Cosas de Reyna

Despertar el 16 de septiembre


Algo así puede suceder a partir de la toma de protesta de los nuevos ayuntamientos en Sonora.  Y tal vez el despertar no sea agradable.
La vieja concepción de una ceremonia de entrega-recepción que se confundía con la toma de protesta de ayuntamientos es solo eso: vetusta y anquilosada idea. 
En repetidas ocasiones hemos abordado el tema.  La Ley de Gobierno y Administración Municipal para el Estado de Sonora  refiere una serie de medidas  todas insuficientes e inacabadas para este proceso.  Lo hemos mencionado en foros y en columnas diversas.  Si bien las autoridades salientes tienen la  obligación ineludible de integrar informes financieros  y administrativos,  expedientes, planes, proyectos, estados financieros, nóminas, personal al servicio del ayuntamiento  y demás documentos inherentes al ejercicio municipal, las autoridades entrantes no se eximen de responsabilidad porque les corresponde verificar, constatar y concluir mediante acuerdo de cabildo que lo recibido existe, que se encuentra en las condiciones establecidas y  en caso contrario  actuar en consecuencia cuando signifique un daño al patrimonio municipal, negligencias o incumplimiento de orden legal.
Con todas sus imperfecciones, la ley tiene establecidas formas y tiempos.  Sin embargo vayamos a la realidad que campea en pasillos y oficinas municipales: No existe un efectivo orden administrativo que pueda medianamente sacar del paso a nadie.  Por ejemplo, no hay  un control eficaz sobre los bienes muebles a través del cual se pueda precisar la existencia  o baja de los mismos.  No se cuenta con  inventarios físicos   y a lo más aparecen listados de adquisiciones que viene a ser un escuálido intento de inventario… pero no lo es.   Estos deben poseer  una serie de datos actualizados como son  la identificación del bien, condiciones en que se encuentra,  valor, características,  ubicación, nombre del empleado o funcionario público titular del resguardo.  Estos bienes suelen ser celulares, equipos de cómputo, vehículos, mobiliario de oficina,  maquinaria, entre otros.
Los bienes inmuebles presentan menor problema de identidad más no de destino, principalmente cuando se desincorporan del patrimonio municipal. Habría que analizar actas de cabildo y las argumentaciones de hecho y de derecho que se establecieron para tal evento.
Hablemos de documentos.  ¿Existe un archivo que resguarde fehacientemente la documentación y/o expedientes  que durante tres años se generó? ¿Se encuentra clasificada y ordenada? ¿Qué pasa con la información en electrónico? ¿Se encuentra debidamente respaldada de tal manera que garantice que los entrantes tendrán la posibilidad de acceso inmediato?
La administración municipal es un ejercicio que día a día se realiza; de ahí el valor de documentar el trabajo, planes,  proyectos y la forma de desarrollar éstos.   También  es relevante  porque no se entrega el ejercicio de tres años sino también  la suma de todo lo recibido en su momento por quien toca ahora entregar.  De otra forma es como ir desvaneciendo la historia y las responsabilidades.
Muchas son las razones por las cuales es urgente una normativa reglamentaria que responda a cabalidad este proceso. La  gestión municipal no puede verse entorpecida por falta de datos o por vaguedad informativa.  No sería válido que las administraciones entrantes argumentaran una baja productividad en sus funciones amparados en el discurso de haber tenido una recepción fallida porque tanto falla el que entrega como el que no actúa en consecuencia. 
En justicia, hay que reconocer que las administraciones municipales han sido rebasadas en su funcionalidad por las demandas y necesidades sociales.  El crecimiento en la estructura orgánica ha sido en algunos casos desmedido, desordenado y sin adecuada planeación. A lo más se planea a tres años.  El asunto es que la administración municipal perdura en el tiempo independientemente de las personas. Los esquemas de trabajo cotidiano en oficinas y dependencias se realiza bajo el dudoso argumento del uso y la costumbre.    A ello se le suma el arribo de funcionarios con escasa o nula capacidad administrativa y de operatividad que  deriva en atrasos o entorpecimientos en atención al usuario o gobernado.   Resulta imperante  profesionalizar el servicio público municipal principalmente respecto a las titularidades de oficinas y dependencias.  Habría  que normar el servicio civil de carrera en materia municipal.
Dura tarea espera a las administraciones municipales a partir del 16 de septiembre.  La expectativa social es amplia en cuanto a desempeño, orden, responsabilidad y disciplina. 
Así sea.
 

 

 

Bases para entrega-recepción de Ayuntamientos en Sonora y Propuesta Legislativa



Una cuestión que ha ido posicionándose en el lugar que realmente le corresponde es el tema de entrega-recepción de ayuntamientos.  Este rubro estuvo por mucho tiempo dormido e ignorado a conveniencia. Política y administrativa.

Pese que la Ley de Gobierno y Administración Municipal para el Estado de Sonora (2001) contempla con cierta puntualidad este proceso,  lo cierto es que tiene varios huecos que hacen tortuoso este evento.  Veamos:

El artículo 41 define por entrega-recepción el proceso a través del cual las autoridades salientes preparan y entregan a las autoridades entrantes todos los bienes, fondos y valores propiedad del Municipio, así como toda aquella documentación que debidamente ordenada, clasificada y certificada, haya sido generada en la administración municipal.

