Cosas de Reyna

Trabajar o no trabajar

Siempre he considerado que la ciudad donde uno vive y realiza sus actividades cotidianas, es en términos generales, la casa grande que todos compartimos. En un amplio concepto así lo es y por ende estamos obligados a mantener este lugar en orden y limpio.


Por eso resulta frustrante ver como hay personas que sin recato ni pudor tiran basura a diestra y siniestra: ¿Quién no ha presenciado a aquella persona que solo baja su ventanilla del carro y tira botes, bolsas, papeles, etcétera? Vecinos que jamás limpian el frente de su casa o que simple y llanamente su basura se acumula para beneplácito de animales domésticos que se encargan de desparramarla con las consabidas molestias para los demás.


La pinta de bardas y paredes se ha vuelto común: De un tiempo a la fecha han aparecido edificios, comercios, casas habitación, con grafiti en la parte alta precisamente de ellos. Pareciera que los grafiteros se han puesto de acuerdo en no dejar edificio vivo. ¡Es tan molesto ver las ciudades pintarrajeadas! Estoy segura que los dueños de esos espacios se han de sentir aun más fastidiados porque representa una carga económica más al tener que quitar el trabajito de aquellos, pues daña la imagen del local o comercio. Al parecer la lucha la van ganando los grafiteros, tristemente.

Hace poco leí que alguno de los brillantes diputados de Sonora propuso que se elevara a delito grave la pinta de bardas en cuestión. Bajo esta perspectiva, cualquier acto por menor que sea, pudiera elevarse a dicha categoría al momento que el legislador lo dispusiera. ¿Creerán los gobernantes que al hacerlo están cumpliendo la parte que les toca? Creo que se está dejando de lado lo que implica ejecución de ley: ejecutar es hacer, es atender la disposición general a través de distintos actos tendientes a que se cumpla con el espíritu de la norma a su exacta observancia. Nadie en su sano juicio pensaría que a mayor cantidad de leyes mejores sociedades tendremos. Esto no es tan simple.


En la medida que tengamos una administración pública eficiente y eficaz, será posible entonces tener mayor armonía entre la ley y su ejecución, lo que a la postre derivará en una sociedad desarrollada en todos sus ámbitos… si nos aplicamos todos.


Para tener una administración eficiente y eficaz se requiere muchísimo más que buena voluntad o sonrisas de fotografía. La sociedad merece respeto allende al discurso. Una forma de demostrarlo es que quienes ostenten un cargo público sean los mejores perfiles por su capacidad y competencia en la materia de que se trate. En épocas de austeridad como las que estamos viviendo, jugar a ser funcionarios representa una irresponsabilidad que debemos señalar cualquiera que sea el caso y no esperar por ningún motivo, a las épocas electorales para hacerlo. Es aquí y en el ahora cuando debemos actuar como ciudadanos comprometidos. Curiosamente las autoridades mencionan una y otra vez que gobiernan para todos. Pero cuando se les reprocha alguna cuestión, son ellos quienes descalifican a quien se atreve a hacer algún señalamiento argumentando que lo hacen porque pertenecen a otro partido político. ¿Quién les entiende?

La política de gobierno es en estas épocas es de austeridad, según han dicho.


Al igual que tantas personas, entiendo por austeridad trabajar y producir mejor con iguales o menos recursos. Es encontrar los talentos más destacados en sus áreas para que se ocupen de administrar de la mejor manera posible. Producir más y ser excelentes al hacerlo. Es tener la suficiente creatividad e iniciativa para actuar aun mejor que si se estuviera en época de bonanza, que por cierto tampoco conocemos los mexicanos.


Si ya estamos pagando -y muy alto por cierto-, el precio de tener gobernantes -de elección popular- torpes e ineficientes, no permitamos que además se elijan funcionarios incompetentes sin mayor mérito que el haber participado en tal o cual campaña política o bien por alguna otra obscura causa habida ahí mismo. No es la manera más brillante ni atinada ni comprometida de querer actuar con responsabilidad social y política ante los gobernados. Es burlarse (más) de los votantes y de la sociedad. Es actuar como asaltantes de la cosa pública, arrebatando y repartiéndose el botín.


