Cosas de Reyna

1827 días sin Dulce

Recuerdo ese fatídico 15 de marzo del 2015.  Me levanté como cualquier otro domingo. Después de tomar un baño y disponerme a escribir para esta columna cosasdereyna.blogspot.com, recibí la llamada telefónica que derrumbó toda tranquilidad y paz familiar.  En mi cerebro aun retumba la frase que pronunció la persona que se comunicó: ¿Has visto a Dulce este día?  Se refería a mi sobrina Dulce Gabriela. El tono de su voz lo decía todo.

Fotografía tomada de google.com
De ahí en más solo recuerdo que el mundo, nuestro mundo familiar se volvió caótico. Empezó la búsqueda. Ver fotografías de un asiento de vehículo lleno de sangre que se aseguraba era de Dulce y/o de su novio Mario. Videos que circularon profusamente en redes sociales en las que se apreciaba que ambos habían sido subidos a un carro. Y de ahí, nada. Buscar y buscar. Recorrer parajes desconocidos, asistir a búsquedas y cateos de ciertos domicilios, vigilar, cuidar que la autoridad estuviera haciendo lo conducente y  que no se durmiera en sus laureles o que aventara el expediente con actitud burocrática. El tiempo apremiaba. Y ahí estaba. Acompañada por abogadas amigas, por amistades que brindaban apoyo moral y lo que en sus manos estuviera. Con nada se paga esto.

Aparece el cuerpo de Mario medio cubierto entre un montón de basura. Yo completa me derrumbé y ahí mismo hube de sacar la fuerza necesaria para continuar con ese calvario. Al fin de cuentas la abogada de la familia era yo y tenía que responder/actuar a como pudiera, en tanto todos en casa estaban en shock. Nada nos era claro. Todo era confusión, lamentos y llantos.

Acompañada invariablemente por una querida amiga abogada, recuerdo que pasamos días y horas sin tregua. Exigiendo a la autoridad y a través de radiodifusoras y medios de comunicación que nos entregaran a Dulce, que la queríamos viva. ¿Qué había hecho esta universitaria sana, tranquila, que no tenía en su haber más que ilusiones de vivir y de llevar una vida digna? Hasta ahora no lo entendemos. Su estilo de vida era honesto y sencillo.  Su novio era un profesionista serio y educado. Ella casi por culminar estudios de licenciatura, analizaba la posibilidad de estudiar maestría. 

Ante los hechos, la población de Caborca se volcó en una multitudinaria marcha que agradeceremos de por vida. La exigencia era clara. Dulce viva. 

Cualquier cosa que pudiera aquí escribir no reflejaría ni mínimamente aquella pesadilla. Muchas amigas y funcionarias colaboraron de distintas formas. No sé que hubiera hecho de no haber sido así.

Mi amiga abogada y yo perseguimos y fuimos sombra literalmente del ministerio público y toda autoridad involucrada. No dimos tregua ni respiro. Fue de esa forma que pudimos estar presentes en el momento justo en que encontraron el cuerpo de nuestra Dulce.  Tirado a la orilla de una carretera y con ello viene una debacle mayor. Ahogarse en llanto y al momento contenerlo porque había que pensar en cómo comunicarlo a la familia, la que al saber la noticia, simplemente cayó en un cuadro imposible, de verdad imposible de describir. 

Como resultado de la exigencia de justicia, a altas horas de la madrugada fui citada por autoridades ministeriales que en una pequeña oficina estaba reunida, incluidos altos funcionarios de la otrora Procuraduría de Justicia de Sonora  que se habían trasladado de Hermosillo a Caborca precisamente por el caso. Todos los allí presentes eran del sexo masculino. Pretendían en grupo convencerme -sin pruebas ni evidencias- de algo que definitivamente no era. Lo hicieron en grupo para presionarme o infundir miedo, no sé.  Lo que sí se es que no es ni será así. Fueron horas de discusiones. Hoy, personas que fueron encontradas culpables compurgan penas privativas de libertad por largos años.

¿Porqué escribo esto? Porque me he dado a la tarea de que cada aniversario del homicidio de Dulce y de Mario quede latente. Porque hay muchas Dulces por ahí que han sido víctimas de homicidio o de feminicidio y siguen esperando al menos justicia. Porque existen miles de familias que están pasando o pasaron por lo mismo si no es que por peores momentos. Porque es muy fácil para algunas autoridades argumentar cualquier cantidad de absurdos para con esto desvirtuar y/o restar importancia a los hechos. Como si esas tonterías o argumentos que provienen de personas sin cerebro fueran suficientes para justificar el delito cometido y con ello la absolución de los delincuentes.

Si bien muchos medios de comunicación fueron comprensivos al dolor y estaban a la espera de información fidedigna, no faltaron otros que se regoderaron en escribir con irresponsable pluma historias que reflejaban su mediocridad interna y el afan de obtener audiencia a cualquier precio. Jamás entenderé esto último. Al final, la historia habla por sí misma.

Escribo también por quienes están pasando por situaciones similares. Por quienes tienen hijas, hermanas, amigas, primas, madres desaparecidas, y que se ven obligadas a ser parte de procesos complicados,  de revictimización familiar, de presiones de los victimarios y un largo etcétera.

Escribo por ti, Dulce, a 1827 días sin tu presencia  y sin escuchar tu ya consabida frase Sonríe, es gratis.





4 comentarios:

  1. Dios los tenga en su santa gloria,y esos perros,ni con la muerte pagaran él terrible daño que causaron😢

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  2. Jamas vamos a olvidar ese día,aún recuerdo que llegamos el lunes a clases con la maestra Artemisa, que en paz descanse, y ella misma nos dijo VAYANSE, VAYAN A BUSCARLA, solo eso estabamos esperando. Nos reunimos, nos fuimos a buscar al río, atraa del cerro prieto, y fueron horas de angustia.. hasta que por una compañera policia nos enteramos que ya había sido encontrado el cuerpo de Dulce, sin vida. Fueron los días mas oscuros y abrumadores para nuestra generacion universitaria... como olvidar tan aberrante acto, solo espero que ellos descansen en paz y que las personas responsables no las deje dormir ni un solo día de sus vidas ese remordimiento. Jamas te vamos a olvidar Dulce!!! ��

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    1. Gracias Karolina. El apoyo de tu grupo fue ejemplar. Nunca lo olvidaremos. Abrazo afectuoso

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