Cosas de Reyna

Quehacer universitario


Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse solo a la lectura de la palabra y del texto. Mas bien debería incluir la lectura del contexo, la lectua del mundo. Pablo Freire. Educador y Teórico Brasileño.


¿Hasta qué punto las universidades deben contribuir al cambio social? ¿Hasta qué grado debe tener y sostener su compromiso público? ¿Es la Universidad un espacio real de transformación y de creación de conciencias individuales y colectivas cuyos egresados a la postre se insertarán en un tejido social que si bien es cierto ha tenido significativos avances, también presenta fibras muy lastimadas y por ende sensibles?


La naturaleza y fin de las universidades es ser un espacio dedicado a la enseñanza superior, centro de cultura donde convergen todas las tendencias de pensamiento, ideologías y de partidos políticos. Es el lugar para la formación de una masa crítica de personas cualificadas y con conocimiento. Es el espacio donde día a día se forman cientos y miles de estudiantes que el día de mañana estarán ocupando cargos públicos. Ahí donde se gestan las políticas públicas y de gobierno.



Así que, sí, las Universidades no pueden permanecer al margen de la Sociedad como élite privilegiada, ausente/carente de sensibilidad hacia su comunidad. Tampoco debe ser una universidad cerrada u otra demagoga. Al contrario, debe ser una entidad que genere compromisos reales y efectivos. El asunto es mantener un dialogo eficaz y productivo con el entorno cualquiera que este sea. Es el reto a asumir, pues no se pueden realizar acciones al margen de otros actores sociales como es el propio gobierno, iniciativa privada, organizaciones civiles, etcétera. Esto va más allá del servicio social y las prácticas profesionales de los estudiantes, que bien es sabido constituyen un puente de interacción que mucho facilita la inserción de los próximos profesionistas al mercado laboral.



Las universidades están obligadas a mucho más. A sostener un liderazgo académico que permita aportar ideas, opiniones, participación de sus integrantes en proyectos y programas donde se aplique ese potencial intelectual que se manifiesta en las aulas. Hoy más que nunca se requiere que las universidades asuman un papel protagónico en la vida pública. Protagonismo responsable, decidido al hacer y al quehacer social, sin perder el carácter de academia. Cada uno desde el rol que tiene: alumno, maestro, investigador, directivo. Es pues, un proyecto conjunto que se integra con las capacidades de cada cual.



Actuar a medias o con escaso compromiso termina siendo vana empresa.

¿Se siente perdido y desesperado políticamente?

A propósito de las declaraciones del Dirigente del PAN en Sonora


Desde muy pequeña me interesó la política. Como muchos a quienes nos apasiona este rubro, mis pininos fueron en oratoria y concursos estudiantiles locales, regionales y estatales. Era mi línea de desarrollo, apoyada siempre por mis maestros, quienes veían en mí a una persona bastante inquieta. Ahora pienso que a lo mejor buscaban que me distrajera en algo para así dejar de sembrar ideas en mis compañeros.


En ese camino fue como topé primero con el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) para escándalo de mi familia. ¡Como que Reyna es de izquierda!, ¡Como que la están entrenando para hablar en público! ¡No, imposible!! Tuve que hacer acopio de mi paciencia –que era poca- y de mi tolerancia –que era menos- y escuchar cansadas letanías sobre lo nefasto del comunismo, donde los medios de producción deben ser propiedad social y no privilegio de unos cuantos. Nada de eso –me decían- son utopías para los flojos, haraganes. Asesinaban mis ideas comunistas con frases contundentes como: ¡Que se pongan a trabajar, haber si así quieren compartir lo de ellos!!


Yo juraba no tener la culpa. En casa de mi Nini – en Cananea- topé con literatura de Karl Marx, Lenin, Mao, y otros, los cuales leía a escondidas. Abundaban libros, revistas, periódicos y folletos que algún tío materno estudiaba con particular ahínco. Así que, de entrada, ni me echen culpa de nada, -decía en mi muy discutible defensa. Me daba flojera tener que discutir sobre algo que estaba decidida a hacer.


Tan efímero como fue ese partido político lo fue mi participación en él. El asunto remató en un jalón definitivo y contundente de mi madre que me obligó a regresar a Caborca y alejarme así de mi Cananea querido y aquella incipiente actividad. O sea, fui perseguida política materna. Ni dudarlo.


Al poquísimo tiempo de llegar a Caborca incursioné en el Partido Revolucionario Institucional, a través del Movimiento Juvenil Revolucionario y de ahí en más, sigo y seguiré siendo priista.


Con mis altas y mis bajas, como cualquier ser humano, con mis defectos y con mis virtudes, con los errores y los aciertos que en mi haber tenga. Sin pretender nada más que el participar con mi grano de arena en lo que así sea posible y desde mi trinchera. Sin ansias pasadas ni presentes de cargo de elección popular. Así que esta columna no tiene mayor interés que el plasmar aquí y ahora que el ser priista, panista, perredista o lo que sea, no impide que cada cual realicemos la labor que nos toca de la mejor manera posible. Con convencimiento y convicción. Que la rendición de cuentas hable por cada cual y de cada quien.


