Cosas de Reyna

Y después del Bicentenario, qué?



Bueno, bueno, yo ya perdí la cuenta de la cantidad de spots que en todas sus modalidades he escuchado o visto. Ya atendí en innumerables ocasiones el discurso encendido, patrio, nacional, demagógico, retórico, (aunque debo reconocer que a veces con cierto sentido de realidad) de nuestro Presidente de la República.

Se han inaugurado plazas, monumentos, paseos; Se han exhibido películas, publicado libros, expuesto obras pictóricas y hasta una melodía compuesta por Alek Syntek, la que por cierto ha sido muy criticada, (algunos no asimilan todavía que la mexicanidad no se mide a partir del mariachi) a grado tal que el genial compositor se dio de baja de twiteer durante un tiempo.

Ni que decir del “puente” o inactividad laboral que nos espera desde el 15 de septiembre, aunque en algunas instituciones lo sea a partir del 16. Como quiera que lo veamos, el malentendido espíritu patrio nos exige que sea desde ya y ¡viva México!

Solo por curiosidad he preguntado a varios niños sobre el significado histórico de la Independencia y Revolución Mexicana. Tienen una vaga idea de lo que significa pero cuando les pregunto qué piensan que sucederá después de los festejos, apenas atinan a decir que nada.

Y esa es la gran pregunta: ¿Y después del Bicentenario qué?

No he de ser yo la aguafiestas nacional. Ni que aspirara a tanto. Pero caramba, nos hemos sumergido (por aquello de lo subterráneo) en eventos que poco o nada repercuten en el desarrollo del país y de la comunidad a que aspiramos. Millones y millones de pesos destinados a los eventos conmemorativos. ¿De qué puede servir este festejo nacional si no aporta nada al presente y al futuro? Me refiero a aportaciones concretas y con trascendencia firme en renglones tales como economía, seguridad pública, pobreza, educación y otros tantos aspectos que no pueden soslayarse del análisis que deberíamos estar haciendo en mesas de trabajo y de debate tanto en instancias académicas, sectores productivo, económico, industrial y desde luego las políticas, donde participaran partidos políticos, gobernadores, diputados y senadores.

No me atrevo a asegurar que sea falta de interés o ausencia de liderazgo. O ganas de que no se haga nada en este aspecto. ¡Caray! A doscientos años del movimiento de independencia, no ha surgido ningún Hidalgo o Morelos. Ni a cien años de la revolución tampoco tenemos líderes como Emiliano Zapata o Pancho Villa que abanderen causas justas ya no a través de movimientos armados por supuesto, pero sí a través de la revolución de ideas. Si acaso ha habido émulos que terminan siendo funcionarios de escritorio y líderes del tanto por ciento.

México no despertará después del festejo patrio en cama de seda. Los problemas seguirán siendo, la inseguridad también y miles de niños amanecerán de nuevo sin tener alimento. Trabajadores desesperados por falta de empleo y amas de casa buscando estirar el ingreso familiar después del gasto que implicó adquirir el atuendo para que sus hijos desfilaran caracterizados de Pancho Villa, Hidalgo, Porfirio Díaz, Adelitas, Morelos, y Josefa Ortiz de Domínguez.

Querer ver a un México glorioso, pleno, fuerte, vigente y actual, solo para adornar y enmarcar los festejos, es una manera irresponsable de proyectar la imagen del país. Lo peor es que los artífices (gobierno) de esa imagen, repiten tanto la mentira que la asumen como realidad.

En fin, creo que este bicentenario y centenario deben contribuir desde su historia al mejoramiento del presente y del futuro. La única forma de hacerlo es que los dirigentes políticos y de gobierno se sienten a la mesa y debatan sobre el México que queremos, ideando proyectos tangibles y de alcance al corto, mediano y largo plazo. Que por una bendita vez dejaran de lado los protagonismos, grupos de poder y pleitos de partidos políticos. De hecho, nada sería mejor que elaborar un plan de trabajo a realizar en forma conjunta, considerando los reclamos sociales que prevalecen: seguridad pública, educación, pobreza, empleo, etcétera. Ahora si que los herederos de aquella Independencia y Revolución les estaríamos reconociendo su espíritu nacional mexicano.

Ya en el pasado el Abrazo de Acatempan (Guerrero-Iturbide) fue el preámbulo para la firma del Plan de Iguala (1821) mediante el cual se declaraba la independencia de México.

¿Les costará demasiado a los políticos de hoy hacer el sacrificio por la Nación y pronunciar en estas precisas fechas un Plan que aborde la problemática del país y con ello aportar soluciones reales?







1 comentario:

  1. profesora yo estoy de acuerdo con lo que usted opina sobre eso, yo soy totalmente apatico a esos menesteres la mera verdad, pero como buen mexicano no averiguo quien es el muerto, nomas sigo la carroza llorando jajaja y pues la mera verdad es que, habra sido la independencia y todo eso pero por que carajos habria de interesarnos, si eso paso hace 200 años y pienso que hay cosas mucho mas importante ke " la gran pachanga" por ke a final de cuentas no es mas ke eso... a nadie le interesa eso ya, el chiste es ir ala bola nomas.... lo uniko bueno haran sera el mega puente endemoniado.... como no tengo ninguna cuenta de las ke piden ahi pss soi alfredo torres ;)

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