Cosas de Reyna

Mi árbol de navidad.

Leo, leo y leo. Estoy literalmente tirada en mi sillón favorito, armada con laptop y taza de café recién hecho. Afuera un viento frio que, como se describe en las novelas, cala hasta los huesos. A pesar de que está el escenario completo para que mi inspiración se desborde, no sucede nada. Las notas de prensa solo refieren muertes. Ahora no deseo hablar de muertes porque el tema no tiene fin en tanto no se quiera al menos, poner un alto. En concreto en Sonora. No se les ve esas ganas a las autoridades. El reclamo social es al final, un grito al viento. Quiero ignorar también el tema de los diputados locales que pretenden que el Congreso del Estado les proporcione carro para realizar sus funciones. Con el mayor descaro afirman que al tal vehiculo se debe considerar herramienta de trabajo. Reyna desespera. Contesto una llamada telefónica. Chateo con un amigo en el MSN. Dormito, me levanto, vuelvo al mullido sillón. Tal vez si salgo a la calle, o a alguna reunión… no, no. Prefiero continuar escuchando este silencio solo interrumpido por el compás del tic tac del reloj que a la vez, me invita a pensar.

El viernes pasado que salimos de trabajar e ingresamos a este período de asueto, suspiré profundamente: ¡Por fin las anheladas vacaciones de diciembre! Esta época del año es especial para mi desde siempre. El ritual de ir a escoger el árbol de navidad, buscar los adornos, esferitas y luces del año pasado en cajas que sabrá Dios donde acomodé en enero, se convierte en algo que disfruto. Al desempacar, encuentro ornamentos navideños rotos, luces que no encienden y detalles que se han lastimado. Por fortuna, los mas son los que se encuentran en perfecto estado. En el balance, cuelgan del pino adornos del año pasado y los recién adquiridos: luce distinto, lleno de vida hogareña.
Quizá sea por eso que en diciembre por las noches me gusta saborear una copa de vino junto al árbol: Contemplo sus destellos, su mezcla de colores y de adornos. Algunos se aprecian a simple vista y otros se esconden entre las agujas verdes del pino. Encuentro esferas sobrevivientes que en enero pasado creí que no soportarían once meses en las cajas. Pero lo hicieron. A diferencia, encontré echas pedazos aquellas a las que hubiera apostado que durarían muchos años.

Al ir hilvanando estos pensamientos, asumo que tal vez asi sea la historia de vida de las personas: En los saldos anuales que se estila hacer en esta época, encontramos situaciones que nos dañaron pero otras que nos hicieron crecer. A veces nos cansamos y ante algun desazón nos rebelamos y preguntamos ¿¡para que tanto crecimiento caramba!? Algunos hechos mas habrá que simplemente por intrascendentes olvidamos pero que de cualquier manera sucedieron y en ello estriba su valor. Situaciones nuevas tendremos y eventos distintos viviremos. El acontecer cotidano termina siendo al final del año representado en las esferas, luces y adornos que agregamos a nuestro árbol.

Por eso me gusta contemplar el árbol de navidad de mi hogar: Cada detalle lo asimilo a los momentos que he tenido el privilegio de vivir al lado de personas que estimo y con quienes he compartido gratísimas veladas. Mi memoria no guarda recuerdos negativos. Lo que haya pasado mal, se remite al archivo nombrado experiencias. Solo como antecedente y para que no se repita. No abordaré aqui el tema sobre la fragilidad humana. En fin. Tengo por fortuna eso sí, el privilegio de saber reir hasta de mi misma y lo disfruto. No ha habido nada que no solucione una buena carcajada con alguna amigo/amiga. Los amigos son pilares fundamentales para no perder la cordura en ciertas circunstancias.

Mi árbol está cargado de pasajes de vida y de aconteceres mejores. Está lleno de luces y alguna que otra sombra.
En una de estas noches de diciembre, cuando saboreaba mi copa de vino tinto, caí en cuenta que las escasas sombras de mi árbol hacen mas brillantes los destellos que hay al lado. Hay muchísimas risas bordadas de lentejuelas. En la parte más alta del pino, destaca la estrella de belén. Ahí está representada la familia, la que da rumbo, orienta y une en torno a ella.

Por todo lo anterior, deseo que del árbol de cada uno de los lectores que han tenido la amabilidad de leer este blog, cuelguen las esferas mas brillantes y las luces mas refulgentes. Que posea la estrella más iluminada y sobre todo, que tenga ornamentos nuevos que brinden a sus existencias aconteceres mejores.

Con afecto,
Reyna.

1 comentario:

  1. Inspirada haz estado Reyna, como Arturo el que sacudio su melena alborotada. Es una delicia leer tus lineas.
    un gran abrazo
    Hermelinda

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