Cosas de Reyna

Parques, jardines y plazas temáticas


Sin desconocer desde luego la vasta cantidad de asuntos financieros, de obra pública, deuda a proveedores, nómina y demás atrasos que al parecer las administraciones municipales están dejando a los que habrán de tomar protesta este 16 de septiembre, resulta necesario abordar el tema de la imagen de las ciudades y áreas rurales.

Lejos de parecer superfluo, la imagen que cada comunidad tenga representa con mucho su grado de cultura, de desarrollo y sentido de pertenencia al lugar. En algunas ciudades por ejemplo, se han echado a andar programas como municipio turístico y se han creado grupos a manera de guías; se ha invertido en la adquisición de vehículos para tal fin. Sin embargo, escasamente se ven acciones para mejorar la imagen urbana: Proliferan los espectaculares mal hechos, la mayoría roída por el tiempo, descolorida, estorbosa, molesta a la vista. Jardines sin los cuidados debidos y plazas obscuras sin ninguna alusión a nada que le pueda caracterizar en razón de la historia municipal. De seguir descuidando nuestra imagen, corremos el riesgo de ser pueblos vetustos y no ciudades en desarrollo.

Una alternativa viable pudiera ser el crear parques, jardines y plazas temáticas donde la ornamentación en estatuas, bustos, jardinería y demás implementos de estos lugares estuviera acorde al tema en cuestión. Hacer de estos lugares espacios familiares y de sana convivencia donde igual se pudiera leer, conversar o simplemente caminar y disfrutar el entorno.

El mejoramiento de la imagen urbana es algo serio que implica nuestra atención. Se me ocurre pensar por ejemplo que el ayuntamiento lance convocatoria para definir los temas de cada lugar. Establecer un patronato ex profeso para la conservación y fomento de la imagen urbana a la vez que se enriquece el recorrido turístico para propios y visitantes. ¿Qué tal el jardín dedicado a la trayectoria de esfuerzo de los agricultores y con ello la participación activa de este sector? ¿O el de los esparragueros? ¿O la plaza de los profesores? ¿O tal vez el parque del servidor público? Que le parece el jardín del Desierto?   Temas y justificaciones hay muchas y destacadas.  Los espacios ya existen.  No es localizar nuevos sino redefinir su utilidad social, histórica y cultural.

Estamos de acuerdo con quienes señalan que una imagen se construye y no se edifica de la noche a la mañana. Como tampoco puede ser imagen el diseño de un logotipo en tanto no haya algo que lo respalde. Y ese algo es trabajo, metas y compromisos que a la postre son los que darán lustre a la anhelada imagen de cultura, desarrollo y sentido de pertenencia.

De lo contrario, cualquier logotipo no será más que simple calcomanía colocada en la defensa trasera de un vehículo.

El proceso entrega – recepción de los Ayuntamientos



A pocos días de que tomen protesta legal los nuevos integrantes de los Ayuntamientos, sano es recordar que la Ley de Gobierno y Administración Municipal para el Estado de Sonora dedica todo un capítulo para reglamentar este evento de entrega legal, administrativa y material de todos los bienes, fondos y valores propiedad del Municipio así como toda la documentación ordenada, clasificada y certificada que se haya generado por la administración saliente. Esta actividad la inicia el ayuntamiento saliente con seis meses antes de finalizar el período, bajo la coordinación del Órgano de Control y Evaluación Gubernamental (Contraloría).

Una vez que el Ayuntamiento electo reciba la constancia de mayoría por el órgano electoral correspondiente y con un mes antes del inicio del nuevo período, se nombra una comisión mixta  con igual número de representantes (saliente y entrante) para dar marcha en forma conjunta a este proceso.

El Ayuntamiento entrante contará con treinta días naturales –a partir de la toma de protesta- para solicitar aclaraciones, complementación de información y/o documentos, en fin, de todos aquellos puntos donde hubiere duda, a quien haya ocupado anteriormente el cargo de servidor público y éste está obligado a comparecer ante el nuevo Ayuntamiento a rendir las cuentas que se le soliciten. En suma, el proceso de revisión no puede exceder de noventa días, tiempo suficiente para peticionar lo que fuera conveniente en torno al ejercicio de cada una de las dependencias. Ejercicio administrativo, financiero, de cumplimiento de metas y objetivos, entre otros.

