Cosas de Reyna

Claudia no está


 

                Imagen tomada de Google.com

Recuerdo que cuando tomó protesta como gobernadora Claudia Pavlovich, un grupo de amigas, celebrando las fiestas patrias, brincamos de auténtico júbilo porque una mujer asumiera el cargo. Lo aplaudimos e hicimos llegar un mensaje en la simple línea de la felicitación y apoyo. En algún ilusorio momento quisimos creer en su capacidad y competencia. Todavía suena en mi mente aquel momento en que con voz quebrada y llorosa, pronunció la hoy ex gobernadora el Juramento Yaqui. Quisiera pensar que en el fondo de su corazón sí creía en cumplirlo. De otra forma sería una ofensa más a los yaquis y en general a los sonorenses: “… El cumplimiento del deber, en el puesto que se te designe, ahí quedarás. Por la defensa de tu nación, de tu pueblo, de tu raza, de tus costumbres, de tu religión..¿Juras cumplir con el mandato divino?  ¡Ehui! (Sí)

 

Estoy cierta que hablar de una persona cuando ya no está no es dable. El caso es que no es cualquier personal. Fue una servidora pública y esto hace la diferencia.

 

¿Qué fue lo que salvó -por decirlo de alguna manera- el sexenio de Claudia? Como suele suceder en tantas instituciones, lo salvó la existencia irrefutable de servidores públicos cabales, comprometidos más allá de cualquier sexenio (Gracias pro su rectitud!!), contribuyó la prensa libre y honesta que presionó para que se atendieran asuntos con transparencia; abonó la sociedad organizada que no permitió que se actuara al libre albedrío por parte de la autoridad gubernamental, aunque como suele suceder con el poder que corrompe o corrompido, las fisuras del saco de la transparencia fueron múltiples. He ahí los simulados comités de participación ciudadana en diversos ámbitos  o las descaradas entregas de patentes de notario. Y sin asomo de vergüenza por parte de quienes deberían. Pudiera brindar más y más ejemplos.

 

Múltiples voces de protesta fueron calladas. La represión fue tangible. El diálogo público no existió, no hubo consensos. Los derechos humanos fueron pisoteados. He ahí el lastimoso peregrinar de las Madres Buscadoras, homicidios, feminicidios, inseguridad pública, etcétera. El slogan de campaña  Por un gobierno honesto y eficaz quedó en la mera expresión de palabras electoreras. Sí. Electoreras. Se dice que cada persona tiene su propia verdad. Pero los funcionarios y servidores públicos deben tener una sola: la rectitud y transparencia en el actuar. 


Para ser justos, analicemos el plan estatal de desarrollo. ¿Dónde quedó el desarrollo económico/oportunidades? Cientos de egresados de universidades materialmente huyeron del estado y con ello se desprendieron de sus familias porque aquí simplemente les esperaba la aridez laboral. ¿Dónde están las obras de alto impacto, esas que mueven una economía saludable, generan empleo y ayudan a solventar necesidades sociales? Sin colgase medallistas ajenas, en qué contribuyó realmente el gobierno que se acaba de ir?

 

La pandemia puso en jaque el endeble entramado en materia de salud pública, la violencia de género fue la constante mas no así un plan de prevención. Las feministas, a las que Claudia debió apoyar e incluso ser parte de estos grupos activamente, pues simplemente no fue. Encumbrada sola. Ahí en ese lugar en el que -quiero pesar- fue asesorada por algun avieso(a) colaborador que le susurró al oído la creación del programa Mujeres Sonorenses de 100, las cuales acudieron al seminario Empoderamiento de las Mujeres en el Siglo XXI, en Whasington, D.C. Respeto profundamente a cada una de esas 100 mujeres sonorenses y segura estoy que tendrán sus méritos bien ganados. Pero me pregunto: ¿Para qué fue ese programa? ¿Cómo reprodujeron sus conocimientos en tal seminario para que más mujeres se sumaran a manera de red de conocimento? Todo acto de gobierno debe perseguir el interés común. ¿Cómo se justificó y sobre todo, como se comprobaron resultados si es que los hubo? Finalmente el uso de recursos públicos debe expresarse en resultados. 

 

El lado perverso de mi mente dice que 100 por 6 (años) son 600 personas que podría utilizar a su antojo, incluso para cuestiones electorales del siguiente sexenio. Pero mujeres inteligentes no se prestan a esto.

 

Las instituciones públicas siguen funcionando a pesar de servidores públicos nefastos, negligentes, corruptos y acomodaticios. Es decir, a pesar de los malos, de los regulares y de los peores que llegan portando corbata y se van con sendas cuentas de dinero. Si algo deja huella en este mundo, no es la fotografía o la nota periodística que acaso termina siendo sustituída por otra nota u otra foto más elecuente. Es el dinero. Esa ruta no falla. Digo, ya que la huella social no les interesa. Que se aplique el 113 Constitucional en toda su dimensión. Ahí está definido el espíritu y alcance del Sistema Nacional Anticorrupción.

 

El común de las personas analizamos a un gobierno por la cantidad de pavimentación, lámparas de alumbrado público, construcción de hospitales, escuelas, etcétera. El “negocio” no está ahí. La olla de oro al final del arcoiris son los contratos, las prevendas, los acomodos de funcionarios a manera de alfiles para que digan sí y siempre sí; la entrega de notarías a incondicionales para que “limpien” legalmente las trapacerías y malos manejos. Como dice la canción, que no quede huella, que no, que no. 

 

Pero  hoy en día eso es difícil. Siempre habrá alguien que hable, algun hilito por aquí o por allá que se jale y con ello se destape una cloaca. El marco jurídico es para todos y no concluye el mero día en que se deja el asiento del poder.


 

 

 

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