Cosas de Reyna

Sr. Donald Trump, tenemos un problema


Tenemos un problema pero definitivamente no es el mismo problema.  Usted, en su ambición por ser presidente de Estados Unidos,  ha mostrado escasas luces intelectuales hacia mi país,  México.  Así lo evidenció en pocos minutos al pronunciar un discurso que pretendió ser grandilocuente pero que definitivamente tuvo una aparatosa caída bufonesca al anunciar su intención de convertirse en candidato presidencial del Partido Republicano de aquel país al que respeto profundamente.
 Ha llamado a mis hermanos de sangre y de suelo, violadores y criminales.  ¿Quién se está creyendo que es usted?  Sé que acostumbra ser protagónico, que le gusta ser controvertido y con ello ganar reflectores.  Pero no le permito que sea a costa de pretender humillar a mi raza.  Y no es cuestión de un patriotismo mal entendido ni de una mexicanidad a ultranza. 
¿Conque usted asume que porque habló con guardias fronterizos[1]  supo que los mexicanos llevan droga, crimen y son violadores? Vaya forma de realizar un análisis profundo.  No quiero imaginar cómo le iría a su país, en el remotísimo caso de ser POTUS[2]   si sus decisiones gubernamentales las tomara a partir del  dicho de tal o cual persona.
Usted indica que México manda a su gente pero no manda a la mejor.   Está enviando a gente con un montón de problemas. Y, en un acto de suma bondad pretende hacer ver que hay algunos que son buenos.  ¿A qué obedece señor esta xenofobia?  A sus setenta años, ¿todavía la vida no le ha enseñado que a las personas ni a los países se les debe etiquetar a la ligera?  Tengo entendido que profesa el presbiterianismo. La de Juan Calvino[3], John Knox, entre otros.  Religión que está basada -entre otros conceptos- en el arrepentimiento,  la justificación por la fe.  Por cierto, una de las frases que se atribuye a Juan Calvino refiere: Los que prematuramente se colocan para erradicar con todo lo que es desagradable para ellos, aplastan el juicio de Dios y ligeramente se entrometen en la oficina de los ángeles. ¿Le queda claro?
Debo decirle que desde hace muchos años sigo su carrera y su trayectoria como líder.  Le he admirado, leído, visto, y en muchas ocasiones, lo he puesto de ejemplo con mis estudiantes universitarios.   Hoy usted me ha decepcionado en extremo pero a la vez me hace reflexionar sobre lo que es un verdadero  líder.  Los que tienen como premisa respetar a sus semejantes. Los que tienen sus pies puestos sobre la tierra.  Los que no se asumen Dioses ni redentores.
Así como su padre trabajó como obrero  -estoy segura que lo hizo denodadamente-  habemos millones de mexicanos que todos los días  estudiamos  y/o laboramos intensamente para mantener a nuestras familias y tener mejores comunidades donde vivir.   Luchamos por un país con  mejores espacios de desarrollo, de crecimiento, de oportunidades.  Y ¿sabe?  No nos ha sido fácil.  Hemos tenido/padecido gobiernos corruptos, gobernantes sin escrúpulos, políticos sin moral. Pero eso no nos define como mexicanos.  Nada nos ha sido obsequiado y tampoco nos conforma ni nos somete.  Somos más los compatriotas honrados, los que exigimos mejores gobernantes, los que pugnamos porque la ley se cumpla.   Somos más los que trabajamos y lo hacemos bien.  Somos respetuosos con nuestros vecinos y con nuestro entorno porque sabemos que esto es parte de la calidad de vida que estamos construyendo.
No señor Trump.  No es que en México nos quedemos los buenos[4] como lo dijo con desparpajo.   Los que han cruzado la frontera son aquellos que afanosamente buscaron empleo y no lo encontraron.  O con pagas tan pequeñas que la desesperación les ganó.  No abandonaron a sus familias.  Se desprendieron con dolor.  Usted afirma que escuchó a los guardias fronterizos.  Pues bien, lo invito a que vaya a cualquiera de las fronteras y escuche a los que emigran a Estados Unidos.   Si tiene corazón, terminará llorando.  Si tiene sentimientos, terminará respetando el valor y el arrojo de los que se van.   Escuchará historias que lastimarán sus oídos pero que tocarán su alma. 
No dudo que entre tanto emigrante vayan personas con escaso o nulo valor.  No defenderé lo indefendible.
En su desacertado discurso afirmó que se habría de levantar un gran muro en la frontera entre Estados Unidoss y remató afirmando  que México no es nuestro amigo.  Ante tal afirmación, no queda más que verlo con misericordia como quien escucha al desatinado del pueblo.  Su diatriba no merece más.
No anduvo usted por las ramas en esto de pronunciar el más disparatado discurso pero siento decirle  que es usted quien no  tiene amigos.  Porque si un amigo le ayudó a elaborar su discurso, es entonces su más férreo enemigo.  Si fue un empleado, siento decirle que le está pagando para que lo destruya.
En suma señor Donald Trump, el pretendido  arranque y discurso por la contienda a la Presidencia de EEUU  fueron  su propio freno.    En mi país, coloquialmente se dice que se atascó y quedó embancado. 






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[1] http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150616_trump_mexico_candidatura_cch
[2] En alusión a la cuenta de Twitter del presidente de Estados Unidos  @POTUS
[4] http://www.excelsior.com.mx/global/2015/06/17/1029755