Cosas de Reyna

Alberta y Teresa

La historia de Alberta y Teresa es una de las muchas que existen en nuestro país. El de ellas difiere por la saña, prepotencia e injusticia de las diversas autoridades que intervinieron en su caso como son la PGR y Poder Judicial, lo que ha sido motivo para que Amnistía Internacional las haya declarado presas de conciencia.

El 26 de marzo de 2006 es la fecha que llevan marcada: Ese día llegaron seis agentes federales de investigación (AFI) a Santiago Mexquititlán en Querétaro y sin orden de cateo pretendieron realizar decomiso de mercancías presuntamente pirata en un tianguis. Otros afirman que eran ladrones que pretendían robarse los productos del lugar. Pero se encontraron con un grupo de comerciantes cansados de ese tipo de injusticias y de abusos. Solicitaron a los AFIs que se identificaran. Emerge la furia de los individuos por tan osada petición ciudadana. Y ahí empezó el asunto: Se armó la trifulca para derivar en que los tales AFI acusaron a los comerciantes de haberlos secuestrado. Los agentes afirmaron que estas mujeres y otros vendedores de los puestos del mercado los tomaron como rehenes durante el operativo. La única evidencia es una fotografía donde Alberta y Teresa se ven al lado de ellos. Jacinta –la tercera acusada- fue excarcelada después de 3 años de reclusión: liberada por falta de pruebas, no declarada inocente, como correctamente debió ser. Por eso no hubo –como también debió haber habido- reparación del daño para Jacinta.

Alberta y Teresa siguieron su viacrucis. Amnistía Internacional cobijó el asunto y declaró que por su condición marginal de mujeres indígenas y pobres, resultan blanco fácil de las irregularidades y deficiencias del sistema jurídico mexicano. Nosotros lo sabemos desde antes.

La PGR solicitó al juez de la causa la imposición de una pena de 40 años de prisión para las dos mujeres indígenas. Supongo que ese rigor también lo manifiesta con respecto a narcotraficantes, secuestradores y demás lacras sociales. Ja. Total que en enero de 2009 fueron condenadas y en abril de ese año se ordenó nuevo juicio. Así, El 19 de febrero de este 2010 se ratificó la sentencia del Juez Cuarto de Distrito en el Estado de Querétaro quien las condenó a 21 años de prisión por el delito de privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro. Ah! Claro que también hubo sentencia por reparación del daño: 70 mil y 91 mil más por concepto de multa.

Alberta Alcántara Juan es una mujer que trabajaba en una fábrica de ropa en Querétaro. Parió en la cárcel a su hija, que ya tiene un año. Teresa González Cornelio hacía labores en el campo y en su casa.

El expediente de las dos mujeres otomíes está plagado de irregularidades que consistentemente se han venido denunciando: pruebas ilegales e incongruentes. Construcción documental de un delito que no se realizó en los hechos y ni por asomo hay prueba de ello. El delito mayor es el de haberse opuesto a la dicha diligencia -suponiendo que lo era- y haberle solicitado a los AFIs que se identificaran. Aunque persiste el asunto no abordado en la causa: Que eran ladrones queriendo robar mercancía. Solo hasta que se les vino encima la furia de los comerciantes argumentaron ser AFIS. Quien sabe. Ni siquiera se les proporcionó intérprete durante los procedimientos judiciales. El defensor de oficio nunca habló con ellas para explicarles sus derechos y defensa.

El caso es un vivo ejemplo de la inequidad de herramientas en la defensa, en el carácter desproporcionado de la pena y sobre todo, de las irregularidades procesales de los asuntos sometidos al Estado, por cuanto que deja en tela de duda el derecho a un juicio justo y el principio de presunción de inocencia.

Pero también es un vivo ejemplo del acontecer político mexicano, donde se dice una cosa y se hace otra. ¿De qué sirven los discursos de César Nava y Josefina Vázquez Mota que ayer pronunciaron en Sonora? ¿De qué sirve convocar a los funcionarios y empleados públicos al hacer y quehacer correcto, responsable y ético si ellos no han podido controlar a los propios? ¿De qué sirve y para que carambas sirve a la nación los pactos y acuerdos que firman los partidos políticos si no van a alcanzar para hacer justicia a tantas Albertas, Teresas, Jacintas o como se llamen pero que son al final de cuentas nuestros conciudadanos? Las buenas intenciones deben ser coronadas con resultados, no con simples afanes.

