Cosas de Reyna

Universidad Social, Universidad de todos.




Hablar de las universidades y su inserción en la Sociedad pareciera tabú. En las pasadas contiendas electorales los candidatos guardaban silencio abruptamente. Algunos balbuceaban cualquier respuesta o de plano evadían el tema. Otros más pretendieron utilizar a los universitarios sólo para sus aviesos fines. O se pretendió hacer nacer en el seno de los estudiantes un movimiento político que fomentara la crítica, el señalamiento, el escarnio. Desconozco hasta qué punto haya movimientos estudiantiles verdaderamente auténticos y comprometidos con sus causas e ideales. Tengo serias dudas, pero el punto central de esta columna no es analizar este aspecto en particular sino la trascendencia de las universidades en la sociedad.

Hablemos sí, de las Universidades Públicas. De nuestra alma máter que tantos y tantos hijos universitarios ha brindado a la sociedad. Innumerables ejemplos de profesionistas que día con día en la trinchera de sus actividades demuestran –para beneficio colectivo- la procedencia de sus haberes académicos y éticos.

Pero aún nos falta mucho por hacer desde adentro. En principio, la Universidad debe ser copartícipe mayormente activa en diversos renglones. Uno de ellos es la investigación aplicada. Y en ese sentido nos referimos a que la investigación que los académicos realicen debe tener un impacto social mediato/inmediato sea a través de la difusión de resultados –conocimiento que no se difunde no es conocimiento- o bien participando en acciones de gobierno y con la iniciativa privada donde se manifieste con meridiana claridad el beneficio que implica. Investigación que se guarda en los estantes no es investigación, es tiempo y recursos lastimosamente perdidos. Investigación o ejecución de proyectos sociales aislados, sin engancharla a programas de gobierno o de la iniciativa privada para potenciar beneficios, es sencillamente caminar dando el mismo paso en el mismo lugar. Caminar no es sinónimo de avanzar.

Puntualicemos. La Universidad va más allá e implica nuestro deber de involucrarnos en las cuestiones sociales no para denostar, no para señalar con dedo flamígero creyendo que con esto ya se cumple la función. Tampoco se trata de atacar o proferir palabras altisonantes en contra de las autoridades sean estatales, locales o federales. No es así como se demuestra la calidad universitaria forjadora de caracteres, de profesionalismo, de ética y de principios ciudadanos. No. Los Universitarios estamos para ser proactivos en lo que estimemos que tenemos el deber cívico de participar y donde seamos invitados para hacerlo.

Por ejemplo, los gobiernos municipales presentan innumerables problemas sociales como son la pobreza, seguridad social, desarrollo urbano, finanzas municipales, salud, educación vial, aspectos culturales, sociales, deportivos. La carga es pesada, no se pueden generar empleos públicos a diestra y siniestra –él no se puede con énfasis por favor- ni el presupuesto es infinito. Es aquí donde la Universidad tiene la oportunidad de apoyar acciones de gobierno mediante la participación directa con conocimientos, con técnica, con aprendizaje capaz de incidir en los resultados esperados. Y nos referimos a maestros y alumnos. ¿De qué sirve formular crítica sea en el aula o cualquier otro espacio si no somos capaces de contribuir con propuestas viables?

Nuestra participación debe ser entendida como compromiso. Compromiso asumido con responsabilidad y ética. Responsabilidad concebida como ciudadanía cabal y ética conceptuada como el deber de trascender con base en principios y valores sustentados en la práctica cotidiana, no en el discurso o la simple palabra.

Ser agentes de cambio, con base en la innovación derivada del conocimiento, al margen de cuestiones partidistas o golpeteo innecesario, sin sentido, sin más razón que la visceral.

El Himno Universitario de la Universidad de Sonora, en una de sus estrofas dice:

“…. Del que trabaja es la virtud, del que trabaja es el honor

Brille tu luz, luz de verdad, por siempre así Universidad”

Y esa luz del conocimiento –a la que se refiere- debe iluminar para todos, sin distingos y con mucho compromiso Social.













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