La indicada ley es puntual en este capítulo y define varias cuestiones en torno a tan importante evento para que las cuentas sean claras, transparentes y reales. Nada de pretextar después que no se entregó o no se sabe o no se conoce. Quien más interesado debe de estar en la correcta recepción es el Ayuntamiento entrante porque a partir de las cuentas que le sean entregadas es como va a rendir las suyas ante la Sociedad que lo eligió. Argumentar después lo contrario, no representa validez alguna y en todo caso, ocultar o proteger cuestiones anómalas les hace incurrir en faltas a la luz de la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos. A los unos y a los otros.

Una modalidad interesante sería que el nuevo Ayuntamiento iniciara funciones en torno a lo efectivamente recibido y como tal, nos hiciera saber a la Comunidad bajo qué grado de avance ejecutará labores en materia de seguridad pública, educación, cultura, deportes, salud, área rural, agua potable, alumbrado público y demás rubros de interés general. En suma, que nos indique cómo recibe y bajo qué condiciones de operatividad se encuentran las distintas dependencias. Explicación que es justa para nosotros recibir y que esperamos se materialice al dar a conocer tanto el dictamen como la aprobación que de él se haga en su momento.

Más allá del discurso en el acto protocolario de entrega y toma de protesta, más allá de la recepción en papel, es verificar el estado que guarda la Administración Municipal y derivar acciones que se plasmen en el próximo Plan de Desarrollo Municipal.  Sin duda resulta necesario y saludable políticamente que el proceso de entrega recepción sea transparente y público. Público Social, Comunitario, general.

De otra manera cabría la duda y el descontento al considerar que sólo fue intercambio de estafetas entre amigos más no de verdaderas responsabilidades de Servidores Públicos que se precien de serlo.





¡Que quede muy claro!


¡Qué quede muy claro! En Sonora ya no pagarán las casetas de cobro los vehículos que porten las placas del Estado. Guillermo Padrés Elías. Mayo del 2011.

Así lo afirmó contundentemente el Gobernador de nuestro Estado respecto a un compromiso que asumió gestionar como tal para los residentes del Sur del Estado en lo que concierne a las casetas conocidas como La Jaula, Fundición y Esperanza, en primer término. Pareciera que se le olvidó esta parte del territorio y seguimos pagando las casetas de Hermosillo y la de Trincheras, ésta última de forma sorpresiva y sin mayor trámite se elevó de $66.00 a $93.00. O sea de $186.00 ida y vuelta considerando que es tarifa de automovilista.

Lastimosamente no hemos escuchado ni visto ni leído declaración alguna  de los munícipes actuales ni los futuros. Tampoco de los Diputados electos o los que están por dejar el cargo. Como si dijeran a mí no me toca porque me voy y los otros, porque todavía no asumen sus funciones. Y no se trata aquí de partidos políticos ni preferencias en ese sentido. Se trata de asumir compromisos en cuestiones que lastiman tanto a la Sociedad como es el aspecto económico. Como es el abuso al imponer tarifas en forma arbitraria donde ni tan siquiera se justifica el alza y menos aún la concesionaria que  no ha cumplido obligaciones básicas como el construir áreas de descanso –estacionamiento, sanitarios, etc Vamos, ni siquiera existe el libramiento obligatorio!.

Quienes vivimos en esta región sabemos las condiciones económicas, de desarrollo, de seguridad, de desempleo etcétera por las que estamos pasando. La generación de empleos es escasa, la actividad económica a duras penas va saliendo. Numerosas personas se ven obligadas a trasladarse de un municipio a otro para realizar sus labores comerciales cotidianas y que con mucho, son su fuente principal de ingresos.

Como si fuera para prolongar la burla de la cual estamos siendo objeto, se está promoviendo la denominada tarjeta para residentes. No es la tarjeta ni las razones que gente bien intencionada pudiera tener respecto a éste trámite, pero ¿No acaso aceptarla es consentir el abuso? ¿Acaso el realizar este trámite borra la ignominia y la arbitrariedad? No, nunca. Peor aún: existe la posibilidad de que a la vuelta de unos cuantos meses se declare –por ese compromiso gubernamental que se menciona al inicio y que esperamos que se cumpla- el libre tránsito vehicular. O sea, habremos pagado doscientos pesos encima de todo.