El pasado 15 de marzo el senado aprobó un punto de acuerdo que encabezó Manlio Fabio Beltrones Rivera para crear un grupo plural de trabajo que investigue probables violaciones de derechos humanos contra estas dos indígenas de Querétaro. A tres años de distancia. A tres años de injusticias, a tres años de estar privadas de su libertad, mal viviendo, sintiendo el peso de la injusticia, ahogándose en la desesperación del paso y el peso de las horas y los minutos tras una reja. Me pregunto si acaso el interés es mediático y de pasarela.

¿Qué sucedió en ese tiempo? Las tribunas se llenaron con discursos plagados de conceptos como democracia, libertad, modernización, calidad en la educación; políticos que se rasgaban las vestiduras en aras de la globalización y el desarrollo del país. Legisladores que se ufanaban del sistema jurídico mexicano, de los grandes avances y logros que hemos tenido para confort de tooodos los que aquí vivimos. 1095 días que han tenido los partidos políticos y sus dirigentes para enarbolar esta causa pero se perdieron en hacer pactos y convenios bochornosos.

Los días siguen corriendo; Alberta y Teresa siguen esperando justicia, solo justicia.







Liderazgo frustrado o el líder que no ha sido.

De unos días a acá he estado pensando sobre el liderazgo político. Es decir, es un tema que recurrentemente comentamos en las aulas universitarias, pero por alguna razón he estado reflexionando sobre este tema con mayor énfasis. De repente me asalta la idea que sí sé porqué: Estamos viviendo más intensamente esta política mexicana que se desdobla a niveles tristemente más bajos. Leo, veo y observo. La caída está a ojos vista. El motivo es un número: 2012. La sociedad poco o nada contamos realmente.

Cuando tomaba mis clases de maestría, los profesores eran enfáticos: nos hablaban del perfil del líder y sus características; analizábamos la relevancia de que cualquier empresa que se preciara de serlo contara con una persona que supiera dirigir, administrar y consensuar. A través de los muchos ejercicios –reales y ficticios- que practicamos como trabajo en equipo con mis compañeros, pudimos apreciar y constatar que así era. En las empresas, un liderazgo efectivo es casi sinónimo de éxito pues regularmente va acompañado de cualidades tales como responsabilidad, planeación estratégica, rumbo, conciencia social. Académicamente, ahí en las aulas universitarias aprendimos el cómo y el porqué.

El asunto se complica en la vida real: El liderazgo en las empresas dista con mucho del liderazgo político. El más exitoso es desde luego el liderazgo empresarial por razones naturales de su entorno, origen y desarrollo. Y aquí es donde me asaltan las inconformidades ¿Por qué no tenemos un liderazgo político? ¿Por qué no existen líderes de verdad que conduzcan a la sociedad hacia mejores estadios de desarrollo? ¿Acaso es que además de liderazgo político faltan liderados, es decir, personas que permitan ser conducidos o guiados?

Me explico. Cada día se lee en la prensa una serie interminable de demandas, quejas, molestias y rechazo social a la forma de gobernar de distintas autoridades de los tres niveles. Los temas son ampliamente conocidos: inseguridad pública, legisladores que exhiben mas su ignorancia, magistrados que resuelven desde su burbujita de cristal, insensibilidad social, escasa/nula generación de empleo, más universitarios que egresan pero sin obtener al final un empleo y ni forma de crear empresa porque se requiere capital; homicidios y mas homicidios, etcétera. El gobierno se desgarra las vestiduras asegurando que “irá hasta las últimas consecuencias”. No es eso lo que demandamos: Lo que exigimos es que no suceda tanta atrocidad. La prevención es el rumbo pero al parecer ésta escasamente se aborda. Hay mas combate que prevención.

A nivel municipal se exacerban los problemas pues es ahí donde las comunidades resienten más las ineficiencias e ineficacias de la autoridad.

