Cosas de Reyna

A las madres y familias con hijos en el extranjero. COVID-19

Conciliar el sueño estos días ha sido difícil. No puedo sustraerme a la vorágine de noticias de diversas partes del mundo y obviamente de México, en las que las cifras sobre COVID-19 nos van indicando la forma en que asciende la curva de infectados. Ansiamos que se aplane y con ello empezar a tomar medidas sanitarias de otro nivel que nos permitan ir saliendo de esta pandemia.

Mi sueño es intermitente. Despierto asustada, a veces corro a tomar té o una copa de vino que mitigue mis temores. Lamento profundamente las miles de muertes que por descuido, falta de credibilidad, carencia de apoyos gubernamentales o que simplemente quisieron continuar sus vidas como si nada, como si todo. 

Hoy deseo abordar el tema de la familia que tenemos fuera de México, sea por cuestiones laborales o de estudios. Este es mi caso. Mi hija se encuentra trabajando en Nueva Zelanda (NZ) desde hace algunos años, después de haber tomado varios estudios en aquel lugar. Agradezco tanto a quienes se han comunicado y lo siguen haciendo para preguntar cómo está, que medidas sanitarias se están siguiendo el aquel lugar y que si se encuentra realizando home office o de plano está encerrada en su casa. Diariamente me comunico con ella en más ocasiones de las usuales. Ella, tan correcta como siempre, trata de no preocuparme pero sé que tiene sobre sus hombros una gran responsabilidad en la empresa donde presta sus servicios. Le ha tocado instrumentar y ejecutar todo un plan para que la gran cantidad de personas que laboran en ese lugar puedan realizar sus actividades desde casa. Sé que ha dormido poco y trabajado mucho. Tanto como sé que colabora en todo aquello que pueda apoyar mucho más allá de sus obligaciones dentro y fuera de la empresa, bajo los lineamientos sanitarios de aquel lugar. Aunque no me lo diga. 

Siguiendo las reglas de salud de NZ, a partir de este miércoles el gobierno de aquel lugar ha decretado el cierre de sus fronteras. Nadie entra nadie sale a excepción de aquellos que tengan ciudadanía o residencia, previos análisis exhaustivos de detección del COVID-19 y un confinamiento obligatorio por 14 días. Aquí en México, ya estarían algunos enarbolando la causa como privación ilegal de la libertad o algo por el estilo. Cabe señalar que NZ cuenta con 102 diagnosticados, cero muertos y cero recuperados.

Cifras aparte, miles de jóvenes mexicanos se encuentran actualmente residiendo en otros países y por ende, miles de familias están en suspenso, en angustia, con deseos de tenerlos en casa y cobijarlos bajo el manto del tantas veces replicado en memes y chistes que solo los nacionales podemos entender: el comportamiento mamá mexicana. Pero eso no es posible; se nos han apagado las risas sobre ello. Al menos por este tiempo tan difícil.
Las redes sociales (RRSS) han sido el vínculo que nos une a nuestros hijos y desde acá tratamos de dar órdenes (estilo mamá, of course), no importando la edad que tengan. 

Hoy escribo para esas familias y madres de hijos que se encuentran fuera del hogar, fuera de nuestro México. Porque si de algo debemos sentirnos orgullosos es que primero tuvieron el arrojo y la valentía de salir del país en búsqueda de mejores formas de vida. Porque les dimos alas para volar alto y fuerte. Porque se fueron persiguiendo sus sueños. Porque no les fue sencillo despegarse de sus raíces y de su gente. Porque donde se encuentren estarán cuidándose y tratando de colaborar con personas que ni siquiera conocen pero que los motiva porque guardan con singular cuidado el concepto de ser humano, la solidaridad y la responsabilidad que como tales han asumido desde que en casa les inculcamos esos valores. Lo mismo harían aquí. Estoy segura. 

Me duele ver a mi hija fuera de casa en momentos tan complicados. Sí. En este justo momento estoy escribiendo desde su habitación, rodeada de sus gatos Pablo y Matilda que me los dejó sin yo pedirlo pero que como he comentado en alguna otra columna, terminó por convencerme. No sé a que hora, por cierto.  No puedo dejar de sonreír al verlos, pese a que ni uno ni otra entiende que la pandemia nos obliga a racionar alimentos. Exigen como siempre. No valen los largos discursos que diariamente les formulo, acaso producto de este encerramiento obligado.

Bromas aparte, ¿Cuántas madres, padres y familias estarán sintiendo lo mismo? Miles. Miles. Igual hay otro tanto de jóvenes que radican en el extranjero y que se vieron forzados a permanecer este tiempo en México porque simplemente se cerraron las fronteras de los lugares donde han decidido vivir. ¿Qué les espera al regresar allá? Estudios, trabajos cancelados, suspendidos, no sé a ciencia cierta pero trato de comprender la angustia que estarán viviendo junto a sus familias. 

Me dirijo entonces a ellos también. Porque dentro de todas las pruebas de crecimiento personal y profesional les ha tocado una de las más duras en su tiempo. Y la superarán con creces.

Por mi Ely, que donde está, sé que está haciendo lo mejor posible para vivir un mundo mejor sin importar fronteras ni países, ni razas ni colores. 




2 comentarios:

  1. Que hermoso sentimiento de una madre que ha dado todo por su hija. El corazon y el amor las une por siempre. Amen de las madres q estan en tu situacion amiga. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por su mensaje. Un abrazo de solidaridad a todas las familias, madres y padres que están pasando por esto mismo.

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