Cosas de Reyna

Redes Sociales y el 2011 ... ¿O al revés?



Como hice durante todo el año, este último sábado de diciembre no fue la excepción: Me levanté directo a la cafetera. Esta cafetera antigua, de las de antes, de las de filtro de tela (mis abuelas le decían talega… y yo respetuosa de esa jerga, no hago más que acatar) que dan un sabor distinto al café y que aromatizan los sentidos. La modesta cafetera que adorna mi cocina y que Eli –mi hija- miró con aire de escepticismo cuando finalmente la adquirí. Estoy segura que creyó que era otra de mis excentricidades y que pronto la cambiaría por algún moderno y elegante artefacto. Pero no. La cafetera ahí sigue y cada vez se adueña más de su espacio. Ya no sé que disfruto más: si preparar el café o el ritual de hacerlo.



Como cada vez, sirvo café y me instalo cómodamente con mi laptop a leer prensa. Por alguna razón hoy no leo en la forma que lo hago normalmente. Hoy mi mente divaga como queriendo atrapar la cantidad de sucesos que acompañaron mi vida este año. Es natural y predecible -casi- el que la mayor cantidad de personas entremos en algo así como lo que denomino el síndrome de fin de año.



Reflexionar y tomar café son dos actos en uno solo. Los cafeceros lo sabemos. Regreso y sirvo más. Con ironía pienso que debí haber hecho la cafetera completa. Como quiera –me dije- doce meses no se pueden resumir en dos tazas. Pero dos tazas bien servidas hacen la diferencia.


Estando como estoy en este momento pegada a mi computadora, no puedo dejar de pensar en el enorme impacto que las redes sociales han provocado en todos los sectores. Por ejemplo, Facebook se ha convertido en un espacio donde se tiene la oportunidad de interactuar como tal vez no pueda suceder en la vida real. Cada día se convirtió en toda una experiencia: nuevas amistades, amigos que postean algún mensaje según su situación emocional, familia que estrecha sus contactos. Aprender a conocer y comprender a los que ya se tienen o de plano dar de baja a alguno. Es la libertad de ser y de escoger.



Habrá a quienes parecerá superfluo lo anterior pero no es así.



Espacios se llenan con comentarios de apoyo para quienes pasan algún momento difícil. Aplausos y congratulaciones para los que viven nuevas experiencias o que nos comparten sus triunfos. Fotografías que nunca faltan como muestra de lo bien que estuvo la fiesta, el reencuentro, el evento familiar o lo que sea. Música con dedicatoria o simplemente para hacer saber al mundo el estado de ánimo. Frases dirigidas como dardos mortales a algún anónimo destinatario. Palabras nacidas para pedir perdón o para decir nunca vuelvas. Estados que cambian de fulano de tal tiene una relación con zutana de tal, a otros que simplemente dice soltero. O lo contrario. Eventos que a diario suceden en la vida cotidiana. Como si fuera la pizarra de la vida personal y colectiva.



Arranques de locura manifestados en una frase que luego borramos. Locuras que se desbordan en canciones o en palabras o en silencios.



Pero no todo es auténtico: Candidatos y pre candidatos a cargos de elección popular han estado utilizando las redes sociales para según ellos, penetrar en un potencial y apetitoso mercado. Y no andan errados: Una gran parte del éxito de Barack Obama durante su campaña por la Presidencia fue precisamente su incursión en las redes sociales. La pequeña gran diferencia es que eran los cibernautas quienes deseaban hacer contacto debido a que antes Obama había expuesto de diversas maneras su plan de trabajo, su visión de país anhelado. Es decir, trabajó al lado de cientos de personas que voluntariamente generaban ideas construyendo y siendo parte de un proyecto del cual estaban convencidos. Gente que creyó primero en un proyecto y después se sumó a él. En comunidades como la nuestra y en México en general, los políticos primero quieren adherentes y después, si acaso lo recuerdan, el plan que nunca sabemos cuál es pero que así le llaman.



Que más hacen nuestros políticos en las redes sociales? Postear frases que ni siquiera son de su autoría (lo que nos daría oportunidad de conocer su pensamiento) y etiquetan hasta el infinito fotografías donde demuestran su gran calidad humana de temporal por cierto (electoral). No caigamos en la trampa del pensamiento fácil y ligero. La sociedad requiere verdaderos proyectos de trabajo nacidos en el consenso de las mayorías, de las cuales, las más necesitadas no tienen acceso a internet.



Total que a los pre y candidatos (as) mexicanos actuales, con alguna que otra excepción, pareciera que las redes sociales les representa una gran manta o espectacular alusivo a su imagen. Un no me gusta es borrado de inmediato y un comentario positivo deriva en una larga respuesta cansina del aludido.


Ojalá que revolucionen sus mentes. Que se atrevan a dar el gran paso. Los cibernautas estamos esperando conocer e interactuar –verdaderamente interactuar- con quienes pretenden dirigirnos. Ojalá que se atrevan a ir mas allá de las frasecitas sentimentaloides o las que pretenden hacer ver a una persona light, buena onda y popular. O la que muestra una crítica mordaz sin proponer nada. Ya lo hicieron en 2011 y los aguantamos. Que superen la etapa y que el próximo año sea entonces el de demostrar el contenido de lo que traen, el verdadero sentido de lo que es ser político y no politiquero.

P.D. Con el corazón: ¡Gracias Facebook!

Ser o no ser la Señora de la Casa


Quise iniciar esta columna con la frase: “Corren tiempos difíciles para los pre candidatos...” al instante me detuve. Viéndola bien no es así, es al contrario: Corren tiempos difíciles para el electorado, para las y los mexicanos. En efecto. Los pre candidatos son un puñado de personas que aspiran a gobernar y desde ahí –sea presidencia de la república, gobernadores, diputaciones, senadurías, presidencias municipales y regidurías- dictar las políticas que a su parecer son las idóneas para el bienestar común, término manoseado hasta el infinito pero de alcances reales muy limitados.



Si bien representan –se supone- las mejores cartas de cada partido político, lo cierto es que al final del día quien ostenta el poder es una persona y como tal actuará en el desempeño de sus funciones. Se entiende que cuentan con un bagaje de conocimientos, valores, competencia y capacidad puestos al servicio de las comunidades y la nación misma. Y eso es lo que preocupa.



Veamos. Se ha hecho un escándalo nacional con la frase mal dicha de Peña Nieto: No soy la señora de la casa. A partir de ahí se viene una andanada de críticas y/o justificaciones en torno a lo que dijo o quiso decir el señor. Josefina Vázquez Mota, en su cortedad política, pretendió hacer de esa dichosa frase un rebozo a la medida para proclamar que ella sí era la señora de la casa. Craso error: Por una parte cayó en su propia trampa al no atinar –tampoco- a responder preguntas similares a las que se hicieron a Peña Nieto y por la otra, resultó ser ofensiva para quienes sí lo son. Es por demás evidente que esta persona hace años luz que no se ocupa de cuestiones domésticas, lo cual, dicho sea de paso es una de las tareas más nobles que la mujer pueda desempeñar. Lo siento por mis amigas feministas. Acotando: es uno de los roles que nos dan identidad en cuanto a integración familiar. ¿Cómo entonces desdeñar tan importante cargo? Imposible, tanto como aberrante es el pretender arroparse con sacos malformados.



Pero entonces nos envuelven con cortinas de humo como la que arriba se menciona. Y nos bombardearán con cuarenta y tres millones de spots en los próximos meses. Es patético observar como los destrozos políticos -o que pretenden serlo- están a la orden del día. Una palabra mal dicha, una pose mal actuada, una mirada errada, se tornan elementos suficientes para denostar al enemigo. Sea o no sea de casa, del mismo partido político. No hay cuartel.



De repente todos, sin excepción todos los precandidatos son altruistas, de corazones bondadosos, con proyectos comunitarios de última generación. Nos invaden a través de las redes sociales con evidencias fotográficas sensibles: con los más humildes, con los más necesitados, con niños hambrientos y greñuditos, mostrando una lacerante pobreza como gritando esto es lo que voy resolver, aquí es donde estaré. Si hiciéramos un seguimiento fotográfico a diez o quince años, a cómo vamos, seguramente esos infantes serán los adultos a quienes los mismos candidatos pero con otras caras, irán a entregarle cobijas para el crudo invierno y despensas para que sobrevivan. Es el precio de la foto y lo saben. Es la historia que se repite cada tres o seis años.

Faltan proyectos y sobran buenas voluntades. Falta una verdadera sensibilidad social y abundan frases ridículas pronunciadas con voces entrecortadas para llegar al corazón del electorado. Todo obedece a un plan mañosamente estructurado. Porque para eso sí son listos. Si no naturalitos, se contratan agencias, ¡faltaba más!



El problema es que todos los (pre) candidatos afirman y están convencidos que ellos portan los mejores propósitos y pulidas soluciones ¿Pero cuáles? Afirmar cien o mil veces que se cuentan con los cerebros más expertos o los más capacitados, no es demostrar que se sabe la forma y el cómo. Ni siquiera alcanzan a atisbar la relevancia. Están absortos en ganar la carrera por la candidatura, en ser el señalado. Ahí después verán cómo hacerle. El problema es que ese después nunca llega. Se embelesan con los triunfos electorales como si éste fuera un reconocimiento a su alta calidad humana y diploma con rúbrica social donde se les asume como el líder. Se inyectan elevadas dosis de ego. Es una adicción: Por eso andan luego saltando de un puesto público/electoral a otro y a otro. La droga se llama ejercicio del poder y del presupuesto.