A estas autoridades se les olvida que gobiernan para todo el territorio y no solo para cuando se celebran sesiones de cabildo y solo a los ediles. Aunque ahí se encuentran los representantes de los distintos partidos políticos, lo cierto es que se debiera tener sensibilidad social y política suficiente para difundir las acciones y decisiones de gobierno. Ir más allá incluso y fomentar una real participación ciudadana. Ser incluyentes.

En Sonora, todos los ayuntamientos tienen la obligación de presentar un plan de desarrollo municipal al inicio del período (3 años) y en él establecer el rumbo en todos los órdenes: empleo, educación, seguridad pública, cultura, deporte, economía, industria, desarrollo rural, etcétera. Tan importante es elaborar este documento como difundirlo, ejecutarlo y mejor aún, evaluarlo. En suma, es el documento rector de desarrollo. Ahí se encuentra –se supone- el diagnóstico de la situación en todos los órdenes y los objetivos y metas a alcanzar durante los 3 años de gobierno. No se trata entonces de ir parchando o inventando en el transcurso del tiempo lo que se le ocurra al presidente municipal, o al síndico o al amigo del amigo, o al que quiere quedar bien con alguna idea brillante, que dicho sea de paso suelen ser puros disparates. Gobernar es una responsabilidad cuya medida es el reclamo o el reconocimiento social.

No es tarea fácil. Gobernar no es dar un discurso o inaugurar un evento. No es tampoco buscar la fotografía o cortar el listón. Gobernar es incluir, consensuar, dirigir con rumbo y con conciencia social. Es evaluar resultados y ser capaz de asumir errores y corregir. Los líderes de verdad educan, no ordenan. Los líderes reales guían y conducen, no doblegan voluntades. Los líderes reales aprecian y valoran las críticas, los falsos descalifican y se burlan.

Por otro lado estamos nosotros, la sociedad. Los supuestamente liderados. ¿Nos consideramos liderados? Creo que no. Sentirse liderado implica para empezar, confianza en lo que el líder está haciendo. ¿Es así? Sentirse liderado es también tener certeza en que hay rumbo en las acciones porque existen objetivos y metas conjuntas. ¿Podemos decir que sí? Ser liderado conlleva aceptar decisiones que no nos simpaticen en lo personal pero que entendemos que son en pro de una colectividad.

A varias personas formulé las anteriores preguntas. Ninguna de ellas respondió positivamente. Los comentarios no se pueden publicar, pero el lector con su imaginación puede asumir cuales fueron.

Líderes de papel y de cartón hay muchos. Líderes de bla, bla, bla. ¡Uf! Tantos. Pseudo líderes, vividores del sistema, acomodaticios, de corbata y gel, de sonrisa babosa, de callar ignorante (hablar delata).

En fin, creo que no debemos permanecer en estas inercias. Creo que esta sociedad debe actuar a la medida de cada cual para procurar tener las comunidades ansiadas: tranquilas, seguras, en desarrollo, generando empleo, innovando, trabajando con rumbo y con certeza de que estamos haciendo bien las cosas. Señalar cada vez con mayor énfasis las acciones negativas de las autoridades; exigir debe ser la consigna. Nuestra trinchera es el espacio en el cual nos desenvolvemos diariamente.

No tenemos líderes políticos ni autoridades municipales que los sean, pero sí estamos obligados a ser una sociedad consciente y responsable porque al final de todo somos nosotros quienes estamos recibiendo el perjuicio de las incapacidades y desatinos de quienes nos gobiernan.





La trampa del género
El género humano tiene para saber conducirse, el arte y el razonamiento. Aristóteles

Tengo tantas ideas respecto al famoso 8 de marzo, día en que se celebra internacionalmente a la mujer, que realmente no sé por dónde empezar.

De entrada diré que por mi parte no tengo nada que celebrar, ni conmemorar y no acepto ni brindo ninguna felicitación. Mis amistades así lo han comprendido y desde hace años guardan prudente silencio al respecto. Si por ventura alguno de ellos osa hacer alusión al día en cuestión, ya saben que les espera una andanada de comentarios de la cual no hayan al final como salir.

