Cosas de Reyna

¿Idealista o realista?




“Los ideales están en ti; el obstáculo para su cumplimiento también”
Thomas Carlyle.

¿Conservas tus ideales o los has modificado? Así, a bote pronto me preguntó un apreciado amigo con quien acostumbro compartir largas charlas de café. No fue necesario meditar mucho. Los conservo –contesté-. Y para no variar, dimos inicio a otra más de nuestras interminables conversaciones.


De vuelta a casa continué pensando en el tema:


En un mundo donde impera la pobreza y la desigualdad; donde el discurso se juzga a partir de la entonación en un muy dudoso sentimiento patrio que se le imprima y no en base a realidades sociales; donde la simulación en el hacer es la moneda de cambio constante y donde la voz se eleva sin piedad para criticar sin sentido ni consistencia, difícilmente sobreviven los ideales… pero lo hacen. Por fortuna.


Me refiero a los ideales que contienen valores dignos de personas dignas, pues es bien sabido que aquellos por si mismos no son necesariamente positivos. Alejandro Magno, Napoleón, Gorbachov, Benito Juárez, Emiliano Zapata, Gandhi, Mandela, y a un largo etcétera de personajes de la historia universal se les caracterizó no solo por defender los suyos, sino por darles vida en la realidad. El asunto es que también los tuvieron Hitler, Mussolini, Pinochet, entre otros obscuros individuos. Demostrado está que los ideales han inspirado los más sublimes sentimientos pero también las más cruentas batallas. Escoger es destino.


En este desierto de razones para creer, emerge como pirámide colosal una buena cantidad de personas con ideales claros, nítidos, profundos. Representan el motor que día a día motivan a aplicar el mejor esfuerzo en las tareas que diariamente realizamos. Contar con ellos es tener razón de ser y de hacer. Una persona con ideales, luce distinta, proyecta dinamismo, sonríe, saluda con cortesía, formula comentarios agradables, encuentra el lado amable de las cosas/situaciones. Propone y actúa en consecuencia. No crea enredos en su entorno laboral solo para granjearse dudosas simpatías sin mayor esfuerzo que la crítica o la denostación. Antes bien, trabaja con esmero y dedicación. Predica con el ejemplo y actúa en consecuencia. Realiza sus tareas bajo la premisa del entusiasmo –no existe la rutina en sus conceptos- y sobre todo, inicia y culmina sus labores. Nada de medios haceres. Nada del ahí se va.


No, no son seres raros: Viven y conviven diariamente en nuestras comunidades: son personas que mantienen sus ideales por encima de negatividades que se presentan a su alrededor. Son individuos con sentido común y madurez personal/familiar que saben construir realidades a partir de sus propios ideales. No se trata pues, de escoger entre ser idealista o realista.


¿Estamos actualmente en el lugar que ansiábamos? ¿Tenemos el trabajo que pretendíamos? ¿Somos las personas que aspirábamos ser en lo profesional, personal y familiar? Tal vez no. De hecho, lo más probable es que estemos en el lugar, personas y espacio que ni siquiera pensamos antaño. El asunto es pues la actitud con la que asumamos el aquí y el ahora. O nos convertimos en seres nefastos, negativos, sombríos, rumiando amarguras, despotricando contra todos, con la bandera del todos están mal menos yo, o adoptamos el camino del hacer y ser proactivos, cuyo inicio por cierto está en la esencia de cada uno de nosotros. Ya lo dijo Manuel de Epícteto… Si no eres feliz… el culpable eres tú.


Más que recordar los ideales que nos hemos forjado a lo largo de nuestra existencia, es menester tenerlos presentes. Tal vez en forma más adaptada, menos ambiciosa, más pulidos o mejor adecuados a la realidad. Que nada nos amargue: No es la modificación lo trascendente. Lo verdaderamente relevante es poseerlos ya que de esa manera le damos sentido y sabor a la vida.


Quien vive sin ideales está condenado como los peces muertos: A dejarse llevar por la corriente de la comodidad.






1 comentario:

  1. Buen tema para reflexionar, por lo que hacemos a diario.. Una mentalidad pesimista carcome como el cancer. Extírpala rechazando todo lo negativo.
    Somos esclavos de lo que permitimos que nos domine...Fili

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