Cosas de Reyna

Simplemente humanos.

 





“A partir de mañana todos trabajarán desde sus casas”. Esa fue la orden dada en nuestros trabajos. Tomé lo que creí necesitar pensando en que en una semana a lo sumo habría de regresar y punto. Observé como algunos compañeros salían alegremente y otros más con rostros con cierta incertidumbre, con preguntas sin respuesta. Busqué en google las palabras pandemia, virus, efectos y consecuencias. A manera de chiste cruel, nomás me faltó buscar opiniones de la gente sobre la pandemia, A medida que leía buscaba cerciorarme de no haberme equivocado y estar leyendo en cambio,   la sipnosis de alguna película de terror inacabada.

A la vuelta de nueve meses, justos los de un período de embarazo, nos encontramos concluyendo el 2020. Quisiera resumir en pocas frases todo lo que pasa por mi mente. Quedo frente al monitor callada, con mis dedos como en pausa, congelados, como queriendo encontrar las palabras exactas en este teclado al que siento que le faltan letras pero no es así. Es solo que querría un nuevo abecedario para expresar lo que cerebro y corazón no alcanzan.

A veces quisiera que fuera un mal sueño. En otras, desearía retroceder el tiempo o adelantarlo, ya no sé.  Vivir es un verbo que se conjuga en tres tiempos a la vez, en un dramatismo sin precedente.

El tema de la pandemia se fue colando rápida y exponencialmente en cifras y estadísticas que revelaban y revelan el dolor de miles, millones de familias. Como escena dantesca. Incluso ahora, ya con la existencia de la esperanzadora y deseada vacuna.

No recuerdo las veces que quedé despierta hasta bien entrada la noche leyendo sobre la pandemia o la cantidad de kilómetros que recorrí dentro de casa. Lo que no quiero olvidar jamás son las llamadas telefónicas de familias y amistades que se extendieron sobre el orbe como una enorme red de apoyo de ida y vuelta.  Tampoco deseo que se borren de mi mente las palabras de aliento y de fe que llegaron justo cuando eran más necesarias. Estoy cierta que todos pasamos por lo mismo.  Ha habido grandes momentos dentro de tantas tinieblas y eso los guardo reservadamente como muestra de respeto a quienes luchan o han perdido la batalla contra el Covid y los que lloran la partida de parientes y amigos.

Como mencioné al principio, siento que me falta la palabra precisa, la frase correcta, el mensaje certero. Lo que diga, afirme o niegue tendrá su antítesis en un mundo tan convulsionado como el de ahora. Hoy como nunca cada uno tiene sus razones y sinrazones respetables hasta el infinito.

La generosidad del ser humano es tan amplia que calladamente puede manifestarse incluso en el silencio que abriga y que cobija. O en el desacuerdo que honra.

La persona que fui al inicio del 2020 no es la misma de hace apenas nueve meses. Sigo evolucionando y espero que para bien. Agradezco al Ser Supremo por cada día que me levanté con o sin ánimos y que hube de corregir con enorme culpa moral porque mientras a otros el mundo se les desmoronaba, yo tenía y tengo aliento. ¿Con qué puedo pagar esto?

No pretendo hacer de esta columna un mea culpa que a nada conduzca. Ni que sea algo pasajero producto del último día del año. Esto sería tanto como haber cruzado este tiempo en vano. La lista de personas que ya no se encuentran aquí físicamente es tan larga que no queda tiempo para repetir errores o permanecer en ellos. La estela de dolor que condujo este aprendizaje  no puede ser fútil, superfluo o temporal. No volveremos a ser los mismos. Tenemos que ser mejores incluso a manera de ofrenda a quienes no alcanzaron a serlo.

El 2020 languidece. Y aquí estamos todos, con la esperanza que brilla como el sol naciente. Así que bienvenido 2021. Bienvenido con tu bagaje de incertidumbres y sinos. Con tus alegrías y tristezas, con tus aprendizajes y tus lecciones.

Sirva esta modesta columna como un pequeño homenaje a quienes han sido tocados por la pandemia.

A quienes han sido solidarios con sus semejantes y a los que luchan sus propias batallas 24/7.

Que la salud los abrace.


Volver a ti...

Fotografía tomada de Google.com
Este próximo lunes 10 de agosto la Universidad de Sonora habrá de reiniciar labores académicas vía online. La verdad, siento un nudo en el estómago que ni las pandémicas mariposas que ahí habitan lo entienden, dicho sea de paso. Bromas aparte, a pesar de que la institución brindó al profesorado una serie de cursos para habilitarnos adecuadamente en diversas plataformas, no deja de inquietarme -positivamente- este reinicio de semestre. 

