Cosas de Reyna

Pita Amor.

Este mes de mayo, Pita Amor cumple 10 años de haber fallecido. Pocas personas recuerdan a esta excepcional mujer que nació en 1918 y muere en el año 2000. Acaso sea porque la consideraban loca al final de su vida.

El recuerdo es difuso. No ubico con exactitud en el tiempo cuando fue que me topé con ella y su obra. En algún momento de los tantos en que no hacía más que leer y leer. Porque en algún momento de mi vida solo hacia eso. No como ahora. Sí en cambio, tengo ubicada la estación del año en que fue: invierno. Esto me sucede con frecuencia: Ubico ciertos sucesos por estaciones y no por fechas. Quien sabe porqué. También sé que fue en Cananea.

Una de esas noches largas en que la nieve nos impedía salir a cualquier lugar, tomé un libro de los estantes en la casa de la hermana de mi madre, donde yo vivía. Adoraba el aroma a libros viejos. Todavía. Me gusta ese olor tan peculiar que tienen. No sabría explicarlo. Es una combinación de olores y sensaciones. Esa vez, por enfado y tratando de hacer algo distinto, decidí que fuera mi olfato el que me ayudara a escoger un libro, el que tuviera mayor fragancia. Claro, fue el de Pita Amor. Así fue mi encuentro con ella.

La conocí a través de su poesía y me subyugó por su esencia.

Pita Amor es considerada la Onceava Musa. Fue también modelo de Diego Rivera y Soriano que fueron dos de los pintores más destacados de la época. En mi opinión, vivió una época que para su espíritu era atrasado. ¡Provocaba cada escándalo! Se acostumbró a ser el centro de atención desde pequeña. Se llamaba a sí misma “Reina de la Noche” porque tenía por costumbre recorrer el Paseo de la Reforma de la Cd. De México. La leyenda urbana dice que las prostitutas y gays de la Zona Rosa le otorgaron el título -de dudosa honra- de La Abuelita de Batman: Se vestía con capas y mantas. Nada de ropa interior.

Su vida fue intensa, llena de placeres, de amores y de amarguras. Leer su poesía es conocerla. O pensar que se le conoce. Sus temas versan sobre el miedo, la soledad y la angustia. Desde la noche que la encontré, la he leído muchas veces. Pero conocerla fue distinto. La vi por televisión en alguna entrevista. Ya muy mayor, se maquillaba con singular acento: boca roja o rosa encendido. Con algún exagerado adorno en su cabello. Mejillas encendidas y anillos de dos en dos en cada dedo. Con una lucidez increíble y personalidad avasalladora.

Se dice que quien la trataba jamás podía ya olvidarla. ¡Ay Pita! Nos hubieras dejado de perdida tus secretillos a manera de consejas. Mira que ahora solo nos atiborran con supuestos best seller donde nos recetan una serie de máximas sobre como seducir, tratar, tolerar, comprender, convivir, soportar, entender, comunicar, compartir, cautivar, atraer y encantar a los hombres. Francamente pura literatura barata que si trata uno de llevar a la práctica, los resultados pueden ser desastrosos. Lo más cercano a la realidad que hasta ahora he leído es Los hombres son de Marte y las Mujeres son de Venus. Y aún le tengo ciertas reservas.

Volviendo al tema, Pita Amor no se dejaba dominar por nadie, lo que ya de por sí resulta conflictivo. Jamás pasó inadvertida. Bella, inteligente, libre. Única e irrepetible. Muchos episodios rodean su vida. Otros dicen que su historia se construye a partir de escándalos. Yo prefiero pensar que su vida se formó de eventos que la ayudaron a construir –a veces con sangre- su obra literaria. Tuvo aventuras, romances y relaciones trágicas. Perdió un hijo al cual había dado a su hermana para que lo criara. Tal vez su mayor tragedia es que se quería a ella más que a nada en la vida. Tanto que no pudo hallar el amor fuera de sí misma.

En alguna ocasión declaró: “He sido joven, soy joven porque tengo la edad que quiero tener; soy bonita cuando quiero y fea cuando debo” “La angustia hace mucho que la abolí. La abolí por haberla consumido”. Pita, Queridísima Pita, ¡Eres grande!

Elena Poniatowska, su sobrina, afirma que en una ocasión la poetisa acudió a una iglesia en el Paseo de la Reforma, a misa de la una de la tarde, la más concurrida y la mas popoff, solo para gritar: ¿saben hipócritas? Tuve un aborto.

Era piedra indudable y permanente de escándalo. Se dice que en 1985, cuando el terremoto en la Cd. de México, le pidieron su opinión sobre el particular y dijo ¡Que bueno! ¡Es una poda de nacos! Más singular, imposible.

Como sucede con los grandes, su vida está plena de matices pero al final, la obra es lo que cuenta y trasciende. He aquí uno de sus poemas:

Viejas raíces empolvadas
Son mis viejas raíces empolvadas
la extraña clave de mi cautiverio;
atada estoy al polvo y su misterio,
llevo ajenas esencias ignoradas.

En mis poros están ya señaladas
las cicatrices de un eterno imperio;
el polvo en mí ha marcado su cauterio,
soy víctima de culpas olvidadas.

En polvorienta forma me presiento
y a las nuevas raíces sobresalto
he de legar, con mi angustioso aliento.

Mas conquistando el aire por asalto,
nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto.

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