Cosas de Reyna

Títulos que comprometen

Títulos que comprometen


Empecemos de entrada con una pregunta que parece simple: ¿para que sirven las universidades?

Para tratar de responder esa cuestión habría que remitirnos al origen de una de las instituciones más antiguas de la sociedad.  En la Edad Media, la educación se impartía en monasterios y catedrales. La palabra universidad deriva del latin universitas que significa gremio o corporación y se refería básicamente al de los profesores cuya finalidad era formar, instruir y capacitar a los estudiantes.

La importancia de estudiar en una universidad radica en obtener los conocimientos  y las herramientas necesarias para desarrollarse en la sociedad, en tanto que el titulo profesional es el documento que acredita que el egresado posee las habilidades mínimas necesarias para el desempeño profesional.  

Actualmente las instituciones de educación superior (IES) se encuentran inmersas en una vorágine de indicadores que atender: elevar la calidad del aprendizaje, aumentar el número de egresados titulados, evitar la deserción, contar con profesores con grados de maestría y doctorado, solo por mencionar algunos. Es el quantum académico que avala o no a una universidad y por el que se justifican los recursos económicos con los que son apoyadas.

Sin embargo hoy en día la sociedad es más demandante respecto al rol de las universidades:   Exige además de lo académico, una formación ciudadana profunda y responsable. No una ciudadanía de cánticos o quejas. No una ciudadanía cómoda o perversa. Tampoco una ciudadanía lacaya o castigadora.

México se encuentra inmerso este año 2018 en un proceso electoral que puede cambiar el rumbo del país, verdaderamente cambiar, no por los candidatos, sino porque la sociedad está madurando como tal, probablemente en forma tardía pero no demasiado como para no reflexionar su voto y su destino.  Frecuentemente me encuentro personas que comentan que no saben por quien habrán de votar.  Me parece que esto ya es un avance porque implica que se está cavilando, pensando, reflexionando y por ende se espera que al final la decisión sea a partir de convicciones propias y no impuestas.  Creo que el famoso voto duro se ha hecho añicos y en todo caso los candidatos habrán de trabajar primero por conseguirlo y después por  justificar que en efecto fueron la mejor opción.

Toca a las universidades, a los universitarios (maestros y estudiantes) no solo generar y difundir conocimiento, sino establecer relaciones sólidas con la sociedad de tal forma que ese conocimiento sea útil  en la vida cotidiana de las comunidades. Por ejemplo, con el nuevo sistema de justicia penal, las IES fueron punto central en la capacitación de miles de personas  involucradas directa o indirectamente. No hubo discusión alguna respecto al papel central de las universidades.  

Esa relación universidad-sociedad debe ser permanente, constante, definitiva y específica respecto a los temas que a todos nos interesan. Perderse en la vaguedad del discurso y las buenas intenciones no ha conducido a nada realmente. Los universitarios sin voz son como una canción sin música; un universitario sin opinión es un universitario sin convicciones. No es esa la tarea que tenemos.

El espacio más poderoso es el aula. Es ahí donde la labor del profesor puede hacerse patente en el ánimo de construir y forjar ciudadanos responsables socialmente. Es el espacio propicio para motivar a la reflexión, al análisis, al estudio cuidadoso de las cuestiones que nos atañen: lo social, político, económico, industrial, ciencia, tecnología, desarrollo sustentable.

Ahí en el aula es donde se comparten opiniones, no se imponen criterios. Es donde la libertad académica motiva a formar ciudadanos participativos y coherentes.  Es responder en los hechos a lo que toda sociedad busca, exige y demanda de una universidad:  compromiso y responsabilidad social. 





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