Por su parte el artículo 42 de la misma norma define que seis meses antes de que finalice el periodo de gobierno, el Ayuntamiento saliente deberá acordar las bases mediante las cuales los titulares de las dependencias y entidades de la administración municipal, harán entrega de los asuntos de su competencia así como de los recursos humanos, materiales y financieros que tengan asignados para el ejercicio de sus atribuciones legales. Según el calendario, debió ser en el mes de febrero cuando se expidieron las tales bases.

Es vox populi que las actuales administraciones municipales están postergando lo posible e imposible este proceso bajo el escudo de que la LGAM establece  como límite máximo un mes (16 de agosto) para dar paso a esta etapa.  Sin duda esta situación es un tema que deberá regular el próximo legislador estatal bajo reforma a la ley en comento pues no es posible que en treinta días se pueda ni siquiera recibir materialmente el cúmulo de asuntos que derivan de cada una de las dependencias municipales.  Por otra parte, no existe sanción alguna para aquel ayuntamiento que no expida las bases en cuestión, de tal forma que por omisión se va generando un vacío en torno al proceso de entrega-recepción.  Sería conveniente que el legislador reformara la LGAM en este tema en dos sentidos:
  1. Que se impusieran sanciones económicas para aquel ayuntamiento que no estableciera dentro del término las bases de entrega aquí señaladas. 
  2. Que dichas bases se publicaran en el Boletín Oficial del Estado.
  3. Que la comisión de recepción se integrara a la comisión de entrega desde el momento mismo en que el nuevo ayuntamiento recibiera su constancia de mayoría expedida por el órgano electoral correspondiente.  
En el caso del ayuntamiento saliente, el Órgano de Control y Evaluación Gubernamental es la unidad responsable de coordinar las acciones de planeación, organización, integración y documentación necesarias para la entrega-recepción.  Es decir, deberá estar trabajando bajo las bases dictadas por el Ayuntamiento desde febrero de 2015. Incluso la ley preve que de ser necesario, este Órgano podrá adoptar medidas pertinentes y necesarias para cumplir con las bases dictadas por el ayuntamiento. Cabe precisar que el proceso de entrega puede iniciar desde febrero mismo  -en buena lid y con el ánimo de ser cumplidos- pues no existe impedimento legal para así hacerlo. 

La LGAM establece también que con el propósito de facilitar el proceso de entrega-recepción, los titulares de las dependencias y entidades municipales deberán mantener ordenados y permanentemente actualizados sus informes, registros, controles y demás documentación relativa a su competencia así como recursos humanos, materiales y financieros de que dispone para el ejercicio sus funciones.  

Como vemos, es amplísima la tarea que tienen a cuestas tanto los entrantes como salientes.  La existencia legal y obligatoria de una comisión mixta integrada por funcionarios salientes y entrantes bajo la coordinación del Órgano de Control y Evaluación Gubernamental, trabajando bajo las bases que haya dictado el ayuntamiento es lo que dará pauta a una buena, mala o regular entrega-recepción con las consecuencias que ello implica. 

Preocupación sería que no existieran las bases de entrega que refiere el numeral 42 porque este es el instrumento primordial, necesario y obligatorio por ser  el que brinda la pauta a las justificaciones legales y administrativas que así se estimaran,  porque no imagino a un ayuntamiento entrante argumentando que no recibió conforme.. ¿a qué? Y los salientes... sobre qué?    A los unos y a los otros conviene la existencia de las citadas bases.  A los unos para que justificadamente exijan, promuevan y/o demanden lo que así consideren y a los otros para que entreguen con solidez y certeza.  A nosotros como ciudadanos nos brindará confianza que así sea. Respecto a los unos y a los otros.

Si bien las bases de entrega no garantizan al cien por ciento la recepción debida del estado que guardan las cosas, los bienes y los recursos financieros y humanos, ni son tampoco la panacea  que asegura buenas entregas, es  impostergable que las próximas administraciones exijan este documento y se cumpla lo ahí establecido.

Habría que empezar por eso.

