Cosas de Reyna

El folclor mexicano y el COVID-19



En 1971 la película The Andromeda Stain, luego Estallido y Epidemia en 1995, Carriers (Infectados), Zona Peligrosa en 1996, en 2009, Contagio, en 2011, Virus en 2013, Cordon en 2014, The hot zone en 2019, Pandemic en 2020, en fin, la historia fílmica es extensa tratándose de contagios, virus y pandemias que trataban de acabar con el mundo pero que, gracias a los directores, escritores y libretistas, nos salvábamos de forma milagrosa. El terror concluía con la palabra Fin. Nos levantábamos silenciosamente de las butacas de los cines y tras acaso una pequeña reflexión o comentario, calificábamos la película al amparo de una rica hamburguesa o de un buen vino.
Fotografía tomada de Google.com

Hoy las escenas son de la vida real. Apenas si alcanzamos a percatarnos de la rapidez con la que se expandió el COVID-19, pariente cercano del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo). El comentario obligado era preguntar cómo se había desarrollado el tal virus y a renglón seguido lanzar algún vituperio en contra de los chinos. ¡Ajá! Con que ellos fueron, igual que con el SARS, afirmábamos sin mayores datos. Pocos saben que el primer ensayo de vacuna ocurrió apenas 60 días después de que China comunicara la secuencia genética del virus para que los países desarrollaran kits de diagnóstico. Algo realmente increíble.

La información fluye y fluye. El asunto es que no toda la información es verídica. En el más absoluto folclor mexicano en redes sociales (RRSS) han desfilado miles de memes sobre el particular. El ingenio nacional no tiene límites. Se fue dando por etapas. Primero los clásicos chistes de la impenetrabilidad de virus porque nuestra genética está hecha a partir de la raza de bronce, porque sobrevivimos a sexenios nefastos y corruptos a la máxima expresión, porque el chupacabras no nos hizo nada, porque con ajos, limones y aspirinas estamos protegidos, porque los remedios de las abuelas son insuperables. La segunda etapa fue un poco menos jocosa. Las cifras empezaban a asustarnos y a preguntarnos cuales eran las acciones de gobierno y en qué carambas consistían los protocolos de salud para estos casos.

Luego, nuestro presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias matutinas empezó a presumir de su escudo protector contra el coronavirus: honestidad y no corrupción, dijo. Además, mostró sus amuletos con la oración “detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, un billete de dos dólares y un trébol de cuatro hojas. Díganme si no tenemos un México surreal. Temo que Salvador Dalí tenía razón cuando afirmó que nunca volvería a México porque no soportaba estar en un país más surrealista que sus pinturas.

Pero en algo tiene razón AMLO. Un presidente no es un todólogo ni puede ser experto en todo y quiero pensar que por eso no aborda el tema con profundidad, lo que reserva para el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. Estoy cierta, porque la historia así lo demuestra, que en otras épocas gubernamentales se hubieran instrumentado grandes  y aparatosos programas cuyo presupuesto hubiera dado a parar a las bolsas de unos cuantos. Hoy el presidente pide confianza. Las cuentas finales tendrán la última palabra y esperamos que sean francamente halagüeñas.

Sin embargo, escuchar a Ángela Merkel, canciller alemana, Justin Trudeau de Canadá e incluso Pedro Sánchez de España, me provocan la necesidad de escuchar a mi presidente con un discurso más serio e institucional sobre esta pandemia. Afortunadamente está Hugo López-Gatell, Subsecretario de Prevención y promoción de la Salud, que diariamente da cátedra sobre sus conocimientos en la materia y lo que se está haciendo en torno al tema.

Por lo pronto, nos toca obedecer las instrucciones sanitarias mínimas. Además, el lunes 23 de marzo y hasta el 19 de abril se llevará a cabo la Jornada Nacional de Sana Distancia. Mucho del éxito dependerá de guardarnos en nuestras casas, lo que sabemos que no es fácil, pero es necesario. 

El 18 de marzo de este año, el director general de la Organización Mundial de la Salud envió un mensaje en el que recomendaba que no supongamos que no nos infectaremos. Antes bien, que nos preparáramos como si fuéramos a infectarnos. Se refería a los países y las medidas preventivas que como tales debían implementar todos los gobiernos del mundo, recomendando un enfoque integral con el fin de frenar la transmisión y aplanar la curva, lo que permitiría salvar vidas y permitir ganar tiempo para desarrollar vacunas y tratamientos.

Los mexicanos no podemos sustraernos a nuestra cultura tan sui géneris, acostumbrados a reírnos de la muerte, cantarle a ella y entregarle ofrendas. No podemos dejar de buscar el lado chusco de cuanto tema nos ocupe, porque es algo que traemos en el magma mexicano. Lo que no debemos hacer es ser superfluos ante problemas como esta pandemia que nos puede arrebatar lo más preciado que tenemos:  la vida.  

He aquí algunos datos del comportamiento del COVID-19 en algunos países. Las cifras corresponden al 20 de marzo a las 00:30 am

País
Diagnosticados
Muertos
Recuperados
China
81,250
3,253
71,266
EE. UU.
14,250
      12
      121
Canadá
923
      12
          9
España
21,571
1,093
1,588
Alemania
18,361
52
180
Francia
12,612
450
12
Italia
47,021
4,032
5,129
Irán
19,644
1,433
5,979
Australia
681
6
26
Corea del Sur
8,652
94

Nueva Zelanda
39
0
0
Brasil
904
11
2
Japón
1675
40
516
México
164
1
4

En suma, seamos socialmente responsables de atender disposiciones sanitarias para evitar el contagio. Al fin de cuentas ni somos invencibles, ni nos protegen amuletos ni nos salvará una aspirina o un té de manzanilla. 





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