Si el gobierno está aplicando medidas de austeridad, nosotros como ciudadanos estamos obligados a apoyarlo y denunciar, sí, denunciar públicamente cuando exista torpeza, ineficiencia, negligencia y desgano en la labor pública. No es correcto que sigamos pagando por los actos irresponsables e inexpertos de los servidores públicos. Cuesta demasiado. Implementemos ya una cultura política permanente de denuncia pública aunque para hacerlo debemos tener la voz completa: Hagamos la labor que nos atañe como empleados, trabajadores, estudiantes, maestros, amas de casa, jornaleros, empresarios, etcétera, un verdadero trabajo. Trabajar enaltece, brinda dignidad, orgullo y honor.


Ya no mas simulaciones en el hacer. Ya no mas pretextos como:


No se puede.
Mañana lo haré.
Que otro lo haga.
A mí no me toca hacerlo.
No fue/es mi culpa.
Si aquel no trabaja, ¿porqué lo debo hacer yo?
Mejor me incapacito para no venir a trabajar.
Es que no sabía que era para ahora.
Nadie me dijo que tenía que hacer eso.
No tengo tiempo.
Nadie se va a fijar.

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Carta a María Magdalena

Queridísima y apreciada María Magdalena:

Espero que al recibir la presente, estés gozando de la vida celestial al lado de tus seres queridos, como corresponde. Yo acá bien, gracias a Dios.

Aunque dialogo contigo en múltiples ocasiones, desde hace tiempo tenia la inquietud de escribir esta misiva. Sabes que mi cultura religiosa es algo escasa. Ante ese supino desconocimiento, tu persona y vida me causan tanta curiosidad, tanto interés –que no de tipo morboso para nada, conste- porque bueno, eso de que estuviste tan cerca de Jesucristo ha de haber sido ahora sí que una experiencia religiosa sensacional, querida. Mira: entre más leo, más ideas vienen en torno tuyo, tantas como interrogantes personales se presentan con ello. No conforme con eso, poseo una mente bastante libre y aunado a que me gusta pensar, atar y desatar cabos, ¡pues ya sabrás! Digo, discúlpame pero así ha sido.



He tejido ideas, creado y recreado escenarios. No te molestes, no quiero ser irreverente ni invadir la privacidad que cuidaste y protegiste con tanto esmero. La discreción demostrada en todo momento es digna de encomio: Entre ser señalada o poseer fama y fortuna, optaste por lo primero, tal vez incluso sin pensar. Querida, sé que el objetivo valía con creces la pena, aunque eso no te quita mérito y reconocimiento. Al contrario. ¡Bravo, amiga!



¿Estás enterada que Dan Brown escribió sobre ti en su novela El código Da Vinci hace ya algunos años? ¡ Uy si vieras la revolución que se ha desatado desde entonces! . Por supuesto que antes de esa magnífica novela había voces y susurros alrededor de tu subyugante historia, pero nada que no se pudiera mas o menos controlar por los interesados. Andanadas de elogios, aludes de críticas, manifestaciones de tus tantísimos fans, pero también de otros que no lo son, con la pena.

Mira que si estuvieras aqui, no terminarías aún de firmar autógrafos. Los reflectores de Hollywood te tuvieran ciega materialmente y Oprah no acabaría de entrevistarte con mil y un cuestiones que abordar desde distintas ópticas. Si te digo, esto es un caos y tema que no acaba. Eres como quien dice la comidilla en círculos sociales, religiosos y hasta políticos. Imagino a la gran Oprah entrevistándote, entrando a tu vida mediante sus inquisitivas preguntas sobre tus distintos roles de mujer, de dizque prostituta, de amante, de líder, de cercanía a Él, de quien se dice que recibiste grandes enseñanzas ideológicas de las cuales algunas no trasmitiste a Pedro. Mujer forever, siempre guardando algo para ella. Porque sí te reservaste algo ¿no es así? Oprah hubiera hecho lo suyo. ¡Si la conocieras!

¡Que vida tan agitada, querida amiga! Fuiste y serás por siempre reconocida como mujer intensa, leal, apasionada, entregada a sus ideas y causas plenamente convencida aunque en ello corriera grandes riesgos. De entre todos los personajes bíblicos, destacas por tu hechura humana con debilidades, tropiezos y virtudes. Porque cometiste hierros y aciertos. Porque supiste ser y estar. A lo mejor es por eso que te sentimos tan cerca y gozas de tantas simpatías. Además sabias reír y también derramaste lágrimas amargas cuando tu corazón fue cruelmente estrujado. He ahí una mujer dispuesta y puesta: No medías el riesgo porque te entregaste a lo que creías. ¡Va otro enorme Bravo querida!