Sr. Donald Trump, tenemos un problema


Tenemos un problema pero definitivamente no es el mismo problema.  Usted, en su ambición por ser presidente de Estados Unidos,  ha mostrado escasas luces intelectuales hacia mi país,  México.  Así lo evidenció en pocos minutos al pronunciar un discurso que pretendió ser grandilocuente pero que definitivamente tuvo una aparatosa caída bufonesca al anunciar su intención de convertirse en candidato presidencial del Partido Republicano de aquel país al que respeto profundamente.
 Ha llamado a mis hermanos de sangre y de suelo, violadores y criminales.  ¿Quién se está creyendo que es usted?  Sé que acostumbra ser protagónico, que le gusta ser controvertido y con ello ganar reflectores.  Pero no le permito que sea a costa de pretender humillar a mi raza.  Y no es cuestión de un patriotismo mal entendido ni de una mexicanidad a ultranza. 
¿Conque usted asume que porque habló con guardias fronterizos[1]  supo que los mexicanos llevan droga, crimen y son violadores? Vaya forma de realizar un análisis profundo.  No quiero imaginar cómo le iría a su país, en el remotísimo caso de ser POTUS[2]   si sus decisiones gubernamentales las tomara a partir del  dicho de tal o cual persona.
Usted indica que México manda a su gente pero no manda a la mejor.   Está enviando a gente con un montón de problemas. Y, en un acto de suma bondad pretende hacer ver que hay algunos que son buenos.  ¿A qué obedece señor esta xenofobia?  A sus setenta años, ¿todavía la vida no le ha enseñado que a las personas ni a los países se les debe etiquetar a la ligera?  Tengo entendido que profesa el presbiterianismo. La de Juan Calvino[3], John Knox, entre otros.  Religión que está basada -entre otros conceptos- en el arrepentimiento,  la justificación por la fe.  Por cierto, una de las frases que se atribuye a Juan Calvino refiere: Los que prematuramente se colocan para erradicar con todo lo que es desagradable para ellos, aplastan el juicio de Dios y ligeramente se entrometen en la oficina de los ángeles. ¿Le queda claro?
Debo decirle que desde hace muchos años sigo su carrera y su trayectoria como líder.  Le he admirado, leído, visto, y en muchas ocasiones, lo he puesto de ejemplo con mis estudiantes universitarios.   Hoy usted me ha decepcionado en extremo pero a la vez me hace reflexionar sobre lo que es un verdadero  líder.  Los que tienen como premisa respetar a sus semejantes. Los que tienen sus pies puestos sobre la tierra.  Los que no se asumen Dioses ni redentores.
Así como su padre trabajó como obrero  -estoy segura que lo hizo denodadamente-  habemos millones de mexicanos que todos los días  estudiamos  y/o laboramos intensamente para mantener a nuestras familias y tener mejores comunidades donde vivir.   Luchamos por un país con  mejores espacios de desarrollo, de crecimiento, de oportunidades.  Y ¿sabe?  No nos ha sido fácil.  Hemos tenido/padecido gobiernos corruptos, gobernantes sin escrúpulos, políticos sin moral. Pero eso no nos define como mexicanos.  Nada nos ha sido obsequiado y tampoco nos conforma ni nos somete.  Somos más los compatriotas honrados, los que exigimos mejores gobernantes, los que pugnamos porque la ley se cumpla.   Somos más los que trabajamos y lo hacemos bien.  Somos respetuosos con nuestros vecinos y con nuestro entorno porque sabemos que esto es parte de la calidad de vida que estamos construyendo.
No señor Trump.  No es que en México nos quedemos los buenos[4] como lo dijo con desparpajo.   Los que han cruzado la frontera son aquellos que afanosamente buscaron empleo y no lo encontraron.  O con pagas tan pequeñas que la desesperación les ganó.  No abandonaron a sus familias.  Se desprendieron con dolor.  Usted afirma que escuchó a los guardias fronterizos.  Pues bien, lo invito a que vaya a cualquiera de las fronteras y escuche a los que emigran a Estados Unidos.   Si tiene corazón, terminará llorando.  Si tiene sentimientos, terminará respetando el valor y el arrojo de los que se van.   Escuchará historias que lastimarán sus oídos pero que tocarán su alma. 
No dudo que entre tanto emigrante vayan personas con escaso o nulo valor.  No defenderé lo indefendible.
En su desacertado discurso afirmó que se habría de levantar un gran muro en la frontera entre Estados Unidoss y remató afirmando  que México no es nuestro amigo.  Ante tal afirmación, no queda más que verlo con misericordia como quien escucha al desatinado del pueblo.  Su diatriba no merece más.
No anduvo usted por las ramas en esto de pronunciar el más disparatado discurso pero siento decirle  que es usted quien no  tiene amigos.  Porque si un amigo le ayudó a elaborar su discurso, es entonces su más férreo enemigo.  Si fue un empleado, siento decirle que le está pagando para que lo destruya.
En suma señor Donald Trump, el pretendido  arranque y discurso por la contienda a la Presidencia de EEUU  fueron  su propio freno.    En mi país, coloquialmente se dice que se atascó y quedó embancado. 






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[1] http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150616_trump_mexico_candidatura_cch
[2] En alusión a la cuenta de Twitter del presidente de Estados Unidos  @POTUS
[4] http://www.excelsior.com.mx/global/2015/06/17/1029755