Ante un Desarrollo Regional añorado, deseado, buscado y no logrado hasta el momento, se ve difícil que podamos despuntar con medidas como las que ahora se están tomando.

Si el Señor Gobernador, los diputados locales y munícipes tomaran acuerdos conjuntos, estaríamos ante la posibilidad de un futuro promisorio, con alternativas de tránsito comercial, productivo e industrial mejor y sólo por mencionar algunos de los rubros que por cierto, tanto alarde hicieron los candidatos en las recién pasadas elecciones. Estamos de acuerdo en que aún no toman protesta legal y por lo mismo declaraciones en ese sentido no es debido hacer. Pero lo anterior no los exime de una responsabilidad mayor aún: El de ser ciudadanos comprometidos. Y ahí si caben todas las declaraciones posibles. Nada de esto hemos visto ni escuchado.

Nuestra región merece por historia, por la reciedad de sus hombres y mujeres forjados a rayo de sol y tierra, por el temple que caracteriza a quienes viven aquí, un trato digno que permita a todos mejores oportunidades de crecimiento y no de obstáculos como pareciera.

Que la voz del desierto se escuche. No a los aumentos de casetas de cobro. No a la tarjeta de residentes. 





Universidad Social, Universidad de todos.




Hablar de las universidades y su inserción en la Sociedad pareciera tabú. En las pasadas contiendas electorales los candidatos guardaban silencio abruptamente. Algunos balbuceaban cualquier respuesta o de plano evadían el tema. Otros más pretendieron utilizar a los universitarios sólo para sus aviesos fines. O se pretendió hacer nacer en el seno de los estudiantes un movimiento político que fomentara la crítica, el señalamiento, el escarnio. Desconozco hasta qué punto haya movimientos estudiantiles verdaderamente auténticos y comprometidos con sus causas e ideales. Tengo serias dudas, pero el punto central de esta columna no es analizar este aspecto en particular sino la trascendencia de las universidades en la sociedad.

Hablemos sí, de las Universidades Públicas. De nuestra alma máter que tantos y tantos hijos universitarios ha brindado a la sociedad. Innumerables ejemplos de profesionistas que día con día en la trinchera de sus actividades demuestran –para beneficio colectivo- la procedencia de sus haberes académicos y éticos.

Pero aún nos falta mucho por hacer desde adentro. En principio, la Universidad debe ser copartícipe mayormente activa en diversos renglones. Uno de ellos es la investigación aplicada. Y en ese sentido nos referimos a que la investigación que los académicos realicen debe tener un impacto social mediato/inmediato sea a través de la difusión de resultados –conocimiento que no se difunde no es conocimiento- o bien participando en acciones de gobierno y con la iniciativa privada donde se manifieste con meridiana claridad el beneficio que implica. Investigación que se guarda en los estantes no es investigación, es tiempo y recursos lastimosamente perdidos. Investigación o ejecución de proyectos sociales aislados, sin engancharla a programas de gobierno o de la iniciativa privada para potenciar beneficios, es sencillamente caminar dando el mismo paso en el mismo lugar. Caminar no es sinónimo de avanzar.

Puntualicemos. La Universidad va más allá e implica nuestro deber de involucrarnos en las cuestiones sociales no para denostar, no para señalar con dedo flamígero creyendo que con esto ya se cumple la función. Tampoco se trata de atacar o proferir palabras altisonantes en contra de las autoridades sean estatales, locales o federales. No es así como se demuestra la calidad universitaria forjadora de caracteres, de profesionalismo, de ética y de principios ciudadanos. No. Los Universitarios estamos para ser proactivos en lo que estimemos que tenemos el deber cívico de participar y donde seamos invitados para hacerlo.

Por ejemplo, los gobiernos municipales presentan innumerables problemas sociales como son la pobreza, seguridad social, desarrollo urbano, finanzas municipales, salud, educación vial, aspectos culturales, sociales, deportivos. La carga es pesada, no se pueden generar empleos públicos a diestra y siniestra –él no se puede con énfasis por favor- ni el presupuesto es infinito. Es aquí donde la Universidad tiene la oportunidad de apoyar acciones de gobierno mediante la participación directa con conocimientos, con técnica, con aprendizaje capaz de incidir en los resultados esperados. Y nos referimos a maestros y alumnos. ¿De qué sirve formular crítica sea en el aula o cualquier otro espacio si no somos capaces de contribuir con propuestas viables?

