Cosas de Reyna

El dinosaurio no está

Imagen tomada de Google.com
Augusto Monterroso (hondureño) escribió uno de los dos más breves micro relatos de la literatura universal: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Un enunciado que encierra infinitas interpretaciones en cantidad de temas. Una de ellas es la política.  Sobre todo en México, donde la cultura popular identifica a un dinosaurio con el Partido Revolucionario Institucional quien por más de 80 años ha detentado el poder. Excepción hecha de los sexenios de Vicente Fox (2000) y Felipe Calderón (2006) aunque con las reservas de ambos casos, dado el largo brazo priista que había logrado -hasta ahora- extenderse incluso a la más recóndita oficina pública.

Despertares hubo otros, pero el dinosaurio seguía allí. Humilde en campaña, soberbio en el ejercicio del poder; discursivamente respetuoso de la ley, impune en los hechos. Herido de muerte, en el último soplo de vida, acorde con su infinita arrogancia, bebió lo que creyó que era un elexir para un cuerpo corrupto y decadente.  Echó mano de un candidato externo para terminar ahogándose en lo que fue su propio veneno.

El dinosaurio no está. El último coletazo fue ayer, el 1 de julio. Ante la muerte, el desconcierto priista, el duelo.  Ante la caída, el vacío de quienes vivían del presupuesto, la incertidumbre del futuro, la orfandad política o la re construcción, si es que hay algo que reconstruir. 

¿Que epitafio puede honrar su lápida? Acaso alguno que sirva de mensaje a los que llegan: la mortalidad es un hecho. No existe decreto ni ley que torne inmortal a nadie. La enseñanza:  la forma en que se viva sí es una elección propia.

Los actuales gobiernos priistas que quedan tendrán que honrar generosamente la muerte del dinosaurio a golpe de buenas acciones. A fuerza de transparencia y de actos de no corrupción. A punta de rectitud, de congruencia y de resultados positivos hacia la colectividad.

Luces y sombras cubren la existencia del PRI y de los gobiernos emanados de él. Logros y derrumbes. Sótanos y mazmorras también. Tiempos de gloria, riquezas y abundancia para unos cuantos.  Lustros de esperanzas fallidas, ofensas y pobreza cumplidas para la mayoría, inagotable fuente de negociación para otros.  Acaso algunos respiros sociales solo para justificar la existencia de una estructura elitista y rapaz.   

Los saldos actuales duelen: Un Sistema Penal Acusatorio con agujeros, un Sistema Nacional de Transparencia y Anticorrupción acorde a unos cuantos intereses, un Servicio Profesional Docente plagado de inequidades y un Nuevo Modelo Educativo conceptual, alejado de lo programático pero muy cerca de las indefiniciones.  

El dinosaurio ya no está.  El asunto es ahora que no existan otros organismos, en este caso partidos políticos, que reproduzcan al dinosaurio mayor bajo formas similares. La política -como la naturaleza-  es caprichosa y utiliza estrategias y estructuras diversas con tal de cumplir con su función de reproducción a través de partidos políticos.  Por eso alzar las campanas al vuelo no es precisamente recomendable.

Ante el peligro siempre latente de repetir historias, la obligación ineludible de tener en cuenta el pasado.  Paso a paso para caminar firmes.  Renovarse con inteligencia o morir.  


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