Campañas políticas 2015


Algo no está bien con este proceso electoral.  Algo no calza o no funciona en el ambiente.  No se han generado como antaño –por ejemplo- aquellas frases chispeantes, inteligentes, nacidas de la vagancia política de a deveras, de las que uno y otro partido hacían alarde y  que se repetían en cada café o reunión como refrendando  la sagacidad y agudeza mental del candidat@.   Tampoco  se ha visto por ningún lado la fiebre de campaña  nacida a partir del entusiasmo absoluto, total y entregado a los y las candidat@s.   No se ha escuchado el discurso inspirador, contundente, espontáneo,  firme y decidido, que invite y que provoque a ser partícipe activo. 
A diferencia de otros procesos electorales, el actual parece una película surrealista en la que los personajes centrales -los candidatos- se desenvuelven  en cámara lenta en una secuencia de hechos incoherente  en tiempos y en  espacio que no logra arrancar ningún encanto al electorado. Alguna pincelada ha habido por ahí -a lo sumo- y eso es ya alentador.    
Cual película cansina  escuchamos y leemos las diversas propuestas de trabajo, compromisos que se adquieren y se sellan casi con sangre; sonrisas que delatan desesperación en la mirada,  fotografías con los mismos escenarios y las mismas poses repetidas al infinito.   La consigna para tomar la placa –parece ser- es buscar a la viejita más anciana, al niño más andrajoso, a la señora más doña, al niño embarrado con el dulce de una paleta –no importa las consecuencias en el vestir-  a quien sea pero que sea alguien o algo conmovedor, que destaque el sentimiento del o la candidata quien entornará los ojos con candidez aprendida.  Desde su mejor ángulo, of course.   
El fondo musical de esta película surrealista es macabro:   Ya nos aprendimos todos los slogans de campaña.  Ya escuchamos hasta la más absurda canción o jingle sobre candidat@S.    Ya oímos los corridos inspirados en ellos.  Ya transitamos  cada etapa   del  proceso de photoshop de  unos y otros.   Dicho sea de paso,  el señalamiento no es por el uso de éste, sino por  el abuso.   Somos espectadores del fuego amigo y enemigo que se cruza de un lado a otro, campeando a sus anchas.   
Ligerezas aparte, no cabe duda que cada candidat@ debe presentar  su  propuesta de trabajo y que además debe asumir compromisos.  De hecho y de derecho  debe ser así.  Tampoco están mal  las campañas políticas de proselitismo.  Esto es parte de una democracia y de un sistema de partidos como el que tenemos y de ahí que de alguna manera, casi resignadamente hayamos tomado aire con toda fuerza para  esperar a que este proceso finalice.   
A pesar de lo anterior, hay algo que destaca entre todo este jaleo:  Estamos cansados.  Es ese característico  cansancio que resulta de vivir  repetidamente  lo mismo  cada tres o seis años  sin obtener resultados positivos o beneficios colectivos que verdaderamente alcancen para todos.  Es como la resaca de una mala noche que se quiere olvidar pero que rabiosamente sigue presente.
El hastío  no es pues con respecto a las campañas políticas en sí, sino es consecuencia de una serie de desatinos gubernamentales que transforman el sentir colectivo en una inconformidad social que a todos toca porque todos padecemos.
De ahí que los hoy candidat@s tienen una fuerte carga.  De verdad.
Tal vez no haya más que descubrir en este mundo de la política.  O tal vez ya no exista discurso nuevo que pronunciar. Ni pose nueva, ni frase inédita, ni fórmula maravillosa.   Lo cierto es que cada candidat@ del partido que sea debe por exigencia social ser innovador para presentar propuestas que nos convenzan, ideas que nos subyuguen,  proyectos que nos seduzcan, programas  que nos inviten a colaborar, a ser sujetos  activos.  Hablamos y hablemos pues, de una democracia participativa, la que permite verdaderamente ser, hacer y  proponer.  No la que utiliza, ni la que es disolutamente acotada o la que es para el momento o para el fin de unos cuantos como corista de tarifa.  Tampoco  la que se maneja en la opacidad, en las negociaciones obscuras, en las que se justifican procederes o se manejan posiciones políticas con el tanto por ciento, sea en favores o en más cargos públicos o en contratos, o en lo que sea igual de reprobable. 
En este sentido se debe atender a una democracia participativa saludable, fincada en la colaboración individual y colectiva en espacios de decisiones formales y alejada de prácticas despóticas o serviles  que impiden  todo desarrollo que se precie de serlo.   Una democracia participativa no es un instrumento de uso del gobernante sino en todo caso lo es también para el ciudadano, de tal forma que éste pase del viejo esquema de escuchar, leer, opinar y acaso acudir a votar, para convertirse en un ente que vota razonadamente, que se expresa y se manifiesta, que exige, que cuestiona, analiza, asume responsabilidades en un entorno de conciencia cívica que le derive en mayores beneficios colectivos a presente y a futuro. 
Los  hoy candidatos deben hacer uso de sus más amplias facultades de innovación y creatividad para construir un proyecto colectivo que sea realmente incluyente, que abarque las diversas dimensiones del quehacer social, productivo y  económico, que privilegie la participación social antes que la participación política segmentada.

Luces y sombras.