Muchas preguntas revolotean en mi mente, pero de algo estoy convencida: Llegaré vía online con el más absoluto entusiasmo como he tratado de hacerlo durante más de 20 años como maestra universitaria. ¿Qué es virtual? Sí, pero nada que no se pueda sacar adelante. Somos maestros, no improvisados. Por lo mismo, las autoridades universitarias deben dar un seguimiento oportuno y eficaz en torno a los avances programáticos de las materias y la asistencia docente -entre un cúmulo de cuestiones-  en aras de verificar que lo virtual es tan o más efectivo que lo presencial. Tarea nada fácil pero obligada legalmente a la luz de la Ley de Responsabilidades y la de Transparencia, por cierto.
Una de las tantas consecuencias de esta pandemia Covid-19 es la afectación a jóvenes que se encuentran por ingresar a estudios superiores, a los que habrán de continuar y a los que recién han concluido. Cada segmento con sus particularidades y problemas. ¿Qué es lo que exactamente les espera? 
En cada estudiante veo un proyecto de vida profesional al cual los docentes tenemos que contribuir aportando conocimientos actualizados y de calidad, así como continuar la tarea formadora de ciudadanos también de calidad. Esta es la raíz y el final de nuestra misión, que a veces la vorágine o la cotidianidad académico-administrativa diluye o parece hacerlo.
Cada persona porta un proyecto de vida personal, familiar y profesional que va adecuando y haciendo ajustes en el camino. Claramente un proyecto es eso y no letra escrita en piedra. Hoy como nunca quienes ejercemos la labor docente debemos brindar las mejores herramientas de aprendizaje a los educandos porque hoy como nunca estamos obligados a formar más y mejores ciudadanos, comprometidos realmente con su entorno, respetuosos de sus comunidades y su entorno. Gran parte de esta pandemia ha evidenciado la necesidad de fomentar las buenas prácticas ciudadanas, por ejemplo.
Algunas voces indican que las universidades no están preparadas para esta nueva modalidad y que iniciaremos semestre con una serie de carencias, deficiencias, faltas de comunicación adecuada de los órganos de gobierno, etcétera. Tal vez haya algo de eso y serán cuestiones para corregir de forma inmediata, sin dilación y con eficiencia. Esto es un trabajo colaborativo, riguroso y de resultados; el aislamiento solo provoca dispersión, descontento y desánimo.
Insisto en que en el centro de todo está el aula -ahora convertida en un espacio virtual- donde nuestro rostro y presencia es la carta de presentación de la institución. Echemos una mirada hacia el pasado reciente: durante toda la pandemia fuimos de las pocas comunidades laborales a las que no nos faltó salario, ni tuvimos que salir a trabajar como tantas personas lo hicieron porque remedio no tenían. ¿Cómo retribuir eso a la sociedad como universidad pública que somos? Y no, no es algo que tenga que verse a la luz de un contrato colectivo de trabajo. Es algo que tiene que verse a la luz de la ética personal e institucional, de la responsabilidad social, del compromiso de la docencia cabal. Esto es lo que al personal parecer toca hacer.
Pero también hay que ver el aspecto de las autoridades académico-administrativas. Hoy como nunca se pondrán a prueba los liderazgos formales internos: Los de papel y los de verdad. Los simulados y los reales. Los efímeros y los que fincan su quehacer sobre bases firmes. Los ungidos por suerte y los reconocidos por sus trayectorias. Los que pretenden ejercer autoridad a través de cantidad de correos electrónicos y los que se arremangan para realizar trabajo colaborativo, de soluciones prácticas, ejecutivas, saludables, medibles y de impacto que trascienda por sus beneficios académicos, administrativos, laborales.
Una tercera parte compete a los estudiantes. Son ellos quienes deben exigir calidad académica porque en cierta medida de esto depende que adquieran conocimientos y habilidades para la vida profesional. La otra medida la aportan ellos mismos, de sus actitudes hacia el estudio y aprendizaje. El título profesional, como es bien sabido, ha pasado a ser un papel que acredita una formalidad educacional pero no es garantía de saberes, ni de aptitudes ni de competencias. Eso lo aporta cada egresado. 
Es con ellos, en esa vasta comunidad estudiantil donde también deben fomentarse liderazgos auténticos, críticos, propositivos, incluyentes, reales, no de pasarela ni de papel solo para cumplir requisitos de acreditación o algún trámite de los miles que existen. Aquí están los líderes que gobernarán en un cercano futuro, ¿No es algo dramáticamente significativo y de enorme compromiso como institución?
Son tiempos en que los estudiantes merecen más que nunca que los liderazgos institucionales  transmitan, proyecten y ejerzan sus funciones sin ambages porque para llegar a los estudios superiores han realizado enormes sacrificios personales y familiares, más que nunca, más que siempre.

Menos, nada.









Reelecciones municipales en Sonora. Faltas administrativas cometidas por servidores públicos. segunda y última parte

Imagen tomada de Google.com

Apenas en la columna anterior se hizo referencia al marco legal de las elecciones y reelecciones en Sonora. Toca hoy abordar la parte de infracciones cometidas en ejercicio de las actividades de los servidores públicos y sus sanciones, entendiendo como servidor público a toda persona que preste un cargo, empleo o comisión, sea funcionario o empleado.

No podemos hablar de elecciones y/o reelecciones si no abordamos el tema de la Ley Estatal de Responsabilidades Administrativas de Sonora (2017) que deriva de la Ley General de Responsabilidades Administrativas (2016) decretada por el Congreso de la Unión y sancionada por el presidente de la República. Una de las finalidades de esta nueva norma es el contribuir a la eliminación de actos de los servidores públicos y de los particulares que vulneren o pongan en duda el quehacer público, que debe ser apegado a la legalidad, imparcialidad, certeza, eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez. 

En esta ley de reciente creación y la correlativa de Sonora, se atrajeron figuras del Código Penal a manera de infracciones administrativas. De ahí la relevancia de comentar someramente algunas figuras de esta norma. De las figuras que establece el Código Penal de Sonora, por la extensión del tema, se atenderá en diversa columna. En suma, un servidor público puede ser procesado hoy en día, tanto por la vía administrativa -de forma más precisa-  como la penal. Para lo primero existe una Fiscalía especializada en delitos electorales, así como el Tribunal de Justicia Administrativa y para los segundos, la Fiscalía Estatal y los jueces y magistrados del Poder Judicial.

Dado el tema, los ejemplos y referencias serán en torno a cuestiones electorales y/o de reelecciones municipales, en el entendido que las leyes que se mencionan aplican en todo momento para todo servidor público municipal o estatal. Sin embargo, en tiempos electorales, las disputas por alcanzar cargos de elección popular incrementan el riesgo de cometer tropelías, y actos u omisiones fuera de la ley que amenazan fuertemente a la democracia. De ahí el interés por abundar sobre el particular.

La Ley Estatal de Responsabilidades Administrativas de Sonora prevé dos tipos de faltas, las no graves y las graves. Mencionaremos algunas de ellas:

De las no graves, destaca el hecho de que todo servidor público, sea empleado o funcionario estatal o municipal está obligado a denunciar actos u omisiones que puedan constituir faltas administrativas. La denuncia debe contener datos o indicios que permitan advertir una presunta responsabilidad. Ejemplo: Si un servidor público (empleado, secretaria, conserje, director, etcétera) advierte que la orden emitida por su superior es contrario a las funciones que éste tiene encomendadas, que se le solicite realizar llamadas telefónicas o personales para promover el voto a favor de un candidato, que se le asigne participar elaborando oficios o cualquier cosa relativa a la elección o reelección, debe negarse e incluso denunciarlo, so pena de ser partícipe del ilícito que se le solicita.

Las sanciones para faltas no graves van desde amonestación hasta inhabilitación temporal para desempeñar cargo o comisión en el servicio público.

De las causas graves, se relatarán algunas: 
Cohecho. Lo comete el servidor público que exija, acepte, obtenga o pretenda obtener por sí o a través de terceros, con motivo de sus funciones, cualquier beneficio no comprendido en su remuneración como servidor público. Ejemplo: Aquellos servidores públicos que pretendiendo reelegirse, se beneficien en dinero, valores, bienes muebles o inmuebles, entre otros. Una situación común es que dicho funcionario exija, acepte u obtenga o pretenda el uso de un inmueble ajeno para ser utilizado como comité o casa de campaña, o bien vehículos, equipo de cómputo, telefonía, etcétera. En caso de que sea a través de renta, ésta debe ser la usual en el mercado, es decir, no a precio irrisorio, lo cual también sería cohecho.  Conducta para demostrar: Que la conducta sea en ejercicio de sus funciones como servidor público, exigiendo, aceptando, obteniendo o pretendiendo obtener determinado beneficio.