María Magdalena, que bárbara, sinceramente que la tuviste difícil acá: viste a Cristo crucificado, ayudaste a sepultarlo y a la vez te distinguió al ser la primera en verlo resucitado. Deveras que eres única.


No quiero entrar en el tema que tanto te duele referente a la grey católica que te encasilló en situaciones que probablemente no sean de tu agrado ni te hagan justicia. Tampoco interesa ahora hablar de Pedro, quien se molestaba contigo e iba presuroso con Él a quejarse de ti porque –en su opinión- hablabas mucho y no sabias guardar silencio como acostumbraban las mujeres en aquella época. ¡Ay! ¿Te imaginas si Pedro como mortal en este momento estuviera aquí? Seguro que se espantaba, te vería ya con otros ojos y sin hostilidad. A lo mejor hasta cambiaba de opinión respecto a tu persona y huía aterrorizado de nosotras que ahora somos más echadas para delante y difícilmente callamos. Ahora que lo pienso bien, a lo mejor por eso tu comportamiento era señalado. Si en el 2009 sucede cada cosa ¡imagínate en tu época! De plano, tu valentía es de reconocerse amiguis.




Por cierto, sabes que hay fuertes rumores de que en realidad eras la señalada para asumir el mando de la iglesia católica? No es por intrigar pero se dice por muchos que Pedro se te anticipó, por decirlo de manera suave.



Me invade la curiosidad y no puedo evitar preguntarte: ¿Realmente era Él tan guapo? Déjame decirte que ha habido pintores y escultores que lo han plasmado en sus obras de distinta manera: a veces demasiado delgado, lacerado muchas otras o bien con un rosto iluminado de alegría y otras con sombras negras, negrísimas de tristeza. El manto de Turín para que te enteres, ha pasado por innumerables pruebas. No si te digo que somos únicos en eso de buscarle y buscarle. No tenemos fin.



¿Te molestan mis preguntas y observaciones? Es que se me olvida eso de tu santidad y que debo tratarte como tal. Te suplico me disculpes y tomo como escudo de ello la amistad que nos ha unido durante tantos años. Sé que como buena amiga me vas a entender así que continúo. No te desesperes, ten paciencia y escucha:



Figúrate: hace ya más de dos mil años que estuviste acá en la tierra y poco ha cambiado en esto de ser mujer, tarea nada fácil pero a la que no renunciamos por ningún motivo ya que afortunadamente tiene enormes satisfacciones. ¿Recuerdas lo que sufriste cuando estuviste aquí? ¡Vieras amiga como te echamos de menos! Tú sí que sabes entender a las mujeres de carne y hueso, las que vibramos a la par de nuestros sentimientos, de la autenticidad en lo que somos y hacemos. Te sentimos cerca, eso ni dudarlo. ¡Que te puedo decir si lo sabes perfectamente! En resumen, nos haces falta y aplaudimos que poco a poco se va reconociendo la verdadera categoría, nivel y trascendencia que reviste la persona llamada María Magdalena.



Ya que estamos en esta franca conversación, dime que sientes cuando te das cuenta que tienes tantas seguidoras. ¡Seguro que ni te la crees! Has de pensar que te has vuelto una moda. Por cierto, me encantan los atuendos que usaban. ¿Es cierto que ese color tan bonito que aplicaban a sus telas provenía de una semilla? En algunas películas, entre ellas Ben Hur aparecen artistas con atuendos que me hubiera gustado usar, tanto como fascinado vivir aquel tiempo. Por cierto, hace muchísimos años leí Caballo de Troya. ¡Ay querida!, me provocó una crisis existencial-espiritual que para que te cuento. Era tan vívida la narrativa que sentía que andaba en aquellos rumbos.



