Cosas de Reyna

Reflexiones sobre el XIV Congreso Mundial de Mediación y Cultura de Paz




Fotografía tomada de Google.com
Hace apenas unos días se llevó a cabo el XIV Congreso Mundial de Mediación, esta vez en Buenos Aires, Argentina. Con el mismo entusiasmo de cada año, grandes delegaciones de Chile, Brasil, Italia, Uruguay, España, Estados Unidos, Perú y México nos dimos cita para compartir en la casa de los argentinos como sede, seis días de intenso trabajo en tormo a la Mediación y a la Cultura de la Paz. Talleres, Mesas Temáticas, Foros de Análisis Dialécticos, abrazos, saludos, convivencia e intercambio de experiencias se entremezclaron cada día con el único afán de aportar cada uno lo mejor de sí.

Desde hace ya bastantes años participo en este Congreso que ha tenido sedes en distintos países y no deja de admirarme el encanto que emerge de él. Encanto por los sentimientos de paz y de concordia que casi logran ser tangibles en cada ocasión. Admiración porque un evento de esta envergadura precisa una enorme cantidad de trabajo de un gran número de personas. No es cuestión menor la movilización de más de mil personas, aunque más bien lo atribuyo al enorme liderazgo que posee Jorge Pesqueira Leal (catedrático de posgrado de la Universidad de Sonora) quien es materialmente el CEO de la organización, la cual tampoco ha de ser tarea sencilla habida cuenta de la serie de recursos humanos, tecnológicos y materiales que implica. En la edición 2018 por ejemplo, se tuvo una afluencia de 1,700 asistentes.

En el transcurso de los días logro percatarme de muchos detalles: el conferencista de ochenta años que con vigor juvenil logra cautivar a su público, los nervios iniciales de las chicas que exponen su proyecto exitoso, la audiencia que les aplaude con empatía reconociendo en ellas -tal vez- los inicios de hace muchos años de ellos mismos. Los intercambios de correos electrónicos para posibles trabajos en redes académicas o de trabajo comunitario. Así son estos Congresos. La charla fácil, sencilla, amable.

Cada espacio es la justa oportunidad para compartir lo mejor de cada cual. Incluso a pesar de las diferencias que se pudieran generar. 

La Mediación[1]en Argentina es una práctica sumamente arraigada que emerge en los albores de los años noventa en Buenos Aires. Hoy en dia existe como mediación prejudicial, mediación social en barrios, en comunidades e incluso cuentan con un Registro Nacional de Mediación y un Registro Nacional de Conciliadores Laborales. Por su parte el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos brinda mediaciones a través del Centro de Prevención y Resolución de Conflictos.

En 1998 en Argentina se dio paso a la denominada Mediación de Segunda Generación, esto es, no solo promover acuerdos sino establecer procesos colaborativos de construcción de consensos para resolver conflictos multipartes, complejos y públicos[2]

Solo basta echar una vista a las páginas de mediación que existen de aquel país para percatarnos de la gran cantidad de actividades que en torno a ella se realizan y con resultados elocuentes.

Escucho atentamente cada exposición en este XIV Congreso Mundial de Mediación. Observo el énfasis en la palabra y el tono de entusiasmo que invade. Que nos invade. Y me pregunto si acaso en México estamos trabajando este rubro con similar pasión. Es el pensamiento el que me lleva a reflexionar que son factores como los conflictos sociales los que frenan el desarrollo nacional y el de las comunidades. Muchas veces son los enfrentamientos entre vecinos los que boicotean el contar con barrios y colonias tranquilas, limpias, agradables. O por desacuerdos con las autoridades locales. Se rehuye a la palabra y al entendimiento.

La reforma del 2008 estableció que las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de controversias, pero me temo que más bien se han establecido centros de justicia alternativa más como parte de una estructura judicial o administrativa que como un medio que promueva la cultura de la paz y la concordia. Necesitamos transitar hacia una educación que privilegie la armonía, los consensos y las buenas prácticas de convivencia. Una educación que se geste en el seno familiar, en el aula y que continúe a lo largo de la vida. 

Bien valdría la pena hacer un alto, sentarnos a la mesa y reflexionar qué estamos haciendo como sociedad y qué está haciendo el gobierno. No para separar, no para atrincherarnos cada cual en una esquina, no para señalarnos con índice de fuego como culpables. Si la mediación es una vía para la pacificación ¿Porqué no invertimos en ella? Profesionalizar la Mediación y certificarla o crear una estructura gubernamental para cumplir el mandato constitucional no son precisamente las acciones que promoverán en los seres humanos sentimientos de paz y de consensos. La tarea va mucho más allá.

Año con año compruebo en cada Congreso Mundial de Mediación y Cultura de Paz, cómo los asistentes escuchan con avidez a grandes expositores mexicanos, particularmente a Jorge Pesqueira Leal, promotor incansable de la mediación y justicia restaurativa. Toda lectura obligada respecto a la materia lo tiene como referente.  

Tal vez sea tiempo de cruzar los temas de mediación, educación y participación ciudadana para alcanzar el objetivo que propone la UNESCO y que nos hermana:
Construir la paz en la mente de los hombres y de las mujeres[3]





[1]http://www.jus.gob.ar/mediacion.aspx
[2]https://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/download/71289/345896
[3]https://en.unesco.org