Peculado. Lo comete el servidor público que autorice, solicite o realice actos para el uso o apropiación para sí o para su cónyuge, concubino, parientes consanguíneos, parientes civiles o para terceros con los que tenga relaciones profesionales, laborales o de negocios, de recursos públicos, sean materiales, humanos o financieros, sin fundamento jurídico. Ejemplo: Que el servidor público (en este caso, el que pretende reelegirse) autorice el uso de equipo de cómputo municipal, que asigne personal del ayuntamiento a su cargo a realizar labores de campaña, que destine equipo de sonido a la promoción e imagen pública sea de él o ella misma, o de los parientes que aquí se señalan. Conducta por demostrar: Que el servidor público haya solicitado o realizado actos para el uso o apropiación de recursos públicos, sean materiales, humanos o financieros ilícitamente.

Desvío de recursos públicos: El servidor público que autorice, solicite o realice actos para la asignación o desvío de recursos públicos, sean materiales, humanos y financieros, de forma ilícita. Ejemplo: Pueden aplicar los mismos ejemplos arriba ilustrados, con la salvedad de que en este caso no son para él o para sus parientes, pero realizó una conducta antijurídica. Conducta por demostrar: La desviación de recursos públicos. 

Utilización indebida de información. Lo comete el servidor público que adquiera para sí o para su cónyuge, concubino, parientes consanguíneos, parientes civiles o para terceros con los que tenga relaciones profesionales, laborales o de negocios, bienes inmuebles, muebles y valores que pudieran incrementar su valor o, en general, que mejoren sus condiciones, así como obtener ventaja o beneficio privado como resultado de información privilegiada de la cual haya tenido conocimiento. Ejemplo: Todo ayuntamiento, en ejercicio de sus funciones maneja diverso tipo de información y una de ella es aquella privilegiada, la que no es de dominio público y que por lo mismo pude sesgar indebidamente en beneficio propio o ajeno con motivo de las elecciones o reelecciones. Listas de personas, domicilios, edades, cantidad de personas por casa habitación, en fin, información valiosa no disponible al público en general. Conducta por demostrar: Que haya habido mejora en las condiciones del servidor público, ventaja o beneficio a través del uso indebido de información.

Abuso de funciones o atribuciones. El servidor publico que ejerza funciones no conferidas para realizar o inducir actos u omisiones arbitrarios para generase un beneficio o a otras personas o para causar perjuicio a alguna persona. Ejemplo: Utilizar su autoridad para exigir hacer o no hacer algo relacionado con campañas electorales o de reelección. Solicitar a sus subordinados promover el voto para sí o para otros, inducir a los empleados a acudir a mítines, reuniones, etcétera. Conducta por demostrar: La realización de funciones que no tiene conferidas en su cargo.

Las sanciones por faltas graves van desde suspensión del empleo, cargo o comisión, hasta sanción económica y/o inhabilitación temporal para desempeñar cargos o comisiones en el servicio público.

Sin duda estas elecciones del 2021 serán inéditas no solo por esta nueva ley y el entramado jurídico que significa sino porque por vez primera serán posibles las reelecciones municipales y de diputados locales.

El punto es, como mencionamos en la primera parte de este tema publicado en columna anterior, quién y cómo se darán los contrapesos para que las autoridades no actúen de forma arbitraria, máxime que la sociedad civil no se encuentra organizada aparte de la constitucional que son los ayuntamientos. Los partidos políticos poco o nada realizan y más bien se concentran en denostar a la parte contraria en un círculo insano que sobradamente conocemos durante el período electoral.

Existe si, un organismo de Transparencia, la rendición de cuentas, auditorías y demás, pero como se habrá advertido con la reseña de cada infracción aquí señalada, se precisa una verdadera participación ciudadana interesada en el quehacer público, que exija, que no sea simple depositario de informes públicos, sino que además cuestione, revise, analice y fomente la práctica del interés comunitario. 



Reelecciones municipales en Sonora Primera parte



Imagen tomada de Google.com
Aún permanecemos en alerta respecto a la Pandemia SARS-COVID-19 de la que a la postre tanto la federación, como estados y municipios deberán realizar un detallado informe a la comunidad sobre las acciones reales y efectivas que cada orden de gobierno desplegó, los resultados obtenidos por sí y los derivados en coordinación con aquellos, cuando ya tenemos encima el calendario electoral que iniciará en septiembre de 2020. El tiempo vuela.

Luego, habrá que analizar los informes municipales del próximo 16 de septiembre los que seguramente tendrán un alto sesgo hacia el combate a la pandemia SARS-COVID-19. Se entiende el  esfuerzo denonado que muchos ayuntamientos y presidentes municipales están realizando. Pero hay otros que francamente no han tenido mayor actividad que alguna que otra declaración insulsa. El grado de responsabilidad y compromiso es fácilmente medible respecto a las 72 administraciones municipales, incluso con la falta de cuidados sanitarios de muchos ciudadanos.

Al corto plazo, los 72 ayuntamientos municipales serán puestos bajo la lupa y lo saludable es que cada uno de ellos transparente todas y cada una de las acciones, programas, tareas, encomiendas realizadas durante estos más de hasta hoy, cuatro meses, máxime que todas tuvieron acceso a redes de información que habrían de facilitar mucho del trabajo que presencialmente se hacia en la anterior normalidad. Como se estableció desde el principio, no eran vacaciones y sobre esto tambien tendrán que brindar resultados. 

Si bien la pandemia no era un fenómeno esperado, sí puso a prueba el carácter, el liderazgo, la creatividad, el grado de responsabilidad de los munícipes. Ahora tenemos enfrente las elecciones o reelecciones municipales. Esto es de suyo interesante. 

Veamos algunos datos básicos legales: La Constitución Política Mexicana establece en el artículo 115 la posibilidad de la elección consecutiva de aquellos que hayan sido electos popularmente por elección directa de presidentes municipales, regidores y síndicos, por un período adicional de 3 años sin exceder de seis, lo que retomó la Constitución Política del Estado de Sonora en los artículos 131 y 133.

El artículo 131 se refiere a las reelecciones de presidentes municipales, síndicos y regidores que hayan sido electos popularmente por elección directa (a través del voto libre, directo, secreto) así como de aquellas que lo fueron por elección indirecta o por nombramiento o designación, o bien de quienes hayan accedido al cargo mediante candidaturas independientes en cuyo caso solo podrán ser electos de manera consecutiva por la misma vía independiente sin que puedan ser postulados por algún partido político o coalición.

El artículo 133 a su vez, indica que, en el caso de postulaciones, solo podrán ser realizadas por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que lo hubieren postulado inicialmente (2018), salvo que haya renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato.

Ahora bien, para poder acceder a la posibilidad de ser candidato a puesto de elección popular, no se debe tener el carácter de servidor público, a menos que no haya ejercido o se separe noventa días antes de la elección, salvo que se trate de reelección del cargo o de aquellos que desempeñen un empleo, cargo, comisión o servicio de cualquier naturaleza dentro del ramo educativo público en cualquiera de sus tipos, modalidades o niveles, sea municipal, estatal o federal. Esto último abarca un muy amplio abanico de posibilidades que no estoy segura de que sea algo saludable. Habría que profundizar en esta parte en columna posterior.