Nuestra participación debe ser entendida como compromiso. Compromiso asumido con responsabilidad y ética. Responsabilidad concebida como ciudadanía cabal y ética conceptuada como el deber de trascender con base en principios y valores sustentados en la práctica cotidiana, no en el discurso o la simple palabra.

Ser agentes de cambio, con base en la innovación derivada del conocimiento, al margen de cuestiones partidistas o golpeteo innecesario, sin sentido, sin más razón que la visceral.

El Himno Universitario de la Universidad de Sonora, en una de sus estrofas dice:

“…. Del que trabaja es la virtud, del que trabaja es el honor

Brille tu luz, luz de verdad, por siempre así Universidad”

Y esa luz del conocimiento –a la que se refiere- debe iluminar para todos, sin distingos y con mucho compromiso Social.













De pataleos y patadas


Andrés Manuel López Obrador tiene derecho al pataleo post electoral. Tanto como lo tiene cualquier otro candidato perdedor en los pasados comicios. Se vale. Se vale porque cada cual tendrá sus propios argumentos que van desde compra de votos, acarreos, carruseles y otras prácticas de última generación que recién hemos conocido y otras más que recurrentemente aparecen en este tipo de jornadas.

Se vale que cada cual haga uso del derecho a la impugnación y a la protesta porque también se deben a sus simpatizantes. Nadie que se precie de ser buen líder cruza sus brazos y acepta sin remilgos los resultados. Es parte del proceso: indagar, verificar, comprobar y finalmente, aceptar. Aceptar el haber perdido es lo más difícil desde luego, porque se entra en una etapa donde el perdidoso se ve en la imperiosa necesidad de encabezar movimientos principalmente al interior de su partido político. Es como un boleto que se compra anticipadamente y se guarda para la ocasión no deseada pero que debe suceder en su caso: Ser verdadero líder al interior de su partido y dar lo mejor de sí para que al siguiente proceso se posea suficiente capital político que enriquezca a quienes en ese momento sean candidatos. El ideal es éste, sin duda. Jamás lo será el irse a esconder o meter a una cueva a rumiar la venganza.

Pero sucede que en las campañas políticas es donde se conoce a los verdaderos políticos, a los que actúan de buena fe, a los que buscan un interés muy específico, a los simpatizantes de hoy y de siempre, a los temporales o acomodaticios, a los trepadores, a las lacras, a los traidores, a los que generan conflictos y gustan desenredarlos para ungirse como grandes “componedores”. A los que ofrecen el alma a uno y el espíritu al contrario. Aparecen mecenas de la nada y líderes de papel con brillantitos. Hay de todo y en todos los partidos políticos.

Es ese análisis que aún nos debemos pero que difícilmente los partidos políticos asumen como realidad. Lo vociferan pero no actúan. Señalan, pero no sancionan. Y si agregamos que la memoria colectiva es flaca, pues peor aún. Por eso hay reciclaje indeseable.

Como sea, dos tareas fundamentales están en el aire actualmente, refiriéndonos específicamente a los Municipios: Una es que los Ayuntamientos, al ser órganos colegiados donde participan representantes (regidores) de diversos partidos además del étnico, se tiene la indiscutible y siempre valiosa oportunidad de realizar un trabajo verdaderamente en equipo, donde las ideas fluyan en pro del desarrollo y bienestar común. El Ayuntamiento no es ni debe convertirse en un foro para ir a destilar amarguras, frustraciones o deseos de carácter personal pasando por encima de las mayorías. Ya basta. Un instrumento que nos regirá durante tres años será el Plan Municipal de Desarrollo. Ojalá que desde ya los próximos Ayuntamientos lo estén confeccionando en razón del interés comunitario y con ejes temáticos fundamentales donde se brinde participación efectiva y real a sectores de la Sociedad que hace muchísimo tiempo están siendo desatendidos. Ya basta de copias y refritos de Planes de Desarrollo obsoletos, hechos al vapor, sin consistencia ni rumbo ni nada. Se requiere un Plan Municipal con metas y objetivos claros, con evaluaciones periódicas, que se ejerza con suma responsabilidad y conciencia.