Así que parodeando a Hamlet, eso de ser o no ser la señora de la casa no es precisamente lo relevante. No en este plano político donde se debe construir más que destruir. Donde los ciudadanos estamos carentes de líderes auténticos que vayan más allá de insulsas frases que ni juntas ni separadas forman proyectos. Tampoco es hacer una lista de problemas sociales para al final llamarle a eso plan de trabajo. No.



La simulación campea y si la ceguera política ha alcanzado a los (pre) candidatos, seamos nosotros, el electorado, quienes asumamos una conducta crítica positiva y propositiva para al final -que en realidad es el principio- al marcar la boleta electoral, estemos brindado nuestro apoyo a los mejores previo análisis que hagamos de cada cual considerando su plan de trabajo sustentado en realidades, en hechos y en problemática a atender. Votar por quien trace rumbos en forma conjunta con la comunidad, por quien se comprometa a evaluar periódicamente su plan de trabajo con base a resultados tangibles. Y por quien asuma que ser líder no es una etiqueta de lujo, sino que se gana y se mantiene con trabajo y responsabilidad.



Por eso insisto en que veamos más allá de la foto y de los rostros de políticos maquillados a modo. Burdos y rancios afeites de políticos hechos al vapor o por calenturas de paso. Ya basta.







Municipios de éxito


En relación a la columna anterior, donde formulé algunas consideraciones en torno al desarrollo municipal, se hizo el compromiso de presentar algunas propuestas. Debo indicar que el tema da para mucha tinta.

Queda claro que la crítica –de cualquier índole, siempre que sea respetuosa- debe ir aparejada por propuestas firmes, viables, pero sobre todo reales. De nada sirve hablar y tirar manotazos al aire. Es esta una vana empresa digna de oprobio y rechazo.

El asunto es que me di a la tarea de buscar en la red planes y programas de municipios exitosos. De hecho leí bastante. Nacional e internacionalmente. De alguna manera supuse que buscar nuevas lecturas sobre desarrollo municipal habría de ser suficiente para encontrar o descubrir las razones y causas por las cuales habían alcanzado en otros lugares, el éxito comunitario, el municipal o delegacional como también es conocido en otros países.

Localicé municipios ciertamente exitosos y no lo fue gracias a que se atuvieron plenamente a los recursos federales y estatales. Encontré municipios que decidieron ser exitosos gracias a ellos mismos y no a la dependencia subordinada política y económica.


Así que haciendo honor a mi género, los porqués me agobiaron y actuaron como acicate para encontrar respuestas. Quien esto escribe sufre y padece a su propia persona. Dicho en forma coloquial, me padezco a mí misma, lo cual no es tarea fácil. Las mujeres me entenderán.


El tema venía a mi mente una y otra vez, sin darme cuenta que tenía la respuesta frente a mis ojos y de cara a la realidad.


No localicé ninguna administración de municipio, comarca o delegación exitosa en sus quehaceres públicos que no hubiera actuado conforme a un verdadero compromiso social, con actitud proactiva en los quehaceres públicos. Con enfoque y con visión.


Me encontré con que los grupos o partidos políticos asentados en aquellos lugares limitan su actuación electoral al proceso mismo y que pasados éstos, se unen como comunidad para tomar o retomar actividades que incidan directa o indirectamente en los habitantes y vecinos de las localidades.


No hablo de municipios fuera de este mundo. No son ajenos a problemas y carencias. Hablo de lugares donde sus pobladores no ven como botín político y económico las arcas públicas. Constituyen sí, espacios donde el reto se traduce en alcanzar espacios de mejor y mayor beneficio para todos. Porque tienen claro el interés común y la trascendencia histórica donde son actores.


Pero también vi otra realidad: La de municipios cuyas administraciones han fracasado como tales. Donde el liderazgo no se asume y donde la palabra desarrollo solo la encuentran en el papel y el discurso.

Estos municipios fracasados tienen algunas características que conviene resaltar:


1. Cuentan con Autoridades locales que son en los hechos, presidentes de su propio partido.
2. Presencia de servidores con amplio desconocimiento de la función pública.
3. No se respeta el servicio civil de carrera. Es decir, que los más preparados continúen en cargos donde apliquen sus habilidades.
4. Se contrata personal que resulta ser familiar, amigos, compadres, hijos, del Presidente, del Síndico, de los Regidores, etcétera. Los perfiles profesionales no cuentan. Se duplican o triplican funciones –y por ende sueldos-.
5. De ahí que se presenta un crecimiento desmedido del aparato administrativo: más personal, más oficinas, más gasto, etcétera. A muchos de ellos los dejan como herencia para la siguiente administración.
6. Un Cabildo que no opina, ni sugiere, ni se compromete con las causas sociales o de plano, que ni siquiera se opone cuando así debe hacerlo.
7. Poseen una comunicación social altamente unilateral. Solo la autoridad “comunica” pero no escucha.
8. Carencia o nula evaluación de los programas, obras, actividades de las distintas instancias que conforman el aparato gubernamental. La fórmula costo-beneficio sigue estando ausente.
9. Funcionarios que buscan desde ya (o sea, desde el primer momento en que asumen sus empleos), cual puesto siguiente pretenderán. El 100% de desempeño nunca se logra porque tienen sus ojos en lo siguiente para ellos mismos.
10. Gravitan los asesores de todo y hacedores de nada.
11. Distanciamiento respecto a los sectores que sostienen la economía del municipio, sea en materia de agricultura, ganadería, turismo, servicios.
12. Una gestión pública mediocre o de escasos resultados del Alcalde. Viajes, reuniones de trabajo, comisiones y cualquier otra variante que solo implica pérdida de tiempo sin derivaciones tangibles.
13. Carencia de políticas públicas municipales en rubros como seguridad pública, educación, agua potable, etcétera.
14. Una sociedad civil que poco o nada participa. Dejar hacer, dejar pasar.
15. Sin que se agote en este punto la lista de los porqués fracasan las administraciones municipales, como se aseveró en la columna anterior, los planes estratégicos de desarrollo no existen y si están, no se encuentran orientados hacia una mística de servicio.


¿Qué hace entonces a un municipio y su administración local exitoso? La respuesta es por demás clara. Cada parte, sociedad y gobierno tendríamos que replantearnos nuestro rol y compromiso. El punto es dar el primer paso.

p.d. El orden de los puntos anteriores no altera el resultado.

Y Caborca se cubrió de gloria... ¿Hasta cuándo?


Se imagina Usted Caborca a la vuelta de –digamos-, quince años?



Echemos a volar un poco la imaginación: Los niños de ahora serán los adolescentes de aquel momento y los de hoy serán ciudadanos incorporados –tal vez- al mercado laboral. De seguro habrá más población adulta y de la tercera edad. Tendremos las mismas calles pavimentadas, recarpeteadas una y otra vez con materiales baratos. Eventos del 6 de abril con luces y parafernalia. Desfiles cívicos donde se eche la casa por la ventana para quedar cíclicamente condicionados a lo mismo. Plazas y parques subutilizados porque no contamos con proyectos culturales de fondo que permitan a la población cultivarse más allá de lo que se ha hecho hasta ahora en forma aislada, con mucho esfuerzo pero con poca planeación sostenida.



Cinco trienios y dos sexenios y cachito. ¿Resistiremos cinco campañas políticas locales más donde los ataques entre unos y otros sean los mismos y donde solo cambien los nombres de los actores? ¿Hasta qué punto seremos pasivos y contemplativos del hacer y quehacer municipal? Cada vez escuchando las mismas promesas y demandando lo mismo. Pensando en el eterno “ahora sí”.


Caborca tiene el compromiso histórico de trascender y la obligación de hacerlo de la mejor manera posible. Pero eso no sucederá en tanto continuemos en este cansino andar donde la tónica es descalificar al que hace y, los que no hacen, simular que sí. Quince o treinta años seguirán siendo uno solo repetido quince o treinta veces en tanto no tengamos un proyecto de vida municipal y me atrevo a asegurar, regional.


¿Dónde quedó la otrora orgullosa Perla del Desierto? En buenas intenciones, malas, peores y mediocres decisiones. Asfixiada por los intereses individuales y de grupo pero nunca por los de la Comunidad misma. Interpretando los conceptos de cambio y desarrollo según quien ostente el poder… cada tres años. O sea que aunque fueran bien aplicados, poco nos duraría el gusto y los resultados, ralos.


El asunto es que nos hemos convertido –como en la mayoría de las poblaciones de México- en rehenes de partidos políticos que han perdido o carecen de la capacidad de ser gobierno. Lo peor es que existen localidades que subyugan a sus captores (síndrome de Estocolmo) y, neciamente o por comodidad, ni siquiera se alcanza a percibir el grave riesgo que esto representa: Sociedades cada vez más atrasadas y vulnerables en todos los aspectos.


¿Qué hacer ante tan terrible panorama?