La reelección municipal es una figura que apenas en el 2021 habrá de tener vida real, es decir, en los hechos. Para empezar, existe un candado viejo y oxidado ya que en México opera un sistema electoral que está en manos de los partidos políticos y la figura de las candidaturas independientes es nueva. Mal inicio. Esto implica que si existen administraciones municipales deficientes que deseen reelegirse, tienen a su disposición recursos económicos, financieros, humanos y tecnológicos. ¿Cómo el ciudadano va a distinguir la casi transparente línea entre la actividad municipal del trienio en cuestión con el ejercicio soterrado de promoción de imagen del presidente, síndico y regidores para una posible reelección?

¿Qué contrapesos reales existen al interior de los ayuntamientos para que la vigilancia del quehacer municipal sea la que se debe imperativamente realizar, sin desvíos políticos? 

 Las autoridades municipales argumentarán que es en atención al cumplimiento de los planes de desarrollo y no se duda en que así pueda ser. La cuestión son los efectos que se pretenden en el ánimo del electorado y la intencionalidad de quienes buscan la reelección; la forma en que se promueve la imagen, los tiempos en que las obras se concluyen, las inauguraciones de obras, proyectos y programas con una sospechosa coincidencia con el calendario electoral, entre otras cuestiones. La suspicacia está a flor de piel pese a que una de las bases de la reelección fue el establecer este mecanismo para evitar conductas no apropiadas de los gobernantes de elección popular durante el tiempo de su encargo.

Pienso que en este sentido se trató de proteger un ejercicio saludable del trienio de que se trate, a raíz del desencanto ciudadano de constatar una y otra vez que los funcionarios cambian de nombre, pero las acciones nocivas y la corrupción son las que campean en las oficinas. El asunto es que no se blindó de bien a bien el tiempo entre el ejercicio de la actividad gubernamental municipal (aunque igual sucede con diputaciones y senadurías) y el tiempo que transcurre durante el momento del registro para una probable reelección y la continuación del ejercicio del poder dado que los munícipes permanecen en su encargo. El escenario es simple: Continúan como presidentes municipales, síndicos y regidores cumpliendo el período de su encargo y a la vez son candidatos para reelección, si así lo hubieran solicitado y aprobado el órgano electoral correspondiente.

La situación no es sencilla. Máxime que como arriba se señala, los contrapesos escasamente existen. Una gran parte de responsabilidad la encontraríamos en los regidores de representación proporcional, pero la mayoría relativa se encuentra en otra parte.

Los partidos políticos escasamente han sacado la cabeza. Quizá en una o dos acciones de ciertos municipios que por su complejidad y cantidad de habitantes han provocado discrepancias y movimientos políticos ciertamente tibios, pero no han trascendido grandemente. En esta época de pandemia del SARS-COVID-19, cuando los partidos políticos debieran estarse pronunciando, generando ideas, proveyendo insumo intelectual, fomentando entre su electorado - ¡vaya! - el seguimiento de los protocolos de salud, ha dejado a sus militantes y simpatizantes a la deriva. Aunque suene tétrico y fatal, el padrón electoral es, con mucho, la constancia fehaciente de fallecimientos que tal vez no debieron ser. La depuración de este documento se antoja francamente dolorosa habida cuenta de la pandemia. 

¿Cuánto del presupuesto que tienen asignados los partidos políticos se habrá destinado a campañas de concientización en torno al Covid? Al parecer, la mayoría simplemente se cruzaron de brazos. 

Me pregunto con qué discursos habrán de convencer a los votantes durante la época de elecciones. Con qué palabras tratarán de llenar el vacío presencial que tienen ahora. Ahora que se requiere el apoyo de ellos hacia el electorado. ¿Cómo solicitar el apoyo de sus militantes y simpatizantes a la vuelta de pocos meses? ¿Qué aviesas fórmulas habrán de utilizar? Se toparán con una ciudadanía muy lastimada desde el Covid, falta de empleo, desempleo, crisis económicas familiares, proyectos de vida truncados, jóvenes estudiantes que desertarán de las escuelas porque primero es buscar el sostenimiento económico familiar.

Los partidos políticos en general ni siquiera se encuentran realizando una evaluación seria y objetiva de los planes de desarrollo municipal ni existe una participación ciudadana que permita hacerloY ambas son necesarias. Cuando se presentaron los Planes de Desarrollo Municipal, nadie preveía que se nos venía una pandemia que requeriría esfuerzos extraordinarios de los ayuntamientos, estados y federación. Esta última primero asumió el mando general para al final regresar la competencia a estados y municipios. Al menos para los municipios ha sido una experiencia apenas sostenible: los recursos económicos con los que cuenta son escasos, las necesidades sociales no acaban y la exigencia del cumplimiento del plan municipal de desarrollo no para.

¿Qué elementos tendrá el electorado para tomar decisiones a la hora de emitir su voto? A nivel mundial, en las reelecciones un aspecto fundamental es el voto razonado a partir de la información precisa que exista sobre el desempeño municipal, la transparencia en el ejercicio del poder, la rendición de cuentas, las auditorías abiertas, el acercamiento ciudadano a las sesiones abiertas de Cabildo, la transparencia en el otorgamiento de concesiones, permisos, licencias, en fin, de toda aquella información que muestre y demuestre honestidad, rectitud, responsabilidad y que sobre todo genere confianza ciudadana. Esto se logra en el transcurso de los tres años, no a partir de un vertiginoso calendario electoral.

En la segunda parte de esta columna, abordaremos un tema complementario a este y que puede brindarnos algunos aspectos interesantes sobre el ejercicio del servicio público en épocas de reelecciones. 

Al final de cuentas, la libertad que a simple vista parece que favorece a quienes pretenden una reelección, no es ni simple, ni sencilla, ni segura. Lo analizamos mañana. 



La fuerza de lo moral según AMLO: Mafia y narcotráfico en México



fotografía tomada de Google.com
Las redes sociales se han desbordado por la declaración de hoy del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que la violencia específicamente contra la delincuencia organizada/actividades ilícitas, es cero tolerancia y confrontación -dijo-es la nada debido a que hay un consenso general de la sociedad de vivir en paz.

No conforme con esto, hizo un llamado a los delincuentes a reconsiderar su postura, que piensen no solo en ellos sino en sus familiares, en el pueblo, en México. No son palabras tiradas al aire por un presidente de escritorio o proclive a la corrupción y los delincuentes lo saben. Lo saben. 

Aseguró que la fuerza moral del gobierno es más poderosa que la fuerza física, que la fuerza bruta y que desde luego es mejor la inteligencia que la fuerza. Cohesionar un grupo de colaboradores bajo la premisa de lo moral y la inteligencia, equivale a más que tener un enorme armamento bélico al servicio de la corrupción. Y AMLO lo sabe.