Pero eso fue hace mucho tiempo. Creo que pasé por distintas etapas espirituales-religiosas pero aclaro que no he dejado de creer en Él ¿de acuerdo? No te molestes por favor y apelo a la cantidad de veces que tu corazón estuvo agitado, con huecos o sombrío. Se siente tan mal ¿verdad? Te digo que esto de ser mujeres intensas tiene su precio, pero ambas sabemos que todo vale la pena. ¿A poco no? Hay muchos más días de sol que de lluvia. Y la lluvia tiene tambien su encanto... así que adelante.



No quiero perder el hilo de esta conversación: como suele suceder entre mujeres, saltamos de un tema a otro sin olvidar el anterior para retomarlo más tarde. Por eso los hombres pocas veces pueden seguir el ritmo de nuestras pláticas. Ni te pregunto sobre esto. Me imagino a Maria, Marta y tú, en sus largas conversaciones privadas. Con tantos sucesos importantes que tenían en forma constante, cuando no era una cosa era la otra. No pues de seguro nunca acababan de platicar.




¿Qué te parece el reposicionamiento que estas teniendo entre la grey católica y la no tan católica? Mira, eso de que fuiste o no servidora pública no es motivo de discusión para tus seguidoras. Entiendo que en ninguna parte de los Evangelios se dice nada al respecto y por lo que a mí concierne, no es tema que me interese, sobre todo porque considero que la peor prostitución es la espiritual. Ahí si que ni como remediar.



¿Sabes que en internet aparece tu historia en millones de páginas? ¡Uy si vieras! Hay de todo: que si la historia tuya con Él es una completa mentira, que si es producto de la novela El Código Da Vinci, que si esto que si lo otro. Con todo respeto amiga, como suele suceder entre dos personas, solo ellas y nadie, nadie más sabe o conoce la verdad lisa y pura. Eso es sagrado, con perdón del término, ¿pero cuál otro para ser más contundente?.



Vale la pena mencionar que para muchas de nosotras eres una gran líder, como lo he dicho y refrendo ahora. Al final, no es relevante si fuiste o no una prostituta arrepentida. Lo significativo es que eras la discipula predilecta, tanto así que enfrentaste a Pedro en los albores de la iglesia. ¿Recuerdas la obra Jesucristo superestrella? En ella se te brinda tremendo homenaje como icono del feminismo: liberada, no sujeta a subordinaciones inútiles y sin sentido, capaz de discernir y hacer valer su opinión. Luchaste por ser tratada como una igual con los apóstoles –aunque sabemos que en múltiples ocasiones los superabas- ¡Caramba Maria Magdalena! ¡Que temple tenías dentro de tu personalidad tan aparentemente tranquila! ¡Bravísimo!



Bueno, parece que me extendí demasiado. Te digo que cuando empiezo a escribir difícilmente logro desprenderme. Algún dia platicaremos frente a frente –eso espero- y podremos acaso abordar esos otros temas que están pendientes. Mientras tanto, ojalá que sigamos con estas conversaciones. Me dá mucho gusto saludarte de nuevo y saber que como sueles hacer estás ahí para escucharme.

Recibe mi cariño por siempre.

Tu amiga,
Reyna.









Sindicatos en México.



Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Augusto Monterroso.


Cuando despertó, el dinosaurio sindicalista todavía estaba allí. Reyna García.

La voz de la Ciudad del Cobre.

Tal y como había planeado, el sábado subí a mi carro y enfilé a Hermosillo. A pesar de que quise salir temprano, esperé a que un pertinaz aguacero dejara de serlo. Como no amainaba, decidí aprovechar entonces la oportunidad que me brindó la naturaleza de tomar la carretera con un cielo muy nublado y día lluvioso cosa que particularmente disfruto muchísimo. Ni que decir que viajar sola implica dos cosas: pensar sin que nada interrumpa y cantar voz en cuello sin temor a que me digan desafinada o arrítmica como me calificó Eli una vez que tuve la fatal idea de preguntarle cómo le parecía que cantaba. Desde luego, como buena hija de abogada trató de buscar las palabras precisas para decirlo aunque asumí prontamente el calificativo justificando que el sentimiento con que se canta es el amparo ideal para eso de ser arrítmica.

Por alguna razón mis pensamientos tomaron derroteros tales que me hicieron recordar cuando salí de Cananea, al terminar la preparatoria. Cananea, cuna de la revolución y ahora cuna del desempleo. Cananea, la otrora ciudad del cobre y ahora ciudad de los lamentos. Cananea, la siempre Cananea de mis mejores recuerdos y añoranzas.

