Se dice que durante las negociaciones para que la mítica banda de los
Rolling Stones actuara en La Habana, Cuba, Mick Jagger preguntó a su
representante el porqué no podrían actuar en la Plaza de la Revolución a lo que
recibió tamaña respuesta: Porque ni te apellidas Castro ni eres el
Papa. En realidad debió decir que tampoco se llamaba
Juanes ya que el canta autor colombiano en 2009 fue promotor principal del
Segundo Concierto Paz Sin Fronteras.
Finalmente el evento se realizó en la Ciudad Deportiva de La Habana.[1]
La Plaza de la Revolución es un
espacio de 72 mil metros cuadrados construida durante el mandato de Fulgencio
Batista.[2] Hoy es sede del gobierno Cubano y área
destinada a la celebración de grandes concentraciones políticas. En las tres ocasiones que he estado allí mi
mente recrea imágenes de escenas tantas veces leídas sobre la Revolución
Cubana, Fidel Castro, Ernesto El Che Guevara o del poeta José Martí quien también ocupa un lugar en esa
emblemática área. El Che es sin duda un
ícono de relevancia mundial. Su frase Hasta la victoria siempre ocupa un lugar
especial debajo de su mega imagen en la
Plaza. Se lee una vez pero deja marca
indeleble. Tal vez porque encierra un
pedazo de historia de Cuba y porque define un eterno compromiso de luchar por
la patria.
Pienso entonces en la respuesta dada por el representante del líder de los
Rolling Stones a Jagger y lo emblemático de la Plaza de la Revolución. Pienso en México como nación y me pregunto si
acaso nos está vedado un verdadero, sistemático y continuo desarrollo porque ni
tenemos orden/disciplina dentro de la
cosa pública y ciudadana ni existen las convicciones y liderazgos suficientes
que nos permitan creer y generar confianza en el actuar de las
autoridades. El 2016 al igual que otros
años, el Estado se enfrenta a grades
retos, tensiones y reclamos sociales por
seguridad pública, educación, empleo.
Sigue doliendo Ayotzinpa, la Guardería ABC, caso Tlatlaya, Apatzingán,
desapariciones y ejecuciones en todo el país , feminicidios, Ciudad Juárez,
asesinatos de periodistas y activistas de derechos humanos. La lista sigue y no borra renglones ni anota caso resuelto a manera de cierre.
La ira social se conjuga con el desencanto, con esperanzas fallidas
personificadas con nuevas autoridades que repiten patrones de incapacidad,
negligencia y corrupción como conductas nefastas de los anteriores sean del
partido político que sea. El agotamiento
social local, estatal y nacional es evidente.
Si acaso salva la situación alguno que otro gobernante que verdaderamente actúa con convicción social, con compromiso, o ya de
perdida para dar la apariencia del buen hacer porque hay que cuidar al electorado.
Es pues insoslayable, urgente en extremo el recobrar la confianza de los
mexicanos en las instituciones, en las elecciones transparentes, en el Estado
auténticamente democrático y republicano con una planeación estratégica que
alcance el bienestar para todos y no para unos cuantos. Pero tampoco nada será posible sin ciudadanos
responsables y con conciencia social. Comenzar
por el entorno propio es ganancia.
Comenzar siendo responsables en el cumplimiento de las labores que cada
cual tiene encomendadas es construir camino.
Y cumplir también es exigir y no aplaudir como marionetas cuando así sea
solicitado por el gobernante en turno.
Las redes sociales se están envenenando por políticos sedientos de
ello. Se desdibuja el fondo que son
resultados para transformar el escenario en ríos de sonrisas, despensas, inauguraciones
de eventos mas no de obras públicas, todo campeando con falsa alegría en Facebook, Twitter,
Instagram, Whatsapp.
O damos pasos hacia el desarrollo o nos quedaremos como los Rolling
Stones. Ellos con deseos de tocar en la
Plaza de la Revolución y nosotros con deseos de entrar de lleno en el concierto mundial del desarrollo.
Que nadie diga que no podemos porque ni tenemos buen gobierno ni somos
ciudadanos comprometidos.
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Muy interesantes reflexiones, Reyna. Algo de lo más complicado, en mi opinión, es rescatar el compromiso de la gente porque el desencanto social es grande y tenemos un gran problema: padecemos el problema crónico de gobiernos débiles, como lo comentaba un columnista recientemente. Ante la incapacidad del gobierno de atenerse el mismo a la ley y ser el ejemplo a seguir para los ciudadanos, el ejemplo es justamente el opuesto: son los violadores constantes de la ley. No es por justificar, en lo absoluto, pero desde la colonia se establecían reglamentos que eran ignorados acá en la colonia. Fue una de las principales preocupaciones de los liberales, cuando trataron de crear una nueva nación, en el siglo XIX. Hoy en día situaciones nimias, si se quiere: hasta ponen "topes" a los carros porque la policía no es capaz de mantener el orden (la velocidad) mediante ¡un simple reglamento de tránsito! Y entonces la gente se estaciona en sentido contrario sin que nadie la moleste, por ejemplo, y se moviliza usando "placas" irregulares que "representan" organizaciones "pro defensa del patrimonio familiar". En fin, ya me extendí demasiado. Felicidades Reyna y un abrazo 😃
ResponderEliminarMuchas gracias estimado Samuel. Comparto tu opinión sobradamente. El desaliento colectivo e individual se puede ver y ejemplificar de diversas maneras. Desgraciadamente no todas las formas conducen a la mejora en políticas publicas, legislativas o administrativas. Aunado a lo anterior tenemos que el ciudadano -muchas veces- antepone su comodidad y/o su espacio de confort optando por callar y maldecir en mesa de café al gobierno. De ahí más nada. Un abrazo con afecto.
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