¿Qué le parece a Usted que tuviéramos como municipio , un plan de desarrollo a –digamos- quince años? ¿Qué tal sería que todos, indistintamente de partidos políticos pudiéramos contribuir a elaborar este documento donde se planteara el desarrollo en cada uno de los rubros que nos atañen como comunidad: seguridad púbica, educación, industria, desarrollo sustentable, comercio, turismo, etcétera, con evaluaciones periódicas? ¿Que tal si todos tuvieramos la posibilidad de constatar y no solamente ser informados de los supuestos avances?


¿Qué le parecería que todos los sectores a nivel municipal (social, productivo, de servicios, industrial, agrícola, comercial, ganadero, educativo, etc.) nombraran representantes de entre sus integrantes –los hay brillantes y no necesariamente a partir de un grado académico- para que bajo el manto del interés púbico y el rescate necesarísimo del presente se formulara un plan, verdadero plan de desarrollo con visión de futuro?


¿Porqué no aprovechar el potencial, experiencia y capacidad con que cuentan para que coadyuven en un plan de esta naturaleza?


Algunos opinarán que sí se genera esa participación. Pero no me refiero a la participación burocrática de cada tres años.. Demostrado está que los ciudadanos y habitantes en general desconocemos el plan estratégico muncipal y de desarrollo en sus ejes temáticos fundamentales y sus variantes. Por una parte porque no se nos consideró –real y objetivamente- en su elaboración y por la otra porque escasísimamente se difunden los planes de desarrollo locales. Es más, ni siquiera quienes tienen la tarea de gobernar cuentan con indicadores –bien construidos- que demuestren el grado de avance.


El primer paso será actuar con madurez y responsabilidad ciudadana. No a través de partidos políticos, no mediante candidaturas de cualquier índole. Desprendidos genuinamente de ese interés político que en su lado más obscuro tanto daño nos ha ocasionado como comunidad.
O nos unimos como sociedad para lograr objetivos claros y firmes que nos permitan saber donde estamos y hacia donde vamos, o seguimos siendo rehenes de pseudo ideologías que cada trienio aparecen como ventas de banqueta.


La próxima semana le presentaré, si me permite, algunas ideas en torno al presente tema.

Quehacer universitario


Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse solo a la lectura de la palabra y del texto. Mas bien debería incluir la lectura del contexo, la lectua del mundo. Pablo Freire. Educador y Teórico Brasileño.


¿Hasta qué punto las universidades deben contribuir al cambio social? ¿Hasta qué grado debe tener y sostener su compromiso público? ¿Es la Universidad un espacio real de transformación y de creación de conciencias individuales y colectivas cuyos egresados a la postre se insertarán en un tejido social que si bien es cierto ha tenido significativos avances, también presenta fibras muy lastimadas y por ende sensibles?


La naturaleza y fin de las universidades es ser un espacio dedicado a la enseñanza superior, centro de cultura donde convergen todas las tendencias de pensamiento, ideologías y de partidos políticos. Es el lugar para la formación de una masa crítica de personas cualificadas y con conocimiento. Es el espacio donde día a día se forman cientos y miles de estudiantes que el día de mañana estarán ocupando cargos públicos. Ahí donde se gestan las políticas públicas y de gobierno.



Así que, sí, las Universidades no pueden permanecer al margen de la Sociedad como élite privilegiada, ausente/carente de sensibilidad hacia su comunidad. Tampoco debe ser una universidad cerrada u otra demagoga. Al contrario, debe ser una entidad que genere compromisos reales y efectivos. El asunto es mantener un dialogo eficaz y productivo con el entorno cualquiera que este sea. Es el reto a asumir, pues no se pueden realizar acciones al margen de otros actores sociales como es el propio gobierno, iniciativa privada, organizaciones civiles, etcétera. Esto va más allá del servicio social y las prácticas profesionales de los estudiantes, que bien es sabido constituyen un puente de interacción que mucho facilita la inserción de los próximos profesionistas al mercado laboral.



Las universidades están obligadas a mucho más. A sostener un liderazgo académico que permita aportar ideas, opiniones, participación de sus integrantes en proyectos y programas donde se aplique ese potencial intelectual que se manifiesta en las aulas. Hoy más que nunca se requiere que las universidades asuman un papel protagónico en la vida pública. Protagonismo responsable, decidido al hacer y al quehacer social, sin perder el carácter de academia. Cada uno desde el rol que tiene: alumno, maestro, investigador, directivo. Es pues, un proyecto conjunto que se integra con las capacidades de cada cual.



Actuar a medias o con escaso compromiso termina siendo vana empresa.

¿Se siente perdido y desesperado políticamente?

A propósito de las declaraciones del Dirigente del PAN en Sonora


Desde muy pequeña me interesó la política. Como muchos a quienes nos apasiona este rubro, mis pininos fueron en oratoria y concursos estudiantiles locales, regionales y estatales. Era mi línea de desarrollo, apoyada siempre por mis maestros, quienes veían en mí a una persona bastante inquieta. Ahora pienso que a lo mejor buscaban que me distrajera en algo para así dejar de sembrar ideas en mis compañeros.


En ese camino fue como topé primero con el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) para escándalo de mi familia. ¡Como que Reyna es de izquierda!, ¡Como que la están entrenando para hablar en público! ¡No, imposible!! Tuve que hacer acopio de mi paciencia –que era poca- y de mi tolerancia –que era menos- y escuchar cansadas letanías sobre lo nefasto del comunismo, donde los medios de producción deben ser propiedad social y no privilegio de unos cuantos. Nada de eso –me decían- son utopías para los flojos, haraganes. Asesinaban mis ideas comunistas con frases contundentes como: ¡Que se pongan a trabajar, haber si así quieren compartir lo de ellos!!


Yo juraba no tener la culpa. En casa de mi Nini – en Cananea- topé con literatura de Karl Marx, Lenin, Mao, y otros, los cuales leía a escondidas. Abundaban libros, revistas, periódicos y folletos que algún tío materno estudiaba con particular ahínco. Así que, de entrada, ni me echen culpa de nada, -decía en mi muy discutible defensa. Me daba flojera tener que discutir sobre algo que estaba decidida a hacer.


Tan efímero como fue ese partido político lo fue mi participación en él. El asunto remató en un jalón definitivo y contundente de mi madre que me obligó a regresar a Caborca y alejarme así de mi Cananea querido y aquella incipiente actividad. O sea, fui perseguida política materna. Ni dudarlo.


Al poquísimo tiempo de llegar a Caborca incursioné en el Partido Revolucionario Institucional, a través del Movimiento Juvenil Revolucionario y de ahí en más, sigo y seguiré siendo priista.


Con mis altas y mis bajas, como cualquier ser humano, con mis defectos y con mis virtudes, con los errores y los aciertos que en mi haber tenga. Sin pretender nada más que el participar con mi grano de arena en lo que así sea posible y desde mi trinchera. Sin ansias pasadas ni presentes de cargo de elección popular. Así que esta columna no tiene mayor interés que el plasmar aquí y ahora que el ser priista, panista, perredista o lo que sea, no impide que cada cual realicemos la labor que nos toca de la mejor manera posible. Con convencimiento y convicción. Que la rendición de cuentas hable por cada cual y de cada quien.


No es la denostación ni la descalificación de las personas ni el trabajo que hayan hecho administraciones anteriores como se pueden fincar gobiernos exitosos o campañas políticas que garanticen posiciones públicas al corto plazo.


No me parece justo ni correcto que se tilde a los priistas como personas que se sienten impotentes, desesperadas y perdidas ante el gobierno estatal y municipal. Es más, me parece irresponsable y poco pensada esa temeraria afirmación.


En principio porque generaliza. Ya es tiempo que ante ese tipo de declaraciones, se den nombres y apellidos. Ya basta de escudarse en el plural para evadir el compromiso singular.


No es pues, el que un partido político sea mejor o peor que otro. Experiencia es la pincelada que cambia el cristal con que se mira y se materializa el ejercicio de la actividad pública. Autoridad y poder no son conceptos sencillos ni domésticos.


¿Impotencia ante qué? La única que se puede sentir es la de ver pasar el tiempo y que la autoridad no actúe en pro de una sociedad demandante de empleo, salud y educación. Ávida de seguridad pública y de tranquilidad. Ansiosos de justicia en incontables casos.


Sí, nos sentimos desesperados por ver que el salario no alcanza y que la atención médica sigue siendo deficiente y altamente burocratizada. Desesperados también por tener que pagar enormes tarifas de energía eléctrica, aumentos constantes a la gasolina o por carecer muchos de lo más elemental para subsistir. La pobreza extrema es una realidad lacerante. Y, ante la falta de rumbo, sentirnos perdidos es un sentimiento natural.


El servicio público va más allá de la pertenencia a un partido u otro. Es cuestión de actitud, de responsabilidad y sobre todo de experiencia en el hacer y quehacer público.

Aplaudo los aciertos de gobiernos panistas pero también critico las muy graves acciones en perjuicio de la comunidad, o la permisión de actividades de sus funcionarios públicos en cuestiones partidistas durante horas de oficina, o el irregular proceder de ellos escudándose en el cargo. La función pública es eso: pública. Y esté quien esté en el poder/gobierno estará sujeto al escrutinio social. Del partido que sea.