No recuerdo ya cuántas veces he iniciado este párrafo.  Escribo, borro, lloro, vuelvo a escribir.  Cada palabra me remite a imágenes  de dolor y de rabia.  Busco mi catarsis al redactar,  a sabiendas que solo el tiempo y la oración harán lo suyo.    Por cosas de humanos y de la Fe –bendita- la familia busca consuelo en hechos o eventos  que revelan la presencia de Dulce, nuestra sobrina a quien manos asesinas privaron de la vida junto a su novio Mario.  Es esa parte espiritual y religiosa  que cubre como un bálsamo tanta tragedia.  Tal vez fue un abrigo que confeccionó el Creador para quienes viven etapas como la que estamos pasando.  Estoy segura que el lienzo para hacerlo  fue la enorme cantidad de personas que nos brindaron su apoyo, sus oraciones y plegarias.   Nuestro infinito agradecimiento.
Dulce y Mario fueron dos víctimas de la violencia que nos está mermando -si no paralizando-   las capacidades que como Sociedad debemos cuidar y desarrollar: educación, cultura, progreso, armonía, paz y seguridad.  Dos que se suman a las de otras familias que han padecido lo mismo.  
Paradójicamente este día 6 de Abril se conmemoran  158 años de la defensa del suelo nacional mexicano ante la invasión estadounidense capitaneados por Henry Alexander Crabb (1857)[1] y 67 años de distancia de haberse declarado por el Congreso del Estado que la cabecera de este municipio se denominara Heroica Caborca[2].   Es acaso este un buen momento para reflexionar en torno a lo que nuestros antepasados construyeron y lo que hoy por hoy estamos edificando sobre las bases que nos legaron quienes ya se han ido físicamente.
 
Caborca fue un municipio ejemplar y pujante a nivel nacional.  Hoy somos referencia en   violencia, desempleo e inseguridad por mencionar algunos rubros.   ¿Qué nos pasó?  ¿En qué  desdichado momento fueron sepultados los nombres de grandes líderes que forjaron esta tierra y que eran modelo a seguir? ¿A qué  hora nuestra memoria colectiva arrojó al olvido la historia de grandeza, de sacrificios de hombres y mujeres de temple que conquistaron el desierto?
Esto no es alarmismo.  Los índices de escaso desarrollo son claros pero la realidad los supera con mucho.   Si bien los vecinos y habitantes tenemos obligaciones que cumplir como tales, lo cierto es que la autoridad municipal  tiene un mucho que hacer, ejercer, gestionar y brindar resultados al corto, mediano y largo plazo, según sean los objetivos planteados.  Por ejemplo, una seguridad pública eficiente y eficaz debería dar resultados en el corto plazo –dada la urgencia de ésta-  en tanto que una pavimentación adecuada y de calidad seguramente se podría conseguir en un poco más de tiempo, considerando la situación caótica que prevalece y que padecemos.
No es posible aquí soslayar que un buen presidente municipal, rodeado de un buen equipo de regidores y administradores de la cosa pública, dará por consecuencia excelentes resultados.  Se requiere autoridades municipales que actúen desde sus propios cargos y no que defiendan o litiguen a ultranza opiniones y comentarios en redes sociales;  que en todo caso posea la suficiente inteligencia para utilizarlas como herramienta  de trabajo y como termómetro práctico para medir el sentir popular sobre determinados temas que al colectivo le interesa.    
Se precisa una autoridad municipal con la suficiente fuerza como para encabezar grandes proyectos de crecimiento que a la postre se traduzcan en mejores empleos, mejor economía y mejores espacios de vida comunitaria y familiar.  Una autoridad que sepa serlo y de quien nos sintamos verdaderamente representados, incluso si no es del partido político de preferencia.
Se requiere una autoridad municipal que respete las distintas instancias de gobierno pero que también sepa ser respetado por ellas.  Esto no es producto del puesto ni es un accesorio del mismo:   se gana con trabajo, con rectitud, con valor, con arrojo, con capacidad.   Se precisan autoridades que practiquen el compromiso social y lo porten como emblema.  Se precisan funcionarios líderes. Funcionarios íntegros, funcionarios que funcionen como tales.

Estamos en una época electoral que bien puede ser el parteaguas en muchos aspectos que nos aquejan.  No será aquí en esta columna donde se tome una postura hacia uno u otro partido. Por razones obvias y de respeto a quienes ya no están.    Pero sí mencionaré que precisamos exigir cada día, todos los días,  que las autoridades cumplan con sus cometidos.  Que sea la demanda cotidiana la marcha permanente, la manifestación constante, el grito colectivo,  el reclamo fijo,  la consigna social inquebrantable de tener mejores espacios de vida y no de muerte.
 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM26sonora/municipios/26017a.html
[2] http://www.ordenjuridico.gob.mx/

