Cosas de Reyna

El 4 de mayo y el Sindicalismo en México.

Cada año se conmemora el primero de mayo como día del trabajo, invariablemente. Se recuerda a los Mártires de Chicago y los discursos van más o menos en relación a logros laborales, demandas de los trabajadores y aprovechando el momento, reclamos varios según sean los temas políticos de moda. Trabajadores participan en un desfile a veces más nutrido y otras no tanto. Pareciera que todo es en función de la época y tiempos. Depende. Si es época electoral, hasta (pre) candidatos marchan felices tomados de la mano o abrazados. Que se sepa, se publicite y se fotografíe –sobre todo- que es amigo de los trabajadores. Faltaba más.

El primero de mayo sin duda tiene su relevancia: Aquel año de 1886 más de 200,000 trabajadores iniciaron huelga en demanda de ocho horas de trabajo. Pero pocos recuerdan el 4 de mayo de ese 1886. Curiosamente tampoco en EEUU conmemoran ni el primero ni el cuatro de mayo. En su lugar se celebra el Labor Day el primero de septiembre. En realidad fue por temor a que, de recordar cada año el 1 ó 4 de mayo, las fuerzas vivas se volvieran a manifestar o peor aún, que no olvidaran los bochornosos hechos que derivaron en crímenes “oficializados”.

El cuatro de mayo de 1886, las fuerzas del orden se hicieron presentes: reprimieron con saña a los manifestantes del día primero. Les dispararon a sangre fría. Incontables fueron los muertos. Quienes ostentaban el poder lo hicieron sentir lapidariamente: clausuraron periódicos, los mítines fueron prohibidos, los medios de comunicación fueron comprados. Todo aquel movimiento que tuviera matiz revolucionario era aplacado con la fuerza del poder. Los mártires de Chicago fueron acusados y sentenciados a muerte bajo un juicio sumario. Su delito fue pretender jornadas laborales de 8 horas, o como decían en sus protestas “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”.

George Engel, Adolf Fischer y Albert Parson fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887. A cadena perpetua se fueron Samuel Fielden y Michel Swabb. No existe un número determinado de vidas que costó este movimiento. Lo cierto es que fueron miles los heridos de bala, detenidos, desaparecidos, procesados, perseguidos o torturados. Nota adicional es que la gran mayoría era inmigrante: polacos, rusos, españoles, alemanes, italianos, etcétera.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Tiempo y sucesos. Si bien el sindicalismo procura la protección de los desamparados, la estabilidad en las fuentes de trabajo, salarios dignos, seguridad social, etcétera lo cierto es que éste no debe asumir una posición rígida. La prueba está en la aparición del denominado “sindicalismo independiente” que no forma parte del Congreso del Trabajo. Creo que más bien es consecuencia de la de búsqueda de alternativas que mejor acomoden a los trabajadores, aunque tiene sus bemoles.
A través de la historia, el sindicalismo en México es más bien de tipo corporativo y sustento del Partido Revolucionario Institucional. Esto no está mal pues igual pudiera ser cualquier otro partido político el que asumiera la causa. El asunto en todo caso estriba en que los dirigentes cuenten con la comprensión necesaria para enarbolar las demandas de los trabajadores y no solo ser partícipes de su propia riqueza y comodidad. (Léase Napoleón Gómez Urrutia, Elba Esther Gordillo, el otrora líder del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia y tantos más).

Aunque a muchos agrada eso del sindicalismo independiente, pienso que conlleva dos grandes riesgos: A mayor división menor fuerza y por la otra, el que grupos de choque o pseudo sindicalistas desestabilicen movimientos colectivos auténticos. Sin embargo, debe por necesidad ser un sindicalismo democrático, sin demagogias, moderno, garante de demandas reales de los trabajadores, más colaborador en la consecución y logro de productividad en el trabajo.

De hecho una de las reformas estructurales pendientes en nuestro país es precisamente la laboral, que por lo importante del tema sería en todo caso objeto de otra columna. Solo agrego que esta iniciativa de reforma no es –como muchos de mente anquilosada pretenden hacer ver- una agresión a los trabajadores.

En este momento donde el empleo interno escasea y por la otra la inserción a la mundialización es una realidad, surge como una bocanada de aire fresco el camino a la competitividad laboral de los mexicanos.


En este rubro tendremos s que estar unidos trabajadores y patrones. La ruta a recorrer es la misma. Fuera simulaciones en el trabajo. Tanto de los unos como de los otros. Vamos por la competitividad y productividad laboral.

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