Los Canapas sabemos lo que significa nuestra tierra más allá del sindicato o de la empresa. Crecimos subiendo y bajando colinas, yendo a la plaza los miércoles de serenata, visitando la mina en nuestras excursiones escolares, correteando (hacer la pinta) algunas ocasiones las clases para irnos a Las Gallinitas o al Ojo de Agua, dos lugares a donde se estilaba ir de día de campo. Nada se comparaba a la emoción de cruzar el cerco de la Casa de William Greene y husmear por todas partes o simplemente ir al gimnasio a ver jugar basquetbol a los amigos. Visitar el museo de la cárcel de Cananea implicaba una experiencia inigualable: nos adentrábamos en el pasado y rendíamos culto a los héroes de aquella época. Les teníamos respeto.

Caminar a paso lentísimo desde la Mártires de 1906 hasta el puente era un disfrute absoluto que nos ocupaba horas.

Una muy fría mañana mientras nos fugábamos de clases, tres compañeros y yo nos fuimos en un destartalado Volkswagen a dar la vuelta por el pueblo pues había nevado toda la noche. No faltó a quien se le ocurriera entrar a una exclusiva colonia burlando la seguridad que había a la entrada. Ni mal habíamos ingresado cuando la conductora reparó en un enorme bulto de nieve que según ella iba a pasar exactamente por la mitad. Diciendo y haciendo tomó distancia y metió velocidad, solo para ir a chocar más allá, dar una voltereta y quedar dentro del vocho con el techo por piso. Rebotamos en otro bulto de nieve. A como Dios nos dio a entender salimos del vehículo, con todas nuestras fuerzas volteamos el carro y pusimos distancia del lugar. La noticia se difundió en la XEFQ, La voz de la ciudad del cobre, diciendo que un Volkswagen viejo, color azul, había entrado sin autorización a dicha colonia habiendo causado algunos estragos en cercas y jardines.
Nosotros, en clase, como viles delincuentes seguimos con las rutinas de estudiantes aplicados y durante algunos días no nos reunimos. Solo disimuladas señas visuales y alguna que otra frase intercambiamos. En casa me preguntaban el porqué andaba tan callada y meditabunda. No podía decir que me dolía todo el cuerpo por el catorrazo. Los otros tres, igual. Estoy segura que tanto ellos como yo seguimos disfrutando esa aventura y otras tantas que compartimos en aquella época. A los pocos dias nos reíamos en grande.

En las noches de invierno largas y obscuras, o bien en aquellas que nevaba, iluminadas por ese resplandor blanco azuloso que le es característico, tomaba mis libros y leía a un lado de los calentones. A veces gustaba escribir. En otras ocasiones veíamos en televisión las series norteamericanas del momento, asomándonos por la ventana para contemplar los copos cayendo e ir contando y midiendo los montones que se iban formando a la entrada de la casa o atrás, en la huerta.

En ese entorno era que todos trabajábamos, cada quien en su labor: los maestros, los estudiantes, los mineros, comerciantes y autoridades. La convivencia entre familias y vecinos era habitual. Los cananenses que salían del pueblo y después regresaban eran recibidos con sumo beneplácito, máxime si portaban lo que se consideraba la mayor presea: un título universitario. Estudiar y trabajar era la consigna.

Las reuniones del sindicato en la casa del minero eran las noticias más fuertes. Reuniones de muchas horas donde quien pedía la palabra era escuchado porque además había congruencia en el rumbo y en los haceres gremiales. Había confianza. Las familias mineras no tenían carencias como ahora. Gozaban de comodidades que otros no tenían: No pagaban el agua ya que lo absorbía la minera al igual que les cubría la luz y el gas natural. El tema de pago por cascadura, pago de utilidades o bonos de producción, asistencia o vales de despensa era muy significativo para ellos porque implicaba recibir ingresos adicionales importantes. Los sueldos estaban muy por encima de otros trabajos similares en el país.

¿Cuándo acabó todo eso? ¿Qué le pasó al Cananea pujante, orgulloso, trabajador y digno? ¿Cuándo empezó la debacle? ¿Cuándo las personas de este pueblo minero fueron bajando sus estándares de vida? ¿Dónde quedó la voz de la ciudad del cobre, no como slogan de la radiodifusora de aquel tiempo, sino la real voz de la ciudad del cobre? Siento un nudo en la garganta. Prefiero escuchar música mientras hilvano remembranzas y ordeno ideas.