Atrapados en el tiempo o Por un mejor gobierno



El día de la marmota, Atrapado en el tiempo, o bien en su título original Groundhog Day[1], es el nombre de una película exquisitamente interesante desde todos los ángulos.  En breve, se trata de un meteorólogo de televisión (Bill Murray) que acude al festival de El día de la marmota y, sorprendido por una tormenta de nieve,  se ve obligado a quedarse en el pueblo. El asunto es que a la mañana siguiente, al levantarse, los acontecimientos son exactamente iguales al día anterior y sin motivo se ve obligado a repetir el Día de la marmota infinitamente sin saber cómo salir o avanzar en el tiempo.  Lo interesante es como el personaje va evolucionando y pasa por varios estados anímicos y de personalidad dignos de estudios psicológicos, míticos, literarios, morales, etcétera. 
Sucede que hasta que el personaje principal  tiene un cambio de actitud, hasta entonces empiezan a darse pequeños cambios en la rutina de vivir el mismo día, de tal forma que en algún momento, pasa efectivamente al siguiente día.   Existe en la vida real el pueblo de Punxsutawney[2]
Pero, ¿Qué relación guarda  la película de El Día de la marmota con Sonora, nuestro estado?
Cada vez que veo dicha película,  invariablemente me remite al tema político.  Cada tres o seis años –según sean elecciones-  se repiten  con particular sintonía mediática-discursiva las mismas palabras, los mismos énfasis, los mismos escenarios.  Y ahí vamos todos. No importa la pertenencia a tal o cual partido político.  Volvemos a reclamar que en nuestra ciudad hace  falta agua, drenaje, parques, jardines, seguridad pública, áreas deportivas, pavimento, y un largo etcétera de carencias.  Y volvemos a escuchar lo mismo. En un pequeño ejercicio mental que hagamos, podremos advertir que las exigencias  de hoy son los reclamos de ayer y de ayer y de ayer.   Pocas ciudades y municipios se congratularán de tener en efecto, mejor y mayor pavimento o agua potable, o  bibliotecas o espacios culturales y deportivos.  
Se afirma que la calidad de vida de una comunidad se puede medir según sean los temas principales que los habitantes señalen.  Me parece que en este sentido las autoridades de ayer y de ahora saldrán bastante mal en su desempeño: Seguimos estancados, empantanados en las mismas problemáticas que nos han aquejado desde hace muchos años.  
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)[3] presenta estudios interesantes sobre las percepciones de los habitantes de diversos países en lo que considera que es el secreto de una vida mejor: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo.    Países como Noruega, Canadá, Suiza, manifiestan alto  interés en todos los temas, es decir, le dan más o menos igual importancia.  Se asume que las políticas públicas responden a la demanda social.   Por algo son países desarrollados.
Es México quien presenta una mayor disparidad. Opinamos que tenemos  bajos ingresos, escasa seguridad pública y pobre educación entre otros aspectos. Eso sí, somos muy trabajadores: Trabajamos según la OCDE 2 226 horas al año, cifra mayor que el promedio de los países miembros: 1 765 horas.  Nuestra esperanza de vida es de 74 años,  seis años menos que el promedio de la OCDE, 80 años.  Nuestro aire es de los más contaminados: 29.8 microgramos por metro cúbico, mucho más alto que el promedio de la OCDE de 20.1 microgramos por metro cúbico.  El 64% de los mexicanos está satisfecho con la calidad del agua pero en otros países lo es el 84%.  O sea, estamos satisfechos con menos.
La participación electoral como medida de confianza se sitúa en  63% considerando la participación ciudadana más reciente aunque en países de la OCDE es del 72%.  Y pese a todo, el 82% de los mexicanos  se sienten satisfechos. Sorprendente. 
Analizar el índice de satisfacción de la OCDE es notable por cuanto que sitúa a los nacionales como felices y es un indicador  –subjetivo pero interesante- para determinar la calidad de vida.  ¿Qué sucede entonces? ¿Somos felices con la inseguridad pública? ¿Estamos contentos con la calidad de enseñanza? ¿Nos gusta el deterioro de las comunidades en sus servicios públicos? ¿Acaso estamos felices con el desempeño gubernamental?
Algo está  sucediendo.  ¿Acaso hemos hecho un pacto social donde nos conformamos con menos? ¿Acaso la cultura del valemadrismo ganó la batalla? ¿Será que nuestros estándares de calidad y buen gobierno son bajos? ¿Fregados pero contentos?  Me niego a creerlo.
 
En algún momento de la vida el comportamiento social cambia y debe ser –por necesidad y por urgencia- en estos procesos electorales.  Repetir historias de gobiernos fallidos  nos está llevando a la debacle económica, productiva y social que nos aleja  del franco desarrollo en el que deberíamos estar inmersos todos los municipios y no de unos cuantos de manera aislada, desligada del contexto estatal y nacional.   Romper con el esquema de El día de la marmota implica un cambio de fondo y de todos.
Por eso es esencial y de cardinal relevancia que la participación ciudadana sea proactiva, que trascienda y se manifieste en aportaciones a programas y planes de gobierno,  que se establezcan indicadores básicos de desarrollo de los municipios  de tal manera que sea medible el avance de cada cual o en su caso, aplicar programas remediales que les permitan continuar sin que existan brechas abismales entre uno y otro.  No es posible ya repetir hasta el infinito la vieja fórmula del pedir-prometer-incumplir-pedir.
 
A estas alturas, deberíamos como comunidad estar tratando temas sobre acceso a internet en áreas públicas, la mejora de acervos en la biblioteca municipal, equipando adecuadamente parques y jardines,  contar con un padrón real  de adultos mayores y plan de actividades para ellos –cada vez son más-, promoviendo eventos  culturales bajo un programa colaborativo de los diversos niveles educativos que  contribuya a la formación de los habitantes,  por ejemplo.  A estas alturas, deberíamos estar trabajando proyectos de desarrollo regional que permitieran avanzar a municipios con una misma problemática  en forma sostenida y sustentable.    Pero no, seguimos discutiendo sobre baches, semáforos descompuestos, alumbrado público deficiente tanto o más que la recolección de basura, escasez de agua potable y una larga lista de carencias que se han ido acumulando con cada administración gubernamental. Estamos atrapados en las deficiencias y las privaciones de servicios básicos fundamentales. Sumado todo a la negligencia o desconocimiento del quehacer gubernamental de quienes ostentan  cargos públicos. Seguir así es apostarle a la nada, al vacío y a la desesperanza.

