Cosas de Reyna

Los muchos rostros de México




Fotografía tomada de Google.com
La semana anterior fue turbulenta:  Entre la visita de Donald Trump,  las lentejuelas jotas y el informe del presidente Peña Nieto, los mexicanos estuvimos navegando entre la indignación, el coraje y el dolor que deja latente la idea de no saber a ciencia cierta hacia donde vamos como país.  Me resisto a pensar que transitamos en medio del caos rumbo a la nada o que somos simples piezas de un perverso juego político que avanza en funesta dirección.

Este México nuestro presenta muchos rostros, tantos que a veces desalienta la posibilidad de un verdadero cambio en pos de un desarrollo, de un progreso.  

Me pregunto,
¿Cuántos Méxicos conviven diario?
El México de los pobres, de los que nada tienen, con el México de la opulencia y el dispendio.
El México de la justicia descalza y el de los zapatos Ermenegildo Zegna.
El México de los que  trabajan con el México de los que simulan trabajar.
El México de la educación de calidad con el México de plazas que se heredan o se venden al mejor postor.
El México que se hunde en el pantano de la inseguridad y el que se esfuerza por mejorar el sistema planteando nuevos proyectos.
El México que reverencia a la Guadalupana y el que hiere de muerte a sus congéneres.
El México que combate la pobreza contra el México que destina miles de millones a una infame realidad que nunca acaba.

México, México de seda y de espinas.  De horrores y de alegrías.  De esperanza y de angustia.  De calamidades que se tejen con hilos de dolor y de  fe,  porque no tenerla sería acaso sofocante.

México que se cubre de ropajes de lentejuelas  -no las del tristemente célebre Nicolás Alvarado- sino las que arropan  la mexicana alegría de reir llorando.

El México de banderitas de colores y el México de luto.
El México de redobles de tambores y el de silencios que sangran.
El México del discurso político y el México que se declara todos los días en juzgados y tribunales.

El México que  amanece diariamente para seguir luchando con el México que espera el nuevo sol para denostar y destruir.
El México que asumen Mexicanos de honra, de palabra y de dignidad, con el que carece de valores.

Un México que año tras año celebra las fiestas patrias  con menos esperanza, con un significado que la realidad va haciendo hueca, con jóvenes que emigran en fila -como herida que desangra- porque esta no les responde.  O responde a unos cuantos privilegiados.


México de acentos y de cruces. 




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