Cosas de Reyna

Tubutama


Hace unos cuantos días fui invitada a asistir a Tubutama, a reunión del Congreso Local donde habría de someterse a votación la Ley de Seguridad Pública para el Estado de Sonora.


Diputados fueron llegando. Corbata y saco negro la mayoría. Con aquel abrasante calor. Ni mal bajaron de los muy custodiados vehículos cuando ya posaban para las fotografías. Las que ellos mismos se tomaban. Armados con sus IPhone y sus Ipad o sus BlackBerry. Seguro que enviaban mensajitos a sus amigos y familiares dando cuenta de donde estaban, como muestra de su valor y arrojo. Como si los lugareños no lo hicieran día a día. Incluyendo noches negras y sombrías que tanto han tenido nuestros hermanos vecinos.


No faltó quien pretendiera exhibir a la autoridad local portando una cámara o un micrófono. Claro, a la luz y con toda la seguridad pública vigilante. Cualquiera opina lo que se debe hacer. ¡Ah que cómodo es eso!! Gobernar o tratar de hacerlo –en las circunstancias de Tubutama por ejemplo- aunque sea en la medianía, no es fácil. Sobre todo cuando se tiene amarga sensación de soledad y abandono. O cuando se tienen sangrientos antecedentes. Cero justicia, cero tranquilidad.


El tal evento fue el escenario que se armó para que algunos diputados y sus fracciones parlamentarias se lucieran. Otra vez el sabor a hiel, el hacer inconcluso, el compromiso que termina en la foto. El abrazo que resplandece tan pronto como se apaga. Lugareños ansiosos por saber que sigue pero los más con franca incredulidad rayana en la broma cruel, irónica, sabedora de que todo es parafernalia. Se ganó la nota estatal y nacional. Pero ¿Qué se logró para Tubutama y la región?


Insisto y seguiré insistiendo que lo que necesitamos –entre otras cosas- es unirnos como municipios vecinos y formular un plan de trabajo conjunto donde destaquemos ejes de desarrollo fundamentales y de interés para todos en materia de seguridad pública, impulso económico y educación entre otros. Fijar metas es y debe ser la base sobre las cuales se finquen las políticas públicas y de gobierno. Si cada municipio carece de recursos suficientes pero todos presentan necesidades comunes y en todos existen personas valiosas que pueden aportar su intelecto o su fuerza de trabajo, ¿no es acaso consecuencia inmediata e impostergable que tengamos a nivel regional reuniones temáticas que nos permitan una participación social civil más tangible y por ende de mayor trascendencia?


A la par que se iba desarrollando la reunión del Congreso Local en Tubutama, observé a cada Diputado presente. Desconozco si en el recinto oficial hacen lo mismo, pero aquí fue una total falta de respeto hacia la comunidad y los presentes: Algunos jamás, jamás dejaron de enviar mensajes, utilizar sus tabletas, o de plano y con descaro, hablar por celular. Escasos fueron los que estuvieron en cuerpo y mente en el evento. Sendos documentos que minutos antes del inicio de la sesión fueron colocados en sus escritorios, dormían o ¿esperaban? ser consultados o al menos hojeados por sus destinatarios.


De plano, se carece de compromiso y sobra lo que muchos pretenden esconder en la mal denominada prudencia. Porque resulta que ahora algunos comodinos –los encontramos en todos los sectores- llaman así a la falta de arrestos para encauzar acciones contundentes y firmes en la materia que sea, pero que sea eso sí, de nuestra incumbencia social. Porque se asiste a eventos solo para la foto y para que digan que ahí estuvo o para agregarlo a su currículo político, ahora tan de moda. En el fondo no hay sustancia. En los resultados se queda corto, cortísimo.


Con estas actitudes no esperemos llegar a ningún lado. Ya basta de llamarle prudencia a la laxitud y al desinterés. Al deseo de no moverse para no provocar movimiento alguno que perturbe la paz y la zona de confort en que viven algunos seres –se les conoce también como servidores públicos- carentes de compromiso, en tanto las cuestiones sociales permanecen huérfanas de verdaderos líderes.


Hemos comprobado una y otra vez, tantas como desilusiones políticas hemos tenido, que no es ni será a través de partidos políticos o candidatos de ninguna índole por más brillante trayectoria que posean o por más esplendorosa sonrisa marca photoshop, como encontraremos caminos y programas específicos que nos permitan transitar hacia estadios de desarrollo común dignos, con evaluaciones periódicas, de alcance general en lo necesario y específico en lo que se deba.


En tanto los partidos políticos, los pre candidatos y luego los candidatos compiten y/o se destrozan entre sí, hay un mundo real que estamos viviendo y que no permite mayores dilaciones para abordar la problemática imperante. ¿Acaso la seguridad pública o el empleo o la educación se resuelven con los discursos de campaña? ¿Será entonces que todo queda –para variar- en pausa hasta que las nuevas autoridades asuman el poder?


Es un círculo que nos agobia, nos asfixia, nos limita en todo sentido. Es el cuento de cada trienio y/o sexenio. ¿Hasta cuándo?


Estimo que es la falta de metas lo que nos hace más daño como municipios y región. Si tuviéramos definido lo que queremos como tales al corto, mediano y largo plazo, nos limitaríamos a escoger de entre tanto partido político/candidato que mejores opciones nos presentara para alcanzar las que como sociedad hubiéramos elegido tener. Las opciones cumplen su cometido como tales en tanto sepamos a ciencia cierta lo que buscamos y queremos. Solo así resultan ser opciones. De otra manera son como baratijas, vidrios de colores.


El asunto es que carecemos de metas sociales tanto locales como a nivel regional. Así, cualquiera que aspire al cargo público que sea puede ofertar lo que le dé en gana o lo que mejor venda para granjearse simpatías de los probables votantes. Eso si bien nos va y el candidato (a) posee cierta inteligencia, ya que al parecer a últimas fechas lo que pega es la descalificación, el insulto o el señalamiento. La ofensa es la medida.


Para finalizar e ilustrar lo grave de la falta de metas y rumbos, recuerdo un pasaje de Alicia en el país de las maravillas, (Lewis Carroll) cuando se encuentra extraviada y pregunta al Gato cómo salir de ahí:


Alicia: ¿Podrías decirme, por favor qué camino debo seguir para salir de aquí?
Gato: Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.
Alicia: No me importa mucho el sitio. –Responde-
Gato: Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes, -contestó-.

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