Cosas de Reyna

Anotar puntos o resolver problemas.

Recientemente el Presidente declaró que la población no necesita políticos que estén más interesados en anotar puntos que en resolver problemas; que en todo caso se requieren líderes que estén interesados en mover al país hacia delante. Bueno, esto fue en New Yersey y dicho para los estadounidenses por Barack Obama.

Quedé reflexionando el mensaje del Presidente Obama. Desde hace muchas columnas y otros tantos escritos en diversas publicaciones, he estado escribiendo sobre la falta de líderes en México. Líderes de a deveras, comprometidos con el cambio social, económico y político. Hoy por hoy, no advierto ninguno. Veo eso sí, pseudo políticos que se destrozan ahora en pandillas denominadas “bancada” y desde la simple óptica ciudadana, pareciera que la política se ha convertido en un juego perverso donde el que anota puntos corre a los medios de información para ventilar el logro alcanzado. Los líderes de barro y de papel son la constante. En honor a la verdad, hay alguno que otro apenas rescatable. Y seguimos buscando…

Ahora tenemos que pagar 16% de impuesto sobre la renta (por referirme a uno) y con ello se verá una cascada de alzas de espanto. Millones de familias mexicanas apenas subsisten con lo que ganan. ¿Estarán ahora saltando de gusto porque por fin les alcanzará la distribución de la riqueza como se ha afirmado?

No dudo que los aumentos en los impuestos, particularmente al IVA sean una exigencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para garantizar futuros empréstitos, pero ¿eso justifica el lacerar aun más la economía de los mexicanos? ¿Cómo entender esos aumentos si por otra parte tenemos gobernantes que perciben cifras insultantes de sueldos? ¿Cómo asimilar que los simples mortales habremos de pagar más impuestos con un menor sueldo cuando existen magistrados, diputados, senadores, gobernadores, presidentes municipales etcétera que han tomado esos cargos como botín político-económico? Muchos de ellos sin recato alguno se han dedicado a festinar sus triunfos y como los nuevos ricos, lo primero que hicieron es ir al extranjero a renovar guardarropa… en su automóvil nuevo of course. Y esto para los locales. Los otros se trasladan en aviones. No, no lo entendemos y por eso el alud de protestas. No se predica con el ejemplo.

Si los políticos carecen de conciencia y de responsabilidad social, los ciudadanos no podemos ni debemos darnos ese lujo. Por eso insisto en que seamos críticos acérrimos de cada peso que gaste o invierta el gobierno federal, estatal y municipal. Exigir que sean no buenos administradores, sino excelentes administradores. Haber como le hacen los que son torpes o incapaces para el desempeño de la función pública. Bien harían en todo caso hacer como dijo el Sr. Alejandro Martí, si no pueden, renuncien. Aunque eso será difícil, casi imposible debido a que ya han saboreado las mieles del dinero ganado sin esfuerzo. Solo a los incompetentes les aterroriza saberse fuera del presupuesto o trabajar como hacemos la mayoría de los mexicanos. Son esclavos del dinero fácil.

No. Ya no es posible que los ciudadanos tengamos una actitud pasiva o del ya ni modo. A mayores desatinos de los gobernantes, mas imperiosa es la necesidad de tener mejor desempeño cívico nosotros, los simples mortales. Nos ha costado y nos costará aun más el ejercicio del dinero público. Dinero que nosotros generamos. ¿Acaso no es absolutamente lógico que entonces seamos seguidores fieles de su óptima aplicación?

En cierta ocasión, conversando con un empresario sobre el tema de la educación en México, me hacia la observación de que la educación pública universitaria – a su parecer- toda debería ser a cargo del Estado: alimentación, vestido y sustento para que el estudiante únicamente se dedicara al alto aprendizaje, el de calidad, siendo único requisito para el alumno el obtener altos promedios basados en su desempeño. Los países más desarrollados poseen elevados estándares de educación superior y no se pierden en la medianía. Tiene razón. ¿Porqué el Estado debe invertir tanto en ciertas universidades públicas para que al final egresen personas con tan escaso bagaje académico y por ende mediocre desempeño profesional? ¿Fue un mal estudiante? ¿Su capacidad no estuvo a la altura requerida? ¿Fueron malos maestros? ¿Acaso aplicación inadecuada de programas educativos? ¿No funcionó el esquema universitario? ¿No se detectaron las capacidades reales del estudiante? Si bien este tema es de tratamiento aparte, sirva de ejemplo para indicar como es que tenemos la obligación de analizar la aplicación del gasto público por una parte, y por la otra la eficiencia y eficacia tanto del que aplica el recurso como del que lo ejerce en su etapa final sea administrador o beneficiario.
Tenemos que iniciar ya la cultura de medir el desempeño público con base a resultados, no a discursos baratos, tediosos y falsos. Demasiado caro ha salido votar sólo por simpatías: Ni las siglas de tal o cual partido, ni los discursos de oropel de sus políticos, ni los colores defendidos a veces a ultranza, son los que nos llevarán a mejores estadios de vida colectiva.

En las aulas universitarias mis alumnos constantemente cuestionan el quehacer público y lo analizamos. Me gusta ver como en clase debaten y exponen sus ideas. Una de sus inquietudes es de qué manera pueden contribuir al mejoramiento social y político. Se comenta que el mejor aprendizaje para ser y hacer mejor política es inversamente proporcional al que se realiza ahora. ¿Cómo ser críticos y seguidores del desempeño de la función pública? Esa es la pregunta que salta una y otra vez. Les digo que siendo un privilegio ocupar el espacio universitario de hoy, resulta impostergable el compromiso con la sociedad por eso se debe exigir rendición de cuentas transparentes, alzar la voz cuando se deba hacer sea en lo personal o bien a través de organizaciones ciudadanas; señalar lo indebido con índice de fuego porque el daño social es mayor cuando se calla o se consiente bajo el ropaje de la pasividad.

Quienes participamos en el sector educativo somos los primeros obligados a formar personas cívicas de alto valor. No es sembrar en sus cerebros nuestra experiencia. Es que ellos planten sus propias semillas. Nuestra aportación será acaso formativa más no impositiva. Tal vez en un futuro tengamos entonces funcionarios y gobernantes sensibles, creados al amparo de la conciencia colectiva, capaces de velar por un desarrollo colectivo y no personal. Capaces de saber y entender que el desarrollo social, económico, político y cultural, no es un juego de ganar o perder ni de quien es el que más anota, sino para el que mejor resultados presente.

Para el final:
Noviembre es un mes importante dentro de las tradiciones mexicanas. Veneramos a la muerte tanto como nos reímos de ella. Es parte de nuestra cultura, la que queremos conservar por los tantos matices que contiene. Para no romper las tradiciones, ahí va mi calavera:

Pasaba la parca fea por los rumbos de San Lázaro
Ah que caray –dijo- aquí estan todos juntos, los que traen tanto relajo
A todos me los llevo por gandallas y gachos
Mira que aumentar los impuestos estando el país tan abajo.
Diputados y senadores, no respetó la calaca
Al fin que ellos ni al caso -dijo la muy caraja-

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