Priistas connotados han dejado una huella indeleble en sus comunidades como la nuestra . Y no dudo que habrá otros de diversos partidos políticos que también. De estos últimos, tengo la fortuna de conocer algunos con verdadera vocación de servicio que a la hora de trabajar son verdaderos servidores públicos, conocedores de la responsabilidad que implica el ejercicio de su función.


El Dirigente del PAN en el Estado flaco favor le hizo al Gobernador con las lamentables declaraciones que formuló en días pasados en contra de Los Priistas. Y ni que decir respecto a sus compañeros de partido. Se le olvidó que eso de priistas no son dos o tres personas sino miles que verdaderamente trabajamos con vocación de servicio esté quien esté en el poder. No es eso lo que nos guía ni es eso lo que marca nuestro deber ciudadano.


Y sí, estamos comprometidos hasta la médula en el trabajo que realizamos, donde por cierto, no importa la preferencia partidista sino los resultados que podamos alcanzar.


Que se entienda de una vez: Los partidos políticos no deben derivar en bandos ni pandillas provocadoras de pleitos. Son y deben ser espacios de reflexión, análisis y debate de ideas que permitan integrar proyectos sociales de corto, mediano y largo alcance que les permitan a la postre ofertar a los votantes sus mejores opciones tanto en proyectos como personas para ocupar cargos públicos.


Provocar al pleito, afirmando que no debe haberlo, es verdaderamente inadmisible y reprobable.

Tubutama


Hace unos cuantos días fui invitada a asistir a Tubutama, a reunión del Congreso Local donde habría de someterse a votación la Ley de Seguridad Pública para el Estado de Sonora.


Diputados fueron llegando. Corbata y saco negro la mayoría. Con aquel abrasante calor. Ni mal bajaron de los muy custodiados vehículos cuando ya posaban para las fotografías. Las que ellos mismos se tomaban. Armados con sus IPhone y sus Ipad o sus BlackBerry. Seguro que enviaban mensajitos a sus amigos y familiares dando cuenta de donde estaban, como muestra de su valor y arrojo. Como si los lugareños no lo hicieran día a día. Incluyendo noches negras y sombrías que tanto han tenido nuestros hermanos vecinos.


No faltó quien pretendiera exhibir a la autoridad local portando una cámara o un micrófono. Claro, a la luz y con toda la seguridad pública vigilante. Cualquiera opina lo que se debe hacer. ¡Ah que cómodo es eso!! Gobernar o tratar de hacerlo –en las circunstancias de Tubutama por ejemplo- aunque sea en la medianía, no es fácil. Sobre todo cuando se tiene amarga sensación de soledad y abandono. O cuando se tienen sangrientos antecedentes. Cero justicia, cero tranquilidad.


El tal evento fue el escenario que se armó para que algunos diputados y sus fracciones parlamentarias se lucieran. Otra vez el sabor a hiel, el hacer inconcluso, el compromiso que termina en la foto. El abrazo que resplandece tan pronto como se apaga. Lugareños ansiosos por saber que sigue pero los más con franca incredulidad rayana en la broma cruel, irónica, sabedora de que todo es parafernalia. Se ganó la nota estatal y nacional. Pero ¿Qué se logró para Tubutama y la región?


Insisto y seguiré insistiendo que lo que necesitamos –entre otras cosas- es unirnos como municipios vecinos y formular un plan de trabajo conjunto donde destaquemos ejes de desarrollo fundamentales y de interés para todos en materia de seguridad pública, impulso económico y educación entre otros. Fijar metas es y debe ser la base sobre las cuales se finquen las políticas públicas y de gobierno. Si cada municipio carece de recursos suficientes pero todos presentan necesidades comunes y en todos existen personas valiosas que pueden aportar su intelecto o su fuerza de trabajo, ¿no es acaso consecuencia inmediata e impostergable que tengamos a nivel regional reuniones temáticas que nos permitan una participación social civil más tangible y por ende de mayor trascendencia?


A la par que se iba desarrollando la reunión del Congreso Local en Tubutama, observé a cada Diputado presente. Desconozco si en el recinto oficial hacen lo mismo, pero aquí fue una total falta de respeto hacia la comunidad y los presentes: Algunos jamás, jamás dejaron de enviar mensajes, utilizar sus tabletas, o de plano y con descaro, hablar por celular. Escasos fueron los que estuvieron en cuerpo y mente en el evento. Sendos documentos que minutos antes del inicio de la sesión fueron colocados en sus escritorios, dormían o ¿esperaban? ser consultados o al menos hojeados por sus destinatarios.


De plano, se carece de compromiso y sobra lo que muchos pretenden esconder en la mal denominada prudencia. Porque resulta que ahora algunos comodinos –los encontramos en todos los sectores- llaman así a la falta de arrestos para encauzar acciones contundentes y firmes en la materia que sea, pero que sea eso sí, de nuestra incumbencia social. Porque se asiste a eventos solo para la foto y para que digan que ahí estuvo o para agregarlo a su currículo político, ahora tan de moda. En el fondo no hay sustancia. En los resultados se queda corto, cortísimo.


Con estas actitudes no esperemos llegar a ningún lado. Ya basta de llamarle prudencia a la laxitud y al desinterés. Al deseo de no moverse para no provocar movimiento alguno que perturbe la paz y la zona de confort en que viven algunos seres –se les conoce también como servidores públicos- carentes de compromiso, en tanto las cuestiones sociales permanecen huérfanas de verdaderos líderes.


Hemos comprobado una y otra vez, tantas como desilusiones políticas hemos tenido, que no es ni será a través de partidos políticos o candidatos de ninguna índole por más brillante trayectoria que posean o por más esplendorosa sonrisa marca photoshop, como encontraremos caminos y programas específicos que nos permitan transitar hacia estadios de desarrollo común dignos, con evaluaciones periódicas, de alcance general en lo necesario y específico en lo que se deba.


En tanto los partidos políticos, los pre candidatos y luego los candidatos compiten y/o se destrozan entre sí, hay un mundo real que estamos viviendo y que no permite mayores dilaciones para abordar la problemática imperante. ¿Acaso la seguridad pública o el empleo o la educación se resuelven con los discursos de campaña? ¿Será entonces que todo queda –para variar- en pausa hasta que las nuevas autoridades asuman el poder?


Es un círculo que nos agobia, nos asfixia, nos limita en todo sentido. Es el cuento de cada trienio y/o sexenio. ¿Hasta cuándo?


Estimo que es la falta de metas lo que nos hace más daño como municipios y región. Si tuviéramos definido lo que queremos como tales al corto, mediano y largo plazo, nos limitaríamos a escoger de entre tanto partido político/candidato que mejores opciones nos presentara para alcanzar las que como sociedad hubiéramos elegido tener. Las opciones cumplen su cometido como tales en tanto sepamos a ciencia cierta lo que buscamos y queremos. Solo así resultan ser opciones. De otra manera son como baratijas, vidrios de colores.


El asunto es que carecemos de metas sociales tanto locales como a nivel regional. Así, cualquiera que aspire al cargo público que sea puede ofertar lo que le dé en gana o lo que mejor venda para granjearse simpatías de los probables votantes. Eso si bien nos va y el candidato (a) posee cierta inteligencia, ya que al parecer a últimas fechas lo que pega es la descalificación, el insulto o el señalamiento. La ofensa es la medida.


Para finalizar e ilustrar lo grave de la falta de metas y rumbos, recuerdo un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, (Lewis Carroll) cuando se encuentra extraviada y pregunta al Gato cómo salir de ahí:


Alicia: ¿Podrías decirme, por favor qué camino debo seguir para salir de aquí?
Gato: Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.
Alicia: No me importa mucho el sitio. –Responde-
Gato: Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes, -contestó-.

¿Candidatos o cándidos?


Salgo de mi casa y lo primero que veo es un puñado de volantes tirados en la acera; el buzón repleto de ellos. Observo las casas vecinas iguales. Tomo uno de ellos y sin sorpresa leo que una persona solicita apoyo y simpatía pues aspira a la diputación local. Dos días atrás otro pintoresco volante topó en mi vista: Uno más – ¡más!- que desea ser presidente municipal. En el recorrido diario a mis labores, observo como van aumentando día a día las mantas y grandes desplegados con sendas sonrisas de quienes buscan, suspiran, desean, sueñan, piden y asumen merecer un cargo de elección popular.


Entro a Facebook y tengo correos por leer. El que no pide apoyo solicita que lo agregue a su página. Pregonan –cual si fuera botín- un caudal de contactos como si fueran votos efectivos que avalan su deseo ferviente de ser el elegido. Twiteer no es la excepción. Abunda cual competencia sangrienta frases elocuentes sobre lo que se debe hacer pero ninguno aterriza en nada.


Mensajes en volantes y redes sociales. Mensajes en mantas y en carteles. Anuncios disfrazados y otros no tanto. Sonrisas de oropel y poses mediáticas. Nos saturan con enormes, largas y cansinas currícula: Destacan desde sus estudios de primaria hasta lo que en este momento hacen. Incluyen lo que sea: padrinazgos de estudiantes, la conferencia aquella de 1980 que impartieron a 5 personas o el curso que llevaron de 3 horas. Aunque sea eclesiástico. El chiste es rascarle a lo que sea. Pareciera que el cúmulo de actividades que han desarrollado les es suficiente para merecer un cargo público. Claro está que eso de suficiencia para merecer entendido desde la perspectiva de estos seres. De otra manera difícilmente comprenderíamos algunos casos. Es la danza de los papeles en el mejor de los casos. Licenciaturas, maestrías y doctorados son cuestiones académicas que resaltan en negritas. Con letra más grande. Que se note. Que no pase desapercibido.