 Muchos tuiteros y comentaristas se han desgarrado las vestiduras con las declaraciones de AMLO quien con firme postura ha reiterado en distintos foros tal postura. Quisieran tal vez ver la violencia de antaño, los enfrentamientos entre cárteles vs cárteles apoyados por el mismo gobierno, según fuera cuál de aquellos pagara más para venderse al mejor postor. Cifras alarmantes de muertos y desaparecidos fueron la constante en los sexenios anteriores. La corrupción galopaba en nóminas escandalosas que periódicamente el narco entregaba a las autoridades locales, estatales y federales hasta llegar a la cúspide. Se dice que el Mayo Zambada en alguna ocasión se quejó de que era tanto lo que se pagaba por la corrupción de los servidores públicos, que realmente estaba trabajando para ellos

El problema del narcotráfico que incluye delincuencia organizada y una ristra de actividades ilícitas que de ello deriva (cohecho, corrupción, tráfico de influencias, homicidios, desapariciones, etcétera)son consecuencia directa de aquel mal que flagela a la sociedad. Es y ha sido el pan de cada día desde sus inicios significativos allá por los finales de los años setenta. Desde entonces el esquema ha sido relativamente el mismo independientemente de la autoridad en turno, sea de cual sea el partido político en el poder. Prebendas, corrupción de cuello blanco y de cuello callejero; de cuello 16, 14, incluyendo el dar cuello. ¿Realmente existió alguna venturosa ocasión un plan estratégico de gobierno para desmantelar a estos grupos de poder? Mucho ruido y pocas nueces. Burdo maquillaje político a granel.

Los intereses y planes que acaso habían estaban enfocados en apoyar a uno u otro cártel  para que estos a su vez colaboraran con el gobierno en turno aventándoles con pequeñas o medianas carnadas para que la autoridad anunciara con bombo y platillo el haber atrapado a tal o cual delincuente. Algunos de ellos fueron trasladados casi inmediato a los Estados Unidos de Norteamérica vía acuerdos con la DEA  y gobierno de EEUU que a raíz del Plan Mérida tuvieron una presencia oficial más significativa en este combate que tanta muerte y adicciones provocaba entre los mexicanos, amén de que el destino de la droga era para EE. UU. y países europeos. El camino de la droga y las armas va dejando caminos de muerte.

El lenguaje de la delincuencia organizada y grupos de poder ha sido el dinero. Paradójicamente este mal social ha dado paso a una cultura lamentable: canciones escritas para ensalzar la muerte de tal o cual narco, su “brillante” actividad ilícita, su arrojo y temeridad. Sus carros, dinero, mujeres y vida recia han sido émulo para aquellos jóvenes que aspiran a serlo, algo así como el reemplazo generacional. De alguna manera las series, novelas, libros que se producen en torno al tema construyen una apología del delito que no parece parar pese a tibias regulaciones legales. Solo basta observar en Netflix las puntuaciones que obtienen las series del Chapo, del Señor de los Cielos y otros. Estrellas de oro. Deberían ser de sangre, pero bueno, la mercadotecnia es así.

Tanto el gobierno corrupto de antaño como el de los cárteles tenían muchos acuerdos y desacuerdos pero solo un hilo conductor: El dinero, la corrupción, la compra burda y vil traducida a dólares a cambio de información, de pitazos, de encubrimiento y hasta de protección. Es el lenguaje al que están acostumbrados, el del dólar y la sangre. Es en el que se sienten cómodos. Sacarlos de ese contexto los pone incómodos, se inquietan, no atinan a pensar, se sienten desprotegidos. No es un lenguaje con el que estén familiarizados.

Pero ese lenguaje es el que entienden. El del dinero y el de las armas. El poder monetario y el poder de la fuerza.

Entonces, nada debe extrañarnos la declaración de AMLO. 

El presidente no es una perita en dulce ni es una persona corta de luces. Al contrario. Es un viejo lobo de mar. Diría que es vago positivamente hablando; entiende que debe conducir la política de la paz y el combate en el terreno de la moralidad y la decencia. Está buscando atraer a esa pléyade de delincuentes a su terreno y no al viejo y vetusto esquema que antaño funcionaba como reloj suizo y que aquellos conocen muy bien.

Sabe que llevarlos a ese espacio creará condiciones mínimas indispensables para dar salida a este viejo problema social que ha lastimado y lastima a miles de familias. Es el lado más frágil de la delincuencia porque simple y sencillamente no tienen moral y su lenguaje no es la paz. Ismael el mayo Zambada ya es un hombre de edad avanzada. Como cualquier ser humano seguramente habrá de desear ya un buen arreglo y dejar de andar a mata de salva, ponerse sus pantuflas y disfrutar un buen café sin tener que dejarlo a medias por tener que huir y ya no con la agilidad de antaño. Ni las ganas. No sé si esas pantuflas lo esperen en una cárcel o en un lugar desconocido, pero analizando la condición humana básica, física y biológicamente está llegando a la última recta. 

Desconozco los alcances visionarios o caprichosos de los hijos herederos de la vieja guardia del narcotráfico, pero siendo que tuvieron la escuela de sus padres, es fácil adivinar que las estrategias serán más o menos las mismas. En ese tenor ¿Qué se puede esperar? ¿Ataque frontal para generar mayor violencia? Ya vivimos en carne propia que no es el camino. 

No me voy con el romanticismo puro de la no violencia pues es claro que el mundo del hampa posee armamento sofisticado que no dudará en utilizar -como lo ha hecho- cuando sea indispensable para ellos. Pero el hampa más equipada nunca podrá rebasar al del gobierno que posee armamento e inteligencia para operar adecuadamente sobre la base de la no corrupción, del profesionalismo, de la honradez y del cumplimiento auténtico del deber, no de aquel simulado que se traducía en portafolios rebosantes de dólares. Ahí está la historia del colombiano Pablo Escobar Gaviria, que prefirió confrontarse con el gobierno para caer finalmente caer abatido.

Ningún acto de violencia tiene el respaldo de los ciudadanos, recién dijo AMLO. La gente no celebra tales actos, lo que prefiere es el uso de la inteligencia militar, policiaca, puesta verdaderamente al servicio de la nación.

Miles de millones de pesos del presupuesto federal se van al combate al narcotráfico y sus derivados. Ya basta. Entre más se asignen recursos, si no se detiene la corrupción interna gubernamental, es de alguna manera, estar financiando a estas lacras sociales con dinero público.
  
No es un acto de candidez que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya hecho un llamado a la delincuencia a reconsiderar su situación. No es una frase tirada al viento ni es un acto de bondad presidencial.


No lo es.




