Cosas de Reyna

Coronas envenenadas

 


                                                 Las fotografías fueron tomadas de Google.com. 
 

Asumo que el título de esta columna pueda causar revuelo. ¿Qué carambas tienen en común estas mujeres diametralmente opuestas? 

 

Una, Carlota (1840-1927) y la otra, Emma, nacida en 1989. Sucede que tengo un gusto irrefrenable por conocer las historias de mujeres que para bien o para mal, han sido un referente igual. Tal vez sea que estas pasadas vacaciones decembrinas releí por ocasión la vida de Carlota y por supuesto, caí en la tentación de leer sobre la segunda a partir de la periodista investigadora de fondo Anabel Herrera, lo cual no es decir cualquier cosa.

 

Como sea, fui de sillón en sillón leyendo, subrayando, reflexionando sobre el actuar de mujeres como ellas que, siendo inteligentes y brillantes, la primera cayó en la locura y la segunda está actualmente tras las rejas en una prisión de los Estados Unidos (EEUU).

 

Aunque no es el caso aquí narrar cuestiones históricas, baste decir que la vida de Carlota, segunda emperatriz de México, princesa de Bélgica, de Hungría y Bohemia, virreina de Lombardía-Veneto casó con el Archiduque Maximiliano de Habsburgo quien aceptó la propuesta de Napoleón III de Francia de ser emperador en nuestro país (1864) en una época en que el caos político, económico y social eran los verdaderos emperadores sociales. En ese entonces el ejército liberal de Benito Juárez causaba verdaderos dolores de cabeza a los conservadores.


En realidad, Carlota, en los hechos, tomó el mando de diversas actividades que correspondían al emperador Maximiliano, quien optó por hacer largos recorridos, tratando de hacer valer la regencia del Imperio. Carlota en cambio, profundizó en los problemas sociales y políticos. Por ejemplo, abolió los castigos corporales, impulsó empresas ferrocarrileras, el recién inventado telégrafo, sostuvo con sus propios recursos casas-hogares para niños huérfanos y mujeres desvalidas, guarderías y ancianos.  El hoy tan hermoso zócalo fue remodelación a instancia suya, abrió el hoy icónico Paseo de la Reforma, por no mencionar otras tantas obras y proyectos culturales. Vaya, hasta en cuestiones laborales intervino: Limitó horarios, castigos corporales y el trabajo infantil.

 

Promulgó la ley de instrucción pública, tuvo intervención puntual en el rompimiento de la relación Estado-Gobierno.  En ese entonces, el estatuto imperial indicaba que en ausencia del emperador Maximiliano, Carlota asumiría funciones de regente a la cabeza del gobierno. 

 

 ¿Y Maximiliano, el regente? Si bien tuvo una destacada intervención en distintas guerras con países europeos en conflicto con Francia, en México fue un deslucido, limitándose a desempeñar un papel de vigilante, de cuidador de su fortuna, bienes y status, apoyado por la grey católica y conservadora. Rodeándose de corifeos, Su debacle viene cuando Napoleón III se negó sistemáticamente a otorgar crédito a México y a enviar más tropas, dos cuestiones fundamentales para el imperio mexicano. Aunque en algún momento pensó en abdicar al trono, terminó fusilado en 1867.Aunque sus últimas palabras fueron dedicadas a México y su independencia, en realidad habría mucho que redactar sobre él, su personalidad y actuar político,

 

Pero aquí nos trae Carlota. Esa joven que, por cuna, soñaba con ejercer el poder. En esa época una mujer, por mucho que ostentara una corona, no tenía voz ni voto y menos en un México misógino. Sus intervenciones eran a través de ministros y concejales. Carlota, con un carácter férreo y sin cortapisas, inteligentísima, sensible a las causas sociales al simple pisar de su delicado pie monárquico, supo lo que tenía que hacer. Prefirió la actividad a la comodidad palaciega, a los bailes de máscaras y presentaciones sociales.Que sí las hubo, pero con cierta. moderación al dedicarse ella a otras cuestiones.

 

No he encontrado ninguna misiva o escrito en el que ella se refiera a México de mala forma. Exaltaba la belleza de las plantas, el cielo azul, el maravilloso Castillo de Chapultepec, donde vivió. Es a través de sus cartas enviadas a Maximiliano como uno va conociendo la caída de esta gran mujer. Caída que fue aprovechada por muchos, tanto en lo relativo a sus bienes como en anular esa brillantez mental que la caracterizaba y levantaba hordas de envidia.

 

Fue ella quien emprendió por barco una larga travesía para reunirse con Napoleón III y suplicarle el apoyo a México. No lo obtuvo. Acudió con el Papa Pío IX para solicitar respaldo moral e influencias. Tampoco fue posible. No hubo puerta que se le cerrara o lugar al que ella acudiera peticionando apoyo para su Maximiliano. Fue infructuoso.

 

Poco a poco fue cayendo en la locura, tal vez por desesperación, tal vez porque en su familia había antecedentes de esquizofrenia. Empezó a delirar y afirmar que estaba siendo envenenada por sus enemigos, no dormía, no comía, no confiaba en nadie. Al final fue recluida en el famoso Castillo de Miramar, en Italia, donde muere en 1927.

 

La otra, denominada vox populli reina, Emma Coronel, a raíz de un concurso local en Durango, tenía apenas 17 años cuando conoció a Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo. De ella no hay mucho que agregar después del acucioso libro de Anabel Hernández. Hay de reinas a reinas. Para Emma su perdición fue el Chapo. Como para Carlota lo fue Maximiliano, guardadas las debidas proporciones. El chapo cursa cadena perpetua en EEUU, una muerte en vida. Maximiliano fue fusilado por siete soldados. Carlota y Emma siguiendo instrucciones de sus maridos. Carlota y Emma desgarradas, adormecidas, agotadas, castradas mentalmente. Emma y Carlota compareciendo ante autoridades para pedir clemencia.


La historia se entrelaza de distintas formas y sucesos.


Carlota actuó bajo los cánones en que fue criada. Emma también. Dos mujeres que vistas como tales, despojadas de sus ropajes, estuvieron al lado de sus hombres. Tanto una como la otra pasaron por infidelidades de uno y de otro.  

 

¿Qué orilla a mujeres como ellas a seguir la debacle de sus maridos? El poder y el dinero tienen un costo muy alto. El amor desmedido también. 

 

Por desgracia, no veo muchas mujeres como Carlota, defendiendo ideales, realizando acciones en pro de una sociedad necesitada y carente de tantas cosas. Veo sí, a muchas que pretenden ser émulas de Emma, quien hasta nfluencer es considerada. Pareciera que el costo de ser parte de cárteles y narcotráfico no es limitante ni causa escozor. Emma tiene su propio castillo de Miramar en EEUU, Solo que ni loca ni esquizofrénica. No al menos que se sepa.

 

Considero que esto motiva a una reflexión como sociedad. Desde el hogar, las aulas y el gobierno. O hacemos algo, o la reproducción masiva de mujeres en el bajo mundo, en el que solo estiran la mano para recibir regalos, bolsas carísimas, vestidos de marca, joyas y alhajas bañadas en sangre que no ven, pero que bien saben el origen. 


Mujeres que son parte de la historia, que tienen la posibilidad real de hacerse valer por sí mismas, por valorarse, terminan siendo marionetas o de la política o de relaciones tóxicas.


 

 

 

 

 

 

 

 

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