Y esto apenas empieza. A nadie parece importarle los tiempos electorales y de campaña. A ninguno le parece necesario cumplir con la normatividad que marca el Código Electoral. Surge la idea fatal - por lo muy posible- de que los partidos políticos están al si me delatas te delato. Se finge molestia pero se actúa igual. Eso sí, a la hora que sus intereses se vean afectados, los veremos rasgarse las vestiduras y exigir justicia y equidad con voces ahogadas, temblorosas, arengando dramáticamente con un micrófono ante sus simpatizantes y los no tanto, pero que acuden a ver qué sucede o tal vez porque no hay mejor cosa que hacer. Para el desenfado pues.


Los currículos no hacen buenos candidatos. No es la cantidad de puestos los que avalan a un buen presidente o un buen diputado. Habría que analizar como desarrollaron esa actividad y que hicieron en ese tiempo… Y por sobre todas las cosas, como salieron de ellos.


Si bien los grados académicos son importantes y necesarios, éstos no son garantía de sensibilidad social ante la problemática imperante ni es tampoco garante del sentido común que debe prevalecer en quienes ocupen un cargo.


No es la mejor sonrisa, ni el más pulido mensaje, ni la cantidad de contactos en las redes sociales, ni la manta más espectacular o la fiesta más nutrida la que definen a un buen candidato. Es el proyecto de trabajo que por cierto, en ninguno de ellos se ve ni se percibe. Un puñado de mensajes no hace un plan de trabajo. Ni definen rumbos. Ni avalan conceptos claros sobre gobernabilidad y políticas públicas que tanto requerimos. Con mucho, son vagas ideas que ayer leyeron en frasescelebres.net o en proverbia.net . Eso que nos los dejen a los simples mortales usuarios de las redes sociales, no a quienes se supone deben demostrar conocimiento político y de gobierno o al menos contar con asesores suficientemente preparados. La simulación no es el camino.


Seguimos con sed de proyectos que contengan ejes definidos que los ciudadanos podamos discutir, analizar y formular propuestas. Centrar el aquí y el ahora para desarrollar líneas de crecimiento común que nos permitan trabajar lejos del discurso y del oropel político. Y para esto no hay tiempo que esté prohibido por ley alguna. Es de marcaje social común.


¿O será tan difícil esta tarea?


Irónicamente cada uno de los ¿candidatos? Asume que aún no es tiempo de proyectos de esa naturaleza. Pero sí lo son para destacar y rendir culto a sus personas.

Memoria selectiva


Sucede con tanta frecuencia que pareciera común, ordinario y simple.


Los mexicanos tendemos a olvidar el pasado reciente y traer el más distante al presente. Todavía seguimos sancionando a Pancho Villa, Emiliano Zapata, Benito Juárez o Porfirio Díaz. Es más, aun es tema de debate Malintizin, más conocida como Malinche en cuanto a que si verdaderamente nos vendió al conquistador Hernán Cortés o simplemente actuó por amor. Pero esa es otra historia de la cual –por cierto- se tiene teoría propia.


El asunto es que en materia política es peor. Se señala con índice de fuego fechas como octubre del 68 o el error de diciembre del ´94 pero día a día se nos olvidan los crímenes cometidos ayer. Laxa es la ley y la justicia respecto a los niños de la Guardería ABC o las Muertas de Juárez o las madres que claman llorosas justicia por sus hijos desaparecidos. Pareciera que la nota roja de hoy sustituye a la anterior, cual si fueran páginas que van pasando sin marcar precedente.


Partidos políticos se desgarran señalando al otro como al causante de todas las desgracias nacionales, pero a casi doce años de distancia de la alternancia en el poder, no se advierten cambios sustanciales que den rumbo a la nación. La generación de empleos es escasa y si no, basta ver a miles de egresados de las universidades sumidos en la desesperación que terminan subempleándose porque lo principal es sobrevivir. Médicos, arquitectos, abogados, contadores, administradores y demás, laborando como recepcionistas, cajeros, secretarias, auxiliares de oficina, etcétera. Empleos honrosos por supuesto, pero no acordes a su preparación.


Creo que el discurso aquel de que es poco tiempo para resarcir daños ya no alcanza para justificarse. Las estructuras administrativas y de gobierno son mas engorrosas que nunca, muchas de ellas en manos de personas que ni siquiera poseen un título universitario en aquellos puestos que así demandan. La mayor de las incongruencias e ineptitudes de gobierno.


La memoria colectiva es delgada y selectiva: Ya se nos olvidó la opulencia de Martha Sahagún y los actos ilícitos de sus hijos. Ya no recordamos el rosario de ilegalidades de Vicente Fox o las escandalosas asignaciones de obra pública federal, estatal y municipal. O las irregularidades de los tribunales y consejos electorales en las elecciones inmediatas anteriores.


El que un solo partido político haya ocupado largo tiempo el poder derivó en irregularidades de todo tipo. Tipos que al parecer, han sido sustituidos por otros. Entonces, ¿Dónde está el cambio?. Tal vez fueron demasiado altas las expectativas o muy corto el merecimiento. Lo cierto es que no vemos un proyecto que defina una visión de país a veinte o treinta años. Sobre todo en los municipios: Caminamos erráticos, bajo inercias provocadas por una disgregación social resultado en mucho por la falta de líderes reales y auténticos.


En fin. Recordar el pasado solo para justificar conductas actuales y/o enardecer a las masas con discursos amañados no tiene sentido, pero hacerlo para evolucionar y ser un real motor de cambio que ayude a reconstruir el tejido social en tantos temas que a todos nos interesa, eso sería otra historia.

En otras columnas he mencionado y lo seguiré haciendo: Somos los municipios los que debemos por necesidad y por subsistencia contar con planes de desarrollo local y regional más allá de los tres años o de los seis o de los doce. Requerimos rumbo pero también requerimos analizar y evaluar los avances que tenemos como comunidad en rubros como educación, seguridad pública, economía, etcétera.


En épocas electorales seguramente observaremos algún o varios debates entre los pomposamente denominados líderes de cada partido político. Lideres durmientes porque en los tres años difícilmente destacan. Son Líderes de época, circunstanciales, temporales. Con fecha de caducidad.


De continuar así, no nos sigamos quejando de lo que hemos hecho hasta este momento ni nos asombremos que en 20 o 30 años más, sigamos exactamente igual…. O peor.




Y el relevo generacional que?


Pocas veces se aborda el tema. Tal vez sea por desinterés, por pensar que somos insustituibles, que vamos a durar para siempre, porque vemos lejano el momento de retirarnos y por un largo etcétera enfocado todo a evitar o posponer el inevitable relevo generacional.


Lo cierto es que vivimos tres generaciones a la vez: La que nos antecede, la que precede y la actual. Esta última lleva una doble responsabilidad ya que está obligada a atender a los de antaño y velar por la que está en formación. Su actuar en el presente impacta a ambos lados. La calidad de vida de cada cual estará en función del grado de desempeño que se posea en la implementación de políticas públicas y su ejecución, donde todos nos involucramos en mayor o menor grado.


Pero, ¿a qué exactamente nos referimos con relevo generacional? Al fenómeno que tarde o temprano debe por necesidad darse: que las nuevas generaciones vayan sustituyendo a las más antiguas, de manera tal que el peso del desarrollo social - en general- recaiga en los hombros de los más jóvenes. De ahí que el tema adquiera cada vez mayor relevancia.


Creo que en este caso, una pregunta se puede responder con otra: ¿Qué estamos haciendo ahora por ese relevo generacional inminente? Pensamos y nos preocupamos por los planes de desarrollo gubernamentales, presupuestos, seguridad pública, acceso a una educación de calidad, pero, ¿Cómo medimos que estemos preparando adecuadamente a quienes en el futuro, al corto, mediano y largo plazo habrán de gobernarnos y dirigir los destinos del país? Y no me refiero solamente a los gobernantes. En su más amplio concepto, se puede incluso dirigir el destino de una nación desde el aula misma en sus etapas más iniciales de enseñanza. O desde el seno de la familia. Nadie sabe a ciencia cierta quien o quienes serán líderes. Es más, ni siquiera es posible definir ahora lo que es adecuadamente, pues cada cual tiene una idea de lo que es o debe ser. Entonces, se torna más difícil el determinar - o al menos aclarar- lo que hacemos ahora por el mañana.


Los ejemplos a utilizar son sencillos. Se perciben en la cotidianeidad: Dentro de las estructuras de gobierno ¿Han ingresado nuevas generaciones y si así ha sido, poseen las habilidades y actitud de servicio? ¿Existe el espíritu proactivo y dinámico que se requiere? O, por el contrario, son nuevas generaciones con comportamientos pasivos donde el trabajar implica esfuerzo evitable, donde la holgazanería se disfraza de múltiples ocupaciones y nulos resultados, o bien donde simular es la misión y visión de cada servidor público?