Ese misterio llamado PIB, Producto Interno Bruto



Los ciudadanos comunes sentimos cierto rechazo a temas que consideramos que son para economistas o estadistas. Siento que, con mucho, ha sido una torpeza del sistema educativo nacional de todos los tiempos, el no poner el acento desde las aulas primarias a aspectos tan medulares como es el crecimiento económico del país y las formas de medirlo. Al final de cuentas, es algo que necesariamente habrá de incidir en el desarrollo personal y profesional de los estudiantes desde sus primeros años. ¿Porqué no entonces introducirlos a estos temas? 

Uno de los temas que está sobre la mesa de las economías internacionales es el concepto actual del Producto Interior Bruto (PIB), indicador económico que refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios finales (los que el consumidor final compra) producidos en un país en un determinado tiempo; normalmente se calcula por trimestre y año. Por decirlo de una manera coloquial, es una forma de medir la riqueza de un país. Es una contabilidad nacional, vaya. 

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indica cada tres meses y después anualizado, cuál fue el crecimiento del PIB. Mucho gusto, opinamos sarcásticamente una gran mayoría de mexicanos que no entendemos nada sobre ello. En realidad, no es así, dado que el poder adquisitivo personal va intrínseco en tales mediciones y escasamente lo percibimos. Acorde al actual concepto del PIB, los porcentajes de crecimiento o decremento de aquel nos van indicando si la salud de la economía se recupera, si avanza o no, en un contexto global por país o por región. Si aumenta, es un indicador de mayores posibilidades de empleo, de sueldos, de mayor poder adquisitivo y por ende de elevar el consumo de bienes y/o servicios. Si se deprime, sucede lo contrario.

No es algo tan sencillo, desde luego. Pero a grandes rasgos así es. Este indicador PIB provee información, además, para la búsqueda de nuevas políticas públicas centradas en el valor del bienestar social, sin embargo el indicador base es netamente de carácter económico. ¿Cómo conciliar esto?

Lo anterior viene a colación debido a que recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que en vez de crecimiento se debe hablar de desarrollo y en vez de hablar del PIB se debe hablar de bienestar y en vez de material, se debe pensar en lo espiritual. Ante esto, un alud de críticas y otras a favor de su postura. Pero es claro que a partir de la pandemia del COVID-19 las mediciones en todos los ámbitos deben cambiar o modificarse ¿Porqué no el PIB? 

Cabe precisar que no es con la desaparición del PIB como vamos a mejorar, pues es claro que lo que no se puede medir no se puede mejorar, pero sí es oportuno crear un índice alternativo que mida el bienestar, la desigualdad, la felicidad del pueblo. La empresa World Happiness Report realiza cada año esta última medición. En una lista de 150 países, el de mayor felicidad es Finlandia con 7.81 (en un rango de 0 a 10) y el menos Afganistán. México ocupa el lugar 24[1]. No es algo superfluo si consideramos que ninguna economía saludable sustituye a la felicidad de los individuos, traducido como índice para una vida mejor, como bien indica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE[2]. Es tener salud, buen empleo, disfrutar de un buen balance vida-trabajo, seguridad personal, redes fuertes de amistades, vivienda, igualdad, satisfacción ante la vida y prosperidad. 

A manera de comparación simple, ¿De qué sirve que una familia posea grandes riquezas si ninguno de los miembros es feliz, si no se tiene tranquilidad o paz, si existen conflictos, si se generan constantes pleitos centrados en la economía y no en la felicidad de cada uno y de todos? Lo mismo sucede con los países y las naciones respecto al PIB.  Una economía saludable no garantiza el bienestar de todos.

Veamos algunas posturas de jefes de estado y de gobierno:

En 1972, Jigme Singye Wangchuck, rey de Bután (Asia)  propuso un indicador nacional que denominó Felicidad Nacional Bruta (FNB). Esta fue su respuesta a los constantes señalamientos por la pobreza económica de aquel país. El problema es que en aquel tiempo el concepto no era medible internacionalmente por la subjetividad que implicaba el concepto. Pero la remembranza sirve para indicarnos los inicios de esta nueva medición relacionada intrínsecamente con el ser humano más que centrada en la economía.

Jacinda Ardern, actual primera ministra de Nueva Zelanda recién indicó que, aunque la economía de ese país es saludable (con un crecimiento del 2.5% del PIB en 2019 y 2.9% en 2020) no es algo de lo cual congratularse. Arden es una de las primeras gobernantes que afirma que la prosperidad macroeconómica no va necesariamente acompañada de una mejora material para la población. Ese país tiene una tasa estancada de propietarios de vivienda y los índices de suicidio se elevan, en tanto que la gente necesita cada vez más el apoyo de asistencia social. Así que a partir del 30 de mayo de 2020 el PIB desaparecerá de aquel país y se instaurará un nuevo índice: el de bienestar de la ciudadanía, como herramienta que medirá varias variables como son:  pobreza general e infantil, violencia doméstica, salud mental, identidad cultural, medio ambiente, vivienda, vínculos sociales, rehabilitación de presos entre otros. 

Jacinda Ardern afirma que el desarrollo del tejido social es relevante: “Hacer un nuevo amigo puede tener el doble de importancia que la capacidad del ciudadano de ir al departamento de emergencias”

Tal vez para países de primer mundo como Nueva Zelanda, esto sea posible. Considero que nosotros no estamos aun preparados para ello. Nos falta recorrer un largo camino a punta de transparencia, cero corrupción, educación y salud de calidad, erradicación del narcotráfico. Nada sencillo, pero tampoco imposible. 

Un primer paso nos acerca más que quedarnos estáticos. 

Hoy por hoy el PIB como herramienta de medición en México es útil para muchos propósitos económicos y para la toma de decisiones de política pública pero no para medir el éxito económico y de felicidad de las personas. Dicho de otra forma, el vínculo entre el crecimiento general y el ingreso personal se esfuma, a menos que seas Carlos Slim, German Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Baillères y otros cinco o seis más. De la felicidad de ellos, será otra historia. 






[1] https://worldhappiness.report
[2] https://www.oecd.org/centrodemexico/medios/la-clave-para-alcanzar-la-felicidad-radica-en-tener-salud-y-un-buen-empleo-ivm.htm

El día de la marmota y el COVID-19

imagen tomada de Google.com
Recuerdo los primeros días en que, asombrados, leíamos y escuchábamos las noticias sobre un virus que provenía de China. ¡Se veía tan lejano! ¿La información argumentaba que había aparecido por primera vez en una ciudad de aquel país, Wuhan… Wu… qué? Nos preguntábamos. De inmediato procedí a leer como quien lee una noticia más de una enfermedad más, de un país lejano, pensando que la distancia respecto a aquel país oriental era tan grande que aquí no pasaría nada, aunque sin dejar de lamentar los estragos que estaba causando en corto tiempo. Pensé, como simple mortal que soy, que no tardarían en controlar al dichoso virus. No creo haber sido la única que pensó igual.

