Cosas de Reyna

Actitud y aptitud



¿De modo que buscas trabajo? ¿Así que ansías alcanzar el éxito? ¿Con que buscas tener un mejor nivel de vida?

En efecto, son preguntas que en alguna ocasión nos han formulado o bien hemos hecho. Nadie que haya ingresado al mundo laboral nos hemos escapado de ellas. Y no está mal. Ante las reformas estructurales que se están discutiendo para elevar la productividad y competitividad de las empresas, - por cierto estancadas las discusiones en el plano político-, algo tenemos que hacer en nuestro propio ámbito para avanzar en la ruta del desarrollo y estabilidad que anhelamos. Paradójicamente quienes a veces menos piensan en ello son quienes tienen la fortuna de contar con un empleo. Tal vez sea porque consideran equívocamente que un trabajo es ya una garantía de por vida. O al menos mientras dure. Este nefasto pensamiento debe ser erradicado.

De ahí la importancia de los conceptos actitud y aptitud. Dos mágicas palabras a las que Winston Churchill se refirió, afirmando que las actitudes son más importantes que las aptitudes. Aptitud es poseer la capacidad para realizar una tarea, función o actividad: Preparación y estudio; habilidades y destrezas. A diferencia de ello, la actitud es un estado de ánimo con una conducta enfocada al logro de los objetivos propuestos. Así, por ejemplo, existen personas sumamente aptas para realizar tareas y no destacan o no son promovidos debido a su actitud. ¿De qué ayuda ser un muy preparado gerente o empleado si atiende a las personas en forma malhumorada, despótica y sin ninguna consideración? ¿Acaso se es mejor funcionario/empleado según la cantidad de títulos académicos que posea? No. El director de una empresa cuya actitud sea hostil, grosera o maleducada, será identificado con mil epítetos nada favorables; en cambio, un conserje cuya aptitud y actitud al trabajo sea positiva, seguramente será visto como el Sr. Conserje, tratado con respeto y consideración.

Aptitud y actitud marcan la diferencia. No es tema menor, sobre todo considerando que los solicitantes de empleo abundan pero los trabajos escasean. Cada día egresan más profesionistas de las universidades y se suman a los que ya están en el mercado laboral. Por otra parte, las organizaciones valoran con mucho a personas con amplia disponibilidad para el trabajo y buena actitud pues es altamente probable que su personalidad sea factor que contribuya a la empresa. Como sea, un trabajador con actitud positiva, proactivo, aprende más fácilmente. Las personalidades negativas no se modifican y acarrean problemas. Así que la combinación aptitud y actitud puede constituir un gran aporte en la carrera profesional. Ser coherente en el decir con el hacer reditúa con creces al mediano y largo plazo. Es inversión pura.

Pero ¡ojo! Simular tener actitud es algo que se percibe claramente. Es característica infalible en personas cuya holgazanería se detecta por su desinterés en el quehacer diario o porque hacen lo que no deben, trabajan a regañadientes o peor aún, no tienen funciones específicas y navegan por las oficinas criticando todo y haciendo nada. ¡Esto les resulta muy cómodo y tratan de sostener esta situación lo más posible! Claro, quien no tiene una lista de tareas por realizar, nada tiene que reportar al final del día. Y por ende asume que nada hay que exigirle.

La cultura del trabajo individual y colectivo debe por necesidad modificar la ruta del solo hacer lo que me toca para cambiar a la de hacer trabajo en equipo y medirlo por productividad y resultados.

Me resisto a la triste idea de que los mexicanos no sabemos trabajar en equipo y que de productividad no queremos saber nada. De ser así, no tendríamos empresas exitosas, instituciones ejemplares u organizaciones reconocidas mundialmente por sus resultados. Sería tanto como descalificarnos a nosotros mismos. Finalmente, empresas, instituciones u organizaciones funcionan bien o mal según la actitud y la aptitud del factor humano que las compone.

El Dalai Lama dice que “Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por lo demás”
Tiene razón.

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