No significa que no le brinde valor ni importancia a lo que simbólicamente representa. La lucha por participar en la sociedad en igualdad con el hombre se remonta en la historia casi a sus principios. Lo que sucede es que me resisto terminantemente a ser objeto de celebraciones que solo nos colocan en mayor desventaja y peor aún, en un falso esquema de igualdad. Creo que con el pasar de los años el 8 de marzo ha ido derivando en mera mercadotecnia política, comercial y social. ¡Vaya! Los políticos se afanan por buscar las palabras más sentidas, las frases más llorosas, el mensaje más sensible para pronunciarlos ese preciso día. De verdad que inspiran flojera.

Reviso páginas en Internet, revistas y periódicos. Muchos en la misma línea de halagos y reconocimiento a mujeres que han destacado en tal o cual cosa. No digo que estén mal. De ninguna manera. ¿Pero qué necesidad de prestarse al jueguito? ¿Porqué permitir que sea en torno al 8 de marzo el reconocimiento? ¿Qué acaso hombres y mujeres por igual no nos esforzamos cada quien en su propia trinchera por lograr sus cometidos?

No creo en un 8 de marzo. Creo, sí, en que todos los días son oportunidades para que hombres y mujeres apliquemos nuestro mejor esfuerzo y dedicación a lograr los objetivos de vida. En eso sí creo firmemente. Ya lo he mencionado en algún otro post. Mi apreciación es que si una mujer ocupa un determinado cargo púbico, o participa en tal o cual actividad o si es empresaria exitosa, no lo es por el hecho mismo de ser mujer sino por ser una persona con altas capacidades intelectuales, perseverante, responsable, según sea el caso. ¿Son acaso las características del género femenino? Absolutamente no. Son particularidades de las personas. El sexo no es determinante de la eficiencia o eficacia de los individuos.

Malhaya sea el momento en que a alguien se le ocurrió eso de la equidad de género. Y todavía se atrevieron a conceptualizarlo. Basura, pura basura. Los hombres son hombres y las mujeres mujeres. ¿Por qué complicar las cosas? Ahora resulta que nos atacan con frases como perspectiva de género, transversalización de la equidad de género, empoderamiento de la mujer etcétera. Yo no me quiero empoderar de nada. Sencillamente quiero ser y estar. No pretenderé jamás invadir esferas en aras de demostrar no se qué carambas. Los hombres a lo suyo, que nosotras a lo nuestro. Y sí, claro que en algún bendito momento convergemos y eso es lo interesante del caso.

Siempre insistiré en que son la competencia y la capacidad carta de presentación de las personas para acceder a mejores puestos o cargos. Mujer/Hombre exitosos son aquellos que logran hacer tangible ese éxito: familia, pareja, amistades, profesión, entorno.

Habiendo tantas congéneres con demostrada capacidad en el estado de Sonora, es de llamar la atención el escasísimo porcentaje de ellas que ocupa cargo dentro de la administración pública estatal y municipal. Me pregunto dónde estarán aquellas aguerridas mujeres que con tanto ímpetu participaron en las campañas políticas. El problema existe y subsiste: No se da la igualdad en términos de dar a cada cual lo suyo independientemente del sexo. ¡Y todavía se atreverán a participar en el evento que organice el gobierno! Se continúa siendo funcionarias de segunda clase. La permisión es el problema.

Si de por sí no estoy de acuerdo en las celebraciones en torno al 8 de marzo, menos aún veo motivos para hacerlo, suponiendo que mínimamente me interesara este diíta. Pugno eso sí, porque fijemos una fecha en el calendario que nos recuerde que somos iguales en cuanto a derechos y obligaciones; que ser distintos por género más nos identifica que nos levanta en competencias absurdas y sin sentido. Un día que nos refrende que somos complemento uno del otro y no rivales. Que nos reconozca a cada uno el espacio absoluto de la libertad que tiene como marco el respeto por el otro.

No es posible continuar con la perversidad de dedicar un día del año para recordarle a la mitad del mundo que existe la otra mitad.
Ya basta de simulaciones.