Como suele pasar en nuestro folclórico país, no tardaron en aparecer los memes haciendo alusión al coronavirus. Jocosos, ingeniosos, creativos, provocaban nuestra risa y desparpajo tan mexicano. Y no es que seamos indolentes o faltos de sensibilidad. Nuestra cultura es una cultura que se burla hasta de la muerte. ¿Porqué no de un virus? Rápidamente nos dimos cuenta de que esto era distinto. Que la expansión exponencial ponía en jaque a la ciencia médica, a los sistemas de salud de todos los países, a la economía global, a nuestros empleos y a las empresas. Nos empezamos a llenar de miedos, de temores, fundados o no, pero aterrados. ¿Qué es lo que estaba pasando? Nos mirábamos con rostros interrogantes.

De repente nos indicaron que teníamos que confinarnos en nuestros hogares. ¡¿Cómo que confinarnos?! Sí, y no se sabía de bien a bien por cuanto tiempo. La consigna era (es) Quédate en tu casa. Pues bien, -me dije- tomo mis cosas de la oficina y a encerrarme obedientemente haciendo home work desde ahí. No sabía lo que me esperaba. Supongo que una gran mayoría estábamos igual.

Traté de seguir con ciertas rutinas como levantarme temprano, hacer ejercicio, dedicar horas de trabajo fijas a mis actividades laborales, leer, escribir y ver alguna que otra serie o película. He perdido la cuenta de las horas que he pasado sentada frente a la laptop leyendo sobre el COVID-19, sobre las políticas sanitarias implementadas por diversos países, estadísticas de todo tipo, declaraciones de ida y vuelta sobre acusaciones y notas sobre si el virus fue creado o transmitido del murciélago al hombre, en fin. A las cinco en punto me siento frente al televisor a escuchar al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell y vía telefónica o por zoom convivo con mi familia y amistades. Así fue como establecí mi rutina.

Pero todo esto después de más de 48 días de encierro tiene su costo. 

Viene a mi mente la película Groundhog Day (Atrapado en el tiempo, 1993) protagonizada por el genial Bill Murray. La trama, muy resumida, refiere que el noticiero para el cual trabaja como meteorólogo Phil Connors (Bill Murray), hombre arrogante, engreído e insufrible, es enviado a un pueblo de Pensilvania para que cubra un curioso evento en el que los lugareños confían la predicción del tiempo a una marmota llamada Phil, lo cual sucede cada 2 de febrero. Esto parte de la realidad, ya que granjeros de Estados Unidos y Canadá predicen el fin del invierno cuando una marmota sale de su madriguera.

Así, una vez cubierto el evento, se ve obligado a permanecer en el lugar, pues una tormenta de nieve lo obliga a pasar la noche en un hotel. Al día siguiente que despierta, se percata que todo lo que le está sucediendo (levantarse, ducharse, vestirse, desayunar, saludar, todo) es exactamente igual al día anterior. De esta forma descubre que está atrapado en el tiempo. Día tras día es igual. Solo algo va cambiando: su estado anímico. Pasa de la angustia a la desesperación, al miedo, a la pérdida de la realidad, a la depresión, obscuridad y finalmente al reencuentro consigo mismo y con su entorno. Es entonces que se rompe el hechizo del tiempo.

Uno navega por las redes sociales y se percata de las un y mil reflexiones que se intelectualizan: Que si es tiempo de cambiar conductas y actitudes, que si es momento de revisar nuestras vidas y qué haremos en lo que resta, que si este alto fue propiciado por la naturaleza para que ella asumiera su preponderante lugar en el planeta, que si debemos, queremos, podemos, en fin. Habrá que ver si esa intelectualización pasa a los hechos, a las acciones.

La condición humana es gregaria. Estos espacios de obligado confinamiento, a querer y no ha impactado nuestros ánimos. Hay días -los más- en que me levanto y no paro de trabajar, tratando de mantener tiempo y mente ocupada. Hay otros en los que ni yo misma me soporto. He llorado, he reído y he meditado. Me molesto conmigo misma y después celebro algo nuevo que descubro en mí. He ocupado mi tiempo con mis dos gatos, Pablo y Matilda, aunque a veces ellos prefieren guardar la sana distancia de mí. Y los comprendo. Les estoy invadiendo un espacio que casi les era exclusivo. Pero busco que mi risa no se apague y quiero seguir escuchándome, levantarme cada mañana sabiendo que hay un objetivo por el cual trabajar, en el cual aplicarme y dar lo mejor de mí. 

Pero las preguntas obligadas de este encierro no dejan de dar vueltas: ¿Acaso he sido una  una mala persona? ¿Cuál ha sido mi desempeño personal, familiar y profesional? ¿Estoy desubicada de la realidad? Estas y muchas más preguntas he tenido que responderme. No soy perfecta. Tampoco es que dé vueltas y vueltas al pensamiento machacando ideas.   No es saludable hacerlo y menos en este confinamiento. La mente es tan poderosa que aplicada en forma insana puede jugarte malas pasadas.

Soy una humana que trata de focalizar sus debilidades y fortalezas porque deseo para mi y para quienes me rodean un mundo mejor, en el que privilegiemos las relaciones sanas, el apoyo mutuo, el celebrar los éxitos ajenos, el compartir alegrías y tristezas tal vez buscando nuevas formas de hacerlo. Más auténticas y menos egoístas. Menos centradas en el yo y más en el nosotros.

No todo pasado fue peor. No todo lo que tuvimos y vivimos antes del COVID-19 fue necesariamente malo. Pensar así implicaría echar por la borda años de vida. Acaso es como la película Atrapado en el Tiempo, acaso lo que necesitamos es reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nuestras vidas y lo que haremos de ella a partir de ahora. Eso, o elegir vivir el Día de la Marmota hasta el final de nuestros días. 

El virus del COVID-19 nos está dejando una gran lección. Quedarnos en las frases bonitas, en los memes positivos, en el mensaje de palabras para quedar bien pero no para sentir y actuar en consecuencia, esa sería la verdadera pandemia personal. 

Y ahora… la segunda curva

Si algo debemos conservar en estos momentos el colectivo nacional es la memoria histórica. Estoy cansada de tanto sexenio fallido para la mayoría de los mexicanos y exitoso para un reducido número de privilegiados del club de la corrupción, de la impunidad y la ignominia; estoy hastiada de ser depositaria obligada a pagar deudas públicas generadas por gobiernos corruptos que con mucho, han afectado proyectos de vida y carrera de miles, si no millones de mexicanos que para rematar nos vemos obligados a contemplar imágenes de niños millonarios hijos de papá corrupto que alegremente juntos o separados pasean por el mundo exhibiendo sus aviones, bolsos y ropa de marca. 

Estoy harta de eso. 