Llego a Santa Ana. Sintonizo una radiodifusora local. Jenny Rivera cantando. Hace poco escuchaba una noticia sobre ella. ¿Dejó o la dejó el pelotero con el que andaba? Ay no sé. No he visto el programa de Gustavo Adolfo Infante. Esta Jenny que bien ha capitalizado su imagen, deduzco mientras tomo la carretera a Hermosillo. Sigue lloviendo y más fuerte aún. Olaf se manifiesta.
Terminé el viaje disfrutando del paisaje. Me resistí a seguir pensando y preferí cantar con música del ipod a Ricardo Montaner, Charlie Zaa, Lila Downs, Edith Piaf y mi adorado Marco Antonio Solís. Está claro que fue un collage musical. Total, me dije, tengo el viaje de regreso para seguir en aquellos pensamientos. Y ahí quedó todo… por lo pronto.

El domingo seguía lloviendo. A eso de las cinco de la tarde enfilé rumbo a Caborca. Poco a poco volví al tema Cananea. Evoco las casas antiguas, los pinos tan altos, la iglesia con piso de madera y sus vitrales. El tantísimas veces cruzado puente del arco famoso. Los callejones y sus panaderías. Caminar “para abajo” a Cananea Vieja o ir “para arriba”a la Mesa Sur, esa colonia tan antigua como subyugante con una majestuosa vista hacia las minas. Caminé mentalmente los empedrados de algunas cuestas. Aspiré el aroma de las tardes y me llené de recuerdos que atesoro. Escuché el silbido de las doce del día que puntualmente se emitía desde la mina y que era materialmente el reloj de todos los habitantes. Vi la fila de mineros, los papás de mis amistades, con casco y lonchera en mano. El ritual de los puebles a las siete de la mañana, tres y once de la noche.

Cananea se ha ido desmoronando como los recuerdos que no se aquilatan. Pueblo minero que ha sido reducto de nefastos políticos y líderes charros. Bandera de muchos y motín de fuereños o inexpertos que han aprovechado la necesidad de los cananenses de cepa. De sepa Usted donde están los que deben estar –me contesto con sorna-. Hijos de Cananea han ocupado y ocupan importantes palestras en el mundo de la política. Las preguntas son: ¿Qué han hecho por el pueblo? ¿Qué propuestas han presentado? ¿Qué participación efectiva han tenido más allá del discurso o la denostación? ¿Acaso un discurso de oropel pronunciado en alguna tribuna es la solución esperada? ¿Qué resultados efectivos pero efectivos de verdad ha habido con tantas idas a la ciudad de México o de gestiones que dicen hacer?

No me atrevería a profundizar en el tema sindical porque desconozco mucho de él. A lo sumo podré modestamente opinar. Y opino sobre lo que veo y vivo. A como veo doy: Ir a mi pueblo es encontrar un ronquillo fantasmal: Los pocos comercios apenas logran sobrevivir. La gente emigra a otras ciudades. Las plazas y jardines con nuevas figuras sociales: los indigentes. Casas de empeño atiborradas de cosas que no habrán de ser rescatadas. Personas que circulan por las calles y los cafés con el mismo tema de penurias y necesidades en sus familias.
Lejos de abordar el tema sindicato /empresa, diría que faltan líderes comprometidos con su gente y con el pueblo. Tanto como también falta actitud en muchas personas. Actitud de sacar avante a Cananea sin que la empresa minera-en este caso- sea la panacea de todas las carestías que existen en aquel lugar. Simular problemas no ayuda a la causa como tampoco ayuda fingir que se desea solucionar el conflicto.

Se requiere con mucho, formular un proyecto de desarrollo integral donde no sea solo la minera el soporte económico sino aspectos como la agricultura, la ganadería y el turismo, entre otros. En suma, si Cananea quiere sobrevivir y volver a marcar rumbo como ya en una ocasión histórica lo hizo, debe creer más en ella misma y menos en sus políticos con promesas y discursos de relumbrón.

Cananea ha esperado demasiado tiempo. Actuar es el siguiente paso.