Cosas de Reyna

Informes de gobierno


 
A propósito de los informes de gobierno estatal y municipal en Sonora.

 Si bien los informes de gobierno son una obligación constitucional, lo cierto es que el pueblo poco o nada cree en ellos.
 
Al paso del tiempo se han convertido en eventos de culto a la soberbia, al merecimiento entendido desde las alturas ;  han dado paso de ser una convocatoria al pueblo,  a ser una convocatoria donde se elige a los oyentes, donde el aplauso es garantizado, la alabanza es segura , el abrazo es estruendoso y la sonrisa campea en todo el recinto. 
José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria Primer Presidente de México (1786-1843)fue el que  inició con esta tradición que a la vuelta del tiempo alcanzó rango legal, y,  el que  enterró el acto protocolario de presentarse personalmente ante el Congreso de la Unión y tal vez para  siempre,  fue Felipe Calderón, a quien todavía recordamos cuando al iniciar su encargo en la ceremonia de toma de protesta lo hizo de una manera poco amigable –por decir lo menos- , entrando por la puerta de atrás, dado que un furibundo Andrés Manuel López Obrador reclamaba a las puertas principales del Congreso de la Unión  fraude electoral.   De ahí en más Calderón cuidó mucho sus presentaciones oficiales en informes de gobierno y cabe señalar, que fue durante su mandato que se reformó el artículo 69 de la Constitución (2008) donde ahora el Presidente solo presenta un informe por escrito en el que manifiesta el estado general que guarda la administración pública del país.
Fue Porfirio Díaz quien estableció la costumbre de rendir dos informes anuales a presentarse durante las aperturas de las sesiones ordinarias del Congreso y poco a poco fue derivando en ser solo uno anual.  Lázaro Cárdenas fue el primero (1936) que dio lectura por radio un informe presidencial y Miguel Alemán (1950) lo hizo de manera televisada.
El tiempo, los conflictos, los deseos de poder y de gloria, los compadrazgos y demás beldades de nuestra colorida política, hicieron de este evento ocasión propicia para una festividad nacional donde las loas al presidencialismo eran música a los oídos del festejado. Páginas completas de felicitaciones en los periódicos de mayor (y menor) circulación nacional y regional.
Envalentonados con tan mexicana alegría, los legisladores debatían horas y horas para determinar quiénes integrarían las comisiones especiales de cortesía para visitar al presidente en Los Pinos, o para acompañarlo en el trayecto hasta San Lázaro (en automóvil descapotable, Presidente de píe saludando las vallas y vallas de personas traídas de los más recónditos lugares) o para recibirlo al pie del edificio legislativo. 
Mientras eso pasaba  a nivel Federal, en las entidades federativas sucedía algo similar, si no es que igual.   A nivel municipal con mayor modestia pero se replicaba el formato. 
El informe de gobierno que originalmente era rendir cuentas a la Nación, pasó de ser un compromiso de trabajo  a un evento político-mediático-pasarela-y-otras-linduras-politiqueras.
Si bien el formato ha cambiado, lo cierto es que continúa siendo un evento de lucimiento y de confort para las autoridades, sea Presidente de la República, Gobernador o Presidente Municipal.
Como tal, un informe de gobierno debería ser en primer término congruente con la realidad: ¿cómo mencionar millones de pesos en pavimentación cuando la mayor parte de las rúas se encuentran en total abandono?  ¿Cómo mencionar que ha bajado el índice de delincuencia cuando los robos son el día a día?  ¿Cómo mencionar que existen más y mejores escuelas cuando los niños carecen de pupitres o de pizarrón o de maestro? Cómo afirmar que la economía ha mejorado cuando el comerciante no alcanza ni a cubrir la nómina o pagar su recibo de luz? ¿Cómo y con qué cara se puede afirmar que hay paz y tranquilidad social cuando no se han resuelto casos como la Guardería ABC o como el problema del acueducto Independencia en Sonora?  ¿Y cuando las casetas de cobro son un lastimoso atentado a la economía de todos?
¿Qué decir del alumbrado público,  de la recolección de basura, o de la generación de empleos? Y que tal con seguridad pública?   No desconocemos que puedan darse acciones de gobierno que atiendan estos rubros, pero si la percepción ciudadana no es positiva respecto a aquellas, algo habría que hacer.   Empezando por aplicar menos retórica y más indicadores (los básicos al menos) que nos permitan analizar con mayor detenimiento lo que se nos presenta como avance.  Infinitamente beneficioso sería instalar mesas de análisis (reales) de los documentos que se nos presentan como informes de gobierno y en ese sentido, contrastarlos con los planes de desarrollo que presentaron al inicio de sus funciones.   En fin, hay muchas tareas que se pudieran instrumentar para ser congruente con las demandas ciudadanas, sólo si existe el ánimo de hacerlo.
Empezando también porque los avances se vean y se sientan.  No nada más que se escuchen como parte de la perorata diaria de las Autoridades que al final solo ellas a fuerza de escuchar hasta el infinito el mismo  discurso, son las únicas que creen lo que afirman, para terminar –sin acaso advertirlo- siendo protagonistas de aquella célebre leyenda:
Cuando el Presidente en turno preguntaba la hora, el o los subordinados debían contestar con absoluta seguridad y prestancia: La que Usted diga, señor Presidente.
Triste destino.

 

 

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