Dentro del sector educativo, fingimos el aprendizaje, lo vinculamos al sector productivo y económico o lo sometemos al escrutinio total del aula a distancias kilométricas de la realidad? ¿Estamos las generaciones actuales viendo solo lo nuestro – mi título, mi posgrado, mi plaza- o asumimos un compromiso global con presente y el futuro?


Y qué tal si nos referimos a nuestra calidad de ciudadanos con el bagaje de obligaciones que conlleva? ¿Somos ejemplo a seguir? ¿Tenemos y fomentamos esta calidad? Es más, ¿Transmitimos esta enseñanza a nuestros hijos?


Nos rasgamos las vestiduras por los índices de contaminación y carencia de desarrollo sustentable. Desde luego que está bien cuidar y vigilar la conservación del medio ambiente, pero ¿hasta qué punto estamos contaminando con actos de corruptela, desidia, falta de valores, de ética y de integridad a las nuevas generaciones? En este México nuestro donde la corrupción no baja sus niveles, donde el discurso se aleja de la realidad o peor aún, no responde a las necesidades sociales, donde el desempleo es la constante y la pobreza aumenta, encontramos pues un abrevadero que muy poco sirve de ejemplo.


Pudiéramos ir formulando un análisis semejante respecto a los partidos políticos, al empresarial, productivo e incluso hasta el religioso. Finalmente todos son parte de una estructura social cuya trascendencia será medida por la calidad de sus componentes.


En suma, la preparación del relevo generacional descansa en cada uno de nosotros aunado a la visión conjunta que como sociedad tengamos.


El futuro será justamente según actuemos en el presente.

¿Idealista o realista?




“Los ideales están en ti; el obstáculo para su cumplimiento también”
Thomas Carlyle.

¿Conservas tus ideales o los has modificado? Así, a bote pronto me preguntó un apreciado amigo con quien acostumbro compartir largas charlas de café. No fue necesario meditar mucho. Los conservo –contesté-. Y para no variar, dimos inicio a otra más de nuestras interminables conversaciones.


De vuelta a casa continué pensando en el tema:


En un mundo donde impera la pobreza y la desigualdad; donde el discurso se juzga a partir de la entonación en un muy dudoso sentimiento patrio que se le imprima y no en base a realidades sociales; donde la simulación en el hacer es la moneda de cambio constante y donde la voz se eleva sin piedad para criticar sin sentido ni consistencia, difícilmente sobreviven los ideales… pero lo hacen. Por fortuna.


Me refiero a los ideales que contienen valores dignos de personas dignas, pues es bien sabido que aquellos por si mismos no son necesariamente positivos. Alejandro Magno, Napoleón, Gorbachov, Benito Juárez, Emiliano Zapata, Gandhi, Mandela, y a un largo etcétera de personajes de la historia universal se les caracterizó no solo por defender los suyos, sino por darles vida en la realidad. El asunto es que también los tuvieron Hitler, Mussolini, Pinochet, entre otros obscuros individuos. Demostrado está que los ideales han inspirado los más sublimes sentimientos pero también las más cruentas batallas. Escoger es destino.


En este desierto de razones para creer, emerge como pirámide colosal una buena cantidad de personas con ideales claros, nítidos, profundos. Representan el motor que día a día motivan a aplicar el mejor esfuerzo en las tareas que diariamente realizamos. Contar con ellos es tener razón de ser y de hacer. Una persona con ideales, luce distinta, proyecta dinamismo, sonríe, saluda con cortesía, formula comentarios agradables, encuentra el lado amable de las cosas/situaciones. Propone y actúa en consecuencia. No crea enredos en su entorno laboral solo para granjearse dudosas simpatías sin mayor esfuerzo que la crítica o la denostación. Antes bien, trabaja con esmero y dedicación. Predica con el ejemplo y actúa en consecuencia. Realiza sus tareas bajo la premisa del entusiasmo –no existe la rutina en sus conceptos- y sobre todo, inicia y culmina sus labores. Nada de medios haceres. Nada del ahí se va.


No, no son seres raros: Viven y conviven diariamente en nuestras comunidades: son personas que mantienen sus ideales por encima de negatividades que se presentan a su alrededor. Son individuos con sentido común y madurez personal/familiar que saben construir realidades a partir de sus propios ideales. No se trata pues, de escoger entre ser idealista o realista.


¿Estamos actualmente en el lugar que ansiábamos? ¿Tenemos el trabajo que pretendíamos? ¿Somos las personas que aspirábamos ser en lo profesional, personal y familiar? Tal vez no. De hecho, lo más probable es que estemos en el lugar, personas y espacio que ni siquiera pensamos antaño. El asunto es pues la actitud con la que asumamos el aquí y el ahora. O nos convertimos en seres nefastos, negativos, sombríos, rumiando amarguras, despotricando contra todos, con la bandera del todos están mal menos yo, o adoptamos el camino del hacer y ser proactivos, cuyo inicio por cierto está en la esencia de cada uno de nosotros. Ya lo dijo Manuel de Epícteto… Si no eres feliz… el culpable eres tú.


Más que recordar los ideales que nos hemos forjado a lo largo de nuestra existencia, es menester tenerlos presentes. Tal vez en forma más adaptada, menos ambiciosa, más pulidos o mejor adecuados a la realidad. Que nada nos amargue: No es la modificación lo trascendente. Lo verdaderamente relevante es poseerlos ya que de esa manera le damos sentido y sabor a la vida.


Quien vive sin ideales está condenado como los peces muertos: A dejarse llevar por la corriente de la comodidad.






Mujeres y Madres



De acuerdo a la tradición, este 10 de mayo se honrará a las madres. Innumerables frases llueven ya por facebook y twitter. El amor materno potenciado. Pareciera concurso de mensajes, a ver cual es la más destacada, la más sentida, la más original. Para la mamá trabajadora, la incansable, la que todo da sin esperar nada a cambio. También para la que ha fallecido y se ha llevado con ella la luz. La que está ausente pero siempre presente en espíritu. Para la madre que sacrifica su vida en aras de los hijos. Los hogares serán coronados con alguna reunión para festejarlas y panteones estarán llenos de flores para quienes estén en otro lugar. No cabe la menor duda que todas y cada una de ellas posee una historia digna de ser contada y aquilatada por sus seres cercanos.

Por alguna razón que desconozco, estos días he estado pensando en esta fecha pero mi pensamiento se va hacia las mamás que permanecen en el obscuro silencio del anonimato social. Las que han perdido hijos en esta batalla contra el narcotráfico que tantas vidas inocentes ha cobrado. Escucho el grito callado de las madres de las Muertas de Juárez que todavía claman justicia. Mamás que por la irresponsabilidad de otros se han quedado con los brazos vacíos sin sus pequeños, como lo fue el caso de la Guardería ABC. Madres que han sido mudo testigo de las injusticias sociales y que viven día a día la falta de salud, de empleo y que a duras penas sobreviven.


Madres que delinquen y no por eso dejan de serlo. Mujeres narcotraficantes, delincuentes y carentes de tantas cosas pero nunca del instinto materno. Mujeres calificadas con alto grado de peligrosidad y a la vez con enorme instinto materno capaz de dar hasta la vida misma por su descendencia.


Madres que enferman pero nunca caen. Admirables en su actuar, ejemplares en su conducta, perennes en su amor, que trascienden las fronteras del tiempo y del ahora.


Curiosamente, en el folklor de nuestro país, Madrecita es la mamá o la abuela pero también madrecita significa algo pequeño o insignificante. A la madre se le venera pero decir “a la madre” es expresión de estar cansado o agobiado. Decir madres es indicativo de palabras obscenas y valer madre es que no tiene ningún valor. Pero la Madre vale y mucho. Intocable.


En este país nuestro tan policromático, apenas los mexicanos comprendemos como puede ser lo anterior posible, donde incluso la entonación que demos a la palabra dennota el significado de la misma.


Como sea, felicitemos a las mamás que trabajan como jornaleras, obreras, empleadas o empresarias; a las que laboran en sus hogares y a las que participan activamente en obras de beneficio para las comunidades a las que pertenecen. A las que en el aula son formadoras de hombres y mujeres con alto sentido del deber ciudadano. A las que dia a dia procuran el sustento para sus familias y a las que claman justicia por sus hijos desaparecidos.


A las mamás que desempeñan roles de padre y madre a la vez. Y también a los papás que son mamás de tiempo completo.


Que esta fecha trascienda lo meramente comercial y se convierta en un espacio para brindar cariño y refrendar los lazos de familia.


Finalmente, como homenaje a todas las mujeres, este pensamiento de la Madre Teresa de Calcuta

Enseñarás
Enseñaras a volar… pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar… pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir… pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar… pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar… pero no pensará como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen…
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!

El precio del amor



Me refiero al amor que los ya casi candidatos y sus partidos políticos le profesan al voto ciudadano. Aquel que los encumbra y los coloca en espacios públicos sumamente deseados y anhelados. El precio es caro, pero ¡caramba! Para eso hay presupuesto. Este año por ejemplo, el IFE destinó tres mil ciento veinte millones de pesos para el sostenimiento de sus actividades ordinarias.