La segunda tarea corresponde en nuestra opinión, a los partidos políticos quienes deberán asumir con suma conciencia una rigurosa autocrítica que compete a todos y cada uno de sus integrantes y militantes. Muchas preguntas en torno a su desempeño tendrán que formularse cada cual, incluso el partido que obtuvo mayoría. Habrá que retomar conceptos como militancia efectiva, simpatizantes, programas, proyectos, y sobre todo, definir de bien a bien qué o cuales perfiles de liderazgo se precisan.

No es pues al gusto de quien crea ser opción como debe de generarse una candidatura. No es a capricho o porque un buen día alguien consideró que él mismo reunía los requisitos o porque fulano de tal le dijo que sí. Sucede con frecuencia que nunca falta el o la que queriendo quedar bien, le fomente la idea a grado tal que termina creyéndose invaluable, imprescindible, único. Y las pruebas ahí están: Cambian su tono de voz y su comportamiento. No ven a los ojos directamente, sino a lontananza, como sabios en éxtasis.

Los resultados electorales que recién hemos obtenido, con todo y el pataleo que estamos viendo y viviendo, son el fiel reflejo de lo que somos como Sociedad y la forma en que pensamos que con mucho, resulta incongruente en los resultados particularmente tratándose de municipios. Pero la suerte está echada. Toca a nosotros exigir con firmeza a las próximas autoridades el cumplimiento de todo aquello con lo que nos bombardearon día y noche.

Ya lo dijo Felipe Calderón al conocer los resultados electorales: "No hay victoria permanente ni derrotas para siempre”

Tiene absoluta razón.

Muchedumbre vs Pueblo


Según la visión Aristotélica una de las tres formas específicas de degeneración de las formas puras de gobierno, es la oclocracia. Tal vez tendremos que retomar este concepto y lastimosamente familiarizarnos en su ejercicio.

Si bien la democracia es el gobierno del pueblo, en contraposición encontramos que oclocracia es el gobierno de la muchedumbre entendida como una masa de gente que a la hora de tomar decisiones en la vida política de las comunidades, su voluntad se encuentra de origen viciada, confusa, fuera de la realidad. En suma, carente de capacidad para tomar libremente y sin coacción de ninguna naturaleza, decisiones fundamentales para la vida en común. Polibio denominó oclocracia al fruto de la acción demagógica y la conceptuó como “el ejercicio de la tiranía por las mayorías incultas”.

La oclocracia es el peor de los sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder, de la degeneración de la democracia derivada de la desnaturalización de la voluntad general por cuanto que presenta vicios al responder a cuestiones meramente particulares –de unos cuantos- con manto engañoso presentado como voluntad de las mayorías. Nada nuevo.

Es la muchedumbre contra el pueblo. Pueblo conceptuado como un conjunto de ciudadanos cuya voluntad se genera en el razonamiento y la responsabilidad en el ejercicio de sus derechos ciudadanos.

Dados los resultados electorales que se dieron a lo largo y ancho del país: ¿Votó la muchedumbre o se manifestó el pueblo?

Desde el pasado 1 de julio hemos escuchado y leído un sinfín de quejas y señalamientos sobre la obtención de votos en múltiples modalidades y costos. Unos y otros –candidatos y partidos políticos- se señalan con índice flamígero y se gritan cantidades de votos comprados. Lo cierto es que vocifera  el que pierde y, de haber obtenido éste el triunfo, el otro gritaría voz en cuello lo mismo.  Las prácticas corruptas son las mismas y solo los actores cambian. Por eso es que tendremos que voltear a otra parte, al sector de los votantes.

Proliferan gobernantes vestidos de demócratas pero con corazón de oclócratas: falsos seres que ejercen el poder, que lo manipulan y presentan propagandísticamente una imagen a modo para que la muchedumbre se manifieste a su favor. No se dirigen al pueblo porque el pueblo es pensante. Por eso el discurso barato, superfluo, sensiblero, sin fondo, retórico, cursi, lagrimero.

Pero en el triunfo dudoso, en la victoria forzada está la derrota misma: Esos gobernantes saben que convencer verdaderamente no es fácil, que se requiere inteligencia. Llegan a la muchedumbre pero no al pueblo. A este ser latente que piensa, opina y ejerce su derecho a opinar y lo hace. Que vota razonadamente. Es el ejercicio de una voluntad con conciencia, con sentido común y no bajo el artilugio del plato de comida o de los pesos que luego pesan.

