Cosas de Reyna

Mi árbol de navidad


El viernes pasado que salimos de trabajar e ingresamos a este período de asueto, suspiré profundamente: ¡Por fin las anheladas vacaciones de diciembre! Esta época del año es especial para mí desde siempre. El ritual de ir a escoger el árbol de navidad, buscar los adornos, esferitas y luces del año pasado en cajas que sabrá Dios donde acomodé en enero, se convierte en algo que disfruto. Al desempacar, encuentro ornamentos navideños rotos, luces que no encienden y detalles que se han lastimado. Por fortuna, los más son los que se encuentran en perfecto estado.

En el balance, cuelgan del pino adornos del año pasado y los recién adquiridos: luce distinto, lleno de vida hogareña. Quizá sea por eso que en diciembre por las noches me gusta saborear una copa de vino junto al árbol: Contemplo sus destellos, su mezcla de colores y de adornos. Algunos se aprecian a simple vista y otros se esconden entre las agujas verdes del pino. Encuentro esferas sobrevivientes que en enero pasado creí que no soportarían once meses en las cajas. Pero lo hicieron. A diferencia, encontré hechas pedazos aquellas a las que hubiera apostado que durarían muchos años.

Al ir hilvanando estos pensamientos, asumo que tal vez así sea la historia de vida de las personas: En los saldos anuales que se estila hacer en esta época, encontramos situaciones que nos dañaron pero otras que nos hicieron crecer. A veces nos cansamos y ante algún desazón nos rebelamos. Algunos hechos más habrá que simplemente por intrascendentes olvidamos pero que de cualquier manera sucedieron y en ello estriba su valor. Situaciones nuevas tendremos y eventos distintos viviremos. El acontecer cotidiano termina siendo al final del año representado en las esferas, luces y adornos que agregamos a nuestro árbol. Colores y matices que se entretejen.

Por eso me gusta contemplar el árbol de navidad de mi hogar: Cada detalle lo asimilo a los momentos en que he tenido el privilegio de vivir al lado de personas que estimo y con quienes he compartido gratísimos momentos. Mi memoria no guarda recuerdos negativos. Tengo por fortuna el privilegio de saber reír hasta de mi misma y lo disfruto. No ha habido nada que no solucione una buena carcajada con alguna amiga/amigo. La buena compañía es un medicamento para el alma, sin desconocer que en ocasiones la soledad es la mejor consejera.

Mi árbol está cargado de pasajes de vida y de aconteceres mejores. Está lleno de luces y alguna que otra sombra.

En una de estas noches de diciembre, cuando saboreaba mi copa de vino tinto, caí en cuenta que las escasas sombras de mi árbol hacen más brillantes los destellos que hay al lado. Hay muchísimas risas bordadas de lentejuelas. En la parte más alta del pino, destaca la estrella de belén. Ahí está representada la familia, la que da rumbo, orienta y une en torno a ella.

Deseo que del árbol de cada uno de los lectores que han tenido la amabilidad de leer este blog, cuelguen las esferas más brillantes, las luces más refulgentes, posea la estrella más iluminada y sobre todo, que tenga ornamentos nuevos que brinden a sus existencias aconteceres mejores.

Con afecto,
Reyna.

3 comentarios:

  1. lo dicho, eres excelente escritora, que dios te conserve ese don para beneplacito de tus lectores.

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  2. Me siento ufana de pertenecer a la estrella que representa la familia..tu familia....guárdala bién este enero, empácala como tu sabes hacerlo......

    FELIZ CUMPLE HERMANA !!!......

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  3. FELICIDADES REYNA EN TU CUMPLE




    F MENDEZ

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