Y eso es solo el boleto de entrada al presupuesto mayor que son los distintos puestos de elección popular. Así, hasta se pudiera justificar el que la mayoría de los partidos políticos han iniciado en los hechos, la carrera presidencial. Declaraciones en todos sentidos hemos leído y escuchado. Los unos se descalifican a los otros sea por actuaciones del presente o del pasado. No importa. El asunto es invalidar, bloquear, cuestionar, exhibir, reducir, aniquilar.



Mal habla de un gobierno, y de una Nación- aquel presupuesto que se destina en enormes proporciones a la actividad partidista y escasamente considera rubros tan importantes como por ejemplo la asistencia social y de seguridad para aquellos trabajadores que han perdido su empleo o para quienes simplemente no encuentran ninguno. Programas de atención social van y vienen pero poco o nada se aborda sobre los avances reales y plausibles. Un país donde la pobreza no deja de serlo y donde el acceso a la educación sigue siendo cuestionable y cuestionada. Hasta ofensivo es la manera en que se dilapidan los recursos en medios de publicidad, eventos masivos, material promocional y una larga lista que al parecer, no tiene fin.



¿Qué nos espera a la vuelta de la esquina a los votantes? Un alud de discursos, una avalancha de promocionales mostrando cada cual su mejor cara: la que venda, la sonrisa que conquiste, la palabra que halague al oído. La ofensa dicho al adversario para obtener la simpatía de quien sea, con tal de que vote a favor. El apretón de manos que prometa empleo, salud, o lo que sea. El voto es la finalidad. Campañas que implican la danza de los millones, caminar, saludar, tostarse al sol, sudar, sonreír hasta que duela, pronunciar discursos melosos para los votantes con alta carga de agresividad para el rival. ¡Parafernalia pura! La intención es ganar a como dé lugar.



¿Cómo creer entonces en alguno si al final del dia todos persiguen lo mismo amparados en el mismo botín -llámese presupuesto- que les permite hacer y deshacer políticamente lo que mejor convenga?



Como ciudadanos, ¿Qué podemos hacer? Al menos tratar de protegernos y armarnos con una coraza que bien pudiéramos llamar madurez política nacida a partir del acontecer cotidiano que nos permita no entrar en esa vorágine que crean los partidos políticos en épocas electorales. Cuando la mafia partidista entra en su punto cumbre. La verdad y la realidad la tenemos ahora, aquí, en cada hogar, en cada persona: desempleo, falta de mejores condiciones de atención en educación, salud, seguridad, ente otros tantos. Analicemos lo que cada uno de nosotros y en el seno de cada familia hemos logrado a partir del esfuerzo que imprimimos a nuestras tareas y con esa misma madurez, salgamos a emitir nuestro voto razonado cuando asi lo marque el calendario electoral.



Eso sí, aprovechemos este tiempo para exigir a los partidos políticos a que generen compromiso efectivo y que soliciten reducción de sus presupuestos en el futuro, destinándose esas oprobiosas cantidades que hoy les asignan, al abatimiento de los renglones mas sentidos por la sociedad: pobreza, seguridad, empleo.



A ver si es cierto que tanto les duele y lacera la situación social actual.

8 de marzo.



Juramento inicial (Fragmento)
Lisístrata: Lampito, todas las mujeres toquen esta copa y repitan después de mí: No tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante.
Cléonica: No tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante
Lisístrata: Aunque venga en condiciones lamentables
Cléonica: Aunque venga en condiciones lamentables. ¡Oh Lisístrata, esto me está matando!
Lisístrata: Permaneceré intocable en mi casa
Cléonica: Permaneceré intocable en mi casa
Lisístrata: Con mi más sutil seda azafranada
Cléonica: Con mi más sutil seda azafranada
Lisístrata: Y haré que me desee
Cleóniica: Y haré que me desee
Lisístrata: No me entregaré
Cléonica: No me entregaré
Lisístrata: Y si él me obliga
Cléonica: Y si él me obliga
Lisístrata: Seré tan fría como el hielo y no me moveré
Cléonica: Seré tan fría como el hielo y no me moveré
Lisístrata: ¿Todas han jurado?
Mirrina:
Todas


El anterior es un fragmento de la obra del dramaturgo griego Aristófanes que cito a manera de referencia para abordar el tema del 8 de marzo, día internacional de la Mujer. Y no es que haya claudicado en cuanto a mi aversión a esta conmemoración, (ver columna del 22 de noviembre de 2009) sino que en todo caso me pareció interesante hacer alusión a esta obra cómico-satírico-política, a propósito de la fecha.

La obra se recrea en los años que duró la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) donde el pueblo griego estuvo dividido y los hombres dedicados por completo a ella. Lisístrata es una recia y valiente mujer que se cansa de que su marido esté siempre en el frente de batalla. Y como sucede con las mujeres de antes y de ahora, piensa y piensa en cómo hacer para que su marido regrese a casa y se ocupe de ella como corresponde. Me refiero a la casa… primeramente. El asunto es que se plantea como unico e infalible recurso para acabar la guerra el hacer una huelga sexual con la intención de que los hombres desistan de la tal guerra, desesperados por la abstinencia de sexo. Al menos así lo urde esta mujer, que ni tarda ni perezosa convoca a todas sus congéneres de Grecia. No sin reparos deciden unirse pues anteponen los sufrimientos que las unen en razón de la guerra, a las circunstancias que pudieran dividirlas.

La obra está escrita desde la perspectiva femenina, enorme reto para el autor, por cierto. Así, las mujeres son protagonistas, únicas, insustituibles, con diversos matices donde ponen a prueba su voluntad para no caer ante el enemigo en aras de alcanzar la tan deseada paz.

Aristófanes presenta a las mujeres como luchadoras sociales, de férrea voluntad, sensibles a las cuestiones comunes, sabedoras de que quien administra una casa carece de corrupción y tiene en exceso prueba de eficiencia en sus labores.

Las mujeres se hacen presentes en todo lugar de Grecia. Menos en la cama, claro. Para que no se siga financiando más la guerra, toman la Acrópolis donde se encuentra el dinero de la ciudad. Sacarlas del lugar es el gran reto.


La humillación de los hombres es mayúscula: varones educados como guerreros que con esta acción de sus mujeres no saben cómo actuar. Mujeres educadas como madres y esposas que se unen para buscar la paz en toda Grecia. La abstinencia sexual es el recurso. La guerra deriva en un choque entre hombres y mujeres, argumentando los primeros que el amor conyugal es prioritario y que la función de ellas es quedarse en silencio, con el propósito de sacar a las féminas de la Acrópolis, mediante la fuerza. De ahí que Lisístrata pronuncia en la obra su frase memorable: Lo que aquí se necesita no son palancas, sino sentido común.

Total que la obra concluye en que los hombres deciden claudicar ya que la abstinencia los ha mermado más que la guerra misma, argumentando que no hay cosa más indomable que una mujer. La reconciliación va en un doble sentido: la sexual y la paz.

Desde luego que el personaje de Lisístrata actuó bajo determinadas circunstancias de tiempo y lugar, de ninguna manera aplicables aquellos recursos a la actualidad. Sin embargo, dado que el 8 de marzo discursos van y discursos vienen en torno a la mujer, estimo que deberíamos empezar por entendernos como seres humanos (hombres y mujeres) en pro de un proyecto presente y futuro hacia la paz social y al desarrollo sostenido que tanta falta nos hace. Carecer de un rumbo planeado y consensado es privarnos del derecho inalienable que tenemos de ser partícipes activos del cambio en materia de seguridad pública, económico, de atención a la niñez y adultos mayores, de migración, educación, salud y tantos otros rubros que siguen estando en el apartado de deudas sociales. La paradoja es que según las autoridades el mayor recurso económico se destina presupuestariamente a esos renglones, en tanto que la tasa de natalidad disminuye cada año. Entonces, ¿Cómo se explica que no disminuya la pobreza, o el índice de analfabetas o el de población sin seguridad social por ejemplo?

A lo mejor Lisístrata no andaba tan errada. ¿ Acaso sería buena idea que hoy en dia se les privara igual a los (as) políticos (as) de altos vuelos que deciden a su conveniencia los destinos de la nación, los estados y los municipios sin importarles el bien común?

Dejo a la imaginación del lector la respuesta… y las consecuencias de aquel veto en los personajes protagónicos de la política mexicana.


























Las ataduras del silencio



Primera parte.


Pudiera empezar el tema de la semana mencionando los datos de la Secretaría de Salud en México, que advierte que cada cuatro minutos ocurre una violación en México. Pero no es el sentido que pretendo darle a este post. No al menos en esta ocasión.


Tampoco deseo hablar de cifras y estadísticas en torno al tema. Más bien quisiera referirme a quienes han pasado por estas circunstancias y en particular los niños y las niñas. Hablar de esta lacerante realidad es necesario para romper las ataduras del silencio que equivocadamente la sociedad ha impuesto. Paradójicamente, pareciera que adultos escriben para adultos pero no para los niños quienes son los ultrajados.


Abordar pues esta cuestión desde la perspectiva de los niños es tarea casi imposible. Pero al menos hacer una aportación –por humilde que ésta sea-, pudiera mitigar -acaso- el dolor a los seres que han pasado por este trance. Niños de ayer, hombres y mujeres de ahora. Para ellos y ellas. Para quienes han transitado ese camino y han sabido crecerse.