Por eso y más me encuentro sumamente interesada en las medidas que el gobierno federal está implementando primero en lo sanitario y después en la consecuente recuperación económica. Me rehuso a vivir la segunda parte de mi vida soportando, lamentando y pagando deudas ajenas y/o para que unos cuantos se llenen las bolsas en tanto nosotros no hemos podido ni siquiera asegurar los términos exactos de jubilaciones dignas y porque pienso en los que vienen atrás de mi generación. Lo menos que podemos hacer es allanarles un poco el camino. Porque ¿cómo sostener un plan de vida personal si al final de cuentas está sujeto al sexenio en turno cuyo ejercicio en el poder nos ha llevado cada vez por distintos derroteros? 

Apenas el domingo pasado el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer el Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo, enfocado en hacer frente a la crisis que se está generando por la pandemia del Covid-19 así como la dramática caída de los precios del petróleo. Enunciativamente el programa contempla la creación de 2 millones de empleos en nueve meses, apoyar con 2 millones de créditos a pequeños empresarios, reducir salario y eliminar aguinaldo a altos funcionarios gubernamentales federal, conservar estímulos a los precios de las gasolinas, reembolso inmediato a los contribuyentes del impuesto al valor agregado (IVA), y mantiene en firme sus varias cerezas del pastel: la construcción del Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería Dos Bocas.

De los variados tintes de crítica hacia este programa destacan el no rescate de empresas y bancos, así como no convertir las deudas privadas en deuda pública, los no privilegios fiscales, cero gasolinazo,todos estos rubros en los que tenemos francas historias de terror que impactaron de la misma forma a millones de familia y miles de pequeñas y medianas empresas. 

Por su parte, el Consejo Coordinador Empresarial, inconforme con el programa de reactivación de AMLO, convocó a las organizaciones sociales, sindicales, y organismos, a integrar un Acuerdo Nacional a favor de México con el ánimo, se dijo, de enfrentar la pandemia del Covid-19 y salvaguardar el empleo, los salarios y el ingreso de las familias. Para ello proponen cinco medidas para apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas (MPYMES) como es que las grandes empresas acojan a un negocio pequeño; realizar compras adelantadas aunque la mercancía se reciba después, pagar a proveedores en un lapso no mayor de 30 días, generar una plataforma de factoraje y la no penalización evitando un periodo de sanciones contractuales entre particulares. 

Sin embargo no recuerdo un momento en el que las grandes empresas no hayan utilizado como escudo a las MPYMES como plan perverso para alcanzar sus propios fines.

Por otro lado, si los grandes empresarios buscaban condonación de impuestos, esto no será posible gracias a la reciente reforma constitucional contenida en el Artículo 28 que prohibe condonaciones y exenciones. En realidad esta reforma es un blindaje gubernamental cuyo fondo fue un pantanal sexenio tras sexenio. Por eso la insistencia en que la memoria colectiva no se pierda o difumine.

Así las cosas, los mexicanos nos encontramos ante dos polos -uno público y otro privado- que no logran conciliar entre sí para la recuperación económica que se viene.

Nos hemos enfocado en una parte del problema que naturalmente es el de mayor relevancia: reducir significativamente la velocidad del contagio del Covid-19 para evitar que los hospitales colapsen con la consecuente pérdida de vidas humanas que matemáticamente expertos han calculado. Las medidas de contención para aplanar la curva del contagio han sido duras pero necesarias. Ahora bien, el confinamiento implica que alguien o algunos deben asumir esos costos económicos. ¿Es responsabilidad exclusiva del Estado o del gobierno hacerlo? O peor aún, ¿Tiene el Estado la capacidad económica suficiente para afrontar una pandemia que por definición es impredecible?

¿Qué está pasando con una gran cantidad de personas que no tienen empleo o que viven el día a día con sus ingresos? ¿Qué con las MPYMES, con los bancos?

Sucede que así como cada día analizamos el índice de contagios por este virus que nos está atacando, (visualizado a través de una imagen de campana con la cual estamos cada vez más familiarizados), también tendremos que considerar la otra campana, la otra curva que es la económica, como una realidad que está ahí, por dura que sea como lo afirma Richard Baldwin, experto en la materia y académico de las universidades de Oxford, Massachusetts y Columbia quien insiste en que no hay una disyuntiva entre salvar vidas y salvar la economía pues es un falso dilema. Uno le sigue al otro.

El caso es que seremos contagiados por el virus y/o lo seremos por la crisis económica. 

Es aquí donde el gobierno está obligado a tener una firme política de rescate para proteger la economía. En algún momento, en algun punto en el tiempo la curva del Covid-19 se va a aplanar, eso es una verdad absoluta. ¿Qué haremos entonces? Miles de personas sin empleo, cientos de empresas cerradas, economías familiares colapsadas, proyectos de inversión tirados al caño junto con miles de empleos que no llegaron a ser. Egresados de Universidades con título en mano tropezándose unos con otros, planes de vida y carrera en la zozobra.

Si las políticas de aplanamiento de la curva sanitaria se exponen día por día tanto por el presidente AMLO como por el subsecretario de Salud López Gattel, como prioritariamente corresponde, se insiste en que las políticas de rescate económico no deben quedar atrás. Francamente no estamos preparados en México para dos crisis consecutivas y sobre este tenor el gobierno y cúpulas empresariales, bancarias, industriales y demás, deben trabajar de la mano.

Trabajar de la mano, no a manotazos ni gasolinazos ni rescates millonarios para que como antaño, con la complacencia de gobiernos nefastos en conjunto con grandes empresarios se creen organismos como  el patético Fobaproa de 1990 (Fondo Bancario de Protección al Ahorro) en el que la mayor cantidad de los recursos (60%) fue para el rescate bancario, con un impacto del 14.5% del Producto Interno Bruto; aquella deuda la seguimos pagando los mexicanos gracias al ex presidente Ernesto Zedillo quien convirtió en pública las deudas y obligaciones de las empresas, aunque la corrupción y el desaseo en estas medidas financieras iniciaron con otro ex presidente, Carlos Salinas de Gortari, autor intelectual del dichoso Fondo.

El cambio de paradigma en las actuaciones gubernamentales es vital para que los mexicanos tengamos credibilidad, no hay lugar a equivocaciones ya que la pandemia exige la aplicación de grandes recursos económicos que se obtendrán precisamente de la recaudación fiscal, de algunos fideicomisos públicos (pasada esta etapa será necesario que se transparente el ejercicio de estos), reducción del gasto corriente de los tres órdenes de gobierno, que los quince grandes empresarios morosos cubran los cincuenta mil millones de pesos que le deben al SAT, entre otras acciones a implementar sin demora.

El no contraer deuda pública y tener considerada esta opción como último recurso es algo positivo para la estabilidad económica. Cualquier otro en el pasado hubiera corrido a arrodillarse ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de apretarse el cinturón o de exigir lo que se adeuda al SAT.