Se dice que al título de la película[1]
se le agregó la v y no el conocido vs para no evidenciar tan crudamente el versus, es decir, el choque, el pleito
entre Batman y Superman. Yo, que soy
aficionada a los superhéroes, sentí un poco de alivio. Vaya –me dije- al menos un poquito de
sutileza de la producción para no lastimar a los fans.
Recientemente la fui a ver. Mi hija insistió en que no demostrara
demasiado entusiasmo en la sala. Ya te
conozco –me dijo- eres capaz de aplaudir y gritar en el cine. En
realidad no lo puedo evitar aunque me
sale bajito por la infanta que llevo dentro y para la fan que soy de siempre.
Tampoco es cosa de declararme aficionada absoluta como
otras personas que diplomados tienen al respecto. ¡Y vaya que hay! Es
admirable la cantidad y calidad con la que han elaborado reseñas de la
película. Verdaderos
estudios con una metodología y conocimientos dignos de reconocer. Disto mucho de eso.
Acudí como suelo hacer cuando veo películas de Marvel o
de DC Comics. Expectante, esperando una
buena película, con los consabidos efectos especiales, trama sencilla, sin
mucho esfuerzo mental, para divertirse pues.
Pero algo sucedió esta vez. No sé
si porque no me atrapó la trama o por la escasa calidad argumentativa de las líneas. Como sea, en un mundo
imaginario se espera que los diálogos y
secuencia sean creíbles en ese
marco. Así que me referiré al aspecto
que sí captó mi atención y que a partir de esa conexión la película me llevó a
hacer un símil con la vida real.
Superman en la película se convierte en la figura más
controvertida. Para muchos significa una
esperanza en tanto que para otros es el símbolo de la peor amenaza para la humanidad. Con poder desmedido y alejado de las normas
convencionales, visto como un dios, aplaudido por una masa social que busca la
revancha, adorado por fanáticos, autoritario en sus decisiones, actuando sin
concierto, enfrentado a su rival Batman bajo el amargo sabor del rencor, el
odio y la venganza. El antihéroe Lex Luthor es quien pone el dedo en la llaga al decirle a
Superman “Vaya que tenemos
problemas aquí arriba... el problema del mal en el mundo... el problema de la
virtud absoluta. El problema de que tú, Superman, estés sobre todos los demás. Tú encima de todo...
Ah, porque eso es ser Dios...Ellos tienen que ver el fraude que eres... con sus
ojos... tus manos llenas de sangre... y esta noche lo verán… El mundo está
plagado de ídolos falsos”.
A pesar de
la paranoia del odiado Luthor, a pesar de su paradójica inteligencia, inmediatamente me movieron sus palabras e hizo que me enderezada en el asiento. ¡Caramba! Fue casi instantánea la conexión de mi cerebro hacia la realidad en México. En algún momento pregunta
Clark Kent a Bruce Wayne (Batman) sobre su opinión acerca del murciélago vigilante de Ciudad Gotham quien responde que es un poco hipócrita que
el Daily Planet critique a quienes hacen lo mismo que otros y que son preferidos de dicho periódico (Superman) y remata afirmando que han tenido
demasiadas malas experiencias con tipos raros disfrazados de payasos.
Palabras
mas o menos, esto fue lo que finalmente captó verdaderamente mi atención y que
en mi modesta opinión implica una fuerte crítica social real. Resumo:
“El
problema del mal en el mundo es la verdad absoluta. Creerse Dioses. Manos
llenas de sangre. El mundo plagado de
ídolos falsos. Criticar de otros lo que igual se hace. Tipos raros disfrazados
de payasos”.
Vaya,
vaya.
¿Cuántas
veces hemos escuchado a gobernantes y politicos abanderar argumentos y causas
de las que creen poseer la verdad
absoluta, sin consultar ni considerer las necesidades o expectativas del
ciudadano común? Vivimos con mucho, una
desconexión entre gobierno y sociedad.
Autoridades que definen planes y proyectos gubernamentales a partir de
lo que en algún escritorio público se estableció como tal. Voces
de mexicanos que claman justicia, seguridad social, empleo, salud, educación y
otros tantos renglones sin ser escuchados por los dioses/falsos ídolos conocidos como politicos/goberantes empeñados
en una actuación pública que a pocos
favorece. La constante es enterarnos que
el hijo de tal figura pública lleva una escandalosa y costosa vida social, que
perenganita hija de algún líder sindical viaja en avión privado, que sutanita
de tal, reconocida hijita de papá diputado, o senador, o dirigente –da igual-
viste prendas costosísimas, trae diez guardaespaldas, cierra centros nocturnos
o malls para deleite personal con sus
amistades y la lista sigue.
Ofensivamente continua.
Del otro
lado tenemos jóvenes que a duras penas realizan sus estudios, que sobreviven
milagrosamente y con esfuerzo esperando obtener un título que les permita un acceso
mejor en un México con tantas carencias.
Al final habrán de enfrentarse a la escasez laboral, a la competencia
saludable sí, pero descarnadamente real en cuestión económica. Ser creativo e innovador es una posibilidad
altamente sacrificada aunque redituable no al corto plazo.
México
sigue clamando resultados en homicidios, feminicidios, violencia de género, secuestros y otros
tantos delitos que mientras no se resuelvan segurá el Estado con las manos llenas de sangre.
¿Conque ídolos falsos? Claro que tenemos en existencia,
marchantita. ¿de que color lo quiere? Entre menos educación exista, entre menos compromiso
cívico tengamos los ciudadanos mayor
tierra fértil encuentra cualquier individuo con un mìnimo de neuronas que
pretenda erigirse como politico, líder y/o gestor de causas sociales que al
final resultan ser oropel para los demás.
Para él/ella se traduce en beneficios personales de diversa índole.
Y sí, esa
recurrencia del politico en turno para criticar
al anterior como si el actual portara la verdad absoluta, poseedor de la panacea que
salvará al municipio, al estado o a la nación pero que al final termina
comportándose exactamente como el anterior. Lo hemos vivido, padecido y sufrido por décadas
con tipos raros disfrazados de payasos
que sin pudor ni recato denominan apoyos/gestiones especiales a lo que en realidad son sus obligaciones. Tipos denominados gobernates y/o politicos que
desde su palestra viven cómoda y palaciegamente un mundo que no es el México
real.
Entre más avanzaba
la película reflexionaba en que si acaso la kryptonita tan temida por Supermán
no será acaso para nosotros el
abstencionismo electoral, considerando que en la práctica este fenómeno es lamentablemente fuente de poder para muchos.
Los demonios no vienen del infierno, vienen del cielo. BvS
Posdata: Aún no supero a Jeremy Irons como Alfred, el mayordomo de Batman. Decepcionante verlo en ese personaje. Después de El hombre de la máscara de hierro, La casa de los espíritus, Lolita, La misión y Los Borgia entre otras magistrales actuaciones.
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