No es la denostación ni la descalificación de las personas ni el trabajo que hayan hecho administraciones anteriores como se pueden fincar gobiernos exitosos o campañas políticas que garanticen posiciones públicas al corto plazo.


No me parece justo ni correcto que se tilde a los priistas como personas que se sienten impotentes, desesperadas y perdidas ante el gobierno estatal y municipal. Es más, me parece irresponsable y poco pensada esa temeraria afirmación.


En principio porque generaliza. Ya es tiempo que ante ese tipo de declaraciones, se den nombres y apellidos. Ya basta de escudarse en el plural para evadir el compromiso singular.


No es pues, el que un partido político sea mejor o peor que otro. Experiencia es la pincelada que cambia el cristal con que se mira y se materializa el ejercicio de la actividad pública. Autoridad y poder no son conceptos sencillos ni domésticos.


¿Impotencia ante qué? La única que se puede sentir es la de ver pasar el tiempo y que la autoridad no actúe en pro de una sociedad demandante de empleo, salud y educación. Ávida de seguridad pública y de tranquilidad. Ansiosos de justicia en incontables casos.


Sí, nos sentimos desesperados por ver que el salario no alcanza y que la atención médica sigue siendo deficiente y altamente burocratizada. Desesperados también por tener que pagar enormes tarifas de energía eléctrica, aumentos constantes a la gasolina o por carecer muchos de lo más elemental para subsistir. La pobreza extrema es una realidad lacerante. Y, ante la falta de rumbo, sentirnos perdidos es un sentimiento natural.


El servicio público va más allá de la pertenencia a un partido u otro. Es cuestión de actitud, de responsabilidad y sobre todo de experiencia en el hacer y quehacer público.

Aplaudo los aciertos de gobiernos panistas pero también critico las muy graves acciones en perjuicio de la comunidad, o la permisión de actividades de sus funcionarios públicos en cuestiones partidistas durante horas de oficina, o el irregular proceder de ellos escudándose en el cargo. La función pública es eso: pública. Y esté quien esté en el poder/gobierno estará sujeto al escrutinio social. Del partido que sea.


Priistas connotados han dejado una huella indeleble en sus comunidades como la nuestra . Y no dudo que habrá otros de diversos partidos políticos que también. De estos últimos, tengo la fortuna de conocer algunos con verdadera vocación de servicio que a la hora de trabajar son verdaderos servidores públicos, conocedores de la responsabilidad que implica el ejercicio de su función.


El Dirigente del PAN en el Estado flaco favor le hizo al Gobernador con las lamentables declaraciones que formuló en días pasados en contra de Los Priistas. Y ni que decir respecto a sus compañeros de partido. Se le olvidó que eso de priistas no son dos o tres personas sino miles que verdaderamente trabajamos con vocación de servicio esté quien esté en el poder. No es eso lo que nos guía ni es eso lo que marca nuestro deber ciudadano.


Y sí, estamos comprometidos hasta la médula en el trabajo que realizamos, donde por cierto, no importa la preferencia partidista sino los resultados que podamos alcanzar.


Que se entienda de una vez: Los partidos políticos no deben derivar en bandos ni pandillas provocadoras de pleitos. Son y deben ser espacios de reflexión, análisis y debate de ideas que permitan integrar proyectos sociales de corto, mediano y largo alcance que les permitan a la postre ofertar a los votantes sus mejores opciones tanto en proyectos como personas para ocupar cargos públicos.


Provocar al pleito, afirmando que no debe haberlo, es verdaderamente inadmisible y reprobable.

Tubutama


Hace unos cuantos días fui invitada a asistir a Tubutama, a reunión del Congreso Local donde habría de someterse a votación la Ley de Seguridad Pública para el Estado de Sonora.


Diputados fueron llegando. Corbata y saco negro la mayoría. Con aquel abrasante calor. Ni mal bajaron de los muy custodiados vehículos cuando ya posaban para las fotografías. Las que ellos mismos se tomaban. Armados con sus IPhone y sus Ipad o sus BlackBerry. Seguro que enviaban mensajitos a sus amigos y familiares dando cuenta de donde estaban, como muestra de su valor y arrojo. Como si los lugareños no lo hicieran día a día. Incluyendo noches negras y sombrías que tanto han tenido nuestros hermanos vecinos.


No faltó quien pretendiera exhibir a la autoridad local portando una cámara o un micrófono. Claro, a la luz y con toda la seguridad pública vigilante. Cualquiera opina lo que se debe hacer. ¡Ah que cómodo es eso!! Gobernar o tratar de hacerlo –en las circunstancias de Tubutama por ejemplo- aunque sea en la medianía, no es fácil. Sobre todo cuando se tiene amarga sensación de soledad y abandono. O cuando se tienen sangrientos antecedentes. Cero justicia, cero tranquilidad.