Por esto y más es que debemos modificar conductas tanto como habitantes/ciudadanos  como en lo colectivo que incida en el desarrollo social sostenido. Y en esto las autoridades deben estar decididamente comprometidas.  Una planeación adecuada implica la participación comunitaria plasmada en un documento donde se defina de bien a bien dónde estamos y hacia dónde vamos.  Con objetivos y metas claramente trazadas del que se desprenda que la participación colectiva ha sido el eje rector y que a la vez mida cada cierto tiempo los avances o logros obtenidos.  Ya basta de medir al desarrollo integral a través de discursos y  declaraciones dadas desde la comodidad de una oficina de los gobernantes en turno, donde -por cierto-la modalidad online es de las preferidas
 Existe claro, la cómoda alternativa de quedarnos anclados para siempre en el mismo lugar haciendo lo mismo.  Muy satisfechos en la insuficiencia mientras el mundo avanza a pasos agigantados.

 

 

 




[1] https://www.youtube.com/watch?v=tSVeDx9fk60
[2] http://www.punxsutawney.com/
[3] http://www.oecd.org/centrodemexico/laocde/

De troles y otros demonios

 

Según Wikipedia, el sustantivo trol viene de la palabra del nórdico antiguo para describir a un monstruo mitológico. [1] En los cuentos infantiles son criaturas empeñadas en hacer travesuras y malicias.  En el el idioma inglés, el verbo troll es una técnica de pesca. La expresión trolling for newbies significa pescando novatos.   Los chinos usan un término alternativo, bái Ián que significa literalmente putrefacción blanca para referir a una publicación absurda y sin sentido, con el ánimo de fastidiar a otros.  En japonés,tsuri se refiere a publicaciones intencionalmente engañosas.
 
Hay troles que son anónimos y otros que son pseudónimos.  De los primeros se tiene un  origen  desconocido.  Los segundos son encubiertos pero se conoce de donde proviene o quien o quienes son sus autores;  se caracterizan por comportarse con  una doble cara/doble moral.  En público aparecen como  personas honorables, respetuosas y simpáticas incluso.   Tal vez hasta se conviva con ellos y ni nos percatamos.   Son habilidosos.  Anónimos o pseudónimos,  en la oscuridad de la cobardía y en lo oculto se transforman en aves de rapiña, en entes que carecen de valores, seres amargados, frustrados.  Como la novela de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hide, cuyo tema central es el trastorno psiquiátrico de una persona que tiene dos identidades con características opuestas entre sí.

Pudiéramos continuar con una serie de interpretaciones que  se generan en el mundo para describir a esta figura virtual y, sin temor a equivocarnos, coincidirán en que representa el engaño, la falsedad, la mentira, la difamación y la más putrefacta de la condición humana:  la miseria intelectual de daño  y destrucción.

Un trol percibe al ser humano no como tal, sino como un simple blanco en el cual descargar su ira, su escasa autoestima, su amargura, su pobreza intelectual.  Busca sembrar caos emocional, político, social, a costa de cualquier bajeza. Pretende provocar controversia y jamás razona con nadie por eso no vale la pena responderle.    Algunos quieren disfrazarlo como libertad de expresión pero esta se presenta solo cuando es perfectamente indentificable su emisor.  De otra manera no se entiende.  Un trol es en esencia un ser perturbado cuyo parque de diversión es internet.
La figura del trol  es el disfraz que utilizan quienes al amparo de la cobardía tienen como finalidad  denostar, castigar, humillar, tergiversar información, decir verdades a medias o mentiras absolutas.  Todo bajo nombres ficticios, -of course- porque no conocen ni el honor ni la honra ni la valentía ni el deber cívico como personas de bien.

Peligrosamente se está  volviendo cotidiano  ver desfilar día a día troles por todas las redes sociales.   Particularmente en épocas electorales donde los ánimos se encienden y aparecen como desfile de cerebros descarnados, vomitando neuronas fallidas.
Utilizan diversas tácticas de convencimiento: Unos buscan la palabra que agrade al lector para después lanzar dardos envenenados en contra de tal o cual persona o candidato a cargo de elección popular.   Otros argumentan poseer la verdad absoluta, hacen alarde de cifras y estadísticas como evidencia plena de sus decires.  Muchos de ellos prefieren la palabra obscena para señalar con índice de fuego al que identifican como enemigo.
También existen troles bipolares, de múltiple personalidad que hoy atacan a uno y al rato los entronizan como dioses del olimpo, dechados de virtudes, no dignos de este espacio terrenal.
La vida  de los troles depende con mucho de los propios  usuarios de redes sociales.   Está en nosotros detectar y aniquilarlos con un simple clic.  Ignorarlos es el antídoto perfecto, porque contestar sus actos de provocación es seguir alimentándolos.  En internet existe la frase Don´t feed the troll que significa  no alimentar al trol.  Algo que todos podemos hacer fácilmente.  Al detectar uno, podemos seguir estos dos fáciles pasos: 1.  Ubicar el mensaje como trol y alertar a los demás. 2. No contestar sus actos de provocaciones, cualquiera que éstos sean. Que muera de inanición y de desprecio.

