese quehacer colectivo.

La clase política va en declive. Tramposos y delincuentes son electos para ocupar cargos públicos. La mentira es la moneda de cambio en esas lides. Se engaña a los votantes. El canto de las sirenas penetra, se arraiga. No son los políticos quienes sacarán avante al país. Pocos de ellos tienen compromiso autentico con sus comunidades. El nacionalismo se mide por curules ganadas y por denostaciones a los contrarios.

México es de todos. Por eso el compromiso es conjunto. Exijamos que las acciones de los políticos sean transparentes. Hagamos que trabajen a nuestro lado y no en contra nuestra. Que no nos gane el falso triunfalismo de juzgar según el partido político al cual pertenezcamos. Rebasemos ya y ahora esa actitud que tan poco beneficio nos ha traído a los mexicanos y de la que tantos políticos se han aprovechado para fines personales. Rescatemos el sentido de patria como debe entenderse: sentir que somos, estamos y seremos a partir de lo que forjemos como sociedad. Los conceptos pertenencia e identidad nacional como otros tantos, nos han sido arrebatados y secuestrados como material exclusivo de discurso. Recuperar y practicar sus esencias es recuperarnos como ciudadanos y como mexicanos.

Hagamos un pacto: Trabajemos de verdad. La simulación en el trabajo es la enfermedad silenciosa que evita el desarrollo de las comunidades. Permea, se asienta, se percibe, huele mal y termina por aniquilar.

Tengamos en mente lo que tan acertadamente el poeta Ricardo López Méndez en su Credo Mexicano, tan maravillosamente bien compuesto dice en una de sus estrofas:

México, creo en ti
sin que te represente en una forma
porque te llevo dentro, sin que sepa
lo que tú eres en mí; pero presiento
que mucho te pareces a mi alma,
que se que existe, pero no la veo.