Cosas de Reyna

Las Abuelas

Agosto, mes de las y los abuelos. En su homenaje.

Veo a mi hija conversar con mi madre. No se que hablan ni que cuchichean. Más tarde van juntas de compras. Se hablan por teléfono. Se entienden perfecto. Me gusta verlas así, con sus propios códigos de comunicación elaborados cuidadosamente al través del tiempo. Respeto sus espacios y sus tiempos. Como sucede entre nietas y abuelas, existen lazos que se han fortalecido desde sus raíces. Desde siempre.

Cuando me dicen que el 28 de agosto es el dia de los abuelos, sonrio y digo que el día de los abuelos empieza el preciso momento en que nacen los nietos y nunca jamás deja de ser “día del abuelo” (a). Recuerdo perfecto a mis abuelas. Su andar y su hablar permanecen indelebles en mi memoria. Mujeres de temple y de noble corazón que bien nos regañaban fuerte o nos apretujaban en su pecho. Al morir mi Nana Ema por ejemplo, los bisnietos que conformaban en ese momento la tropa infantil de la familia, hicieron valer su voz y exigieron acompañar al féretro caminando hasta el cementerio, rebelándose al acuerdo de los adultos de trasladarlos en un vehículo aparte, para evitarles escenas en ese momento tan lamentables. Ver a mis sobrinos más pequeños caminar pausado, silencioso y con sumo respeto al lado justo de su legendaria Nana Emma sentí que fue el mejor homenaje que se le pudo haber brindado porque caminaban como si en ello les fuera la vida misma.

Para fortuna de mis hermanos y primos, tuvimos varias nanas. En Sonora, debo decir, les decimos nanas a las abuelas o a las tías mayores más cercanas. Y mi Nana Rosa era fenomenal. Vivia en la Ciudad de México a donde fuimos algunos veranos para estar con los abuelos maternos. Ir al mercado sobre ruedas con mi nana Rosa era toda una experiencia. “Doña Rosita, Doña Rosita, pruebe esto… y pruebe lo otro… y esto que recién ha llegado” le decían los vendedores. La nana Rosa a nada decía que no y para todos tenía la palabra justa, el halago perfecto, el detalle preciso. De vuelta a casa, el azúcar se le disparaba y regaños tremendos de sus hijos por haberle “dado vuelo a la hilacha comiendo dulce”. Ella no pronunciaba palabra pero al final del dia me cerrraba el ojo y decía: Reynita el próximo jueves volvemos a ir, pero ya sabes, tu no digas que comí dulce. Doña Rosita, la del catorce (departamento) era la líder del edificio, la que atendía igual al pobre que al rico. La que armaba rebeliones y arengaba ante las injusticias; abanderaba causas que sabrá Dios como le hacía, pero terminaba arreglando pleitos y disgustos. Era una nana atípica sin duda: bromista, cantante, poeta, líder, política, dicharachera.

Ir a la casa de mi Nana Angelita era estar en una casa de madera, ante una cocina con el fogón siempre encendido donde se aspiraba una mezcla de olor a leña, sopa y café recién tostado. De vez en cuando mi olfato identifica algún olor semejante y los recuerdos se agolpan en mi mente. Respiro profundo y voy desdoblando uno a uno de ellos. Acostumbraba ofrecernos comida la que presurosos aceptábamos pues ir a su hogar era caminar una enorme cuesta que subíamos y bajábamos infinidad de veces en nuestras vacaciones de verano. Veranos en los que el tiempo no existía. Me tiraba en la huerta de mi Nana Emma, bajo un árbol de manzanas, durazno, membrillo o albericoque a leer y leer hasta el cansancio y comer frutas según el árbol escogido. Mas tarde era cuando mis hermanos y yo, subíamos la cuesta para ir con la otra nana, con Angelita.

Tres Nanas, una historia: Las abuelas son y han sido el motor de la familia. Sin ellas ninguna de nosotras hubiera logrado lo que hemos hecho: Ni las hijas de mis abuelas y tías y ahora ni mis hermanas ni yo respecto a la nuestra . ¿ En que hogar no ha sido así? Las abuelas son eje fundamental para el desarrollo de sus hijas quienes con la plena y absoluta confianza les depositamos el cuidado de los hijos. Sabemos que la experiencia, el amor, el cariño, hacen que esos cuidados se transformen en una educación firme, con valores y conductas de futuros ciudadanos honrados y respetuosos. Las abuelas son madres en versión corregida y mejorada. Han vivido una vida que les permite contar con suficiente experiencia para saber consentir a los nietos hasta el límite que ellas en su sabiduría empírica saben delimitar. Detrás de cada mujer que trabaja, es casi seguro que existe una abuela que participa en el cuidado de los nietos. A veces se abusa, es cierto. Pero el hecho es que es un soporte fundamental sin parangón alguno.

Por eso opino que deberíamos no solo festejar a las abuelas en su dia, sino reposicionar su función dentro de la sociedad mexicana donde ha pasado de ser una persona con perfil pasivo a otro activo en la economía de las familias. Ninguna abuela o nana que se precie de serlo, aceptaría que su rol es el de la “abuelita” de los cuentos y las fantasías. Son mujeres activas, trabajadoras, pensantes, participativas, conscientes de su rol dentro de la familia. Ahora son abuelas cibernautas.

Las abuelas o nanas crean sus propios lazos y redes con los nietos. Son el clan perfecto, fiel, leal y comprometido. ¡Los nietos son los mejores soldados y escuderos de las abuelas! Cuando veo a mi hija en esa relación estrecha con su Nana, solo pienso en que los ciclos se repiten. Y estoy segura que habré de disfrutarlo plenamente. Aunque falta mucho para ello.

Publicado en agosto de 2009 en http://www.cosasdereyna.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario