Cosas de Reyna

Putin en tiempos del COVID-19



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Es el hombre más poderoso de Rusia y se encuentra en  el top de los más influyentes del mundo. Persona enigmática, fuerte, de mirada profunda, inteligente y visionario, Vladímir Putin, el actual presidente de la Federación Rusa, ha ocupado dicho cargo ininterrumpidamente por tres periodos; actualmente ejerce el cuarto, que va del 2018 al 2024. Descrito como dictador, en una ocasión Mitt Romney, excandidato a presidente de EE.UU., afirmó que era una amenaza real para la estabilidad y la paz del mundo. Hillary Clinton ha comparado su gobierno como el de Adolf Hitler a raíz de la invasión de Ucrania (2014)  Igual lo hizo David Cameron Primer Ministro del Reino Unido, entre otros.

A Putin le gusta aparecer como hombre rudo, duro y fuerte. Es clásica la fotografía en la que aparece con el torso desnudo, pescando en las montañas de Siberia. Practica artes marciales, vuela en aviones de caza, interactúa con animales salvajes, se sumerge en aguas heladas y profund
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as, conduce carros de carreras o las poderosas motocicletas Harley Davidson. Tiene su lado cultural muy elevado y también canta. Lo ha hecho en varias eventos caritativos. Toda una imagen comercial construida a su alrededor pero que no niega la veracidad de sus dotes. Los resalta en todo caso.

Como muchos líderes mundiales, su origen es humilde, graduado de Derecho, se enlistó en el servicio de espionaje de la KGB, y después en el Servicio Federal de Seguridad (FSB) que sustituyó a aquella. Todo un espía formado en las entrañas de la temida organización que ha dado pauta a infinidad de mitos y leyendas urbanas no exentas algunas de realidad.

Llegar al poder no le fue fácil pero sí seguro. Transitó escabrosos caminos políticos hasta posicionarse en la cúspide del poder.  Sabía a lo que iba y cómo lograrlo. La idea de Putin desde sus inicios fue, como es, consolidar un poder central y reorganizar el esquema jurídico de todo el país a través de un mando vertical que puso en duda las conquistas democráticas después de la disolución de la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas). Una de sus principales justificaciones era que los ricos, los oligarcas, debían concentrarse en los negocios y no interferir en la política, con el antecedente de que en la época de Yeltsin aquellos influían grandemente en las decisiones gubernamentales. 

Pareciera que sin Putin no hay Rusia, como en alguna ocasión lo expresó Vladimir Ostrovenko, su vicepresidente de gabinete. ¿Rusia es Putin o Putin es Rusia? Hay quienes afirman que las ventajas de Rusia no son los energéticos como el petróleo, el gas o el carbón que están sujetos al mercado, sino que el principal activo es Vladímir Putin. Su nombre es invocado como un mantra en una Rusia que se ha convertido en la sexta economía del mundo en términos de paridad del poder adquisitivo según el Banco Mundial (2018)

Un aspecto importante en el gobierno ruso actual es que Putin ha tomado el control de los medios de comunicación. Hoy por hoy, existen aproximadamente 3,000 emisoras de televisión en todo el país, aunque no cubren noticias políticas y en caso dado, son filtradas por el gobierno. El periodismo independiente quedó reducido a internet, lo cual no es decir poco pero tampoco mucho dado la naturaleza de control que se ejerce. Esto me lleva, con las debidas precauciones y distancias del caso, a Joseph Goebbles, político alemán, ministro de propaganda del Tercer Reich quien utilizó esta como herramienta de promoción de su partido primero y una vez en el poder hizo suya la supervisión y control de los medios de comunicación como la radio, el cine y la prensa. Goebbles solía utilizar discurso incendiarios y violentos acorde a las ideas políticas de Hitler.

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No afirmo que haya una similitud entre ambos gobiernos, porque no la hay definitivamente. Incluso se ha visto afectada su relación con Polonia cuando en un discurso describió al embajador de aquel lugar en la Alemania nazi como “escoria y cerdo antisemita”. A lo que me refiero es al control de los medios de comunicación como herramienta efectiva para mover masas en la dirección que mejor acomode al gobierno en turno. Existe un documental de la BBC que aborda con precisión historias sobre cómo las grandes empresas y negocios de los oligarcas fueron pasados a la administración de hombres de confianza de Putin. Si sumamos el control de la información más la forma en que se realizó esta acción de control, el resultado fue que su popularidad subió como la espuma pese a actuaciones dudosamente democráticas.

Lo anterior como antecedente a que tras una propuesta presentada en la Duma (denominada así a la Asamblea Representativa de aquel lugar, que es en sí la cámara baja del parlamento) permitiría que en las elecciones presidenciales de 2024 no cuenten como limitación dos períodos consecutivos de mandato anteriores. Esto se traduce en que reinicia a cero la cantidad de veces que ha estado en el poder, pero esta vez con mayores facultades constitucionales, de las cuales ya se ha encargado. La votación vía plebiscito que sería el 22 de abril, se ha tenido que suspender. Pero nada lo detendrá en su decisión de gobernar hasta el 2036, cuando tenga 83 años. Es cuestión de tiempo.

Analizando algunos números, en la era Putin se ha reducido la pobreza. En 1992, un 35% de rusos eran pobres. Para 2016 el porcentaje bajó a 15%, incluso con la estancada de salarios que se generó en 2012. En el país, la red social más popular es VK ( VKontakte) con 90 millones de usuarios en tanto que Facebook cuenta con 20 millones. Uno de los principales problemas del país es la tasa de natalidad que ha disminuido a grado tal de convertirse en un problema, pero el gasto militar ha aumentado perceptiblemente

Pero hasta el mejor plan se puede caer pese a un grueso expediente de evaluación de riesgos. Esta pandemia del COVID-19 vino a modificar un tanto los planes de este hombre de roble y acero. 

La rápida propagación de virus, la dramática caída del petróleo aunado a la caída de la moneda rusa (rublo) ha puesto freno a sus intenciones, por lo pronto. En la agenda gubernamental se contemplaba para el 2 de mayo un deslumbrante desfile militar para conmemorar el 75 aniversario del Día de la Victoria rusa sobre la Alemania nazi, en la cual Putin habría de pronunciar un grandilocuente discurso. Las cosas han cambiado, que no cancelado.

Putin se ha visto obligado a dar un giro a su discurso con  el prioritario tema del COVID-19 en el que tampoco se encuentra en un lecho de rosas al igual que los demás jefes de Estado y de gobierno del mundo,  aunque ha presumido en ser uno de los primeros países en cerrar fronteras y endurecer medidas. Se sabe que se utilizan misiles de cámaras de video vigilancia con reconocimiento facial para atrapar a quienes violenten las reglas, se ordenaron redadas en espacios como hoteles, restaurantes, albergues, etcétera, donde se pudiera detectar personas procedentes de China para que se auto aislaran. Se utilizan métodos de geolocalización de infectados y se imponen multas y/o penas de cárcel, solo por mencionar algunas medidas. Se han cerrado cafés, restaurantes y tiendas. Medidas fuertes para problemas fuertes, aunque no son pocos los que piensan que lo que más preocupa a Putin es su permanencia en el poder más allá del 2024 y que está aprovechado la ocasión para reforzar una democracia vigilada;  lo cierto es que es un hombre temido y para el caso de esta pandemia, aquí sí que cayó como anillo al dedo. La obligación ciudadana es cumplir so penas mayores a sabiendas de que se harán efectivas tales.

Los más recientes datos indican que en Rusia existen 6,343 casos confirmados, 47 decesos y recuperados 406. En activo quedan 5890.

Hace poco, el mundo vio con asombro cómo este presidente ingresó a un hospital para visitar a un paciente que presuntamente había contraído el virus, pero en realidad dio negativo a la prueba. Acaba de  anunciar mayores medidas restrictivas como la suspensión de vuelos internacionales y cierre de tiendas en Moscú. Se percibe pues como una mezcla entre sostener su proyecto político, atender la problemática de la pandemia, posicionarse entre el electorado y aprovechar el momento para consolidar su imagen en el concierto mundial.

Y lo logrará. Es Vladimír Putin. 














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