Es una dura realidad que no debemos permitirnos soslayar. Tristemente el orden de los factores impuesto por falsas creencias de lo correcto e incorrecto, deriva en una vergonzosa lista de prioridades a atender: el delincuente, los estigmas sociales construidos a base de ignorancia, la familia y finalmente el menor agredido.


Si bien el eventual encarcelamiento del delincuente es relevante, lo cierto es que esa acción poco o nada ayuda al menor debido a que a su edad –sobre todo cuando son muy pequeños- no alcanza a comprender de bien a bien el castigo impuesto por el Estado. Tal vez sea la familia la que sienta que de alguna manera se lava la afrenta. ¿Y el menor? Queda al final. Para él, el mundo entra en un caos inexplicable. Las discusiones van y vienen sin sentido: Los padres se recriminan mutuamente; el hijo (a) asume consciente o inconscientemente una callada culpabilidad que no le corresponde. Los estereotipos sociales orillan a que la familia pretenda ocultar el hecho. Comportarse como si nada hubiera pasado es la consigna. Voces que callan. Silencios cómplices, culpables, manifiestos, atribulados, desorientados, agobiantes. Por eso no tenemos cifras exactas en torno al tema. Infinidad de casos quedan bajo sombras.


Actuamos sin sentido y nos comportamos peor. Nos gobiernan estigmas sociales donde sin piedad distinguimos el “nosotros” del “aquellos”. Con soberbia asumimos que en el nosotros está garantizada una vida sin eventos de esta naturaleza y en el aquellos segregamos a quienes han sido violentados en su integridad física. ¿Somos pues una sociedad inteligente o seres aplastados por los estigmas sociales? Dejemos entonces esas lápidas que vamos cargando en forma por demás innecesaria y aberrante y afrontemos un mundo de realidades con realidades.


La sociedad crea estereotipos que por lo mismo son falsas concepciones de los hechos y a partir de ahí, generamos respuestas que creemos son las correctas. La paradoja es que cualquier código penal establece con claridad el concepto, alcances, medidas, sanciones y formas de castigo. Pero nada refiere la ley con la misma puntualidad respecto a las y los niños que precisamente por ser vidas infantiles, toda su vida cargarán con esta experiencia. La protección es escasa si no es que nula o impráctica porque para iniciar no todas las violaciones se denuncian ni se brinda la atención integral que se requiere en los casos que llegan ante las autoridades.


Son las voces infantiles que callan o se apagan. Risas que dejaron de serlo. Infancia con huecos. Miradas insondables o que se rehuyen. Sentimientos que se guardan en el último cajón porque se teme sufrir o externarlos. O ambas cosas. Llantos que no acaban y lágrimas que no se derraman. Gritos callados en la obscuridad. Noches enteras sin dormir o dormir para olvidar por unas horas. Conductas que no se alcanzan a comprender porque solo quien vive ese infierno sabe lo que significa. Sed de abrazos en el justo momento. Preguntas sin responder. Palabras que nunca se pronunciaron. Silencios no pedidos ni queridos. Ausencia de ternuras, exceso de atenciones forzadas o culpables. Brillos apagados antes de ser y estar.


Niños que se hacen adultos en segundos. Caracteres que se forjan, maduran y desarrollan. Etapas de vida que se viven rápidamente, casi sin saborear cada una porque el tiempo apremia pensando que la que sigue será mejor que la anterior. O para marcar distancia. El acento en la denuncia se traduce en ser personas con conducta justa y responsable. Precisamente lo contrario a lo que recibieron. En suma, se convierten en ciudadanos de calidad cuyo mayor atributo es la consonancia en su labor como personas íntegras. Grandes entre los grandes porque encauzan sus vidas ejemplarmente. ¿Acaso hay algo mejor que retribuirles esa grandeza mediante el seguimiento puntual y absoluto de los casos conocidos y por conocer? ¡Y aun así les quedamos debiendo tanto como Sociedad!


En la siguiente columna la segunda parte: La historia.

El perfil de un Presidente Municipal


El Estado es una abstracción. El Municipio es una realidad.


Recientemente conversaba con dos grandes amigos sobre distintos tópicos de la política mexicana y en especial sobre el perfil de un candidato de elección popular. Desde luego, nos concentramos más en el que debe tener el que aspire a ocupar una presidencia municipal. Tal vez sea porque el municipio y sus autoridades representan el contacto directo más sentido entre gobernante y gobernado. Tal vez sea también porque es en estas localidades donde los problemas de seguridad pública, educación, desarrollo económico y otros rubros, son lo que afectan a quienes vivimos y convivimos en ellas. O quizá sea por ser una entidad sociopolítica, es decir, con dos caras: Una comunidad de vecinos y una unidad política dentro de un Estado.


En la reflexión que me quedé haciendo después de esa larga y enriquecedora conversación, me preguntaba si acaso existe –primero- el municipio ideal. Me trasladé a la antigüedad clásica de los Romanos, (régimen edilicio) de los Griegos (régimen del Demos) los árabes (régimen de alcalde) y de los Aztecas, nuestra raza de bronce, (Calpullis). Pues no, no hay municipio perfecto pero si ha habido a través de la historia líderes que han conducido a sus comunidades a estadios de vida más favorables. Son seres que consideran la autoridad como una oportunidad de servicio y no de servirse.


Ante estas circunstancias, ¿Se vale hablar de perfiles para ocupar el cargo de presidente municipal? Pienso que sí. Sobre todo porque resulta que entra en juego no el bienestar económico de un puñado de gente que eventualmente ocuparán puestos en los ayuntamientos y que con cortas o nulas miras de interés general, aspiran solo a colgarse del presupuesto, sino el bienestar (y el bien vivir) de todos, lo que en gran medida depende del ejercicio de funciones de los servidores públicos.


Aunque hay variadas opiniones sobre la posibilidad de que sean mujeres quienes ocupen las presidencias municipales, lo cierto es que debe -por necesidad-imperar el criterio de capacidad y competitividad antes que el género. Así de simple.


Como sea, al concluir nuestra charla quedé pensando en ese perfil deseado o deseable. ¡Caramba! Tampoco se trata de que sea el o la persona perfecta, pues para empezar ¿a quién gobernaría? Entonces, como ciudadana opino que un candidato (a) debe poseer al menos, las siguientes características, sin importar el orden:


1. Debe ser apasionado por su trabajo. Firme en su opinión pero no creerse dueño de la verdad. Que sepa dar la cara por su comunidad en las buenas y en las malas. (Incluso más en las segundas).
2. Innovador, creativo y ser más buen escucha que ejercer el parloteo cansino, actoral y de relumbrón.
3. Debe inspirar confianza y actuar con integridad y honestidad.
4. Definir reglas claras del juego. Saber a quién y cuándo delegar tareas. Respetar el trabajo de los demás. Capacidad para establecer metas y objetivos.
5. Capacidad de dirección y de sentido común. Saber decidir bien y a tiempo. Sin medias tintas.
6. Se gobiernan municipios, pero se atiende gente. No olvidar esto jamás y por tanto, ser humano, humilde y buen negociador donde la consigna sea ganar-ganar.
7. Ejercer la tarea constante de la comunicación y la transparencia en el ejercicio de sus acciones, presupuestos y programas.
8. Saber trabajar en equipo y reconocer las capacidades de los demás, con coherencia entre lo que dice y lo que hace.
9. El que ejerce su actuar visionariamente, es decir, con visión a largo plazo, anticipando problemas y detectando oportunidades.
10. Debe ser afable, cercano a la gente y contagiar entusiasmo. En suma, ser carismático (a).


No es una lista de imposibles. Son las características de un buen líder, aquel que no se asume absoluto, o que se comporta como reyezuelo de gayola. No. Es en todo caso, el ser humano que sabe y comprende el papel que le toca desempeñar, con el compromiso de crear y/o propiciar oportunidades para todos, implementando modelos de desarrollo integral al corto, mediano y largo plazo.

Lo que los ciudadanos deseamos es la resolución de los conflictos comunes que tenemos: el flagelo social de inseguridad pública, carencia de una verdadera coordinación educativa en todos sus niveles que permita a la postre profesionistas capaces y competitivos, escasa o nula generación de empleos mediante gestiones oportunas de fomento económico, servicios públicos de calidad, cultura y en fin, una serie de demandas sociales que en forma constante se presentan. El mundo avanza vertiginosamente y los municipios están obligados a progresar, no a continuar permitiendo que su población emigre a otros lugares en busca de mejores oportunidades de desarrollo.

Un buen candidato a presidente municipal no es el que más vocifere ante el micrófono en las campañas electorales, ni el que pronuncie más discursos encendidos en contra del mal gobierno. Tampoco lo es el que mejor se vista o el que posea mayores recursos económicos. Menos aún es el que debiendo abordar temas sustanciales, prefiere el silencio cómplice.

Entonces, el perfil que se plantea de un candidato, termina siendo un conjunto de herramientas básicas para que las tareas del municipio se lleven a cabo bajo la dirección del líder descrito… Y un buen líder se rodea de gente tanto o más capaz que él mismo e incluso se enorgullece de ello.