El tal evento fue el escenario que se armó para que algunos diputados y sus fracciones parlamentarias se lucieran. Otra vez el sabor a hiel, el hacer inconcluso, el compromiso que termina en la foto. El abrazo que resplandece tan pronto como se apaga. Lugareños ansiosos por saber que sigue pero los más con franca incredulidad rayana en la broma cruel, irónica, sabedora de que todo es parafernalia. Se ganó la nota estatal y nacional. Pero ¿Qué se logró para Tubutama y la región?


Insisto y seguiré insistiendo que lo que necesitamos –entre otras cosas- es unirnos como municipios vecinos y formular un plan de trabajo conjunto donde destaquemos ejes de desarrollo fundamentales y de interés para todos en materia de seguridad pública, impulso económico y educación entre otros. Fijar metas es y debe ser la base sobre las cuales se finquen las políticas públicas y de gobierno. Si cada municipio carece de recursos suficientes pero todos presentan necesidades comunes y en todos existen personas valiosas que pueden aportar su intelecto o su fuerza de trabajo, ¿no es acaso consecuencia inmediata e impostergable que tengamos a nivel regional reuniones temáticas que nos permitan una participación social civil más tangible y por ende de mayor trascendencia?


A la par que se iba desarrollando la reunión del Congreso Local en Tubutama, observé a cada Diputado presente. Desconozco si en el recinto oficial hacen lo mismo, pero aquí fue una total falta de respeto hacia la comunidad y los presentes: Algunos jamás, jamás dejaron de enviar mensajes, utilizar sus tabletas, o de plano y con descaro, hablar por celular. Escasos fueron los que estuvieron en cuerpo y mente en el evento. Sendos documentos que minutos antes del inicio de la sesión fueron colocados en sus escritorios, dormían o ¿esperaban? ser consultados o al menos hojeados por sus destinatarios.


De plano, se carece de compromiso y sobra lo que muchos pretenden esconder en la mal denominada prudencia. Porque resulta que ahora algunos comodinos –los encontramos en todos los sectores- llaman así a la falta de arrestos para encauzar acciones contundentes y firmes en la materia que sea, pero que sea eso sí, de nuestra incumbencia social. Porque se asiste a eventos solo para la foto y para que digan que ahí estuvo o para agregarlo a su currículo político, ahora tan de moda. En el fondo no hay sustancia. En los resultados se queda corto, cortísimo.


Con estas actitudes no esperemos llegar a ningún lado. Ya basta de llamarle prudencia a la laxitud y al desinterés. Al deseo de no moverse para no provocar movimiento alguno que perturbe la paz y la zona de confort en que viven algunos seres –se les conoce también como servidores públicos- carentes de compromiso, en tanto las cuestiones sociales permanecen huérfanas de verdaderos líderes.


Hemos comprobado una y otra vez, tantas como desilusiones políticas hemos tenido, que no es ni será a través de partidos políticos o candidatos de ninguna índole por más brillante trayectoria que posean o por más esplendorosa sonrisa marca photoshop, como encontraremos caminos y programas específicos que nos permitan transitar hacia estadios de desarrollo común dignos, con evaluaciones periódicas, de alcance general en lo necesario y específico en lo que se deba.


En tanto los partidos políticos, los pre candidatos y luego los candidatos compiten y/o se destrozan entre sí, hay un mundo real que estamos viviendo y que no permite mayores dilaciones para abordar la problemática imperante. ¿Acaso la seguridad pública o el empleo o la educación se resuelven con los discursos de campaña? ¿Será entonces que todo queda –para variar- en pausa hasta que las nuevas autoridades asuman el poder?


Es un círculo que nos agobia, nos asfixia, nos limita en todo sentido. Es el cuento de cada trienio y/o sexenio. ¿Hasta cuándo?


Estimo que es la falta de metas lo que nos hace más daño como municipios y región. Si tuviéramos definido lo que queremos como tales al corto, mediano y largo plazo, nos limitaríamos a escoger de entre tanto partido político/candidato que mejores opciones nos presentara para alcanzar las que como sociedad hubiéramos elegido tener. Las opciones cumplen su cometido como tales en tanto sepamos a ciencia cierta lo que buscamos y queremos. Solo así resultan ser opciones. De otra manera son como baratijas, vidrios de colores.


El asunto es que carecemos de metas sociales tanto locales como a nivel regional. Así, cualquiera que aspire al cargo público que sea puede ofertar lo que le dé en gana o lo que mejor venda para granjearse simpatías de los probables votantes. Eso si bien nos va y el candidato (a) posee cierta inteligencia, ya que al parecer a últimas fechas lo que pega es la descalificación, el insulto o el señalamiento. La ofensa es la medida.


Para finalizar e ilustrar lo grave de la falta de metas y rumbos, recuerdo un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, (Lewis Carroll) cuando se encuentra extraviada y pregunta al Gato cómo salir de ahí:


Alicia: ¿Podrías decirme, por favor qué camino debo seguir para salir de aquí?
Gato: Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.
Alicia: No me importa mucho el sitio. –Responde-
Gato: Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes, -contestó-.