La importancia de la vida de los troles no es cosa menor, dados los efectos dañinos que puede acarrear a las comunidades, a la sociedad.    

En épocas de elecciones  como la que estamos viviendo, darle cabida a estas ratas de internet significa darles espacio para que sean ellos quienes –de alguna manera- participen activamente en  un proceso electoral que nos corresponde como ciudadanos.  Somos nosotros, con rostro, con cara, nombre y apellido quienes debemos opinar, decir, hablar, argumentar, proponer y criticar, todo bajo la luz de una sana construcción de mejores espacios de vida colectiva.  A un trol no le interesa si existe buena o mala calidad de pavimentación, de seguridad pública, educación, empleo, industria, producción, nivel de vida, etcétera.  Su existencia está dedicada única y exclusivamente a destruir lo que sea, a quien sea y como sea.  Porque esa es la consigna personal o porque así dice el  contrato que firma al mejor postor. 
Buscando documentarme más en internet, encontré este interesante epitafio a un trol:
Estás tan lejos de ser capaz de entender algo de lo que cualquiera dice aquí que esto sólo lleva a la inutilidad. Lo verdaderamente triste es que de verdad crees que estás ganando. Eres un terrible despilfarro de recursos naturales – por favor reintégrate en la cadena alimenticia... estúpido trol flatulento.







[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Trol

¿Cuál es el mejor gobierno?


 

A propósito de campañas electorales, cabe reflexionar sobre el particular no en el sentido de quien o quienes son los mejores  o que partido político es el más idóneo para que sus contenientes ocupen cargos de elección popular sino en todo caso, con quienes se hará mejor gobierno.
Se ha derramado mucha tinta ya sobre este tema pero nunca será suficiente.  No al menos mientras las autoridades sigan desligadas del sentir social o mientras continúen la práctica del yo-yo como oración cotidiana pero sin muestras claras de ser auténticos servidores públicos.
Como nunca, estamos viviendo en los municipios una crisis que nace en las oficinas de los Ayuntamientos y se manifiesta todos los días en la vida  cotidiana de las   comunidades:  mala administración, deficiencia de alumbrado público, recolección de basura, pavimentación, jardines, áreas deportivas, y un largo etcétera que no se le ve fin pero que si se le ve el desencanto y frustración social.  Es cosa de recorrer algunas calles para saber cómo y qué tipo de gobierno padecemos, sin desconocer desde luego que como habitantes estamos obligados a ser y tener un comportamiento ciudadano que permita una convivencia mejor.  Pero, ¿no es acaso necesario un buen liderazgo para motivar y tener esa mejor convivencia social? 
Se afirma que la crisis nace en las oficinas de Ayuntamientos porque es justamente ahí donde se ponen realmente a prueba quienes ganaron las elecciones.  Es en este lugar donde el liderazgo, la capacidad, competencia, nivel de dirección, de rumbo y de desarrollo se deben manifestar ampliamente y en un tiempo máximo de tres años.  Tarea no sencilla pero tampoco imposible. Y para eso están.
Muchos munícipes del ejercicio 2015-2018 habrán de echarse a cuesta tareas de altas magnitudes porque tendrán que en el mismo plazo sacar adelante programas remediales a la problemática que nos aqueja. ¿Acaso no es lamentable que sigamos hablando de los mismos temas/problemas sociales que deberían hace mucho haber dejado de ser tales?  En pleno Siglo XXI, después de muchas administraciones y de muchos millones de pesos ejercidos, seguimos con los mismos baches, con los mismos semáforos muertos, con los mismos edificios vetustos, con las mismas calles y avenidas llenas de tierra, de suciedad, de esperanzas fallidas, de discursos con promesas que murieron apenas se pronunciaron  o quedaron olvidadas porque sí o porque había que atender otros intereses
Ojalá que cada uno de nosotros desde su centro de trabajo, familiar o de amistad, hagamos crecer la voz y darle vida como una sola demanda, que se escuche, que se sienta y que se grabe:  Exigimos gobiernos de verdad, de compromiso, de hechos y realidades.  Escuchemos sí, a los contendientes por diversos partidos políticos no solo en cuanto a sus propuestas de trabajo -que finalmente son similares todos- y concentrémonos en los cómo, es decir, en las propuestas con enfoque, con actividades y programas reales y posibles.  Ya no más discursos para halagar el oído o encender los ánimos de unos contra otros.
No hay secreto ni fórmula que inventar:    El mejor gobierno  es aquel que sabe responderle a su comunidad primero con una administración competente, con experiencia  y segundo,  a partir de las necesidades y demandas que se le formulan;  el que tiene un cercano contacto social, de apertura y de madurez para aceptar que en las diferencias también existen grandes posibilidades de sumar en la construcción de mejores espacios donde todos seamos parte.