¿Tendremos un gobierno digno de una muchedumbre o de un pueblo?

Como siempre, el tiempo lo dirá. Sólo que como siempre, será demasiado tarde para corregir. El momento lo fue al cruzar la boleta electoral y ese ya pasó.

La historia se repitirá la cantidad de veces que se imponga la muchedumbre sobre el Pueblo.
No hay truco.




Photoshop político


¡Y sobrevivimos las campañas electorales! Ya escuchamos, presenciamos y padecimos discursos, declaraciones y arrebatos de todos los candidatos a diversos puestos de elección popular. Nos armamos de paciencia y vimos como vertiginosamente avanzaba la contaminación visual: pendones, espectaculares y demás linduras producto de la mercadotecnia política, de los dineros gastados en exceso; Rostros con sonrisas falsas, francas o grotescas. Las percepciones varían. Miradas tiernas, perdidas en lontananza, como queriendo convencer.

Aprendimos que el photoshop fue la medida que sin piedad utilizaron los candidatos. Muchos quedaron francamente irreconocibles. ¿Será eso el preludio de su desempeño? ¿Será un anticipo velado donde el discurso es uno y el ejercicio del deber otro lastimosamente distinto? Francamente algun@s cayeron en el exceso por no decir ridículo.

En los últimos meses el copete de Peña, las canas de López Obrador, los lentes de Quadri y sus rizos rebeldes así como la melodramática Josefina fue lo último que vieron cada noche mis ojos antes de dormir. Jamás les perdonaré eso. Que les valga que sea demócrata convencida pero -aclaro- no zombi-votante. Ejerceré sin duda mi derecho al voto y cruzaré el emblema escogido con mucho tiempo de anticipación.

En ese sagrado momento: ¿Sentiré acaso el sabor de la incertidumbre? ¿Estaré votando adecuadamente? ¿No me habrán hecho algún artilugio mental de esos del subconsciente donde te programan para que votes por tal o cual partido? Como sea, no aceptaré ir a desayunos gratis el día de la votación ni me acercaré a ninguna casa amiga, centro de reunión o como se llame. No correré el riesgo de que me sometan a un sopor colectivo para después ir en fila cual zombi a la casilla previamente instalada desde las ocho, donde seguramente los funcionarios electorales ni se percatarán de mi estado catatónico, envueltos como estarán en sus tareas encomendadas por el IFE.

El síndrome de persecución electoral lo traemos latente de mil maneras. El punto es hasta qué grado vamos a permitir que sea una persecución consentida (me sigues y me dejo seguir, me ofreces y acepto lo que sea) y hasta qué punto se traducirá en acudir a cruzar la boleta no por cansancio del bombardeo electoral o de la tal persecución que permitimos de muchas maneras, sino convencidos verdaderamente que votamos por quien haya presentado un verdadero plan de trabajo con objetivos, metas y estrategias de corto, mediano y largo plazo. En suma, que tenga rumbo y sentido el desarrollo social que proponga y que no sea en todo caso, sólo un puñado de hojas con ideas aisladas y abstractas, sin ejes ni concordancia, todo envuelto con hermosa y engañosa portada con el veleidoso nombre de Plan de Desarrollo.  Nuestra elección debe ser razonada.

Abraham Lincoln afirmó que se puede engañar a todos poco tiempo, a algunos todo el tiempo, pero no a todos todo el tiempo. ¡Enorme compromiso para quienes sean electos este próximo 1 de julio! 

Ya los candidatos nos expusieron lo que traen consigo para ejercer el gobierno de la manera que tanto ansiamos.   Que no se nos olvide ni uno solo de sus compromisos. Que ninguna palabra haya sido dicha al viento o sin respaldo suficiente para cumplirla.

Toca ahora a nosotros los ciudadanos acudir a votar libre y responsablemente por los candidatos (as) de nuestra preferencia. No porque sea mujer, hombre, guapo o fea. Alto ni chaparro. Blanco o moreno. No votemos por sonrisas ni pendones… porque entonces corremos el riesgo de que el único triunfador sea… el photoshop.